Partida Rol por web

- Los clérigos no tenemos poderes- interrumpió Dworkin, que apareció de entre los arbustos como un lobo en la noche- los dioses canalizan sus deseos a través de nuestro cuerpo físico. Al fin y al cabo, ellos no pueden materializarse en carne en la tierra desde que el Velo fue levantado para aislar el reino de los mortales así que sólo pueden canalizar su poder a través de nosotros, sus siervos, que aceptamos con gozo y gusto que nuestro cuerpo sea usado para tal fin.

El enano se acercó al fuego y un escalofrío le recorrió de arriba a abajo debido al contraste de temperaturas. A continuación se sentó en la posición del loto y sacó un poco de carne seca y un odre de agua de su mochila.

- No todo el mundo puede ser un clérigo, sin más, claro- continuó mientras masticaba ruidosamente- hace falta nacer con El Don, una capacidad especial que algunos mortales tienen para comunicarse con el más allá. Así que no son exactamente poderes, como os decía. No es algo que se pueda simplemente estudiar o practicar.

—Algún día te enseñaré, no creas. Pero solo cuando estés preparado. Hacer cerveza es todo un ejercicio de fuerza y templanza... —dijo el enano mientras recuperaba el odre. Cuando el mediano habló del gólem y la fuerza, no dijo nada, preferió simplemente asentir y alzar el odre.

Mientras echaba otro trago por uno de los pitorros, escuchó a Rathikus preguntar por Glücklichrausch. Lo cierto es que hacía mucho que no pasaba por aquel asentamiento—. No tiene mucho misterio —respondió limpiándose parte de la cerveza derramada— Rara vez pilla de paso y ya sabes que llevo mucho tiempo de un sitio a otro, luchando en busca de un buen desafío. De hecho, mi paso por tu academia de magos fue para buscar información, pero poco más. Llevo mucho viajando de un sitio a otro.

No obstante, fue la interrupción de Dworkin hablando de los dioses y del Velo lo que hizo que el enano decidiese que lo mejor era poner el punto y final a la charla. Así, guardó su odre, para añadir—. Creo que lo mejor será ir ya a descansar. Al menos por mi parte. Es ya tarde y no conviene alargar mucho la tarde.

—Despertadme si me necesitáis. ¡Y si váis a seguir hablando, más os vale que sea para decirdir qué ruta tomar para salir de aquí!  —y tras decir esto, el enano buscó un sitio donde echar su manta y dormir.

La conversación se fue apagando. El día había sido duro y aún quedaba el viaje de vuelta. Mecidos por la brisa del viento nocturno los aventureros se fueron dejando caer. 

Rathikus hizo su primera guardia. Psshh permanecía inmóvil junto a la fogata ¿dormían los elementales? Había tantas cosas que todavía no sabía. 

A las pocas horas el mago despertó a Rudar y se dispuso a dormir. El mediano se desperezó y disfrutó de la nocturnidad del bosque. Ah... que maravilla estar al aire libre. Se acercó a un árbol para descargar un poco de la cerveza enana que todavía quedaba en su organismo. 

Y entonces olió aquello. A hojas quemadas^[1]. 

Se dio la vuelta sorprendido. Psshhh se había movido de su sitio junto a la hoguera para aproximarse a un viejo roble a examinar algo. La cabeza del elemental había rozado las hojas del árbol y éstas comenzaban a arder. ¡Un incendio! ¡Si no actuaban a tiempo aquello iba a convertirse en una catástrofe de dimensiones considerables! 

El elemental, pese a darse cuenta de lo que sucedía, no se apartaba del árbol. Casi se diría que parecía contento, botando levemente.

Rudar intentó hacer gestos para que el elemental se apartara del árbol pero la estúpida criatura no parecía hacer caso. Inmediatamente se dirigió hacia donde dormia Rathikus y le zarandeó.

—Eh, Rathikus —susurró—. Tu maldito amigo está incendiando un árbol y no quiere retirarse de ahí. ¡Va a conseguir que ardamos todos!

Acto seguido corrió hacia el árbol y comenzó a trepar por él en dirección a las hojas que empezaban a arder. Había subido con una de las mantas que había en el campamento. El mediano trepaba con destreza. Tenía la manta anudada a la cintura. Comenzó a atizar las ramas con la manta mientras hacía gestos con la mano al elemental.

—Dile que se aparte Rathikus —dijo en voz baja mientras acompañaba su movimiento con un gesto de la mano.

Rathikus había empezado a adentrarse en el loco mundo de tentáculos y goblins con traje de sirvienta tomariana que solían ser los sueños de un mago, cuando Rudar lo zarandeó inmisericordemente de su plácido reposo.
—¡Mgjh!— gimió, todavía desorientado y confuso —¿Qué recuernos pasa?

Cuando su niebla mental se disipó un poco, le pareció distinguir al mediano trepando por el árbol que tenía enfrente y a Psshhh jugueteando con una de sus ramas (o eso parecía).
Tardó unos segundos en procesar lo que ocurría ante sus narices. Solo entonces, se levantó como un rayo. Si no hacían algo rápido, morirían en llamas.
—Psshhh, jprrrpch. Kpf trrrepcst kjjjj, ¿Frrrrj?

Traducción del pirónico:
—Psshhh, hijo. Si sigues haciendo eso, nos quemarás a todos y moriremos, ¿comprendes?

El elemental se volvió hacia su 'padre' y luego se quedó mirando con curiosidad lo que hacía el mediano. La verdad es que era digno de ver: Rudar se había subido al árbol y con la manta golpeaba las ramas con la clara intención de apagarlas como se se sofocaría un fuego en un interior. Pero no estaba dando buen resultado. De hecho las hojas atizadas estaban prendiendo a otras que tenían cerca. 

El enorme ser de fuego le dijo a Rathikus:

- Issdhh ddjdff crick crack pddddffff...

- Así tardará mucho en extender el fuego ¿le ayudo quemando el otro lado?

Estaba claro que el elemental no comprendía demasiado bien lo que pretendía Rudar.

- ¿Ya es hora de levantarse?- murmuró Dworkin en sueños- cinco minutos más.

El enano giró sobre sí mismo, molesto al parecer por el exceso de iluminación y los ruidos en la noche. No obstante, a los cinco minutos ya volvía a roncar tranquilamente.

—Tk, tk, Fggggr msh. Kgg pfhhhhh kgggf tsh tsh tsh. ¡Kggggpr, tk tsh tsh!— exclamó, casi al borde de la desesperación. Estaba agotado y esperaba que esa conversación no llegase hasta el día siguiente. Al fin y al cabo, un elemental no podía entender ese tipo de cosas. Algo había que hacer para que no desatase su creatividad pirómana.

Traducción del pirónico:
—No, no, está intentando apagarlo. Si el fuego se extiende, moriremos. ¡Si el fuego se extiende, todo el bosque morirá!

- Brrrsggs, brrfhh... ¡Sflash!

El elemental alzó sus brazos y los bajó bruscamente, como enfadado, para luego encaminarse a paso lento hacia donde estaban los demás entre las ruinas, alejado de los árboles.

Mientras tanto Rudar no veía que la fogosa situación mejorase un àpice.

- Los pieles inflamables sois muy debiluchos ¡porras! ^[1]

Los dioses no estaban de su lado, habían permitido que Gromenauer rebotara contra las paredes para derrotar a un poderoso gólem pero no les complacía la idea de apagar la rama con una manta.

De repente Rudar se acordó de un arroyuelo que habían visto al venir hacia aquí. No estaba muy lejos y si se daba prisa podría empapar la manta en el agua y eso sí apagaría el fuego.

Bajó del árbol rápidamente y corrió hacia el arroyo.

—Voy a por agua. Si esto se descontrola avisa a los demás —dijo a Rathikus.

En menos de 10 minutos (según el reloj de bolsillo de los espíritus que informan a Rudar) el mediano estaba de vuelta con la manta empapada. Volvió a trepar al árbol y colocó rápidamente la manta sobre las llamas ardientes.

Roark se revolvió bajo la manta y abrió un ojo. Tenía el sueño ligero, lo cual era muy útil dado su estilo de vida, y cuando las cosas se torcían solía tener la misma sensación que tenía ahora... Curioso. Era de noche pero a través del tejido podía ver un resplandor.

Abrió el otro ojo para confirmarlo. Efectivamente: había un resplandor. Podía ser el maldito elemental, claro pero... Retiró la manta y miró hacia el origen. -Vale, es fuego... ¿Es fuego? ¿FUEGO? ¡FUEGO!- Rudar salía corriendo en ese momento en dirección a las ruinas, así que el ladrón recogió sus armas y su bolsa y salió espada en mano chillando -¡Pero cortad esa maldita rama y apagadla en el suelo!

Roark se despertó alarmado por el ruido y la voz del mediano. Mientras Rudar iba corriendo hacia el riachuelo desenfundó su espada y se lanzó a por el árbol. Las llamas todavía no habían alcanzado las ramas cercanas y el árbol no parecía un rival peligroso, así que el ladrón le lanzó su mejor estocada y cercenó el miembro ardiente*. Estaba a punto de pisar la rama cuando Rudar tiró encima la manta empapada en agua.

Ambos observaron satisfechos como un humillo blanco se elevaba inofensivamente, anunciando el final del problema. Luego sus miradas fueron hacia Psshhh, que los observaba ladeando su flamígera cabeza. Había que tomar una decisión con respecto al elemental pero eso sería mañana. Hoy ya habían tenido emociones suficientes. 

Roark miró al elemental, luego a Rudar, después al elemental, seguido de Rathikus y volvió a mirar a Rudar para terminar posando sus ojos en la rama humeante.

En todo momento estuvo intentando hablar pero, como no pudo encontrar las palabras adecuadas a pesar de los gestos y las muecas de su cara, meneó la cabeza derrotado y se volvió hacia su manta. -Yo... Yo... Me voy a dormir.- Volvió a recolocar todo para terminar de pasar la noche y se tapó con la manta.