Historia Pasada
Debajo de las exóticas islas de Shiter, con el áspero continente de Milkûr al Este y las pantanosas tierras de Shura al Oeste, se encuentra el tropical continente de Eldör.Durante milenios, una antigua raza de humanoides, conocida por el nombre de elfos, ha prosperado en él, cultivando una avanzada sociedad de eruditos aristócratas.Sabios, a la par de arrogantes, los elfos jamás se han mezclado en asuntos de otras razas. Sus esplendorosas ciudadelas de cristal, entretejidas con esmero y arte en torno de árboles gigantescos y milenarios; las elaboradas obras de escultura y arquitectura creadas por sus artesanos sin par; y la hermosura de su arte, jamás habían sido expuestas a ojos y oídos
extranjeros. Para ellos, solo el arte y la filosofía tienen sentido, los placeres materiales son algo obsceno, y el sexo un mal necesario para perpetuar la especie. Siempre han mantenido una cruenta enemistad con los orcos de Milkûr, una raza de humanoides más fornida, hosca, belicosa y mucho más activa sexualmente, y con los enanos, una raza de corpulentos mineros de baja estatura y muy aficionados al alcohol y al libre libertinaje. Respecto a los seres humanos de las islas de Shiter, apenas cuentan para los elfos: solo son una raza de simios pelados avariciosos que piensan con la entrepierna. Dedicados a una vida bucólica y contemplativa, los elfos pasaban sus longevas existencias entre
discusiones filosóficas y experimentos mágicos.
Ellos fueron los primeros en crear quimeras mágicas, como los hombres serpientes y los licántropos (aunque los enanos se burlan afirmando que tales experimentos eran cosa de las elfas, en un intento de compensar la falta de virilidad sus machos).Desde su imperio eterno e impoluto, los elfos observaban divertidos como los humanos se enzarzaban en guerras, siempre empujados por su codicia y lujuria; como los enanos excavaban cada vez más y más profundo en la tierra, buscando riquezas que luego despilfarraban en fiestas y lupanares; y como los orcos, con su frenesí sexual descontrolado, daban origen a otras razas de trasgos distintas, como los trolls y los goblins.
Sin embargo, todo terminó cambiando. Ciertos sectores de la población élfica, hastiados de todo y aburridos, no dudaron en buscar nuevas emociones (y placeres) mediante la magia negra.Desde las demoníacas tierras de Nangör, la depravada raza de los demonios no tardó en responder a la llamada, y de tal unión, terminaron por nacer los elfos oscuros.Tanto humanos como enanos, incluso los orcos, habían combatido con frecuencia a las hordas demoníacas. Sin embargo los elfos, arrogantes, siempre se habían negado a luchar al lado de otros. Socavados desde dentro, y sin aliados, el imperio elfo no tardó en desmoronarse, la mayoría de sus ciudades fueron devastadas, muchos de sus sagrados bosques arrasados, y gran parte de su población reducida a esclavos sexuales.
A la larga, el conflicto se generalizó, y prácticamente todas las razas de seres humanoides enfrentaron a los demonios. Se
crearon nuevas razas de quimeras guerreras, como las gárgolas y los hombres bestia, capaces de competir contra la maligna lujuria de los demonios; los enanos, mediante cría selectiva de razas sexualmente hiperactivas, dieron origen a
las razas de los ogros y los gigantes, que no dudaron en mandar a la guerra. Muchos orcos, humanos y elfos, corruptos y embriagados por las ansias de poder, y las promesas de sexo fácil y abundante, no dudaron en jurar lealtad a las huestes infernales, por lo que la guerra se volvió mucho más cruenta y sanguinaria.
Con el tiempo, se terminó comprendiendo que gran parte el poder demoníaco provenía del sexo, y de la gran cantidad de esclavos que poseían atados gracias al deseo sexual. Se empezó entonces a combatir al diablo con sus propias armas: las prácticas sexuales mágicas aumentaron; se comenzaron a utilizar a toda clase de bestias y seres infernales como esclavos
sexuales; y se propagó la costumbre del acto sexual entre distintas razas y especies, con la finalidad de acumular poder mágico. Gracias a estas prácticas, y el arrojo incondicional de numerosos héroes y heroínas sin tapujos ni prejuicios, las demoníacas hordas frenaron su imparable empuje y se logró poner fin a la guerra. Las huestes infernales, diezmadas, se replegaron hacia su tierra natal, y se afianzó una precaria tregua entre todas las razas combatientes.Los elfos se replegaron a las profundidades del occidental bosque de Eviarron, fundando una nueva ciudad, Liuvatel; los devastados bosques orientales, convertidos ahora en pantanos venenosos y áridas estepas, fueron rápidamente pobladas por orcos, trolls, goblins, y bestias salvajes; mientras que el norte del continente fue, poco a poco, poblándose por humanos y
enanos, los cuales terminaron por fundar los reinos costeros de Marris y Herealon, y el reino minero de Brarragón. La región Sur de Eldör, más castigada durante la guerra, quedó sembrada de ruinas y necrópolis medio derruidas, atestadas de criaturas y muertos vivientes. Más allá, en las Montañas Nubladas del Sur, los elfos oscuros crearon tenebrosas
fortalezas subterráneas, alejándose tanto del resto de los elfos, como de los demonios.
Estado actual
En la actualidad, el mundo está en convulsión.Los grandes señores demoníacos, escasos de influencia y poder, no pueden controlar a sus huestes, que, aunque reducidas en número, deambulan libres y sin control. Hordas de demonios y bestias sedientas de sexo andan dispersas causando el caos entre la numerosa y lasciva población de Eldör.
Muchos caciques infernales ansían alzar su propio imperio, y para ello necesitan multitud de servidores. Por tanto no dudan en repartir su semilla siempre que pueden, dando origen a ingentes cantidades de bestias malignas que, a su vez, ansían más y más esclavos complacientes.Los muertos vivientes se han vuelto mucho más activos, dirigidos por vampiros y nigromantes lujuriosos, y siembran el terror en las poblaciones del Sur de Eldör. Sus fríos cuerpos de ultratumba ansían el calor de los vivos, y están dispuestos a hacer cualquier cosa para conseguirlo.
Los elfos siguen con sus experimentos mágicos, mientras que humanos y enanos solo parecen preocuparse por la política y el comercio. Entre los orcos y trolls, hay disputas internas, y son muchos los que abandonan sus territorios a favor de una vida de saqueo, pillaje y libertinaje.Las razas que una vez se opusieron a los demonios han caído en la monotonía y la
costumbre, olvidándose de los lascivos rituales que una vez les dieron la victoria. Actualmente nadie está preparado para enfrentarse a las desbandadas hordas infernales. Paradójicamente, es entre las fuerzas demoníacas donde surge el principal obstáculo para los demonios. De las mezclas de sangre entre demonios y mortales, en ocasiones, surgen nuevos individuos, seres híbridos, con algo de sangre infernal en sus venas, repudiados y despreciados, pero con el suficiente deseo, lujuria y poder como para escribir su propio destino. Esta nueva raza de criaturas será conocida con el nombre de semidemonios. Un semidemonio siempre buscará forjar su propia leyenda, puede ser más honorable o más mezquino, pero siempre seguirá su propio camino, sin rendir cuentas a nadie.El ciudadano de a pie necesita de protección ante tanta maldad, y están dispuestos a todo para conseguirla. Y puestos a escoger, los servicios de semidemonios y mercenarios interesados parece ser el menor de los males.
Este conocimiento esta al alcance de todos, cada vez que se obtengan documentos el jugador podrá leerlos en esta sección.