Habla bastante, no me cae mal pero estoy un poco centrada en el entorno. - Claro, no te preocupes. Sé cuidarme. - responde mientras se encoge de hombros. - De zootopia, soy Oficial de Policía allí. - digo cuando termino de escuchar todo el susurro.
Alzo la ceja al escuchar a la coneja responderme con sarcasmo. -Obviamente.- Repito, mirando esta vez al hombre de verde. Me encojo de hombros. -Como quieras, Zanahorias. Pero yo que tú me cuidaría de tu amigo, si caza osos igual caza conejas.- Digo, mirandolos alejarse un momento.
Me fuerzo a centrarme de nuevo en la clase; escucho sobre brujas, fuegos fatuos, Nunca Jamás, y me llama la atención el comentario de Bella. -Así que polvos mágicos para volar. Suena un poco... Infantil, ¿no?- Lo de las puertas a través de otros árboles me parece que tienen más sentido, si es que podía decirse que algo así tuviera sentido. Miro divertido a la chica del cabello largo dorado. -Oye, rubia, "pensamientos", no declaraciones en voz alta. No creo que quisieras que el resto supiera que te andas besando con alguien.-
Casi con aburrimiento, intento buscar un pensamiento feliz por si esa es realmente la solución al problema. Los segundos pasan, y no se me ocurre nada, por lo que pincho el puente de mi nariz con mis dedos.
Miro al pelirrojito, tiene el pelo como Mérida ¿Serán hermanos? No acabo de entender muy bien lo que dice ¿los besos son molestos? llevo dos días aquí, antes de esto solo estaba Madre... y yo, y el chico con el pelo de color chocolate que perdí de vista en el bosque. Me acerco curiosa mientras intenta pensar.
- Perdona si te ha molestado, no sé medir lo que pienso, ni hasta cuánto es hablar de más. Pero eres muy bonito, puedo darte besos a ti también.
Me echo a reír, no se les da bien a los demás encajar la brutal honestidad con la que hablo pero es que… ¡No puedo evitarlo! Miro a la preciosa rubia con la que parece tener complicidad. Lo miro a él. ¿De qué cuento será…? ¿Lo habré leído? Enarco una ceja pensativa. ¿conejos?
- ¿Tú también eres un conejito?
- Hay dos maneras de cruzar entre historias, bien el "humo ese verde" que os trajo - mira a Rapunzel - o bien que alguno de vosotras sepa y pueda abrir portales, como yo.
El hombre se acercó a otro de los troncos, se agachó, y ahí, en uno de los troncos apareció una puerta de a penas un palmo de mano en la que nadie se había fijado, con dos dedos giró el pomo y la abrió. Al otro lado de la pequeña puertecita por la que nadie cabría había un suelo de ajedrez y paredes negras.
Se enderezó y os contempló.
- En este grupo creo que ninguno de vosotros tiene tal capacidad. Los postales son pequeños momentos fugaces en los que un renglón de la historia se desliza a otra y os deja pasar. Pero. Se debe tener en cuenta que ésta no es vuestra historia, matar a un os aquí, quien sabe cuánto alteraría este cuento. Dudas hasta aquí.
Parece que la clase está iniciando te parece bien si nos sentamos un momento a escucharla ya luego seguimos explorando cuanto gustes. - le digo a Juddy mientras camino a su lado observando todo cuanto nos rodea.
El revoloteo de las hadas era simplemente mágico e hipnótico, por lo que no pude evitar sonreír ante la perspectiva de pasar toda la tarde con Juddy en aquel místico lugar.
Por cierto, ¿Te gustaría ir a explorar el bosque que rodea la escuela después de clase? - pregunto con amabilidad.
Las puyas de Nick tenían el mismo efectonen mi que una brisa estival y si ese sujeto pensaba que podía provocarme con unas frases tan básicas, ya podía esperar sentado.
Profesor yo tengo un par de preguntas. ¿Cualquiera de nosotros puede adquirir la capacidad de abrir portales o es una habilidad innata imposible de entrenar?
Y por último, pero no por ello, menos importante. ¿Los portales pueden conectar dos puntos distantes dentro de la misma realidad o sólo concetan una realidad con otra? - pregunto mientras centro mi atención en el conejo blanco.
Unos y otros comenzaron a cavilar acerca de lo que ocurría en ese lugar: que si había que pensar cosas bonitas, que si había que usar polvos, que si cuentos de no sé qué, uno esperando que un hada se posara amablemente en su mano...
Moana se encogió de hombros y optó por imitar a la rubia de la melena imposible. Evaluó el árbol que tenía más cerca. No era como las palmeras de su isla, pero podía ser igual de fácil escalarlo. Se encaró a él con la fuerza de sus manos e impulsándose con los dedos de los pies desnudos. Así conseguiría subir hasta la cima y alcanzar a ver más de cerca aquellas criaturas llamadas "hadas".
La pelirroja se giró en cuanto el Conejo Blanco continuó con la explicación aproximandose a él con evidente interés como si fuera una pantera que ha descubierto alimento cercano. Para cuando llegó a su vera ya había abierto la puerta y ella se asomó como pudo para ver el interior.
- ¿Por que la puerta es tan pequeña, profesor? ¿Todos podemos usar esos portales aunque no los hayamos abierto nosotros? - de repente dió un paso hacia atrás algo asustada - ¡¡¿¿Mi madre podría venir aquí através de ese portal de humo verde??!!- su rostro había quedado totalmente descompuesto mientras se alejaba de aquella puerta de la que ya no estaba tan segura de querer inspeccionar.
El hombre saca de su bolsillo un llaverito con una botella en la que pone “bébeme”, quita el tapón de corcho y con una sonrisa la ofrece a quien está más cerca, Mérida.
- Podéis usar los portales de otros, como los míos, los verdes solo los controla Ella – frunce el ceño pensativo – bueno en realidad ni siquiera Ella los controla del todo, pero esta puerta sí podéis usarla. Bebe.
Mérida toma la botellita y se la bebe entera, al devolverle el frasquito vuelve a estar lleno.
Y así todos vais bebiendo de la botella, incluso el profesor. La pelirroja es la primera en empequeñecer justo a la estatura del frasquito, ante vuestros asombrados y ojipláticos gestos, aún no se ha formado en vuestra mente la idea de que a vosotros os va a pasar lo mismo cuando todo se vuelve enorme.
- Ahora sí podemos entrar.
Sois todos diminutos. Qué gran ironía, ahora sí veis a las pequeñas haditas que había a vuestro alrededor pululando como destellos. Ahora que el cuerpo es más pequeñito, ahora que todo en derredor es inmenso, ahora que cabéis en una pequeña hoja seca y aún os sobra espacio, ahí aparece Campanilla, sin poder contener las carcajadas. Y es que algunos tenéis una cara pálida de miedo e incredulidad que al hada de Peter Pan le hace mucha gracia.
- No se ría de ellos con tamaña crueldad señorita Tink ¡venga, venga! ¡Qué llegamos tarde! Con una Alicia tenemos suficiente, ella se olvidó de la llave, yo no.
El Conejo le guiña un ojos a Bella, intuyendo que conoce el cuento, y abre la pequeña puerta para que todos la atraveséis. Al hacerlo aparecéis en el Gran Salón, a un tamaño de nuevo normal.
Sí, sí, sí, ya lo sé, ahora venían las preguntas, los enfados por los cambios de tamaño sin avisar y la confusión de nuevo ¡Locura total! Luego las explicaciones del profesor…
No hay tiempo para eso.
El relejo rojizo extraño os obliga a mirar hacia arriba.
Veis un cielo rojo como la sangre desprovisto de cualquier luz. Aún era medio día cuando os fuisteis ¿ya se ha hecho de noche? El techo del Salón solo refleja el cielo exterior, las ventanas os muestran nubes negras arremolinadas en el cielo, el color rojo sangre inundando cada ápice de cielo. No queda azul, no queda luz, no hay solo, nada del paisaje idílico al que ya casi os habéis acostumbrado en un par de días.
Como es el final, me voy a permitir la licencia de moveros un mínimo para poder cerrar la historia en la medida de lo posible.
Cheshire se manifiesta, como vuestra guardiana había permanecido invisible, algunos ya la conocéis, otros no lo habíais visto porque no habéis tenido problemas, pero su sonrisa en la inmensidad de cada escenario, ha estado ahí siempre.
- ¡Tenemos que llevarlos al agua! – Grita ella, algunos truenos caen haciendo temblar el suelo.
- ¿No hay otro modo? – Responde el Conejo.
- Ya sabes que no.
- Llévalos a la orilla.
Siento mucho el final maluchillo U_U (no me odiéis mucho)
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