Partida Rol por web

A pesar de que todos se habían conocido en el mismo día, la relación entre Orin y Diana había sido algo más tranquila en un principio. No en medio de una batalla.
Quizás por eso la amazona confiaba un poco más en el atlante y viceversa.

Sea como fuere, la princesa se encontró llamando a la puerta del monarca.

Diana se había retirado para descansar, al igual que el resto, pero tal como entró en la estancia que se suponía que era para ella, pensó que debía hablar con Orin, no podía ponerse a dormir sin más. Había mucho que hacer.

Así que salió en busca del Monarca, por alguna razón había sentido que podía confiar en él. Si bien era cierto que no estaba acostumbrada a tratar con hombres, pues había vivido rodeada de mujeres, con aquel hombre había una extraña conexión que no podía explicar.

Toc toc ... dudó de cómo llamarle, tras tocar en su puerta, ¿Majestad? ¿Puedo pasar?

Cerro la puerta de su cuarto cuando todos decidieron irse a descansar. Exploro un poco la habitación hasta localizar uno de esos artilugios humanos, uno de esos arcaicos dispensadores de agua (lavabo). Acciono el mecanismo y en cuanto el agua empezó a brotar comenzó a recogerla con las manos para lavarse la cara y el pelo, más que para lavarse , empaparse. El agua le ayudaba a pensar. Siempre había sentido recelo por los de la superficie, un recelo más que justo. Pero ahí se veía él, codo con codo con habitantes de la superficie, todos excepcionales, y comenzaba a acostumbrarse a su compañía, empezaba a verlos de otro modo.

Debía hablar con Diana, hacia rato que lo había decidido, de todos sus nuevos compañeros, parecía la más lógica consigo misma. Había algunas cosas que quería decirle en el tema de lo personal, y algo que debía pedirle sin el resto del grupo. Había cosas que no se podían hacer en grupo, pues por cuestión de egos o diferencias de opinión, las verdaderas causas podían perderse en el camino, o enturbiarse y perderse su sentido.

Terminó por secarse, y decidido se encaminó a su puerta en busca de la joven princesa, cuando de pronto su puerta sonó, y al acudir a abrir esta, no era otra que su compañera la que aguardaba. Abrió con una leve sonrisa, entre amable y casual, por la casualidad.

- Princesa, por favor pasad. En este momento iba a acudir en su busca, hay un par de asuntos que me gustaría dirimir con vos.- Hizo una leve inclinación de cabeza, correcta como correspondía a su regio rango.- Llamadme Orin os lo ruego, después de este día os habéis ganado mi total confianza, y la de el pueblo de Atlantis, como guerrera, y compañera.- Cerró la puerta tras la mujer, no sabía que hacía ella allí, y si bien lo que él mismo deseaba tratar con ella no era de carácter secreto, si que prefería excluir al resto del grupo por el momento.- Decidme Diana, si es que me permitís trataros con tal confianza. ¿Que os a traído a mi puerta?.- El rey aguardo con paciencia observando con detalle a su joven acompañante, lleno de curiosidad y expectación.

- Gracias, Orin, no encontró ningún problema en llamarle por su nombre, aunque al igual que él, le trataría con máximo respeto, no sólo por ser un Monarca, sino por ser un gran guerrero al que sin duda respetaba.

La joven princesa entré en el cuarto, el cual era exactamente igual al suyo, pues no tenía más que lo básico, algo que para ambos era demasiado poco, acostumbrados a cuartos con más lujo y ostentación. Sin embargo, nada de eso les importaba o les preocupaba.

- Llámame Diana, por supuesto, comentó casi sin pensarlo, me alegro que tuviese la misma idea de mantener una conversación algo más... privada, dijo sentándose en la cama, pues solo había una silla, y creyó que era el lugar que debía ocupar el Monarca.

- Ah... exhaló tratando de encontrar las palabras, lamento que mis palabras no sean tan elocuentes o exactas como debiesen, pero lo diré tal como lo pienso. No sé muy bien... este Oráculo... ahhh... terminó suspirando pues no sabía bien cómo expresarse. Hay algo que no entiendo, no sé si porque vengo de un lugar completamente diferente o porque hay algo que se me escapa, cerró los ojos y comenzó a hablar, pero no lo que le decía la razón, sino su corazón. Hay un aliado que al parecer nos ayuda, del cual no sabemos nada, un dios... o lo que sea llamado Metron que nos ayuda sin poder hacerlo, un Demonio llamado Darkside que trata de destruir la Tierra pero antes de estudiarla... y Batman ha muerto... eso continuaba haciéndole daño, perder tan pronto a un compañero, era para ella algo inusual y a la vez doloroso. Somos un grupo fuerte, eso está claro, pero también inconexo, no tenemos nada en común más que querer salvar la Tierra y a los humanos, no sé si eso será suficiente... Necesitamos un líder... Batman parecía haber podido hacerlo, pero... ahora... ummmm...

Iba a seguir, pero no parecía correcto soltarlo todo sin más, debía esperar la respuesta de su compañero de charla, al menos que le indicara que continuara o que le interrumpiese, como considerara más oportuno.

Orin ocupo la silla en cuanto la princesa se sentó en la cama. Hubiese sido inapropiado permanecer de pie, y en cualquier otro lugar del cuarto le hubiese dado la espalda. Salvo en la cama, en la que decidió no sentarse junto a su amazona compañera, para que esta no pensase que se tomaba más confianzas de las dadas.

Escucho con atención como Diana recapitulaba de manera bastante literal todo lo que les había sucedido en el pasado día. Desde luego era una mujer sin dobleces. Tal cual parecía como lo manifestaba ella, hablaba con su corazón, algo que el monarca venía años echando de menos. Cuan diferente era un guerrero de un cortesano, de lejos prefería la claridad de los primeros a las intrigas de los segundos, aunque como Rey, había tenido que tratar con estos últimos muy a menudo, demasiado para su gusto, y pese a desempeñaban labores importantes, no podía apreciar su esquiva manera de hacer las cosas. Es probable que por todo eso la poderosa princesa le había caído en gracia nada más conocerla. Era una guerrera, si, y también muy guapa, pero sobre todo era una mujer sincera, el tipo de persona que no sabe que es esforzarse por ocultar sus pensamientos.  "Themyscira a de ser un lugar admirable".

-Creo entender lo que decís Diana.- No estaba conforme en lo referente a Batman, pues si bien lo consideraba un buen táctico en vida, por lo poco que le había demostrado en tan escaso tiempo, no creía que poseyera las dotes de carisma necesarias para influir en la gente sin acabar causando el descontento. Le faltaba tacto, respondería Orin de haberle preguntado a él. - De todos modos Diana, un líder lo es no porque él se nombre líder, o incluso por que sea votado como tal, sino porque sus iguales lo consideren su cabecilla.

 Tenéis razón, sin duda, como hemos demostrado en la última batalla, el caos casi acaba con nosotros, es evidente que necesitamos compenetrarnos y alzarnos no solo con un mismo propósito, si no también con un solo puño.-"Un dedo es fácil de romper mi rey, en cambio si este se une a sus cuatro compañeros y forma un puño, se convierte en algo mucho más peligroso, mucho más poderoso", recordó las palabras y gestos de Vulko, cuando el aun era un rey joven y este trataba de aconsejarle sobre cómo ser el mejor monarca que podía. Y que eran ellos 5, si no cinco poderosos dedos, esperando por encontrar la forma de cerrarse en un puño y aplastar a quienes osaban amenazar su planeta.- Por ahora es nuestra causa la que nos lidera.- Asintió el regio guerrero, mientras se acomodaba un poco en la silla, y cruzaba sus dedos en espera de las palabras de la princesa.- Pero por favor perdonad mi interrupción. Decidme Diana,¿ que pensamiento es el que queréis compartir conmigo?.- No estaba seguro de que trataba de decirle su poderosa compañera, de modo que aguardo.

Aquellas palabras la turbaron un poco, así que se levantó y se movió por la habitación presa del nerviosismo, incapaz de decir la cosas con rodeos y buenas palabras.

- No me andaré con rodeos, dijo volviéndose y mirándole de frente sin esquivar la mirada, creo que debes liderarnos tú.

No tenía más que decir, era el turno del Monarca contestar a su petición... o tal fuera un ruego. El caso es que la mujer se quedó a la espera de una respuesta, deseando que fuese afirmativa. Ya después le diría lo que había pensado hacer al respecto, pero eso vendría después, ahroa necesitaba saber que era consciente de que debía liderar el grupo, quizás tenía razón en que un líder no se impone al grupo, que deben respetarle y confiar en él, pero aquello superhumanos necesitaban dejar de ser independientes para ser parte de un todo, algo que no lograrían sin una persona que está acostumbrada a liderar ejércitos. Ellos están acostumbrados a ir por libre, tomar sus propias decisiones y aunque el bien es común, no las formas, no los medios, eso debían unificarlo, si no, difícilmente podrían acabar con un enemigo tan poderoso.

El monarca miraba con atención a su poderosa compañera, impertérrito en apariencia manteniéndose en la misma pose que había adoptado hacia poco en la silla. La observaba con interés y detenimiento. Podía apreciar tanto su nerviosismo cuando su compañera decidió recorrer la habitación con apresurado paso. Como su resolución al manifestar su motivo para estar ahí frente a él en ese instante. Al menos uno de ellos.

Orin mantuvo la mirada de Diana unos instantes más, quizás segundos, o quizás más. El Rey atlante era tan modesto como podía serlo alguien criado en el exilio, y que había ganado su trono con el poder de su brazo, su carisma, y su resolución. Era obvio que el se consideraba el mejor líder de aquel ecléctico grupo. Pero también era un hombre de razón que sabía reconocer el talento en los demás, incluso cuando superaba al suyo, sobre todo en esos casos. Tal era así que no hubiera vacilado en reconocer a la Princesa amazona como la mejor guerrera que conoció jamás, por encima de su esposa, y de cualquier otro luchador con el que hubiese cruzado sus paso, incluyendo pro supuesto a sus nuevos compañeros y no excluyéndose él mismo. Por desgracia, la razón se imponía con tanta frecuencia como se mantenía al margen.

-No os mentiré Diana, coincido con vos.- Manifestó por fin el guerrero de rubios cabellos  esbozando una leve sonrisa sincera, agradeciendo la honestidad de la chica, y queriendo corresponderle con la misma moneda. En alta estima tenía las formas de una guerrera como ella, y más tras tanto tiempo gobernando en paz rodeado de cortesanos y sus esquivas maneras.- Pero sabed esto.-Afirmo esta vez con seriedad.- Si acedo a liderar a todo aquel que confié en mi para hacerlo, no pienso convertirme en un líder de paja.- No pensaba en ella al decir tal cosa, aunque no le costaba imaginarse peleando con su compañero Kriptoniano por hacer su, normalmente, imprudente parecer.-Es probable que mis decisiones os puedan desagradar en primer término, pero aun así deberéis ateneros a ellas, pues es probable que de la velocidad con la que se cumplan dependa nuestro éxito.-Se levanto y con pausada calma se aproximo a la guerrera, esta vez con una sonrisa algo más amable.- Pero podéis creerme cuando os digo que nunca obro sin razonar, incluso cuando dejo que mis sentimientos  me dominen, cada uno de mis movimientos esta medido.(Se intenta :P)- Y así era, años de guerra le había dotado de instinto suficiente para decidir en pleno combate, en plena furia. Y habían hecho de él un hombre contenido, que se expresaba sin tapujos y trataba de ser claro, pero que siempre ponía una barrera entre él y todo aquello que le rodeaba. Ni podía abandonarse completamente a sus emociones, jamás, ni se permitía estrechar lazos profundos con aquellos a los que muy probablemente viese morir algún día.

-Decidáis lo que decidáis finalmente. Siempre podréis contar con mi brazo para defender cualquier causa que consideréis justa. Y por todos los océanos os juro que líder o no, jamás callare mi opinión, no sabría cómo hacerlo.- Finalizó esta vez sonriendo un poco más, estrechando su mano a la amazona, esperando que esta la estrechase como había visto hacer multitud de veces a los respiradores de aire.

La mujer sonrió y estrechó fuertemente la mano del Monarca. Daba por hecho que habría que seguir sus órdenes Majestad, pero sin duda creo que serán mejores que las que cualquiera del grupo pueda tomar.

Estaré a su lado, dijo poniendo la otra mano sobre la unión que seguía todavía, y lucharé hasta la muerte por vos. No le quepa duda.

Por cierto, dijo ya soltando sus manos, tampoco yo me callaré mi opinión, si bien cuando sea delicada y haya tiempo, preferiré dársela en privado como ahora. Y ya sabe que no soy muy ducha en palabras, con lo cual lo diré tal cual lo pienso.

Por otra parte, no podemos imponerle, eso solo provocaría la rebelión en nuestros compañeros, su alejamiento y puede que la disgregación del grupo. Pero si vamos en todas las opiniones juntos, seremos un puño o al menos más fuertes que si vamos por libre. Así tal vez podamos introducirle como líder poco a poco... si es que da tiempo claro... creo que debemos atacar antes de esperar que nos ataquen... Pero supongo que descansar nos vendrá bien a todos, hicimos un viaje muy largo hasta aquí y también ha sido un día muy largo...

Orin recupero su semblante sereno, casi serio, habitual.- Como os dije Diana, un líder solo lo es porque los demás lo ven como tal. No soy un déspota, os lo aseguro, y no deseo liderar a este grupo más allá de la labor que nos ocupa.- Negó con la cabeza un par de veces, ligeramente apesadumbrado.- Es cierto que no tenemos tiempo ni de andarnos con cortesías, ni de tomarnos las cosas con calma. El tiempo es un factor muy poderoso que tenemos en contra cierto es. Me temo que lo poco que podéis hacer por el momento si queréis verme liderar el grupo, es apoyar mis decisiones, si es que estas os parecen lógicas.- Hablo esta vez relajando el gesto.

-Concuerdo con vos Diana en que nuestro ataque ha de producirse pronto. Pero hay factores importantes que no hemos tenido en cuenta. Ya hemos perdido a un compañero.-"Uno irritante sí, pero muy capaz".-Abandonar a nuestro aliado a su suerte y al tormento no sería otra cosa que darle de lado, que traicionarlo. Y ni nosotros ni el planeta están para traicionar a los pocos que quieren dar su ayuda.-Miro a la amazona fijamente, tratando de calmar su mirada, de sobra sabía que su gesto habitual podía ser muy duro, y mal interpretado. Incluso se atrevió a coger la mano de esta con la suya propia, para que entendiera que no era su cabezonería lo que le llevaba a tal determinación, si no el mucho darle vueltas al asunto.-Confiad en esto en mí, os lo pido como...-Busco la palabra adecuada unos instantes.-Amigo vuestro , que me considero.- Se explicó al fin con una sonrisa amable, buscando algo de aprobación en la amazona.

-Además, si es cierto que vamos a atacar territorio enemigo tarde o temprano, es mejor que estemos bien informados, algo que era imposible hacer antes con tantos egos en el mismo cuarto en el que descansa nuestra única fuente de información.-Con su otra mano cogió el tridente, símbolo de su posición, de la pared próxima a él.- Godfrey aún no ha respondido a ciertas preguntas que podrían sernos de utilidad ¿Estáis dispuesta a ayudarme?-Soltó la mano de la princesa, y se dirigió a la puerta donde la espero girado hacia ella.-Naturalmente, nuestros compañeros sabrán todo lo útil que descubramos tan pronto terminemos con nuestro prisionero. ¿Os parece?- Finalizo con aquella pregunta, invitando a la poderosa guerrera con un gesto de su mano a adelantarse por el portal. 

La mano del Monarca era fuerte y estaba más fría que la suya, seguramente por ser un ser de agua. Diana la apretó mientras le soltaba, un ligero cosquilleo le subió por la espalda, pero no le hizo mucho caso, sería por el frío...

Después de asentir varias veces con la cabeza para no interrumpir sus sabias palabras, se puso los brazos en jarras y sentenció: Vamos allá, Señor.... emmm... digo Rey... digo Orin... tras balbucear torpemente, me siento incómoda llamándole Orin, es un Monarca... no sería apropiado, si bien es cierto que es un amigo, pero... bueno ya pensaré en ello, dijo negando con la cabeza todo lo que se le ocurría.