Partida Rol por web

Cuando llega la noche, el barco se ha puesto ya rumbo a puesto próximo destino. Tú y Lucetia estáis en cubierta, disfrutando a solas de la inmensidad del mar y del cielo estrellado. Para distraerla, le explicas cuáles son las constelaciones más importantes. Te detienes en la constelación de Cefeo, la misma que divisaste desde el compluvio la noche en la que descubriste el papiro que te llevó a Flavia Maior y a tu hija; aquella noche tuviste la pesadilla de los bustos femeninos que te acusaban: "Arrogante rey Cefeo, sufre el castigo de Neptuno." Lo recuerdas muy bien. El castigo de Neptuno... la sombra del miedo vuelve a cubrir por completo tu corazón. Ahora te encuentras en el reino de Neptuno, el mar. ¿Y si ese sueño en realidad profetizaba algún peligro durante este viaje?

El suave tacto de la mano de Lucetia en tu brazo interrumpe tus funestos pensamientos. Ella te mira con esos preciosos ojos, preparada para decirte algo, aprovechando que te has quedado callado. Solamente su mirada destierra tus miedos y te da fuerza y valor; pase lo que pase, tú estarás ahí para protegerla, aunque seas blanco de las iras del mismísimo Neptuno.

"Papá..."

Papá. Qué extraña sigue siendo esa palabra para ti. Pero te encanta.

"Lo he estado pensando. Tú sueles llamarme Lucetia. Pero Lucetia es el nombre que me pusieron las dóminas. Mamá me llamaba Titiana, porque es un nombre muy común en su familia. Ya no quiero ser más Lucetia. Quiero vivir y morir como Titiana."

Lucetia y Titiana... solo son nombres, pero los nombres representan cosas. Y el de Titiana representa una nueva vida, contiene en sí las esperanzas de una joven muchacha de alcanzar la felicidad que hasta ahora le había sido negada.

Justo cuando tu hija acaba de hablar, una paloma blanca se posa delante de vosotros, os mira alternativamente y luego remonta el vuelo hacia las estrellas. Seguro que Espurino habría augurado algo basándose en ello, pero a vosotros os gusta pensar que era Flavia Maior, que, contenta de ver a su hija al fin a salvo con su padre, vino a despedirse por última vez.

FIN