—¿Rudar? ¿Eres tú?— preguntó Rathikus mirando al animal. Prefirió no pensar en qué pensaría el enano al verle hablar con un conejo.
La pequeña cabeza del conejo se movió afirmativamente y, después, la boca también se movió. Parecía que el conejo estaba intentando hablar pero claro, el resto no eran conejos. Y la figura del conejo comenzó a crecer y sus rasgos cada vez se parecían menos a los de un conejo. Pronto la figura del mediano estaba frente a sus compañeros.
—Mejor así —dijo.
La nariz del mediano tenía un vaivén que aún recordaba al movimiento de la nariz del conejo.
—Se me pasa en un rato —advirtió—. Pero, ¿quién diablos es vuestro amigo?
El mediano señalaba al elemental que parecía estar demasiado atraído por el cántico explosivo de Gromenauer.
—Gromenauer ha decidido luchar él solo contra el gólem, ¿tenéis alguna idea de como ayudarle? Le ha dado por experimentar con aquellas pociones explosivas que encontramos en esa sala —dijo señalando la sala que acababa de explotar—. Por cierto, ¿queda alguna?
Rathikus agradeció ver al mediano con vida. Las noticias que trajo, sin embargo, le alarmaron.
—¿Nuestro amigo? Pues se trata de mi... Bueno, es una larga historia. Creía que el elemental atacaría al gólem, vaya. Quizás si ve que me pongo en peligro o entablo un combate, acuda en mi ayuda— dijo —. Un momento, ¿has dicho pociones explosivas?
—Sí, Gromenauer cogió algunas pociones de esa sala y las está usando como bombas contra el gólem pero... —hizo una pausa —, ¿quieres decir que esa cosa te obedece?
El mediano todavía observaba perplejo al elemental que se dirigía decidido hacia la estancia donde Gromenauer luchaba contra el gólem.
Rathikus empezó a meditar acerca de las aplicaciones que podrían tener un arsenal de pociones explosivas,pero se obligó a centrarse en el asunto que les ocupaba.
—Bueno, eso no es del todo exacto— respondió —. Digamos que es algo así como mi hijo. Ya te dije que era una larga historia. Debemos ayudar a ese maldito loco antes de acabe aplastado o chamuscado y salir de aquí cuanto antes. ¿Crees que podemos salir por donde entramos antes? Las escaleras se han... derretido.
Mientras los dos amigos se ponían al día se escuchó otra explosión en la zona donde Gromenauer se enfrentaba al golem. Rudar, que estaba en la esquina del pasillo, no perdía de vista al elemental mientras hablaba con Rathikus. El ser de fuego, que ahora tenía el tamaño de un hombre alto, se había detenido justo al otro lado del túnel, en la otra esquina, observando probablemente el espectáculo que debía estar montando el enano y su metálico contendiente.
"Raspabullición" es un término que inventó hace siglos el Concilio de magos. Se trata de una emoción compleja, una mezcla de orgullo paternal y preocupación, mezclados con una pizca de terror asfixiante. Era un sentimiento que sentían aquellos invocadores y alquimistas demasiado encariñados con sus criaturas, cuando estas se volvían demasiado peligrosas y poderosas. Era un suceso tan común que el propio Homero Enkharta, guardián del conocimiento y maestro de bardos, pidió al Concilio que tomasen cartas en el asunto tras las numerosas quejas de varios de sus filósofos, poetas y ministriles; quiénes sufrían ataques de ansiedad cada vez que se veían en la tesitura de intentar plasmar dicha sensación.
Podría decirse, pues, que cuando Rathikus decidió mirar por la puerta en la misma dirección que el mediano, y vio al elemental, se sintió genuinamente raspabullente.
- Rudar! Por todos los dioses, celebro que estés bien- agradeció Dworkin- debemos ir a por los demás y salir de aquí cuanto antes- dijo apoyando las palabras de Rathikus- esto puede derrumbarse sobre nuestras cabezas de un momento a otro.
Una duda que tengo. El pasillo está bloqueado por los cascotes?
Los cascotes aquí no son tan abundantes como en el pasadizo secreto, de hecho no dificultad nada el pasar.
Voy a intentar aclarar la situación con un mapa improvisado. En el laboratorio del alquimista, en su puerta, están Rathikus y Dworkin.
- En marcha.
Dworkin se lanzó a la carrera por el pasillo mientras desenfundaba su arma.
- Gromenauer no podrá solo con el Golem- gritó- debemos hacerle frente todos juntos.
Al ataquerrrrl
—¿Y quién hace frente a Gromenauer? —murmuró Rudar al tiempo que acompañaba a Dworkin—. Deberías prepararte para... bueno, no se si todos los de tu raza están completamente locos.
Rudar enfatizó esas últimas palabras casi reprobando la actitud de Gromenauer.
—¡Uf, uf, uf!— resolló Rathikus mientras apuraba el paso, siguiendo a Dworkin. Todavía sentía dolor por todo el cuerpo, pero al menos no le costaba moverse.
El gólem era lo único que los separaba de la salida y sus pociones eran limitadas. Sin embargo, le intrigaba el aspecto de su creación involuntaria. Intuía que debía tratarse de la exposición a material mutágeno del alquimista, o simplemente a grandes cantidades de material inflamable y fuego [1].
—¡Jjjprh prsh! ¡Khjjjjp chstp krrrj! ¿Fjgggh shhhhp kshgh? ¿Fjggggg rshhhhp chchkshgh?— exclamó al llegar junto al elemental.
Motivo: Exhibir conocimientos
Tirada: 2d6
Dificultad: 10+
Resultado: 5(+2)=7 (Fracaso)
Traducción del Pirónico:
—¡Hola, hijo! ¡Cómo has crecido! ¿Te encuentras bien? ¿Te has divertido?
Cuando todo esto termine, tengo que buscarle un nombre (y buscar una forma de llevarlo al plano de los elementales de fuego, supongo).