Partida Rol por web

Tres Haikus de Viaje

Prologo - LAS PALABRAS CORRECTAS -

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02/03/2011, 20:06
Daidoji Kakano

El joven grulla se mostro horrorizado por tus palabras. Parecía que lo acabaran de asesinar, y trato como pudo de esconder sus sentimientos tras la fachada que un hombre de su posición debía hacer.

No, no sabía que pudieras ver tan fácilmente dentro de mí. Yo... no creo que todo eso sea verdad, aun me queda mucho por aprender, no soy ni tan sabio, ni tan fuerte, y aun no me he ganado el honor de que la gente se inclina ante mí.

No sé cuando nuestros caminos se han cruzado antes para que sepas lo que llevo por dentro, pero te agradezco tus palabras, las atesorare tanto como el kanji que has dibujado con tus artes hoy para mí.

El chico estaba incomodo. Quizás porque tus palabras lo habían desnudado de nuevo. Parecía imposible, pero aquel joven era incapaz de verte pasar vergüenza a ti. Estaba demasiado asustado de ti como para eso.

De alguna manera, te pareció más hombre que muchos de los que habías conocido. Incluso mostrando cosas que un adulto no debería de mostrar. Habías descubierto que su padre usaba el protocolo de una manera poco seria, pero siempre agradable, pero su hijo aquel joven que ahora no se atrevía sonreír, era incapaz de no ser sincero pasara lo que pasara.

Sin embargo, la noche con él estaba destinada a acabar. A la voz de un hombre llamándole le siguió el mismo viejo de antes, reclamando al joven Kakano para otras tareas.

Kakano te miro a los ojos, como si le estuvieran obligando a abandonar el hogar en mitad de una tormenta.

Espero verte de nuevo... en algún momento.

Sin más el joven te dejo, sola, sintiendo una brisa cálida acariciar tus mejillas. A lo lejos se podía oír la risa de los hombres y mujeres del pueblo, mientras el galante príncipe de su castillo, volvía a atender a todos los invitados.

Respiraste tranquilamente un puñado de veces antes de ponerte en camino otra vez. Tenías que encontrar a tu maestra y hablar con ella.

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02/03/2011, 21:03
Kakita Adako

Se había quedado sola sobre la muralla. La noche era tibia, agradable, y la presencia del joven samurai, de Kakano-sama, aún flotaba en el ambiente. No sería alguien fácil de relegar en el fondo de la conciencia, de la memoria.

Adako suspiró, suavemente, exhalando el aire de su interior con ternura, y dejando que a su vez el aire perfumado la invadiera.

Se alejó de la muralla, no sin antes echar un último vistazo al soberbio panorama. El Kiuden estaba radiante, iluminado con miles de antorchas invisibles, reflejándose en el lago.

Cerca una pequeña barquita chapoteaba bajo un cerezo en flor. 

La muchacha siguió adelante, disfrutando de los aromas a tierra mojada, los húmedos bambús meciéndose y dejando escapar un susurro leñoso, un sonido musical.

La luna se recortaba, enorme, en el cielo oscuro. 

Sí, era una belleza de lugar, y de noche. Un lugar para un encuentro extraordinario. Para un momento especial, como el que el destino acababa de brindarle.

Decididamente tenía que buscar a su maestra, ¡tenía tanto que decirle...! De modo que apretó el paso, camino de regreso al Palacio.

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04/03/2011, 12:55
Kituski Wakana

La gente iba de aquí para allá buscando con quien conversar, disfrutando de la festividad. Los guerreros encargados de la seguridad también parecían pasárselo bien en sus puestos, si bien era cierto que no dejaban de atender a su trabajo.

La noche era perfecta como estaba, preguntaste por la vieja maestra dragón, y a pesar del nutrido grupo de personas que había no tardaste en conseguir una pista. Seguramente porque ver gente del clan de las montañas no era precisamente muy usual, y a todo el mundo parecía llamarles la atención.

Notaste que tanto Kakashi sama, como su hijo Kakano sama estaban ocupados hablando con toda una avalancha de personas, e imaginaste que tardarían en atenderte si es que podían atenderte más.

Tenías el deseo, de que al campeón daidoji le hubiera gustado tanto como al hijo el regalo que le habías hecho con tus artes, pero no podías estar segura. Habría que esperar.

Tu maestra había salido de los límites del castillo en busca de las linternas encendidas en el rio. Y la encontraste tras un rato buscando por la orilla.

Allí estaba, junto a un árbol pequeño, mirando los farolillos que pendían en el agua como si flotaran sobre la noche.

Mi pequeña y fuerte Adako, notas que cada luz, es como una estrella, quizás, Amateratsu nos vea algún día así, en la noche, mirando las estrellas como meros farolillos esparcidos en el vacío.

Como muchas otras veces, y siempre intentando aprender miraste con detalle las cosas que tu maestra admiraba. Ella tenía una sensibilidad especial para ver los patrones escondidos de las cosas, y te permitiste el lujo de imaginar, que en el mundo de los Kamis celestiales, quizás la noche no fuera más que un charco enorme sin orillas  en donde miran moverse los farolillos.

Sin embargo, querías preguntarle por cómo había visto la actuación. Y no podías aguantar más.

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08/03/2011, 07:46
Kakita Adako

-Mi Señora, como siempre tus palabras encienden luces en mi espíritu, y las imágenes plenas de poesía asaltan mi mente al escucharte. Es precioso lo que dices, sin embargo, hoy, ahora, mi pobre corazón late desbocado ansiando tu veredicto.

Adako sonríe mientras responde, y se balancea levemente, ora sobre un pie, ora sobre el otro, nerviosa a pesar de estar dedicando cada fibra de su ser a la contención, moderando con todas sus fuerzas el estallido de ansiedad que ver a su sensei ha desatado en su pecho, por causa de todo cuanto quiere preguntarle, y de todo cuanto quiere decirle. Aún así no puede evitar que Wakana-sama, con su sensibilidad superior, advierta la turbación y la excitación de su pupila, y la joven bailarina lo sabe.

-He bailado y he formado la palabra elegida, pero aunque he visto la admiración en muchos ojos, no son esos reconocimientos los que busco. Mi Maestra es quien debe decir qué le ha parecido mi obra, porque eso ha sido, y no una actuación... Dime, Wakana-sama, amiga mía, ¿he conseguido aquello que ambas buscábamos...? ¿he sido lo bastante delicada, os he decepcionado, acaso...? ¿O he conseguido transmitir el reflejo del alma de la palabra con mi arte, mi movimiento...? Aunque nunca en su plenitud, soy muy consciente de eso, pero, ¡las Fortunas lo saben!, me sentiría feliz si os hubiera gustado...

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11/03/2011, 14:40
Kituski Wakana

La dragona espero unos segundos antes de responder. Sus ojos estaban más allá de lo que podían ver los mortales.

La obra ha sido tan perfecta como vacía. Hoy has dado todo lo que podías dar. Tus movimientos han sido impecables, tu pinceladas exactas, has emocionado al destinatario, sería una ciega si no lo hubiera visto.

Y sin embargo, creo y se, que es lo mínimo que puedes dar de tu obra.  Por eso voy a darte esto.

Tiende un papel hacia ti, es una tela, que está pintada. Parece un mapa, pero sin caminos o nombres de lugares, solo sitios que visitar.

Yo peregrine hace mucho tiempo, y vi el mundo del que formo parte, mi reto para ti, mi joven pupila es que veas el mundo, y que el mundo te vea a ti.

Sus siguientes palabras te sorprendieron, porque era como si tu maestra supiera de ante mano, que tu obra aquella noche fuera a ser perfecta, como si ya hubiera visto lo que estaba por venir.

Ya le dije a tu padre que partirías mañana mismo, y no se opuso, no le dije cuanto tardarías, ni a donde irías, solo que volverías antes del próximo invierno.

Sus ojos, brillaron mientras hablaba, estaba visiblemente emocionada. Seguramente se veía a sí misma en tu persona. Quizás una Kistuski Wakana mucho más joven, y sin atemperar, pero en cierta manera era reconfortante.

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14/03/2011, 12:43
Kakita Adako

Recibió con manos temblorosas la tela pintada, la extraña lista de lugares, la peregrinación. Y escuchó las palabras de su Maestra con reverencia y respeto, aunque en su mente las imágenes bullían y se sucedían: lugares recónditos, caminos, pasos que dar...

No sabía cómo responder a Wakana. No porque quisiera declinar, naturalmente, o porque tuviera nada que objetar. No, lo que le sucedía a Adako es que eso había sido algo completamente imprevisto, inesperado.

-Wakana sama... es un Honor y una sorpresa que me consideres digna de una Peregrinación como la que tú emprendiste en su momento. Y partiré mañana, con toda mi ilusión, y la esperanza de que en mi ir y venir pueda llegar a vislumbrar lo que el Mundo tenga que decirme, y, a su vez, que pueda darle al Mundo algo de mí misma, mi arte, o mi entrega.

Miró entonces las palabras que estaban allí escritas, los lugares. Para la muchacha, una joven que poco había vivido fuera de su hogar o de sus escuelas, aquello era un periplo épico. Aunque los lugares le eran conocidos por el nombre, al menos algunos de ellos, eran interrogantes sin forma aún, eran incógnitas que descubrir.

Sonrió.

-Estaré dispuesta, Mi Señora, y te agradezco que hablaras con mi padre. Me hubiera gustado despedirme de él, debe haber sido duro darse cuenta de que su pequeña emprendía el vuelo... aunque necesario.

La joven grulla perdió la vista en la lejanía. Y calló durante un buen rato, ensimismada, degustando la emoción del viaje que tenía por delante. Finalmente emitió un leve suspiro, apenas una respiración más larga que el resto, y volvió a mirar a Wakana.

-¿Quizá haya algo que queráis indicarme antes de que me retire a descansar y a prepararme...? ¿Algún consejo para esta vuestra pupila...? Mañana será el momento, y quiero estar en la mejor de las condiciones. Y... yo... bien, decidme... ¿vais a acompañarme...?

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14/03/2011, 23:59
Kituski Wakana

La vieja maestra no dijo nada durante el tiempo que pensabas y respondías, como siempre, su cara y su cuerpo eran misterios tan profundos como la noche, y tan reservados como solo podrían ser de un Dragón.

Cuando lanzaste al aire de la noche tus últimas palabras, se giro para mirarte. Estaba seria, aunque no era una novedad. Pero la veías satisfecha, de algún modo, percibiste algo en ella que nunca habías observado tan claramente, era como si pudieras leer en su alma, en sus ojos, en su propio corazón.

Y sin que ella dijera una sola palabra supiste, que viajarías sola, que ella no podía dar más pasos a tu lado. Que quizás, vuestra relación maestra alumna no volvería a darse. Que seguramente la próxima vez que la vieras, ella ya no sería tu maestra, no tendría más que enseñarte.

Por un segundo aquella idea te desagrado, no querías perder a tu maestra, no querías que ella sintiera también, como lo hacías tú, que te hacías mayor. Y sin embargo, vistes en ella tanta paz, que no podías hacer otra cosa que sentirte orgullosa de ti misma.

El silencio os invadió, pero fue el silencio más ruidoso que habías presenciado nunca. Muchas cosas os dijisteis, muchas importantes, sobre lo que os profesabais la una a la otra. Muchas cosas, y ninguna dicha en voz alta. Tu maestra había acabado una etapa de su vida, y tú comenzabas otra.

Era un momento único, que finalmente como había llegado, se fue.

Kitsuki Wakana, la dragona de las palabras. La mujer que entendía las palabras hasta su misma esencia, dio un paso atrás, rompiendo la magia del momento. Pues no había más que decir. Y sin embargo sus ojos mostraron algo distinto en aquel momento.

Una vez más, como había pasado antes, tanto a ti como a otros alumnos, los ojos de Wakana se oscurecieron, como si pudieran ver más allá del tiempo mismo.

Cuida tu carácter, porque el destino de Rokugan tiene un papel importante para ti. Y si pierdes algo de ti en tu senda, mucha gente podría sufrir las consecuencias.

Con esas misteriosas palabras, mas cripticas que las que normalmente te brindaba, te quedaste sin habla. Tu maestra, la mujer que te había enseñado, para dejarte volar libre ahora, volvió de repente a la realidad, como si lo que acababa de decir no hubiera pasado. Quizás ella pensaba que no había pasado nada.

Con una reverencia se despidió formalmente, y se marcho tranquila hacia sus aposentos. La noche seria larga, pues las festividades duraban toda la noche, pero las personas de cierta edad, se refugiaban hasta el alba para no padecer los males de los jóvenes.

Una vez más, sola ante el mundo, con un boceto extraño, y muchas cosas en la cabeza, unas emociones fuertes, otras nuevas, disfrutaste de los farolillos encendidos, que como si de una bienvenida se tratase, daban paso a los buenos espíritus y a tu propia senda.

Te sentiste bien, pues habías escogido aquella noche muchas palabras, unas dichas, otras escritas y otras calladas, pero a fin de cuentas, Las Palabras Correctas.

Notas de juego

Fin del Prologo.