-Siempre supimos que sería difícil.- David se rió debilmente. Literalmente estaban luchando contra el mundo entero, pero sabía que pronto, para bien o para mal, llegaría el final. -Gracias, Verónica, Jane.-

Gracias, Davids. Miró hacia el despacho de Banes, su destino los esperaba allí. David, recuerda los números que te dijo Anthur, vamos a necesitarlos. Pensó hacia uno de los David, respirando profundo.

David, derrotado, indicó hacia el despacho de Banes, donde Veronica y J.J. le llevaron, aunque con bastante esfuerzo. Allí abrieron la caja fuerte de Banes, después de todo conocían los números y dentro estaba el libro. Las chicas se lo acercaron a David sin dudar, con sus acciones los Davids habían logrado desbloquear dos capítulos enteros.

El primero, un capítulo desconocido por los Davids, desbloqueado al pasar una vida entera junto a Vincent, su mejor amigo, una vida plena, formando una familia feliz, viviendo cómodamente y sin preocupaciones.

El segundo, el capítulo maldito, desbloqueado al tomar las drogas que le aconsejo su exnovia Sally. David vio porque este capítulo había asustado varias veces a la pelirroja, aunque también el grandísimo poder que podía conllevar.

Pero algo extraño pasaba. David sentía que después de todo lo vivido con Malcom y por su reciente intercambio de sangre con Veronica, además del aceptar los sentimientos encontrados de J.J., sería capaz de leer también el capítulo del dinero.

David no se sentía demasiado bien, por lo que sabía que antes de perder completamente la concentración, podía leer un capítulo.

Habían llegado hasta el final. David, con todo su corazón, deseaba que fuera el final. Estaba demasiado cansado, habían sido muchas vidas, muchas muertes. Era momento de tomar la decisión. Sentía el apoyo de J.J. y de Verónica junto a él, pero además de eso, sentía el apoyo de todos los Davids en su mente. Había sido un caos descubrir que estaban todos allí al mismo tiempo, habían habido peleas entre ellos, pero al final, todos estaban de acuerdo en un final feliz. Aún cuando uno de ellos, seguramente el fragmento del David que había estado en algún momento en manos de Rumikuchi, jugaba a burlarse de todos, a hacerlos desconfiar...

No podía perder más tiempo, o perdería la consciencia y todo seria en vano. Con esfuerzo, tomó el libro entre sus manos, y fijó su atención en el capítulo que quería: aquel que le daría un final feliz a todo, a todos. Y letra a letra, símbolo a símbolo, mientras sus fuerzas aún lo tenían en pie, leyó el primero de los capítulos, y deseó que las cosas, a partir de ese momento, estuvieran como debía ser desde un principio: no mas torturas para J.J. y su hermana, no más magia de sangre y muerte, no más Malcolm con tanto odio en su interior. Y él, él sería sólo David, un chico normal, que intenta salir adelante y quiere escribir, quiere crecer, conocer a la indicada, y llevar una vida plena. Ser feliz.

Tras leer el capítulo desbloqueado por haber pasado un muy buen tiempo con Banes, David entendió que el significado de la vida no es conseguir algo, ni llegar a ningún destino, si no el viaje en sí, las emociones vividas, las experiencias que le han hecho crecer como persona. Comprender este hecho a través del libro, el propio libro le permite a David pedir un deseo, el que él quiera, sin trampa ni cartón.

"Deseo un final feliz, uno donde todos vivamos una vida feliz sin preocupaciones".

Una vez David dijo eso... Se desvaneció completamente por la pérdida de sangre que tuvo... Al volver a abrir los ojos se encontraba en su cama, perfectamente bien. Fue entonces cuando por instinto revisó a los pies de su cama y efectivamente allí estaba lo que se esperaba, Vincent nuevamente, pero esta vez con el desayuno en una bandeja y una sonrisa amable.

Así que después de todo lo que has pasado, de amenazar con tu existencia... Has decidido simplemente desear un buen final para todos. - suspiró con una sonrisa mientras revoloteaba el pelo de David. - Está bien David, más bien, Davids o incluso mejor aún, Lía, Agus, Anthur, Hugin y... Bueno, el tipo que va diciendo que no hay que desnudarse en un parque infantil... ¿o era una guardería? Tanto da. La cosa es que Monet también es importante.

Se cruzó de piernas, dio la espalda a David y miró al techo. - Ahora Él y yo somos uno, David, como lo eráis todos antes. Hemos decidido que seguir preocupándonos por no ver este mundo destruido nos va a acabar llevando a la locura. Así que ahora que sabemos que hay más creadores, como nos gusta llamarnos, podemos simplemente... Relajarnos un poco y disfrutar de la simplicidad de una vida.

Entonces miró a David, con cierta seriedad. - Pero recordad, no todo puede ser felicidad en el mundo. Por ejemplo J.J. antes de que desapareciera su hermana era una persona depresiva, débil, al borde del suicidio. Pero la desaparición de su hermana le hizo crecer, ver que sus problemas no eran para tanto y que debe luchar por lo que quiere. - volvió a mirar al techo nuevamente. - También deben haber personas malas o bueno... Que no sigan el camino correcto si prefieres decirlo así. Si no existen estas personas, tampoco existirían las personas buenas ¿verdad? Derrocar a Malcom cuando controlaba la empresa os unió mucho a algunas personas.

También hay personas que eran buenas pero por la pérdida de alguien, se volvieron peor y cometieron cosas injustificables, aunque su causa en el fondo sea noble... Ya sabes a quien me refiero. - bajó la cabeza y se miró a las manos. - Bueno, espero que entiendas que en este mundo debe haber de todo, ni un exceso de bien ni un exceso de mal, porque sin una cosa no existe la otra ¡además de que si no pasarán cosas malas no habría emoción en nuestras vidas, no queremos matar a nadie de aburrimiento! - rió.

Entonces se levantó de la cama y se despidió. - Ahora todo queda en vuestras manos. Bueno... Todo menos yo y este libro que guardaré con recelo, después de todo es mi creación y creo que no debería estar en tu mundo. - le guiñó un ojo a David y procedió a salir de la habitación. - Nos vemos.

David, atónito, miró por la ventana para ver que sucedía y pudo ver a Banes abandonar el lugar con un coche mucho más humilde que su ferrari, con un destino incierto, pero con una gran sonrisa en la cara.

David había decidido que no quería volver a trabajar para nadie, si podía evitarlo: la experiencia de estar a las órdenes de McWagon, y de que le ocultaran cosas sobre su trabajo, le había marcado.

Por eso, como le seguía encantando la traducción, decidió que sería su propio jefe: David se hizo autónomo.

Así, empezó a trabajar en su casa por encargo, traduciendo libros de todo tipo, instrucciones de aparatos y artículos de revista: no ganaba demasiado dinero, y no pudo comprarse un Ferrari como el de Banes, pero hacía lo que más le gustaba y era razonablemente feliz.

Aunque, cada vez que se encontraba a solas con un libro, dejaba un reloj a la vista, por si perdía la noción del tiempo...

.:Final para David:.

David fue el único que recordó los eventos pasados. Ya no aparecían mensajes en el espejo al mirarse, ni tampoco oía voces que le controlasen. Tras abrir la caja fuerte con la PDA, lo que encontró en ella no fue a Lia, ni a ningún otro 'umbriano' como fuera que dijo Anthur que se llamaban. Lo que encontró fue otro pequeño tesoro, fotografias, cartas y escritos sin publicar que los padres de David quisieron dejarle a él.

David recordaba todo, todas sus vidas, las buenas, las malas, las no tan buenas ni tan malas... todo lo que sufrió, todo lo que sufrieron sus compañeros y amigos y no tan amigos... pero sobretodo, recordaba su decisión final, lo que rechazó y lo que finalmente eligió. La felicidad no estaba en el dinero, ni siquiera en la inmortalidad. Parecía que tampoco en la falta de sufrimiento, tal y como le había dicho Banes. No sabía cuál sería el secreto de la felicidad para los demás pero para él, fue reencontrarse consigo mismo. Tantas versiones de él, tantas posibilidades, tantas variantes... pero finalmente, ahora era él quien tenía el control. Ahora era él quien escribía el guión de su vida, como siempre debió haber sido, y pensaba darse uno bueno de verdad. No más indecisión, no más miedos, no más poca fuerza de voluntad.

Vincent Banes siempre había sido un referente para él. Su escritor favorito, y no le importaba que aquello se debiera a que Él así lo había querido crear. Quería llegar a ser tan famoso como él... algo asi como su sucesor, sentía que se lo debía, además que escribir siempre había sido su vocación. Inspiración no le faltaba, ya tenía idea de cuál sería su primera obra, y fue corriendo a por unos papeles para comenzar a estructurar los primeros bocetos, esos que afortunadamente nadie más que el escritor ve porque son realmente una birria, pero necesarios como el primer paso de algo mejor.

Con el paso de los días, semanas, meses, David comenzó a escribir un nuevo libro, su propio libro, uno que vendría ya traducido al inglés desde el principio. Uno que narraría las historias de todos, bajo el punto de vista de múltiples Davids. Uno que contaría, en última instancia, la historia que Rumikuchi nunca quiso dejar, para que tampoco esta fuera perdida. Un regalo a su creador, por asi decirlo. Pero, ¿cómo sería el final, el epílogo? Para escribir eso último no tenía material, no recordaba nada. Tendría que volver a verlos a todos, a Sally, J.J, Veronica, Malcolm o incluso el señor McWagon... ver cómo les había ido en sus vidas. Confiando, esperando, deseando, que hubieran tenido un final feliz, una vida feliz y sin preocupaciones. A lo mejor hasta se reencontraba con Banes, y podía entregarle, en mano y personalmente, el primer ejemplar impreso de su nuevo libro: 14 días...

¿Y qué hay del epílogo para David? Ese tendría también que crearlo... escribirlo, pero esa historia, su vida, su última vida, su vida feliz... sería otro regalo para otro lector, y sería el propio David. Un regalo de él mismo... para él mismo. 

.:Final para Malcom:.

 David tuvo que pensarlo un poco, pero era evidente que si había alguien que no podía tener un final sumamente feliz, ese debía ser Malcom. Aquella persona que le había traicionado de forma tan rastrera y que desató su furia a balazos contra Veronica era un peligro para la sociedad... y un mezquino en muchos aspectos. Pero al mismo tiempo, aquel viejo amigo tenía razón en algunas cosas: David le había fallado durante su vida. No había un amigo genuino con Malcom, no lo había tratado bien.

 Eso tenía que cambiar.

 El final de Malcom fue el de quedarse encerrado en prisión, viviendo el resto de sus días tras las rejas para que su egocéntrica y maniaca persona no pudieran pensar en más planes malvados que le dieran inmensas cantidades de poder a una persona como él. Pero no todo terminó en la prisión para aquel hombre: en ella Malcom logró algo que no había podido consolidar en libertad. Logró amistades y lazos con otros prisioneros, formando así una banda con la cual se convirtió en una de las personas más poderosas y temidas de la cárcel. Pero lo más importante es que había conseguido ser apreciado por sus pares.

 Malcom no cambió. No se volvió bueno de un día para otro. Y siguió atormentando a la población de la prisión por el resto de sus días, gozando de poder, fama y camadería.

.:Final para J.J:.

Jane se levantó esa mañana como tantas otras, maldiciendo el día. Otro día de trabajo en una empresa que no le daba nada. Se cubrió la cabeza con la almohada. "Cinco minutos más"... Los repetidos golpes en la puerta la hicieron levantar la cabeza. -¡Jane, vas a llegar tarde!- La voz de su hermana sonó muy clara a través de la pared. Por un momento, J.J. sintió que algo no estaba bien. Cómo si algo hubiera cambiado en su vida... Bah, debía ser el sueño. Y que ya no soportaba seguir empleada en aquella empresa.

Se levantó, se aseó, y bajó a desayunar con su hermana, como hacía todas las mañanas desde que ambas dejaron la casa paterna y empezaron a vivir juntas. A veces Jane pensaba que su hermana era un grano en el culo, pero ese día, inesperadamente, se acercó a ella y le dio un abrazo. Su hermana la miró, primero sorprendida, y luego riendo. -Joder, Jane, ¿ya estás fumando tan temprano?- La pelinegro no la soltó. -Sólo cállate y deja que te abrace, ¿vale?- Y por unos largos minutos ambas hermanas estuvieron en los brazos de la otra.

-En serio vas a llegar tarde.- Repitió la hermana.

-No iré.-

-¿De qué hablas?-

-No iré. Estoy hasta el coño del señor MacWagon. Renuncio.-

Hubo un silencio largo. -Bien, de acuerdo. Te apoyo en lo que quieras.- Dijo por fin su hermana, y media sonrisa se dibujó en los labios de J.J. No sabía que pasaría ahora, pero por primera vez, sentía en su interior que sería mucho mejor de lo que era...