Partida Rol por web

¿Pues eso me pregunto yo, sé algo más acerca de la naturaleza de la maldición? ¿De alguna de las proezas de Jund que pudiera desencadenarla? ¿Podría de alguna forma entrando en contacto íntimo (no pienses mal) con la lanza saber más de la maldición?

Yngwe fué dejando su equipaje por el campamento y encontró un rincón en el que sentarse para sacarse las botas y refrescarse los pies tras las largas jornadas caminando, unas friegas renovarían su energía antes de cenar lo que quisiera que Osvif y sus hombres hubieran estado comiendo estos días. Jorunn preguntó por la maldición de la lanza - Las sagas son como la niebla, solo dejan entrever las siluetas más grandes para que interpretes la historia.

Jund recorrió la tierra de los samis acabando con todo aquello que las gentes temían, ganando así su favor y fervor. No sería de extrañar la historia de la Reina de los Fiordos, una bruja muy poderosa que vivía entre las nieblas de la tundra, tal vez similar a la Bruja de la Escarcha.

El valor de Jund llevaría la punta de la lanza a atravesar el corazón de la bruja, maldiciendo al guerrero y al arma de Asgard. Si Jund se retiró, fruto de la maldición y la magia negra que pesaba sobre él, no sería de extrañar que la imagen de la bruja le atormentara día y noche

-¿Un regalo de la dama?-preguntó uno Osvif al fijarse en la lanza. Pero los hombres parecían mas interesados en la bruja y en lo que habían dicho de ella.

-¿No me digas que te acostaste con la bruja? hay que tenerlos bien puestos-bromeó uno.

- ¿A donde vas con ese lobo? Parece que no os habéis aburrido-dijo otro.

-Cuéntanos como fue Sigurd, no todo el mundo puede decir que se acostó con la dama de la escarcha-pidió un tercero mientras se ofrecía para ayudar a descargar el lobo en el suelo.

El ambiente era ahora mucho menos tenso puesto que por fin había regresado la partida y habían tenido éxito en su búsqueda.

Extrañada, Hild miró al scalda frunciendo el ceño al comprobar el desprecio de éste hacia el hirdman, se habían conseguido grandes logros y ni siquiera hacía mención a ellos. Se habían adentrado en el reino de una de la brujas más poderosas y temidas y habían regresado con vida, eso se merecía grandes canciones. Además, uno de ellos, un hombre que según las leyendas que se contaban debería haber muerto, había yacido con ella y ahora estaba presente para contarlo. Se había descubierto un regalo de los dioses, estaba aún por ver si cosa de Odhin o de Loki, aunque a medida que pasaba el tiempo más convencida estaba la völva de quién era el responsable de ese hallazgo, que Jorunn, ella sola, había conseguido robar a la montaña no sin esfuerzo. En cambio, el scalda permanecía mudo ante tales hechos.

Un tanto molesta por esa actitud, Hild se levantó de su lado para acercarse al resto de los hombres que, rodeando a Sigurd, pedían información de primera mano. La völva se acercó al hirdman y, tocándole con suavidad del brazo, le animó a que hablara.

- Sí Sigurd, cuéntanos que pasó allí dentro cuando te quedaste con ella.

El hirdman aún no les había dicho algo al respecto y la völva, aunque sabía que habría comentarios que podrían resultar algo incómodos, tanto para ella como para los hombres, sentía curiosidad por las maneras de actuar de aquella bruja a la que, en cierta forma, envidiaba por su poder.

No sin cierta reticencia, Sigurd, dejó que uno de los daneses lo ayudase a dejar el lobo de lado, pero no se separó del cadáver de la bestia.

—El thurl dijo que lo trajera, al parecer es importante.

El hirdman sonrió ante las preguntas de los daneses que, en su mayoría, se centraban en la dama. Era algo lógico pues muchos habían estado entre los muslos de una mujer, pero ninguno entre los de la Dama de la Escarcha, salvo Sigurd Ivarsson.

Sintió la mano de Hild, y el hirdman consciente de lo que estaba haciendo, y de lo que ya había hecho, se la tocó y le sonrió con agradecimiento.

—No soy un scalda, pero intentaré contarlo lo mejor que pueda —prometió el hirdman, ya que el scalda daba prioridades a otras cosas—. Tras haber entrado en la cueva de la Dama y haber completado la búsqueda, la mujer me exigió a mí como pago por ello. No mentiré, el miedo a no ver jamás el Valhöll me recorría por dentro. La mujer era pálida como la nieve, y alta para ser una mujer, pero jamás habíamos visto mujer tan hermosa. Hermosa y peligrosa, como una tormenta.

»Cuando me llevó con ella... os juro por todos los dioses que su piel era fría pero la humedad y calidez de su coño bien podrían ser tema de muchas canciones. Por no hablar de sus pechos, era tan salvaje y dominante como peligrosa y a la vez tierna como hermosa.

El hirdman no disimuló tales palabras y sonrió—. Ha sido, sin lugar a dudas, la experiencia más placentera y a la vez terrible de toda mi vida. Y ahora debo decir que no me arrepiento de haber estado entre esos muslos...

Hrolfdöttir seguía sentada en el suelo tratando de parecer alegre ante el resto de los hombres. Realmente se sentía feliz de que todos hubiesen sobrevivido pero no se sentía cómoda con la narración del hirdman. Se sentía confusa por los motivos de esta incomodidad y se decía a sí misma una y otra vez que era tan solo que se sentía molesta por la desconfianza que había tenido desde un principio con ella y a la decisión que había tomado en la montaña cuando ella había subido a buscar el arma. No obstante, no estaba en sus manos decidir que hacer con el arma, sino en manos del que había soñado con ello. Un escalofrío recorrió la espalda de la chica cuando recordó la lectura de las runas que Hild le había hecho un año atrás. Hild había pronosticado que, aunque su linaje sobreviviría a través de ella, el clan pagaría el precio de la sangre. ¿Tendría que ver su acción con ello? 

Toma nota de sus palabras Yngwe, pues cuando en el próximo banquete narres nuestra expedición, ese episodio despertará una gran ovación. No dudo que el nombre de Sigurd y el tuyo propio, como creador de la canción se oirán por todo Fyn.

Jajaja, así se habla no hay nadie que puedan decir lo mismo-clamó el capitán dándole unas palmadas en el brazo a Sigurd mientras los hombres reían- Haz caso de Jorunn scalda, sacarás una sonrisa de nuestro jarl si lo cuentas la mitad de bien que él-bromeó alegre.

El berserk se acercó por la espalda a Sigurd entre las risas del resto de los hombres. Le puso los dos brazos sobre los hombros mientras decía.- Y eso que se ha olvidado de lo mejor ..... - Dejó pasar unos segundos para que el efecto de sus palabras hiciesen que todos los marineros le mirasen.- Nuestro Sigurd ha olvidado contarnos que su encuentro con la Dama duró más de una hora. ¡Thorgrim cree que la bruja no olvidará fácilmente la energía y la potencia de los miembros del clan Kjari!

Luego dejó al hirdman rodeado de los marinos para que disfrutara del momento de gloria que se había ganado y se sentó junto a Yngwe.- ¿Tú qué opinas?- Le pregunta en voz baja al llegar a su lado.- ¿La maldición está en la lanza o se quedó en los brazos de Jund?

Y eso que se ha olvidado de.....- en ese momento un brazalete metálico se desliza entre las ropas de Sigurd.

Luego mientras está sentado charlando con Yngwe, Thorgrím cruzó la vista un segundo con el hirdman y con un ligero gesto le indicó que volviera a ponerse lo que acababa de darle, seguro de que los marinos no serían tan considerados obviando afrentas al Jarl como lo había sido él.

Sigurd no pudo evitar sorprenderse ante el gesto de Thorgrím, parpadeó y al final fue capaz de sonreir de medio lado. En ese momento supo que, el berserkr, no le traicionaría si podía evitarlo y que era un amigo tanto fuera como dentro del campo de batalla... si el hirdman se mantenía bastante alejado en caso de estar dentro.

Sigurd asintió y, disimuladamente, volvió a colocarse el brazalete.

La mirada que dirigió hacia el berserkr fue una de agradecimiento, el hirdman tenía la sangre caliente y le hervía en las venas en el momento en que tiró el brazalete, pero supo que lo que había hecho no estuvo del todo bien. Tenía motivos, es cierto, pero en cuanto el brazalete chocó contra la nieve sabía que eso no debía de haberlo hecho. El impulso del orgullo herido fue, en ese momento, un mal consejero.

Torgrimm amigo, creo que esta lanza lleva el pesar de Jund y aquel que la empuñe pagará por los actos de su anterior dueño- respondió el scalda echando a pasear por el campamento completamente descalzo pensando en la enorme saga qye ciertamente iba a poder contar

Al poco de terminar los hombres de preparar la hoguera el thurl regresó pero no habló entonces con nadie. Cogió el lobo y se lo llevó pidiendo que nadie lo molestase. Cuando el sol se puso se acercó a la hoguera y dejó junto a ella un fardo.

-Sigurd, ven conmigo. Es el momento-le dijo al hirdman llevándolo hacia la hoguera sin dar explicaciones ni al el ni a nadie. El resto de los hombres de Osvif miraban con sorpresa pero no se atrevían a decir nada ni interrumpirles.

Sigurd estaba distrutando junto con Hild y los hombres de Osvif de sus aventuras pero, el thurl, no tardó en regresar de nuevo con su aire misterioso. El mismo aire que mostraba cuando se enfrentaron a los lobos.

El hirdman le dejó llevarse el cadáver del lobo, no sin cierta sorpresa. Cuando el sol se había puesto el hirdman lo acompañó tal y como pedía Klemet, algo receloso y extrañado.

-Está bien...-Consiguió decir mientras se lo llevaba, el hirdman había desistido de sonsacarle qué era lo que pasaba.

El thurl y el hirdman se quedaron en pie junto a la hoguera, un poco de musgo lanzado por el brujo hizo que las llamas crepitaran. Alrededor el resto de hombres y mujeres del grupo los observaba con curiosidad, sin saber que ocurría.

-Los dioses han hablado Sigurd hijo de Ivarr. Tienes demasiado orgullo-la voz de Klemet sonaba profunda y seria- para ser un guerrero del clan kjari. Has demostrado la valentía de adentrarte en lo desconocido sin miedo a la muerte y de luchar sin un motivo. El tuerto a tenido a bien darte uno de ahora en adelante...-El thurl cogió un pequeño cuenco con agua con una mano, la otra la abrió frente a Sigurd. en ella sujetaba varias setas de color grisáceo y pequeñas- Tómalas-le ordenó sin más. 

La situación resultaba tan extraña para Sigurd que para el resto de los hombres, no pudo evitar sonrojarse ante las palabras del thurl, eran ciertas. El orgullo de Sigurd era muy grande, su sangre bullía por él, y eso casi le había costado todo... tal vez aún tenga que pagar por ello.

El hirdman miró de reojo el brazalete que se había vuelto a poner, suspirando.

Observó como el thurl abría las manos y enseñaba unos hongos junto con el cuenco de agua, no sabía qué hacer, pero si Klemet decía la verdad, sus palabras eran las del padre de los Aesir.

Tras unos segundos, Sigurd asintió, confiando en el sabio alargó ambas manos y cogió las setas con una y el cuenco con otra. Se metió los hongos en la boca, masticándolos y, después, los pasó con un trago del agua que Klemet le había tendido.

¿Qué esperaba conseguir Odhin con ello? ¿Cual era el motivo que, según Klemet, tenía guardado para que Sigurd luchase?

En el momento en que Sigurd tomo los hongos el thurl dio un paso atrás. El guerrero permanecía en pie, inmovil con la vista perdida entre las llamas...

Klemet sacó en ese momento algo del fardo que había tenido junto a el. Lo desenrolló y con ello extendido se acercó hacia Sigurd lentamente. Aquello era una capa echa con la piel del lobo que el hirdman había matado. Lentamente se la puso sobre los hombros y Sigurd empezó a gritar, a removerse como un loco tirando al thurl de culo sobre la arena. Saltaba, gritaba, se golpeaba el pecho con los puños y  al aire como si luchase contra una bestia. Por un momento tuvisteis miedo de que se lanzara contra la gran hoguera. 

Aquello al menos duró quince minutos, el resto de los guerreros lo miraban asombrados viendo como luchaba contra sus propios demonios hasta que al fin cayó al suelo y quedó inconsciente.

El agua salada, agua del mar, bajo por su garganta. El calor del fuego le abrasaba la cara a la vez que notaba su cabeza dar vueltas. Dejo de sentir a la gente a su alrededor cuando de pronto vio a la bestia. Al menos medía casi tanto como él de altura, era un lobo enorme sin ojos, sin la parte de abajo de la mandíbula pero con unos dientes terriblemente largos y afilados así como sus garras. De pronto se abalanzó sobre el hirdman antes de que éste pudiera hacer nada. Notó sus garras clavándose en el pecho y sus dientes rozando su carne, tratando de matarlo. Sigurd empezó a agitarse cerca de la hoguera, tratando de apartarse de la criatura pero lo lobo lo envolvía en su abrazó y no se separaba de él por mas esfuerzos que hiciera. Al final, cansado, mareado y dolorido Sigurd cayó al suelo bajo el peso de la criatura. Las estrellas en el firmamento daban rápidas vueltas...