-Un momento.- dice Georgi rápidamente -Soy el médico de la ISS y quien ha tratado en primera instancia a este hombre. Mucho hemos pasado y el shock que se le está provocando es evidente, a la par que dañino, asi que si no les importa preferiría que permaneciese con el grupo. Lo que menos necesita ahora es un nuevo trauma.-
Mientras tanto, mentalmente, comenzaba a dar razón a Raf...
El hombre, haciendo caso omiso a la desesperación del Wasabi, replica con calma a Georgi.
- Georgi... Ustedes mismos avisaron que Wasabi estuvo expuesto a una posible radiación. Debemos transportarle cuanto antes a nuestras instalaciones para hacerle un escáner completo y descartar la contaminación de Wasabi.
El japonés empieza a ofrecer resistencia, cada vez más nervioso, a lo que el médico solicita ayuda. Dos hombres vestidos de traje y de rostro serio se aproximan al médico y toman entre ambos al desesperado astronauta. Vosotros comprendéis a Wasabi, pero los hombres que aquí os esperan tan sólo siguen protocolos preparados para situaciones corrientes, pues no hay ningún libro que explique qué modo de actuación se espera para recoger a cuatro astronautas que han estado en contacto con objetos de materiales completamente desconocidos y criaturas extraterrestres que devoran a los compañeros.
- Vosotros os encontráis en buen estado y seréis trasladados hasta los cuarteles generales. Cuando terminemos los análisis de Wasabi se podrá reunir allí con vosotros. No os preocupéis, ahora es el momento de que descanséis y recuperéis fuerzas tras todo el estrés al que habéis estado sometidos. Nosotros nos ocuparemos de todo.
-El comandante y yo mismo hemos estado expuestos al mismo tipo de radiación, y posiblemente incluso más.- exagerço el médico -Asi que será mejor que todos permanezcamos en grupo.-
Stanley se quedó perplejo ante lo que estaba sucediendo. ¿En qué momento se había decidido que Wasabi necesitaba un examen clínico distinto del suyo? Las palabras de Shauri resonaron en su cabeza, y frunció el ceño visiblemente.
- El doctor tiene razón, señores - dijo, acercándose al grupo, visiblemente ralentizado por el peso del traje espacial - Todo el equipo ha pasado una situación grave y preferimos pasar todo el proceso de análisis juntos.
Imposible saber que estaba ocurriendo tras el aterrizaje, pero los hombres que les esperaban en la tierra parecían muy ocupados en aislar a Wasabi y esperar que ocurría con ellos.
Mientras sus compañeros, parecían afanados en intentar mantener el grupo, Paolo entre la conmoción del aterrizaje intentaba mantener algo la calma intentaba observar a aquellos que estaban con ellos y wasabi, buscaban algo que no le cuadrará del equipamiento y uniformes de los que estaban allí.
Vuestra insistencia y el frenético movimiento de Wasabi acaba haciendo mella en los dos médicos que recomendaban aislarle de vosotros. Negando con la cabeza, uno de ellos hace un gesto a los dos hombres que sostenían al astronauta, y rompen el abrazo con el que le estaban reteniendo. Wasabi no duda ni un segundo y se acerca hasta vosotros, como un niño que corre hasta su madre tras caerse del columpio. Una vez con vosotros, se tranquiliza y su respiración se hace más pausada.
- Está bien - dice el médico -. Allá vosotros. Al fin y al cabo, el riesgo no lo corremos nosotros.
Ahora que caéis, hay algo que no encaja del todo. Si tanto les preocupaba la posible radiación a la que ha sido sometido Wasabi... ¿Por qué no llevan ningún traje protector? Desde luego, estos hombres no actúan según el protocolo estándar. Pero, ¿a qué protocolo deben ajustarse en este caso? Por suerte, si lo que querían era separar a Wasabi de vosotros para saber qué, no han sido capaces.
- Tampoco le vamos a hacer sufrir más. Vamos, acabemos con esto cuanto antes, estaréis deseando descansar en un lugar tranquilo.
Los hombres amablemente os conducen al interior de una de las ambulancias, que está perfectamente equipada para cualquier emergencia. El espacio es muy reducido, y difícilmente cabéis todos ahí dentro. Sin embargo, dos días en el pequeño habitáculo de la Soyuz os ha quitado ya todo atisbo de claustrofobia.
Uno de los hombres de traje negro se sienta en la parte trasera del vehículo, junto a vosotros, y cierra las puertas. En los asientos delanteros quedan los dos médicos que forcejeaban con vuestro compañero segundos antes. El japonés, a vuestro lado, no le quita ojo a uno de ellos. Adivináis un atisbo de terror en su mirada. Tras unos momentos de silencio, el vehículo de emergencia se pone en marcha, flanqueado por el resto del convoy.
Un momento, que abro escena para seguir allí.
Plantado delante de la compuerta de la soyuz, con los pies en la blanca arena del desierto y un brazo levantado, cubriendo sus ojos de la luz solar, el doctor Shauri Ravmanujan observó las figuras que se le acercaban. Había esperado ver entre ellas a la doctora Helen Raynor y sintió una pequeña decepción al no ser así. Eso le hizo pornerse a la defensiva.
No se movió de delante de la compuerta, en un infantil acto de protección hacia el cubo que estaba dentro, impidiendo el acceso a los hombres que llegaban con una caja.
- Estoy bien, gracias. -le respondió al tercer hombre. Se encontraba entumecido tras los días de viaje, pero no creía que tuviese ningún problema.- Sí, efectivamente, soy el doctor Ravmanujan..., Raf. Llámeme Raf, como todos.
¿Y usted es...?
El hombre te hace un gesto de saludo con la cabeza y se dispone a responder, cuando una voz te llama desde un vehículo que queda tras ellos, en el cual todavía no habías tenido tiempo de fijarte. El timbre de su voz te es conocido, aunque es la primera vez que puedes ver el rostro de la persona que te ha hablado todo este tiempo desde el otro lado del altavoz.
- ¡Raf, vamos! No tenemos tiempo ahora.
La mujer está apoyada contra la puerta abierta del copiloto. Sus cabellos de color rojizo se ven resaltados por el fuerte sol del desierto, y ondean de un lado a otro de su cabeza con el viento que barre las dunas. Al igual que los otros hombres, está elegantemente vestida con un traje negro.
- Ellos se ocuparán de llevar el cubo a la parte trasera del furgón. - dice, señalando con la cabeza a los dos hombres que arrastraban la caja y que están ahora mismo alzando el cubo con sumo cuidado. Como respuesta, tu compañero de viaje ha cesado la emisión de luz, como si aguardara tímido el desenlace de los acontecimientos.
- Tú sube aquí, ya tendremos tiempo luego para quitarte ese traje.
Sin esperar tu respuesta, da un salto al interior del vehículo y te espera allí dentro.
- Tengan mucho cuidado... -es lo único que acertó a decirles a aquellos hombres que se disponían a cargar el cubo en la caja. Se quedó por unos instantes, indeciso, a la espera de que completasen la operación. Finalmente, obedeció las indicaciones de la doctora Raynor y, con torpes movimientos fruto de la incomodidad del traje espacial, se subió al asiento.
- Hola Helen. -saludó. Lo cierto es que la belleza de la chica igualaba la dulzura de la voz que hasta ahora conocía. Se acomodó como pudo, inquieto aún por saber si la opción que había elegido había sido o no la correcta.- Me alegra conocerla en persona.
Y, tras unos momentos sin saber que más decir, añadió:
- ¿A dónde vamos?
Helen se aparta a un lado para dejarte espacio suficiente. El traje ocupa la totalidad de tu plaza del vehículo y parte de la suya. Una vez te acomodas y cierras la puerta, escuchas en la parte trasera el contenedor arrastrándose por el suelo, para a continuación oír como aseguran la carga con cintas de seguridad.
- El placer es todo mío, Raf. Yo también me alegro de conocerte en persona - se te hace extraño que la mujer te tutee, pero en este momento no estás para pensar en formalidades, y agradeces su cercanía -. Ahora, ¡En marcha!
El vehículo comienza a moverse, mientras Raynor mira a un lado y otro, como si tratara de encontrar algo en el anaranjado horizonte. A pesar de su cordialidad, parece nerviosa.
- Alguien previno a los de la NASA sobre tu cambio de bando, y creo que han rastreado tu aterrizaje. Hemos intervenido mensajes de radio de un grupo que viene hacia aquí. Por eso no tenemos prisa. Si nos alcanzan... Nosotros no hemos traído ni tenemos los medios necesarios para enfrentarnos a quien sea que venga.
Los siguientes minutos los pasa en silencio, y luego parece recordar algo.
- Ah, Raf. En el mensaje... Informaban que estaban de camino hacia los otros cuatro. Supongo que a estas alturas estarán dándoles la bienvenida. Espero que Saint y los chicos no les ayuden todavía más.