Partida Rol por web

Con la cabeza gacha pero con buena música en los oídos, el grupo de investigadores fue abandonando progresivamente el local.

El primero en salir fue Robert, bastante contrariado y con el carácter aún más avinagrado del que tenía al entrar en el bar.

Pisandole los talones, para intentar disimular aquel trago clandestino, le siguió nuestro periodista, con la cabeza un tanto embotada por el fuerte licor casero.

Tras ellos fue John, tarareando alegremente las notas que acababa de escuchar, era de esperar que los interrogatorios en garitos propiedad de la mafia no saliesen como uno esperaba, por lo que decidió asumir esa pequeña derrota y continuar hacia adelante.

Cuando los tres estuvieron en la calle vieron al profesor Diehl sentado en un banco bajo la luz de una farola, ninguno de ellos se percató de que hubiera salido antes que ellos, si es que llegó a entrar. Charles levantó la vista del libro que sostenía en sus manos y con un saludo se incorporó y se unió al grupo.

Volvían a estar en el punto inicial, quizá deberían pensar en su siguiente paso.

Cuando nos llegamos al local del Señor Bannon, vimos como estaba no demasiado concurrido. Sin embargo, una banda de jazz amenizaba la estancia.
Un único camarero servía detrás de la barra a todo aquel que se acercase. Tampoco era necesaria más servidumbre.
Mis compañeros se acercaron a la barra para intentar sonsacar alguna información y de paso, supongo refrescarse el gaznate.
Yo, permanecí a la espera, disfrutando de la música y cuando escuché la información obtenida, decidí salir del bar.
Busqué un lugar tranquilo, bajo la luz tenue de una farola, me senté y continué leyendo uno de los libros de bolsillo que siempre tengo en algún bolsillo de la chaqueta. En esta ocasión era un breve relato de un filósofo aleman.
Y allí pasé el tiempo hasta que mis compañeros salieron.

- Señor Graves - Phil sonreía al hablar - ¿no cree que hemos tirado la toalla demasiado pronto? Quizás debieramos esperar dentro. La música era bastante buena... Además, ¿armas?. Yo no estoy armado, si acaso podría defenderme con estos dos - muestra los puños. 

Y ya puestos, un segundo trago no te va a sentar mal Phileas...

-"La verdad es que el Señor Phill tiene toda la razón...¿armas?. Hay que estar preparados para disparar primero y preguntar después. Mucho me temo que eso ha insinuado el camarero." dije al escucharlo.
-"Pero si aparte de llevar, al menos un arma cada uno, llevaramos una orden o algo parecido para demostrar que sólo vamos a hablar y hacerles ver que detrás de nosotros a mil y un policía a la espera de nuestro regreso...mejor que mejor." le comento al detective.

En respuesta a aquella sugerencia el detective mostró una lacónica sonrisa tras la que agregó.

-Y eso es por lo que ustedes no me acompañarán, no puedo poner a civiles en peligro, a usted tampoco detective. Yo tengo mi propia arma reglamentaria y sé utilizarla. –Advirtió en esos momentos que sus interlocutores abrían sus bocas con la inteción de protestar.

-Lo siento será mejor así. –Se adelantó. –Sería conveniente que ustedes esperen dentro, tal vez me estén enviando hacia una pista falsa y como bien apuntáis, no debemos tirar la toalla pronto.

-Casi mejor así. –Resolvió mientras abría la puerta de su vehículo.

Phil aceptó de buenas formas la proposición del detective y volvió dentro del club. 

- ¿Les apetece tomar algo caballeros? Esta va por mi cuenta - le dice a sus compañeros. 

Mientras Robert se dirigía a la puerta de su coche Phil se dirigía a la puerta del bar, al parecer el grupo no perseguía un objetivo común si no cada uno sus propios motivos personales.

A medio camino de ambos se encontraban Charles y John, que aún no habían decidido que pasos iban a tomar. ¿La investigación sería lo suficientemente atractiva como para superar el miedo a adentrarse en el terreno de la mafia? ¿O preferirían dejar que la policía se encargara del resto y se emborracharían en el Paulie's?

Robert metío la llave en la cerradura y abrió la puerta de su automóvil.

Phil sintió un mareo y se apoyó en la puerta del bar.

Feliz ante la perspectiva de seguir degustando el licor casero del Paulie's, Phil se encaminó de nuevo al bar mientras invitaba a sus compañeros a un trago.

En su corto camino desde la calle a la puerta sintió un pequeño desvanecimiento y tuvo que apoyarse en la pared. Era lógico, dieciocho meses sobrio y ahora ese bombazo alcoholico...

Mientras intentaba recuperar la compostura, en la mente embotada por el alcohol del periodista apareció una imagen difusa de un faro que poco a poco fue ganando nitidez a la vez que el sonido de un mar embrabecido llegaba a su mente sin pasar por sus oídos.

Allí estaba el paisaje del cuadro que le obsesionaba, y aquella luz... Poco a poco fue ganando intensidad hasta que su brillo no permitía ver nada más, solo un espacio blanco e infinito.

Durante un momento fugaz, un manto amarillo y unas alas membranosas cruzaron la escena, devolviendo a Phil a la realidad y dejandole en un estado de terror que jamás había experimentado.

- ¡Hip!

Phil se tambaleó levemente y quedó apoyado en la puerta del bar. Intentaba recuperar el equilibrio. 

- Uffff... qué sensación - pensó. Hacía mucho tiempo que no se mareaba de esa manera. La cara de su exmujer, mirandole con desaprobación le venía a la cabeza - Maldita perra desagradecida... - balbuceó. 

Cuando intentaba reponerse y seguir camino del bar, se frotó los ojos varias veces. Miró su mano derecha buscando un temblor ausente desde hacía meses pero vió que su pulso seguía estable. Fue en ese momento en el que su mirada se perdió, enfocando a algún sitio inexistente hacia el final de la calle, a nada en particular. Pasaron unos segundos en los que ni siquiera parpadeó. De repente, el color de su rostro se blanqueó y el gesto cambió de desorientado a aterrorizado.
 
Agitó su brazo delante de su cara como intentando apartar algo. Tras hacerlo, pareció volver a situarse mentalmente en la puerta del Paulie's. 

- Qué.... - miró a sus compañeros. John y Charles parecían indecisos junto al coche en el que había montado el detective Graves. Acto seguido entró de nuevo al club, tal y como pretendía. 

-Espere detective- Grito John cuando Graves estaba a punto de introducirse en su coche. -Yo iré con usted a ver a Bannon. Ya me he visto involucrado alguna vez en sus asuntos y al igual que usted sé cómo tratar a los de su calaña. Además... yo sí voy armado, y si la cosa se pone fea siempre es bueno contar con ayuda- Se ofreció John

Parecía que el detective iba de sobrado para cerrar el caso cuanto antes. Pero parecía olvidar que podría terminar dando de comer a los peces si actuaba de esa manera, en este mundo de mafiosos y Gangster.
-"Yo sé disparar y tengo permiso de armas. Cuantos más seamos mejor. Pero si prefiere ir sólo....es cosa suya. No creo que sea buena idea." dije al valiente solitario.
-"Cómo tampoco me parece bien que el señor Phil se quede solo en este local de tan mala fama, por pertenecer a quien pertenece. Si llega por aquí el tal Bannon y se entera que te estás metiendo en sus asuntos y te ve solo...quien sabe, cómo podría reaccionar. Así considero que será mejor que vayamos todos juntos." miré al señor Phil.

-Estoy con Charles- Añadió John -Enfrentarse a la mafia es peligroso, pero no olvidemos, caballeros, que nosotros nos estamos enfrentando a algo más que a la mafia...- En ese punto tuvo que parar para tragar saliva -...Si hacemos caso de lo que nos ha contado el profesor Armitage nos enfrentamos a algo mucho más poderoso, más oscuro, desconocido y más peligroso que la mafia, por lo que deberíamos ir todos juntos ya que no sabemos cuánta ayuda vamos a necesitar ¿Qué opinan?-

- Señores, ¿de qué les puedo servir yo en un sitio donde se requieren armas? ¿No sería más un estorbo? - Phil les habla desde la puerta del Paulie's. Su lengua parece haber engordado ligeramente. 

Phileas, no pintas nada allí. Quédate aquí y tómate otra. 

Phil se debatía entre seguir su apetito por descubrir más sobre el cuadro o sus instintos por tomarse una de nuevo en esta barra que tan cerca estaba. 

- ¿Cuál es la dirección del señor Bannon? Quizás pueda observar desde aquí si hay algún movimiento extraño por parte del camarero y avisar a la policía para que les manden ayuda. Sí, eso sería útil...

Miró al señor Finder y al señor Diehl esperando que se uniese a ellos.

Es una copa Phil, puedes tomarla después....

De acuerdo, espero no ser un estorbo... - dijo acercándose al grupo y cerrando la puerta del Paulie's con cierto gesto de derrota. 

-Como queráis-. Concedió el detective arrojando finalmente la toalla. –Dado que no puedo protegeros de vosotros mismos…

Y con esas palabras puso en marcha el vehículo.

Un Robert bastante contrariado miraba por el retrovisor como Phil dormitaba apoyado en el cristal de la ventanilla mientras, a su lado, el profesor Diehl seguía enfrascado en la lectura de su libro de bolsillo.

La carretera ascendía sinuosamente por la ladera de la colina coronada por la mansión de Red Bannon, a cada revuelta del camino John sentía que el nudo de su estómago se apretaba un poco más, pero no quiso comentarlo por no romper del silencio, casi reverencial, que reinaba en el interior del vehiculo.

Así, en silecio, los cuatro compañeros accidentales recorrieron los pocos kilometros que separaban el Paulie's de las afueras de la ciudad. Las luces fueron desapareciendo, espaciandose cada vez más hasta desaparecer por completo. El último tramo del camino lo hicieron completamente a oscuras, su incursión al bar les había hecho perder bastante tiempo. Graves no podía sacar su reloj del bolsillo en este momento, pero calculaba que debían de ser alrededor de las cuatro de la madrugada.

Cuando giraron en el último recodo, ante sus ojos apareció la casa de Reidar Bannon, que destacaba en la oscuridad, y los atraía como si de un faro se tratase..¿Un faro? La imagen erizó el vello de la nuca de Robert, que miró de reojo a John, que se encontraba en un estado de alerta similar.

Habían llegado a su destino.