Partida Rol por web

A Sabaka aquello ya no le pareció una invitación amistosa, y ya no estaba dispuesto a bajar. Su instinto de conservación hizo que su siguiente movimiento fuera desarmar al japonés que tenía delante...

Lo que Sabaka no sabía es que el tipo que tenía delante no era un pringado como los cromados. Lo comprobó cuando se vió rodando escalera abajo impulsado por la patada que el japonés le había propinado antes que hubiera sido capaz de moverse.

Cuando llegó al final de las escaleras se encontró en un lugar clandestino. Una habitación casi vacía en la que varios tipos de aspecto oriental jugaban a las cartas. Sus rostros solemnes parecían implantados directamente de uno de esos viejos documentales de samuráis. Dos de ellos soltaron la baraja y levantaron al mensajero asiéndolo por los brazos.

El yakuza de arriba no tardó en aparecer.

—Registradlo —dijo.

Cuando se cercioraron que el mensajero estaba desarmado le señalaron la puerta del fondo.

Allí estaba el tío importante. Se encontraba sentado sobre cuero de alta calidad y vestía un traje corporativo que debía de costar más que el sueldo anual bruto de cualquiera. Bajo la tela del cashmere sintético podían adivinarse los numerosos tatuajes que lo establecían como miembro inequivoco de la Yakuza.

—Bienvenido, Sabaka —dijo poniéndose de pie. Su mano invitó al mensajero a sentarse al otro lado de la mesa.

Tras recuperar la comodidad del sillón de cuero dió una calada y el humo inundó sus pulmones. Tabaco natural cultivado en La República Federal Británica liado a mano. Nada de mierdas transgénicas o sintéticas. Exhaló y sus antinaturales implantes oculares pasearon con detenimiento sobre el cuerpo de Sabaka.

—Mi nombre es Kazuo Fukuda —se presentó. —soy el Saiko-Komon del clan Inagawa—. Aquel era el título reservado para la mano derecha del líder del clan. El hombre encargado, principalmente, de la parte administrativa de los negocios. La estructura de la mafia apenas había cambiado en las últimas décadas.

Kazuo llevaba poco más de medio año en Moscú. Había venido desde Hanoi para ocupar el puesto del anterior Saiko-Komon, muerto en un ajuste de cuentas con el Konglomerat.

—Veo que trae el paquete e imagino que espera que le pida algún tipo de explicación.

—En el punto de entrega me encontré con tres pandilleros, y se suponía que iba a estar únicamente el destinatario. Por lo que pude ver, esos tres ni si quiera sabían exactamente de que iba el tema. Simplemente seguí de manera estricta las indicaciones y, a mi modo de ver, esos no eran los destinatarios del paquete. Preferí no entregárselo a esos pringados.

Sabaka era hombre de pocas palabras. No había nada más que decir.

—No se preocupe. Todo ha ocurrido como esperábamos —aclaró el Yakuza. —Le hablaré claro: Llevamos observándolo bastante tiempo, señor Sabaka—. las palabras del japonés hicieron que el mensajero recordara la extraña sensación que tuvo cerca de la ulitsa Menzhinskogo.

—El motivo de nuestro interés en usted es simple: Creémos que es el único capaz de llevar a cabo un trabajo de vital importancia no sólo para el clan Inagawa, sino también para todo ciudadano de Moscú.

El Saiko-Komon se reclinó cómodamente contra el respaldo del sillón antes de proseguir.

—Imagino que, como prácticamente todo el mundo, estará al tanto de las investigaciones del científico Dimitri Ilyanin destinadas a alcanzar la inmortalidad de la especie humana...

La conversación continuó como una breve explicación de en que consistía exactamente el proyecto Inmortalidad. Relató la intencion del genio científico de digitalizar la mente humana y trasplantarla a cuerpos vacíos de toda consciencia llamados maniquíes. Dió datos y pruebas fiables de como, de manera ilegal y clandestina, ya se estaban fabricando esos cuerpos sintéticos y orgánicos para satisfacer la futura demanda. También mostró a Sabaka en la pantalla holográfica de su terminal los datos del estudio mercantil que revelaban que en un futuro próximo los cuerpos naturales empezarían a estar en minoría y cómo esas simples fundas y cascarones que permitirían la inmortalidad sólo estarían disponible para las élites o para quienes tuvieran suficiente cred para permitírselo. Aquello, como mínimo, crearía gran inestabilidad y tensión social además de una aun mayor estratificación de clases económicas.

—Pero lo más preocupante no es esto —dió una calada al tabaco antes de continuar. —Para que el proyecto de Ilyanin sea eficiente, se tiene que reemplazar el neurochip existente por un nuevo modelo que permita esta digitalización mental que acabo de explicarle. Uno de nuestros hombres infiltrados en la corporación Vitatec nos ha informado que este nuevo neurochip, que ya se encuentra en su fase final de producción, lleva oculto un transmisor de neuroseñales. Un dispositivo secreto capaz de sacar una copia de la información que los órganos sensoriales normalmente envían al cerebro para luego mandarla, vía inalámbrica, a una máquina situada en otro sitio; desde allí podrían reenviarse estas señales al cerebro de otra persona o a un sistema de almacenamiento y vigilancia.

—Resumiendo, señor Sabaka: Ese transmisor no sólo envía señales, también las recibe. Esto abre una puerta trasera en la mente de cada individio posibilitando así el manejo remoto de sus acciones y pensamientos. Estamos hablando del control poblacional absoluto y definitivo.

-Fukuda-sama, continúe usted. Soy todo oídos.

A Sabaka le importaba más bien poco todo el asunto de Ilyanin y la inmortalidad. A fin de cuentas, él carecía de neurochip y estaba al margen de todo eso. Pero un trabajo era un trabajo. Así que de momento no tenía más que decir hasta no conocer todos los detalles de ese nuevo encargo...

—Debe recuperar para nosotros un aparato —continuó el japonés. —en su interior está la clave de todo: un virus informático diseñado específicamente para, una vez introducido en la terminal central de Vitatec, destruir por completo los archivos del proyecto inmortalidad.

La llama de un encendedor iluminó el rostro del japonés cuando se acercó para devolverle la vida al cigarro. Dos caladas después continuó:

—El aparato es algo fuera de lo común. Un prototipo ilegal carente de la programación limitante que las actuales leyes de la robótica imponen a todo constructo nuevo. Es una I.A. completamente liberada capaz de aprender de si misma y de su entorno hasta un nivel nunca visto. Además, está provista de una interfaz prácticamente irrastreable que, entre otras cosas, dota al aparato de una conectividad al Velo de nivel superior.

Pulsó algún botón del terminal mientras continuaba hablando: —Esto es la teoría, pues antes que la funcionalidad del aparato pudiera ser testeada, una mujer entró en el laboratorio de Shinjiro Araki, nuestro ténico en robótica, y lo asesinó.

Tras el traqueteo de sus dedos el terminal arrojó una imagen holográfica tridimensional que mostraba varios sujetos de apariencia femenina:

^{Viktoriya Danilova          Modelo N4D-3SH-1K0               Modelo 003}

 —Gracias a las grabaciones de las cámaras de seguridad del laboratorio hemos conseguido identificar a la asesina. Se llama Viktoriya Danilova —los pulmones del Yakuza acabaron con la vida que le quedaba al cigarrillo y su mano derecha, desprovista del dedo meñique, lo enterró en la fosa común del cenicero. —Sabemos que Danilova desempeña un trabajo tapadera en el club Katyusha, propiedad de Ivanna Kurschniv. Ambas tienen algún tipo de relación con la Bravtá.

El japonés se reclinó contra el respaldo de su asiento y analizó el rostro de Sabaka. Quería asegurarse que el "mensajero" había entendido toda la complejidad del asunto.

—Puede quedarse como adelanto el paquete que tiene en sus manos. En su interior hay un cartucho de transferencia por valor de 3 cred —sus dedos pellizcaron la imagen holográfica y tras ejecutar el gesto de ampliar, el rostro del modelo 003 se agrandó. —Hay un segundo aparato en juego. Un androide gubernamental que también está tras la pista del N4D-3SH-1K0. Le recomiendo que invierta el dinero adelantado en hacerse con un arma de pulsos electromagnéticos. Le aseguro que le facilitará el trabajo si se topa con este segundo aparato.

—¿Alguna duda? —preguntó. —Si no tiene ninguna, dígame cuanto me costará contratar sus servicios.

-Me alaga Fukuda sama y si, si que tengo alguna duda. En primer lugar no me imagino porque piensa usted que yo pueda serle de utilidad. 

Miró en la dirección del tipo que lo había tirado por las escaleras... -es evidente que gente capaz no le falta...

-Con respecto al aparato suyo, ese que ha extraviado...  ¿En que parte está almacenado el virus y es consciente de que es portador de tal virus?. ¿Desea recuperarlo intacto, o sólo está interesado en el virus?. ¿De que armamento dispone?. ¿Ese aparato tiene algún objetivo o simplemente está deambulando por ahí?. A ver... la tal Viktoriya simplemente se lo llevo, ¿así por las buenas?.

Había formulado aquellas preguntas con la velocidad de una ametralladora. Después hizo una pausa antes de continuar, como quien recarga el arma de munición.

-Con respecto al pago, pues no se que decirle... En primer lugar no estoy nada seguro que poder cumplir con sus espectativas, pero no se preocupe, seguro que llegaremos a un acuerdo...

-Ah... si le he entendido bien, esa mujer-lata no tendría inconveniente en matar, ¿correcto?.

—Vaya, si que tenía usted dudas —una sonrisa forzada se dibujó en su rostro y de su boca asomaron unos dientes torcidos manchados por la nicotina.

—Usted es un hombre de principios. Un tipo práctico. Pragmático —no se andubo con rodéos. —Admiro tales cualidades enormemente, y le aseguro que tales virtudes no abundan hoy en día.

Miró a Iwao y añadió: —Es cierto, me sobra gente capaz. Pero ambos sabemos cual es la cualidad que le hace diferente. Único. En cualquier caso, confío plenamente en que usted será capaz de completar esta misión y con eso debería bastar.

Después las respuestas llegaron casi en la misma cadencia que Sabaka había formulado las preguntas. Una susesión de frases y palabras que acribillaron los oídos del mensajero.

—El virus no está almacenado en ningún componente externo o extraíble. Está diréctamente fusionado en su I.A.. La única manera de separar el virus de la mente del androide sería hackeando su I.A. o a través de un método de extracción neuronal.

Esto último lo dijo dubitativo. Como si no estuviera seguro que tales métodos pudieran funcionar en realidad.

—Para simplificar el asunto, señor Sabaka, preferiblemente recupere el aparato al completo y, si es posible, intacto. Recuerde que el N4D-3SH-1K0 fue creado para introducir el virus en Vitatec. Piense en una vacuna. El virus es el contenído y el aparato sería la jeringuilla. Quizá así pueda visualizarlo mejor...

Súbitamente el iris del japonés parpadeó azul relámpago durante un milisegundo y automáticamente el hombre colocó dos dedos de su mano en el oído drecho. Acababa de recibir una fugaz transmisión vía neurochip.

—Disculpe. Uno nunca termina de acostumbrarse a la intrusividad de este chisme —sonó a frase hecha. Después continuo:

—El N4D-3SH-1K0 dispone de varios cañones balísticos de bajo calibre ocultos bajo las falanjes de sus dedos. Saber si tiene o no un objetivo a corto o largo plazo es algo que no podría decirle con certeza. Como le dije antes, el androide está dotado de una inteligencia artificial y de una conectividad al velo con muy pocas limitaciones. Adivinar que pasa por su cerebro sintético es algo que, sinceramente, se me escapa por completo.

Sobre el tema de Viktoriya no dijo nada. Aún se sentía avergonzado por que la Yakuza hubiera perdido a un aparato como aquel a manos de una niñatilla aprendiz de mafiosa del Konglomerat. Probablemente, después de ese incidente varios dedos habrían sido cercenados en Yubitsume para compensar tal descuido y ofensa.

Cuando Sabaka mencionó el asunto del pago, el Yakuza asintió complacido. Sabía que era un tipo sencillo y nada avaricioso, y sus palabras se lo acababan de confirmar. Esa era otra cualidad que se sumaba a la lista de virtudes que abalaban al mensajero como nuevo empleado de la mafia japonesa.

—Ambos aparatos son capaces de matar, y el modelo 003 es notablemente más letal —el holograma aún seguía mostrando los tres rostros femeninos mientras flotaba titilante sobre la superficie de la mesa...

Muchas preguntas y muchas respuestas, Sabaka
Yo no sé tú, pero yo me he quedado igual...
Creo que la pregunta que hace falta aquí es:

¿Por dónde vas a empezar a buscar?

Y esa creo que el Yakuza no te la va a contestar...

-"Wakata" -dijo Sabaka al levantarse. 

Estaba claro, este trabajito no estaba dentro de su zona de conford...

Se despidió de Fukuda al estilo japonés inclinandose: -"¡yoroshku onegaitashimasu!"

Al subir la escalera que llevaba al restaurante pensaba que con suerte sólo perdería un meñique en todo este asunto, no tenía ni idea por donde empezar y desde luego no tenía ni idea porque había aceptado este trabajo. 

Cuando llego arriba se encontró con la dulce sonrisa de Hayami. Su belleza lo intimidaba. Se calzó torpemente, la buscó con la mirada pero la muchacha ya no estaba...

-Hay que joderse -pensó. Sabaka ya sabía porque no había dudado en aceptar este trabajo.

Tenía que hablar con Ratón acerca del arma de pulsos electromagnéticos.