Encuentras todo el menaje limpiándose solo y ordenándose a medida que Remy entra por la puerta con los platos. Cuando te ve sonríe con gentileza.
- ¿Te has perdido? El salón está por la otra puerta, necontrarás allí la comida, aún queda bastante.
Bella entró en la cocina discretamente, más aún después de enfrentarse a la sorpresa de ver platos y cubiertos limpiándose de forma autónoma.
Maravillada de nuevo por este extraño mundo al que la habían trasladado, no se percató de la llegada del cocinero hasta que este se pronunció.
-Oh, hola... -le sonrió cálidamente- No esperaba que hubiese nadie aún... pensaba coger algo de comida para hacer un picnic en los jardines. Hay mucho ruido en... bueno, no estoy muy acostumbrada a comer con tanta gente y puede ser un poco... abrumador.
Remy sonríe, te recorre con una mirada curiosa asiente y en un chasquido de dedos tienes un taburete al lado para que te sientes. Los demás utensilios siguen a su ritmo dejando todo el avituallamiento en su sitio.
- Ya vi que no te dejaron comer tranquila, puedes comer aquí si quieres.
Se apoya en la mesa, cerca de ti, con las manos aun manchadas de harina.
- ¿Qué te apetece comer?
-Oh, no, por favor. No es necesario -Bella agitó las manos frente a ella, sonrojándose-. Sólo venía a por una brioche y un poco de queso y fruta. No es necesario que me preparen algo expresamente para mí.
Era evidente que no estaba acostumbrada a que le sirvieran, aunque sintió verdadera fascinación por los utensilios en movimiento.
"La magia es increíble", pensó.
Encontráis a Bella hablando con Remy, él insiste en concinar algo para ella.
Sintiéndose verdaderamente azorada por la insistencia del cocinero, Bella percibió con alivio la entrada de Ariel y Djinn en la cocina.
-¿Por qué no les atiendes a ellos? Yo me las arreglaré sola, de verdad -sugirió la chica, pidiéndoles ayuda a sus compañeros con la mirada.
Cuando entramos vi que la hermosa Bella hablaba con el cocinero, hacía gestos raros con los ojos que yo imité como un espejo pero sin entender nada de lo que me quería decir. Teniendo una tan bonita voz con la que expresarse no veía la necesidad de estar callados.
¿Qué pasó Bella? ¿Acaso estáis indispuesta linda criatura?
Eché una mirada a todos los ingredientes que había esparcidos por la encimara hasta que reparé en...
Oh! no! ¿Eres tu Sebastián? ¿Flipi? ¿Casimiro? Intentando inútilmente contener el llanto me apoyo en el antebrazo del Genio para estallar en un mar de lágrimas. ¿Qué hicieron? ¡Los mataron! ¡Son unos salvajes!
El paseo desde las clases hasta la cocina es largo y nos entretenemos lo suficiente para determinar que me divierte sobremanera la actitud de la hija de Poseidon.
La chiquilla es cachonda y muy divertida. Tan voluble como una criatura de los bosques y tan inocente como una niña. Sus ocurrencias dan pie a mis chistes, aunque de vez en cuando hay que perdonarle que no pare de hablar de su príncipe con el que se iba a casar.
-¿Por qué no les atiendes a ellos? Yo me las arreglaré sola, de verdad
Cuando se giran hacia nosotros yo ya tengo una hogaza de pan recién hecho en la boca a medio masticar, una onza de chocolate entre los dedos de la otra mano y me estaba guardando algunas piezas de fruta en los bolsillos.
Sonrío y mastico rápido para deglutir lo que casi no cabe en la boca. - Disculpen, disculpen.
No se preocupe por nosotros, señorita Bella. La clase del señor Mysterio ha sido corta, pero no sabemos como se ha hecho de noche mientras buscábamos este lugar. Pueden seguir parloteando de sus cosas... yo solo quería comer y cenar a la vez, por ahorrar tiempo y esas cosas.
Un ahogado grito de desesperación me saca de mis pensamientos. Ariel ha descubierto la inherente verdad, que los humanos de la superficie COMEN pescado... Espera ¿Y los peces grandes, delfines y tiburones no comen pescado? Bah, da igual. Es momento perfecto para despistar mientras me meto unas croquetas en un pañuelo en el bolsillo de la chaqueta.
- Pero REMY!!! ¿cómo has podido hacer eso? - grito exagerado señalando a los deliciosos crustáceos.
Ariel: ¿Qué hicieron? ¡Los mataron! ¡Son unos salvajes!
Ahí estaba la oportunidad que había deseado Bella. En un suspiro se adelantó para estar junto a Ariel, y la tomó por los hombros.
-Será mejor que nos vayamos -murmuró, empujando a ambos alumnos hacia la puerta. Sabía que el Genio había cogido suficiente comida para cenar los tres, así que ignoró los quejidos de su estómago-. Pero... Ariel, ¿qué coméis las sirenas entonces? -Preguntó, tras unos segundos de reflexión.
Si no comían pescado en el mar... ¿qué comerían? A lo mejor, como seres mágicos que son, no tienen la necesidad de alimentarse de forma convencional como hacían el resto de humanos.
La joven Bella me insta a que nos vayamos y apenas sintiendo mi cuerpo soy delicadamente trasladada hacia la puerta lejos de las pobre víctimas. Aturdida, noto como mi corazón palpita de manera descontrolada en mi pecho y mis mejillas se encienden como el color de mi pelo.
Pero... Ariel, ¿qué coméis las sirenas entonces?
Pues... reflexiono unos instantes. Es obvio que no nos comemos a nuestros amigos. ¿ustedes lo hacen? hay algas, y algunos crustáceos o los tiburones que cazaba papá. Niego con la cabeza. Más tarde, en el castillo de Eric, aprendí a comer los vegetales que ustedes comen como el pollo, el cordero o los pimientos.
¿nos vamos?