Partida Rol por web

No estoy hablando de perseguir al barco, Hild. replicó con dureza  Jorunn —antes de criticar las ideas podías tener la consideración de esperar a que se expliquen. Estaba preguntando la velocidad del barco a Osviff porque considero que es una buena idea que, si tiene posibilidades de alcanzar el barco que deben proteger, hacer un intercambio. A nosotros no nos importará retrasar en dos días la llegada a casa en lo que duran las reparaciones. A ellos les va mucho más. Sin embargo, el barco es posesión de Osviff, y yo he sido puesta al mando de la expedición, no de sus propiedades, por lo que debería decidir él si acepta el cambio. Más adelante, cuando todo se haya solucionado podrían venir a realizar de nuevo el cambio y así darnos noticias de lo acontecido.

-¿Entonces no tendrías que haber preguntado a Osvif directamente si les puede prestar su barco?-Preguntó el ulfhednar-Lo digo porque de la forma que lo has hecho, ha dado la sensación de que querías perseguirlos, cuando Hild te ha advertido te has dado cuenta de que era una estupidez, que por cierto iba contra las órdenes directas de tu padre, y has buscado una excusa para justificarte.

¿Y si los jutos no volvían? Esa era otra ¿y si ellos no podían reparar el barco? ¿se iban a quedar ahí hasta morir de sed, hambre o que los encontrasen? Era demasiado confiar en alguien que acababan de conocer.

Constaba decir además que la misión de proteger a Jorunn aún estaba vigente, pero el ulfhednar contaba con volver al clan ya y no con esperar o viajar. No estaba en condiciones de proteger a nadie aunque lo hubiera deseado, por otro lado si bien tenían que seguir las órdenes de Jorunn él había jurado lealtad al jarl, no a su hija. Si sus órdenes se contradecían por cabezonería de Jorunn y el jarl no quería castigar a su heredera las cabezas de turco serían ellos.

-Voy a ver si me bebo un barril de esto, o dos... con suerte me mantendré borracho las próximas dos semanas...-dijo el ulfhednar, cuando se acabó el cuerno, levantándose para servirse más.

Yo siempre asumo las consecuencias de mis actos, Sigurd. No necesito inventar excusas. Eso cuenta para ahora y para el futuro.
Jorunn debía haber supuesto que sus compañeros actuarían así, pero igual la daba. Ella estaba segura de sus palabras y sabía que no mentía. Ahora bien, lo que acababa de sugerir el ulfhednar no dejaba de ser un insulto hacia su persona, tildándola de cobarde y de mentirosa. Eso enfureció a la chica que, no obstante decidió guardar aquellos sentimientos por el bien de su clan. Ser lider era duro, y serlo sin apoyo de nadie mucho más. La chica se giró entonces hacia el thurl y lo miró con curiosidad.
¿Qué ocurre Klemet?

Yngwe tan solo se mantuvo a un lado. Un marinero del barco rescatado llenaba jarras de bebida para los avezados tripulantes de ambos barcos, y tras hacerse con una Yngwe se habia sentado en un lugar cercano para presenciar como el remolino de "capataces" decidían el rumbo de la campaña. Realmente dejarles un barco Kjari no les volverá mejores guerreros, por lo que era como hundir su propio barco, enviarles a la muerte y no evitar la guerra - Yo les acompañaré- intervino el scalda. Cuando la mirada de alguno se posó sobre él mientras bebía solo se encogió de hombros.

No voy a dejar una princesa a merced de unos piratas ni a negar mi ayuda a estos hombres- se excusó con cierto tono de humor

-Esa bandera, es de Hirsk... la ciudad de las cadenas. Es una ciudad gobernada por piratas, no está muy lejos de Fyn. Seguramente es allí a donde se han llevado a la princesa Hedriss y al hijo del jarl Hord-sentenció el thurl con su habitual tono lúgubre.

¿Acompañarles a donde?-dijo al escuchar al scalda- Su langskip todavía estará varios días en tierra y este secuestro lo tienen que saber en Fyn. No podemos ir tras ellos y arriesgarnos a empeorar la situación sin que el jarl Knudsson lo sepa. Lo mejor será que volvamos a Rohald e informemos al jarl, desde ahí hasta la isla de las cadenas es un trecho muy corto, si el jarl así lo quiere los barcos de Rohald partirán en su busqueda y entonces os podreis ofrecer voluntarios. ¡Que demonios yo mismo os llevaré en persona!

Sigurd alzó una ceja como si las palabras de Jorunn fueran un chiste malo, pero no se molestó en contestar sino que bebió otro cuerno de cerveza mientras escuchaba las palabras del scalda. Tuvo que reprimir en ese momento la bebida en su boca, para que no saliera por sus orificios. El curtido Osvif no tardó en dar su opinión sobre el tema, una que a Sigurd le tranquilizó y le pareció sensata.

El ulfhednar estaba seguro de que el jarl querría buscar a la princesa, pero también estaba seguro de que sería quien querría decidir cuantos hombres se llevaban y a cuales, así que pidió en silencio porque escuchasen al veterano.

De repente y sin decir palabra Sigurd se giró, alejándose varios pasos del barril alivió la necesidad que la cerveza le había provocado con un suspiro, cuando lo hizo volvió al barril mucho más relajado*.

-Muy prudente -opinó Sigurd.

Desde luego los jutos estarían alucinando con la lealtad tan flexible que algunos del clan Kjari tenían a su jarl, el ulfhednar esperó que a la mayoría ese detalle se le hubiera pasado a la luz de la mañana.

En cuanto a ir en busca de la princesa, o el jarl se lo ordenaba si permanecía en el clan o Sigurd no sabía si la gloria resultante de tal tarea merecería la pena.

Eso solucionaría todos los problemas. Si crees que están en Hirsk ni siquiera tendremos que ofrecer el barco, tan solo volver a casa con ellos, si os place, desde luego. Si lo creeis mas conveniente podéis quedaros a reparar el barco. En todo caso nosotros avisaremos al jarl de lo que sucede y, muy probablemente, enviará a hombres capaces a ayudaros. 
 

-Zanjado el asunto entonces-dijo Guerd Latik satisfecho- Quien sabe, con suerte quizás escaparan y hayan llegados sanos y salvos en la isla de Fyn. Mi tripulación y yo nos tenemos que quedar para reparar el langskip pero te acompañarán dos de mis mejores hombres, no puedo dejar que solucionéis lo que ha ocurrido sin ayuda. ¡Juren, Ligurd!-dos hombres se acercaron al fuego donde estaba el grupo con el jefe juto-Les acompañareis de vuelta a Fyn y ayudareis a los daneses en todo lo necesario para encontrar a la princesa. Ahora estáis bajo el mando de su capitán, Osvif. Acatad sus ordenes como si fueran mías-los dos hombres asintieron.

Nosotros partiremos a Fynn cuanto antes, así podemos preparar todo para vuestra llegada. resolvió la chica mientras daba buena cuenta de su plato. El combate le había dado un hambre de lobo. Aquel banquete le sabía a gloria, probablemente porque estaba aderezado con sudor y sangre.

Y así fue, tras una noche de risas y canciones, a la mañana siguiente, los jutos se despidieron de los daneses. El grupo había partido de Rohald buscando las respuestas a los sueños del jarl. No solo no parecían haberlas encontrado si no que tenían aún más dudas sobre lo que el destino le deparaba a Scandia. Y por si fuera poco las nubes de una guerra próxima amenazaban sus tierras...