Mientras mis labios devoran, ansiosos, los de Ruby, mi mano se mueve frenética por su sexo, empapándose de su humedad, buscando provocar en mi compañera la, para mí, tan conocida explosión de sensaciones. Sus altos gemidos me anuncian que mi meta está cerca, su orgasmo se aproxima, y ella se vuelve más atrevida. Noto como uno de sus dedos me penetra, y me acerca cada vez más al vacío. Mi cuerpo continúa moviéndose desenfrenado, automático, poco a poco me pierdo en el placer que siento, y mis gemidos casi se vuelven gritos, sin embargo, la mano de Ruby abandona mi cuerpo abruptamente. Con una serie de contracciones, ella alcanza el clímax, y, al separarse de mí ligeramente, cae el suelo, quedando de rodillas. La imagen, además de tremendamente excitante, me resulta algo tierna. Con su cabeza apoyada en mis piernas, intenta poco a poco calmar su jadeante respiración, no sin esfuerzo. Si no fuese porque todo el mundo sabe que eso es imposible siendo mujer, podría decirse que parece que acabase de correr un diaulo.

Apenas pasan unos instantes antes de que una extraña sensación recorra mi cuerpo, una que, por lo que parece Ruby también siente, pues rápidamente se pone de pie y tapa su precioso cuerpo con una toalla, una desgracia, antes de salir corriendo tras haber, casi, balbuceado un par de palabras, más tarde hablaré con ella. Observo como ante mí se yergue la estilizada figura de Jasmín. Aunque comprendo que la reacción común sería la de mi, ahora ausente, compañera, yo me giro para enfrentar a Jas, mostrando mi cuerpo sin pudor alguno. En mi interior chocan dos sensaciones contradictorias. Por un lado, la excitación ante la idea de haber sido observada, y por otro, el fastidio por haber visto interrumpido de esta manera el acto.

Alzo una ceja y la miro directa e intensamente. No tengo del todo claro estar siendo capaz de ocultar eficazmente la molestia que me invade, pero esbozo una pequeña sonrisa, antes de dirigirme hacia Jas.

- Supongo que... no te enseñaron a respetar la intimidad, ¿verdad? - Frunzo ligeramente el ceño, antes de agrandar mi sonrisa. - Espero que hayas disfrutado lo que has visto, aunque... me temo que ahora tendré que acabar con mis manos lo que tu presencia no le ha permitido a Ruby, a no ser que te ofrezcas voluntaria, claro. - Reflejos de diversión se muestran en mi mirada, y me cuesta contener una pequeña carcajada. 

Excitada y asustada, tanto que podría haber cantado toda una canción al respecto. Mis manos aun temblaban y aún tenian su aroma, a pesar de que sus habilidades me asustaban un poco no podía borrar la sonrisa de mi rostro. Incluso que nos hubieran descubierto lo hacia más divertido.
Di vueltas abrazando mi toalla hasta caer en la cama. Un suspiro largo e intenso llenó la habitación. Si de esto se trataba la universidad me quería quedar aquí para siempre.

"Espera" dijo la voz en mi cabeza mientras revisaba el vestido nuevo que usaría " que tal si quedas embarazada" ni siquiera había pensado en esa posibilidad y ahora me preguntaba si era posible que hacer estas cosas entre mujeres pudiera tener esas consecuencias.
"Recuerda que si orinas después de hacer eso no puedes embarazarte" o algo así había escuchado de unas chicas en el pueblo. Así que me vestí, con una blusa negra y una falda roja, me puse un lazo en el cabello para que no quedara tan despeinado y me puse mi capa roja.

Nada mas usarla el aroma de Meg se volvió más intenso y eso me recordó que no podía usar el baño de la hermandad. Seguro Jazmin y Meg estaban ahí, si me encontraba a la primera no podría mirarla a la cara, de encontrarme a la segunda me daba miedo mi reacción, en especial si volvía a usar su magia.

De puntitas escapé de la habitación cruzando el salón hasta la salida silenciosamente.

-¡Oye por fa….! – dijo al abrir la puerta y no pudo terminar la frase al ver lo que el interior le aguardaba: Megara y Ruby se encontraban acariciando sus desnudos cuerpos bajo la ducha, la última ya caía al suelo, exhausta, mientras la respiración agitada de ambas hacía temblar sus cuerpos.

La expresión molesta de Jasmin al ir a solicitar un poco de respeto a quienes allí estuviesen, se transformó en sorpresa y sus mejillas se colorearon al ver los hermosos cuerpos desnudos de las dos mujeres, dio un paso atrás con la intención de abandonar el lugar, pero entonces Ruby salió prácticamente corriendo envuelta en una toalla, diciendo algo que ella no pudo escuchar debido a la incomodidad que sentía y que nublaba sus sentidos.

Entonces Megara llamó su atención, con una risita y unas palabras que hicieron avergonzar aun más a la princesa y que por otra parte, también la molestaron.

¿Que no la habían enseñado a respetar la intimidad? ¿y a ellas las habían enseñado a respetar a las compañeras? Sus gritos se escuchaban por todas partes cuando Jasmin había ido allí a llamar su atención; pero la bonita joven no dijo nada y salió cerrando la puerta tras ella.

Sentía sus mejillas ardiendo, inspiró hondo y tragó saliva, aquello no estaba bien no, tenía claro que jamás volvería a entrar ahí sin llamar primero a la puerta, debía controlar sus impulsos cuando se enfadaba… ¿Cómo iba a mirar ahora a sus dos compañeras a la cara después de aquello? Al pensar en lo que había visto la imagen de ambas mujeres acariciándose volvió a invadir sus pensamientos y de nuevo el calor la invadió, Jasmin sacudió la cabeza y caminó decidida hacia la puerta, tenía que salir de allí, necesitaba refrescarse y tomar el aire, sí, eso era.

Cuando Jasmin sale, aún conservo parte de mi excitación, así que, antes de salir, retomo mi ducha y acabo, rápidamente, aquello que Ruby había empezado. Tras esto, me dirijo hacia mi cuarto, donde tomo una túnica limpia, y me visto. Todo lo ocurrido durante esta mañana, desde el desmadre del león, y el encuentro con Ruby bajo el agua, ha hecho que se me abra el apetito, esta vez en sentido literal, por lo que tomo la decisión de ir a por algo de comer en el comedor.

Entras, desde aquí puedes ir a donde quieras, es ya medio día.

Te despiertas, tienes clase a las 9:30, te viene justo desayunar en el salón y buscar el aula de “El Multiverso I”. Es la primera y no quieres llegar tarde así que dependiendo de a l ahora que te levantes te dará tiempo a desayunar bien, a coger algo y salir pitando o a ir directamente a la clase.

Sea como fuere aquí estás en la cama, pensando que hoy empiezan las clases, la ilusión se cierne sobre ti. También la impaciencia. ¡Mueve el culo!

- ¡¡Sirenita!! ¡Estás aquí! ¿Qué pasó ayer? ¿Todo bien? Me quedé dormida esperando y me he despertado hoy.

Me levanto a las 8:00 de la mañana, en mi torre oscura siempre madrugaba, y lo primero que hago es meterme en la cama con Ariel, hace frío fuera y tengo tantas cosas que hablar con ella y que preguntarle, que no sé por donde empezar. ¡Ella tenía a Eric! Seguro que sabe resolver mis dudas, aque fue un dia muy confuso y siento que en ella puedo confiar. 

Recibo a Rapunzel entre las sábanas y froto sus fríos pies con los míos, ¡qué sensación más rara y agradable!

Estuve hablando con Ella y con Simba y después Ella me dio una super mala noticia, me dijo que Eric no vendría a universidad. 

Me encogí de hombros. 

¿Y tu? ¿estás curada? Enséñame tu mano, ¿has descansado? ¡hoy empezamos las clases!

- ¡Ay qué gustito! - murmuro en un escalofrío cuando me frota los pies - qué way, ya no podré vivir sin esto nunca más.

Murmuro, tapándome con su sábana hasta casi los ojos.

- La mano, sí, está bien, mi pelo es mágico, brilla cuando canto y cura, vuelve el tiempo atrás. Todo bien. ¿Cómo que no va a venir? Pero entonces ¿No es tu príncipe? Yo ayer... verás... creo que el príncipe de Blancanieves me besó - frunzo el ceño, aún no sé como gestionar mis sentimientos con respecto a esto, no sé si está ben o mal - el chico este morenito que hablaba con ella, Grey, me arrinconó contra la pared, me dijo que me enseñaría a besar y me besó tan fuerte que mis bragas se mojaron, dijo que era normal eso. Ay, Ariel, yo tenía mucho calor. Salí de allí como pude.

Intento procesar todo lo que me dice. 

¿Tu pelo es mágico? ¿tu pelo brilla? espera... ¿¡TU PELO CURA?! Olvídate de Eric ¡¿¡¿TE BESÓ EL PRÍNCIPE DE BLANCANIEVES?!?! Y GREY TAMBIEN?¿?¿?¿? Me siento en la cama y después me vuelvo a dejar caer soltando un suspiro. Peeeeero ahí sigo procesando todo el relato, es que aún estoy medio dormida. 

¿Que mojaste las bragas? ¿Cómo se hace eso? Espera... ¿Que son unas bragas? 

La miro muy extrañada, mientras me froto los ojos, tengo que... tengo que... ¡Tenemos que vestirnos!

- Grey es el prínicpe de Blancanieves ¿no?  me besó, mi primer beso, de repente le tenía encima, la pared detrás ¡Qué beso! ¡Qué calor! Yo quería más, pero no sabía el qué.

Me levanto de golpe, sí es cierto ¡Te hace tarde!

- Bragas ¡ésto se mojó de repente! pero yo tenía mucho calor, no lo entiendo, tenía calor pero estaba todo ésto mojado y pegado a mí. ¡Pero qué beso! Bueno, actuemos normal. ¡Aquí no ha pasado nada! ¡Vamos a llegar tarde! ¡Mierda!

Me pongo en pie de un salto y vuelvo a escoger otro vestido como el de ayer. Pero veo el atuendo que lleva y yo también quiero uno así. Así que observo como se viste y hago lo mismo para después cortar mi falda y volver a ponerme la corona, que para eso soy una princesa. 

¡Vamos! Aunque después de clase me tienes que contar todos tus secretos. 

Encontráis a Juddy y a Rapunzel, dormidas cada una en un sofá, las dos roncando como morsas moribundas. 

Me levanto la primera con mi cepillo en mano, tengo media hora de desenredar pelitos antes de poder hacerme la trenza.

- ¡Buenos días chicas! Oooooye, morenita – Mulan – a ti no te vi anoche, qué ojos más bonitos, son diferentes – repaso con la mirada  todas las demás mientras cepillo todos los metros de pelo - ¡Otra chica con el pelo clarito! – me acerco a Juddy y le toco el pelo – somos hermanas de pelo – pero enseguida algo llama mi atención también, no doy abasto con tanto entusiasmo - ¡Oye! ¡Tu piel! ¡Es más tostada! Yo soy Rapunzel. Chicas - miro  las demás - ¿Qué tal ayer? Jopetas no queda casi tiempo, yo quería saber qué tal os fue a todas el primer día. El mio fue... ¡Intenso! - sonrío con malicia. 

Y ahora sí empiezo a trenzar mi pelo para que me quede  la altura de los pies y pueda caminar bien. 

La ausencia de los demás personajes de cuento no le pasaron desapercibidos a Bella al llegar a la hermandad de heroínas. Con un suspiro de resignación, echó una ojeada sobre los cuerpos durmientes de las dos jóvenes rubias, y decidió cubrirlas con un par de mantas para que no cogieran frío, aunque una de ellas le era completamente desconocida.

A pesar de la nostalgia por su hogar, que empezaba a hacerse notar en su ánimo, Bella se durmió casi de inmediato, en un sueño plácido. A la mañana siguiente, despertó con los gritos de Rapunzel, y se incorporó frotándose los ojos con suavidad.

Fue entonces cuando descubrió que había más gente desconocida en la habitación.

-Bienvenidas -saludó, con voz somnolienta-. Yo soy Bella.

A pesar de que la desorientación no era un estado que fuese a desaparecer tan pronto, Moana seguía manteniendo sus costumbres. No acostumbraba a dormir en una cama con patas... Así que echaba el colchón al suelo, como si fuese un futón.

Esa mañana abrió los ojos bien temprano. Estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas, mirando a todas las allí presentes, evaluando la situación. -¿Quién recuerda la clase que toca de buena mañana?- no acostumbraba a ir al colegio o a clases. En su pueblo se juntaban todos los niños apiñados para escuchar historias y aprender de ellas. Pero algo le decía que allí no todo se adaptaba a las costumbres con las que se había criado.

Apretó los labios en una fina línea, pensativa, mientras todavía ojeaba a las presentes. -Y la tuya es muy pálida- puntualizó a Rapunzel. No lo hizo con maldad, sino como si fuera una verdad evidente con cierto tono de humor. -Yo soy Moana- se presentó a la nueva peliblanca. A cada cual, más paliducha que la anterior. Esas chicas no sabían lo que era ser bañada por el sol.

Me había despertado y peinado el cabello, era muy fino por lo que siempre tenía que ir con cuidado para que no me quedara ningún cabello en algún sitio que no le tocara y pareciera durante todo el día que no me había peinado.

Me sorprendió gratamente que la chica rubia se dirigiera a mi.- Muchas gracias...- agradecí sonrojándome.- ...aunque siento que los tuyos son más hermosos son mas grandes y te hace ver hermosa.- sonreí.

Más chicas se fueron despertando y fui saludando con un gesto en la cabeza.- Pues no estoy del todo segura, cual es la primera clase... - intenté mirar en los apuntes que tenía en la mesilla de noche a ver si lo ponía en algún sitio.- Bueno... sea cual sea, no tenemos que tardar mucho ya que la clase es temprano, es mejor que nos demos prisa.- dije mientras me terminaba de arreglar.