Mance observó con una sonrisa la inquietud de la muchacha, casi balanceándose en punta como un felino dispuesto a saltar en cualquier momento. Finalmente asintió, más para sí que para ambos, al estar satisfecho por el interés de la joven. En principio habían mostrado más disposición que otros con situaciones adversas extremas. Tal vez habían crecido en una tribu o grupo más propenso a intercambiar con otros, un hecho que había constatado como crucial en su intento por unificar a todas las tribus.
Aún masticando el trozo de cordero dejó su parte en la brasa, cogió un poco de nieve para limpiarse las manos e hizo un apaño restregando sus manos en el pantalón antes de rebuscar en el interior de su abrigo. Sacó un trozo de cuero enrollado de aspecto flexible y atado con una cinta de cuero también. Reubicándose ligeramente extendió el rollo para que ambos, si así lo quería Strigor, lo vieran.
Al extenderlo una serie de dibujos y extraños caracteres aparecieron en la superficie de la piel. Con algo de imaginación se veían árboles, una serie de picos que podrían ser montañas y unas pocas líneas largas y otras intermitentes. Aquí y allá aparecían los extraños y lineales caracteres.
- Ésto de aquí es el Bosque Encantado, y aquí El Muro. La Costa Helada y la Bahía de las Focas... -Fue señalando los caracteres a medida que los mencionaba-. Ésto son palabras escritas para saber el nombre de cada zona -Hizo un alto para comprobar que entendían-. Nosotros nos encontramos aquí -Señaló en el mapa, pero no había marca alguna-. Al Oeste está el Castillo Negro, y al Este la Guardia de Oriente. Por toda la línea del Muro hay varios emplazamientos en ruinas como éste; pero cuidado, no siempre están vacíos y muchas de esas veces los Cuervos acampan mientras van de un castillo a otro -Va señalando de punta a punta y de uno en uno los tres castillos principales.
Os mira. Sabe que no es fácil entender un mapa pero tiene tiempo para explicarles.
- ¿Entendéis?
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-Sabes leer la Lengua Común- dijo Kimara como si pensase en voz alta. Ella sabía hablarla aunque allí, entre gente del pueblo Libre no era necesario usar ese lenguaje pues ellos hablaban la Antigua Lengua y no sabía si Strigor sabía hablarla. Se acuclilló cerca del mapa apoyando en el suelo la yema de los dedos pulgar, índice, corazón y anular de ambas manos.-No sé leer la Lengua Común, Mance Rayder- dijo hablando al dueño del mapa pero sin separar los ojos de él, recorriendo con ellos cada dibujo como si así pudiese notar el relieve de cada piedra, el crujir de las hojas bajo sus pies y la superficie resbaladiza del hielo que cubría cada una de las zonas-¿cómo sabremos dónde estamos?
Strigor se mantuvo en silencio mientras dejaba hablar a Mance y a Kimara, como si fueran dos diplomáticos y él el encargado de las negociaciones más agresivas. Cuando la carne estuvo lista se acercó a coger un trozo y se sentó de nuevo un poco alejado, comiendo y escuchando lo que decían. Cuando extendió el mapa, el enorme salvaje se inclinó y puso una mueca de disgusto.
-No es posible que alguien sepa que forma tiene. Ni los cambiapieles que habitan en pájaros podrían ver toda esa distancia. ¿Y que solo esos puntitos sean el Muro? -dijo señalando lo que había señalado Mance- El muro es enorme, no puede ser algo tan pequeño con respecto a todo lo demás.
Strigor era un gran cabezota y se negaba a entender el verdadero tamaño que podía llegar a tener el mundo.
Por un instante estuvo tentado de reír a pleno pulmón, no por la joven sino por Strigor. Sin embargo, ¿quién podía culpar su escepticismo? No, no debía reírse de algo muy común y que seguiría viendo de aquí a la marcha de las tribus contra el Muro. Decidió tomar una postura más cómoda si quería explicar con más detalle.
- Por memoria, joven Kimara. Repasaremos los puntos ahora y cuando nos despidamos -Ahora su mirada se pasó en un hambriento Strigor-. Y posiblemente mueras sin haberlo entendido, pero así es. Ésto -Señala el mapa-, es una de las muchas diferencia que tenemos con los "arrodillados". Lo usan como una guía, el fruto del talento y habilidad de algunos para ayudar al resto a ubicarse. No es completamente exacto, pero te aproxima bastante a tu objetivo.
Era una explicación simple, carente de intención alguna, sólo el hecho de que estaban en otro territorio con dos opciones: adaptarse o morir. Señaló los caracteres donde debía estar el Bosque Encantado, al otro lado del Muro.
- Bosque Encantado. Repetid -Señaló otros caracteres-. El Muro. Repetid -Esperó-. Bahía de las Focas y Bahía de Hielo. Repetid.
Fue paciente, incluso cuando señaló los diversos castillos y les hizo repetir.
- Recordad que a lo largo del Muro hay varios emplazamientos en ruina.
Satisfecho con aquel avance prosiguió.
- ¿Listos para algo más complicado? -Medio sonrió y sin más comenzó-. Lo que hay entre el Muro y la otra línea discontinua es lo que se llama el Agasajo. Antiguamente esta zona estaba poblada por campesinos y trabajadores que ayudaban a los Cuervos a mantenerse, pero los continuos ataques del Pueblo Libre hicieron que la mayoría se desplazara hacia el Sur -Señala las zonas de las montañas y colindantes al Último Hogar- Las ruinas os pueden servir de refugio, y con suerte encontraréis algún pequeño asentamiento habitado. Así que repetid: Agasajo -Asintió con apenas una leve sonrisa-. Éste punto de aquí es otra ruina, un antiguo castillo llamado Corona de la Reina. Otro refugio bastante poco transitado, y cerca tenemos escondido unos pocos suministros. Éste es vuestro primer destino porque se aleja de aquí: el Camino Real.
Con el dedo va señalando la línea discontinua que va desde el Castillo Negro hacia el Sur.
- Es un camino reconocible que podéis seguir para avanzar rápido, pero con cautela. Ya no está tan transitado como antes, pero sed cuidadosos.
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No recuerdo si Kimara le dijo su nombre.
Durante un rato Kimara, acuclillada frente a aquel extraño dibujo que según Mance Rayder mostraba emplazamientos y montañas deslizaba el dedo hasta tocar las letras repitiendo en voz baja los nombres, levantando entonces la mirada para comprobar que estaba bien dicho aunque no había complicidad en su gesto sino pragmatismo.
-Agasajo...- ladeó la cabeza-¿los asentamientos habitados...darán muchos problemas?- y, poco después, señaló el Camino Real-¿Está muy transitado? No quiero ser una presa fácil, Mance Rayder, no han conseguido raptarme en los Colmillos Helados hombres del pueblo libre y no me darán caza un puñado de arrodillados por no saber por dónde me he metido.
Strigor se sentía estúpido, ¿quién era ese hombre para ordenarle a hacer algo? Frunció el cejo y, por mero orgullo, optó por no repetir las palabras, solamente le miraba fijamente y escuchaba lo que decía. No miraba al mapa, miraba a Mance como si estuviera valorando cortarle la cabeza ahí mismo o dejarle ir.
-Puede que estés acostumbrado a dar órdenes, Mance, pero de momento a mí no me has demostrado nada para que tenga que seguirte -dijo con dureza- así que no me ordenes que repita lo que tú dices. A mí nadie me ordena, si hago algo o sigo a alguien es por voluntad propia, no porque me ordenen. No soy ni seré un arrodillado. Tenlo en cuenta.
Miró el mapa y lo que se suponía que era el Camino Real- Iremos en paralelo, escondidos y acechándolos -comentó a Kimara- evitaremos las patrullas y los puntos habitados. Tardaremos lo que tengamos que tardar.
Allá donde iba el esfuerzo siempre era notable, y lo más complicado era lidiar con las costumbres plagadas de orgullo. Unos eran más receptivos, otros...
- En eso tienes razón, Strigor. No me sirves como arrodillado, así que de momento vamos por buen camino -Supo aguantar la mirada asesina-. A medida que avanzas hacia el Sur las patrullas aumentan; incluso los que habitan las montañas, tan separados como pueden de los demás arrodillados, no dudarían en arrancaros la cabeza y colgarlas como advertencia. Ya hemos visto unos cuantos ejemplos. Os proporciono posibilidades, y mi deber es que entendáis lo mejor posible lo que ni siquiera sabíais que existía hasta ahora: un mapa.
Miró a la mujer, la cual parecía tener un toque de sentido común y puede que una pizca de curiosidad.
- Como estaba comentando, a lo largo de los años el Camino Real cada vez está menos transitado. Como poco os servirá de guía para llegar aquí -Señala la Corona de la Reina-. A la altura de las montañas os aconsejo mayor cautela, el peligro se duplica entre las patrullas y los Clanes de las montañas.
Aunque hacía algo de viento las ruinas mitigaban la sensación térmica, y las llamas ayudaban a tranquilizar sobre el hecho de no morir congelados. Y sin embargo el sonido de trozos de hielo desprendiéndose del Muro era un triste lamento no apto para el prometedor futuro. Mance optó por esperar una respuesta, una reacción.
Debía haber algo más, no bastaba únicamente con llegar a un punto. Pero Mance siguió observando, esperando.
El hombre escuchó las explicaciones sobre las patrullas y los hombres de los clanes, y no pudo evitar soltar una risilla- Si los hombres de los clanes no nos intentaran matar por entrar en su territorio serían como los arrodillados -contestó el enorme hombre ante esa explicación.
-¿Y qué esperas que podamos hacer en esas montañas que sea de tanto valor para tí? -preguntó Strigor con cierta suspicacia, como si faltara algo que no le cuajara.
Agazapada aún junto al mapa Kimara chasqueó la lengua contra el paladar y se quedó mirando los dibujos como si quisiese grabárselos aunque su atención estaba puesta en Strigor. Más arisco abiertamente que ella y, por lo tanto, más propenso a cometer alguna estupidez estando en desventaja numérica.
-Tampoco sabemos cómo sabrás de nosotros, Mance Rayder- añadió con calma, pasando la mano por los puntos señalados anteriormente.
Asintió comprendiendo las dudas, y efectivamente eran buenas preguntas, esenciales de hecho. Ahora que estaban dispuestos a colaborar por la causa podía revelar los detalles más específicos.
- Por seguridad muy pocos tienen la información al completo. Ahora necesitamos vigías, conseguir información de movimientos de patrullas o tropas y ocasionalmente algún ataque puntual -comienza a decir-. Vosotros iréis primero aquí -Señala las ruinas de Corona de la Reina-, y calculo que antes de la próxima Luna llena llegaréis, porque es el día indicado para los encuentros -Os mira intentando percibir si le seguís-. Los encuentros serán con otros Hombres Libres que regresarán en distintas direcciones hacia el Muro con la información recopilada. Otras veces se os dirá algo en concreto, como atacar un pueblo o desviar una patrulla.
Parece que quiere seguir hablando, pero su expresión indica que prefiere que tengáis claro los puntos de a poco. De hecho...
- ¿Hasta aquí bien?
Ahora que la gran mayoría estamos retomando la partida (me incluyo) quisiera saber si vais a seguir o preferís dejarla. No podemos estar más tiempo esperando unos por otros para responder, así que hemos tomado la decisión en general de preguntar y seguir hacia adelante.
No hay problema alguno en dejar la partida, de hecho agradecí a Lurei y Varno su sinceridad. Si es vuestro caso, sin problemas. Ya habrá otro momento donde podamos coincidir con más tiempo y con un estilo de partida que seguro os gustará más, porque intuyo que ésto no es lo que buscabais.
¿Qué decís?