Tan rápido como le besó, la boca de Pícara se llenó de cenizas. Abrió los ojos tan rápido como pudo, y se dio cuenta de que su plan había funcionado. Quizá demasiado bien. Realmente no sabía que iba a matar al que parecía representar a la muerte. Pero lo hizo, el esqueleto se había esfumado... Aunque sólo fuera unos momentos.
La muchacha se llevó las manos a la cabeza, que rápidamente dejó de tener cabello para tocar su fría piel y, en menos de un segundo, su cráneo. Miró sus manos desde una especie de plano diferente, pues no se notaba los ojos. Largos dedos sin piel habían hecho acto de presencia, y notó como el resto de su cuerpo se transformaba en aquello a lo que acababa de besar.
Gritó, desesperada, cuando todo su cerebro se inundó de imágenes horribles, de hombres y mujeres que habían pagado al barquero al pasar por allí, de siglos y siglos en soledad, en su pequeño barco con su remo. El corazón, si seguía existiendo, se había llenado de tristeza y soledad.
Ser el barquero no me queda nada bien dijo al poco de recuperar la cordura, mirando su nuevo ropaje, e intentando tocarse el cuerpo. He perdido mi bonita figura de mujer. Ahora Masacre no va a poder soltarme pullas dijo, pero su voz no era la suya, era la del barquero.
Subid, rápido, se cómo se maneja la barca. Esto no es permanente, y cuando se acabe, no se qué puede ocurrir. Vamos, vamos soltó el esqueleto mientras se subía a la barca y se preparaba para remar en el momento en el que todos se hubieran subido.
Notó una gran fuerza. No era normal que un esqueleto pudiera mover la barca con tanta gente, pero lo hizo. El trayecto parecía incluso ameno, tranquilo. La suave corriente del Stigia ayudaba al ritmo, pero no por ello Pícara estaba relajada. Sus sentidos estaban muy agudizados.
Cuando vieron la gema, Pícara detuvo la barca. Pensó detenidamente lo que sabía por el barquero sobre la laguna. ¿Podrían tocar el agua sin que les pasara nada? ¿O morirían en cambio? Sus cuencas vacías parecían mirar más allá de ese lugar mientras pensaba. Señaló a Spiderman con uno de sus huesudos dedos.
Lanza una red, a ver si por suerte podemos atraerla.
Con el ceño fruncido, Lobezno contempló la escena, y por muchas veces que se hubiera imaginado aquello, nunca habría pensado que el final iba a acabar como acabó: Pícara con el aspecto de aquella horrible calavera.
Con un gruñido gutural, subió a la barca, poniendo sus pies de tal manera que parecía que se iban a anclar en la cubierta de aquella pequeña barca. Lobezno no era muy amigo del agua.
Tenía los nudillos blancos de agarrarse con fuerza a la madera de la barca, temiendo caerse. Miraba de vez en cuando, de manera furtiva, el lago, y gruñía cada vez que lo hacía. Habría dado cualquier cosa por terminar aquel horrible viaje en seguida.
Escuchaba los comentarios de Pícara, pero no por ello dejaba de estar preocupado por el agua, y en una de esas miradas de odio, vio el brillo, como los demás.
-Vaya- dijo Lobezno, alzando una ceja.
La idea de Pícara le pareció buena, y miró a Spiderman.
-Venga, intenta cogerla, cara red- sonrió, de puro nerviosismo, sin querer añadir nada más, pues lo único que le venía a la cabeza era que se diera prisa, que no perdieran más tiempo allí, y que tenían que llegar a la otra orilla en seguida.
Gandalf, más cansado física y psicológicamente que de costumbre, se quedó asombrado de la habilidad de la muchacha que se hacía llamar Pícara. Cuando su rostro se transformó para dar paso a una calavera, nada atractiva, sus ojos dejaron de parpadear más tiempo de lo normal.
Cuando le empezaron a picar las órbitas oculares fue cuando cerró los párpados para decir:
¡¡Por las barbas del mismísimo Saruman!!, esta muchacha no deja de sorprenderme.
Tras esa breve intervención se subió a la barca, para sentarse en un hueco y esperar a que no ocurriese nada. Ese era su deseo.
Aquél repugnante beso supuso el final de la trágica existencia del barquero.
—Sólo le ha faltado decir un "Me muero por tus huesos" antes de hacerse polvo—bromeó Spidey en voz alta sin ser consciente del todo de qué lo hacía, y del mal gusto que demostraba al romper el silencio en aquél momento. —¡Vaya! A eso sí le llamo yo; el "Beso de la muerte".
Su humor de dudosa calidad era un grifo difícil de cerrar una vez abierto.
—Ha sido un "Mataría por tus huesos" en toda regla —comentó a la joven huesuda mientras subía a la barca por su lado poniendo mucho esmero en no tocarla, ya no sólo por el riesgo que suponía, sino también porque al Redes le daban muy mal rollo toda la movida mística. Al fin y al cabo, era un científico tras la licra azul—roja.
La miró de pies a cabeza y aun añadió: —¡Chica! ¡Come algo que estás en los huesos!— luego, además temiendo haber puesto demasiado a prueba su paciencia, fue a ocupar el otro extremo de la barca.
Le dio la sensación de que todos se ponían a ocupar el mismo lado de la barca y se preguntó sino estarían peligrando y amenazar con volcarla, pues Pícara no debía de ser un gran contrapeso. Imaginó casi de forma cómica la escena, y lo difícil era saber si todos la esquivaban por ser esqueleto o por ser sencillamente: Pícara.
Miró a la huesuda mutante tras su propuesta y luego al mutante de huesos de Adamantium a sus palabras, y asintió:
— De acuerdo— se incorporó con mucho cuidado para lanzar una red: —Será como pescar manzanas en un barril durante una feria —dijo con demasiada seguridad y confianza, más, quizás, de la que realmente estaba dispuesto a sentir.
Móvil, sorry!! Estoy de viaje a ver la búhita. :p
Máster, disparo una red intentando pescar la perla cómo me piden. Si requiere de tirada puedes lanzar por mí, es un desquicio hacerlo con el móvil.
No podían seguir el ritmo del malo por una vez, hacer todo lo que quería, darle las joyas si era preciso. No, tenían que transformarlo todo en una escena de acción- y con beso, puaj, esto se está convirtiendo en una partida de chicas.
Pícara besó al hombre, o esqueleto, o lo que fuera. Y eso desveló una perla. Estaba en el agua, Spiderman decía encargarse de ello, ¿podría ser más fácil? Probablemente sí, porque el master se guarda alguna. Se vio tentado, por otro lado, a tirarse al agua para cogerla- ¿por qué no lo haces, gallina?- pero se acordó de la escena de Piratas del Caribe que vivieron hace tiempo y que casi se ahoga nadando por llevar la máscara. Podría quitársela, por supuesto, pero Pícara vería su cara. Después de ver al mostruo morir por los encantos de la x-woman las ganas de liarse con ella incrementaron, dándole más morbo a la chica. No es que su rostro fuera más feo que el del esqueleto, pero no era el momento de más besos. No hasta el final de la aventura en la que el héroe se queda con la chica. O en este caso, con las chicas. Sin olvidar que tras el beso Pícara no estaba tan sexy como antes. Se había quedado más delgada de lo habitual. En los huesos.
Quedó pues a la espera, silvando la canción de Spiderman, de que un monstruo o lo que fuera les atacara cuando Spiderman intentara coger la perla.
Sorry
El maquiavélico plan del narrador ya estaba tejiéndose en su cabeza, por eso de nada sirvió cualquier plan que tuvieran de usar las redes de Spiderman. Por mucho que fueran redes de verdad, redes creadas, o redes antiagua, aquello no funcionó. ¿Cómo iba a funcionar si quien lo intentaba era el caraderred? ¡Pero si el máster le tenía un odio terrible al personaje que no al jugador que está al otro lado, no con ése no hay problema, sobre todo si van a tu tienda y te consumen, calla que seguro que a la otra algo la terminamos vendiendo...
Pues como iba diciendo, la red al entrar en contacto con el agua, se disolvió. Pero lo que nadie se esperara fue que la atractiva Kara decidiese empezara a soplar en dirección a la perla y como si se tratase de Moisés logró separar las aguas y bajar volando hasta alcanzar la gema. Cuando la tenía, entre sus manos, fue todo un éxito y salió volando para volver a la barca que dirigía Pícara. Y todo aquello hubiera sido un éxito si la jugadora que andaba detrás no llevase, por desgracia para ella y para todos, meses sin postear. Por eso, sin saber de dónde salió, algún extraño ser o criatura la arrastró hacia el interior del agua. El líquido volvió a su cauce normal y la rubia fue arrastrada hacia el interior de la laguna para nunca más volver.
Por fortuna para todos, la perla había llegado a caer en el interior de la barca y por fin podrían terminar navegando para llegar al otro lado de la laguna.