David pagó el café y se dispuso a marchar a casa, no sin antes echarle un ojo al libro... Pero algo raro había pasado. Ahora podía leer con toda claridad lo que ponía en la portada de este, ponía exactamente lo que había dicho Banes. ¿Cómo era posible que hace un segundo no pudiera leerlo y ahora lo entendiese como si fuera su propio idioma y con total claridad?
Algo extraño pasaba con ese libro... Por otra parte al salir de la oficina, antes de llegar al coche encontró a alguien muy conocido. Sally, su exnovia, estaba rondando por la salida, sin embargo parecía que no hubiera visto a David. Se le hizo raro que estuviera allí sin llamarle a él primero, pero tras revisar su teléfono observó que tenía una llamada perdida de la misma. Quizá ocurrió a la vez que su llamada con Banes.
Aún así parece que David podría ignorarla y escabullirse hasta el coche si así lo quisiera, ya se encargaría Malcom de darle una buena explicación de porque David no estaba, aunque fuera inventada.
Era... inquietante. Como poco.
David se moría de ganas de echarle ya un ojo al extraño tomo.
Ahí estaba Sally... ¿Qué hacía allí? David decidió que ella ya no tenía derecho a inmiscuirse en sus asuntos, así que se hizo el sueco y se fue hasta su coche. Ya hablaría luego con ella.
David logró esquivar sin problema alguno a Sally, cogió el coche y marchó a casa. Aún no era demasiado tarde, a penas había pasado un par de horas en la oficina y en las idas y venidas, así que estaba igual que esta mañana con la diferencia de tener ahora el extraño libro entre sus manos.
David se sentía con ganas de revisar el libro a conciencia, sin embargo por mucho que lo mirase de arriba a abajo o buscase en guías de traducción, no conseguía descifrar ni identificar nada. Aunque de repenete empezó a sentir que el libro le atraía... Si se esforzaba, si le echaba horas... Acabaría traduciendolo antes o después. Eso es lo que sentía David al mirar fijamente el libro.
David cogió un bloc de notas y un par de lápices, y preparó un flexo en la sala de estar de la planta baja. Le quedaban unas horas hasta la comida, y pensaba aprovecharlas a conciencia.
Puso su móvil a reproducir una lista de jazz, y abrió el libro con intención de empezar a examinarlo.
En esa primera aproximación, pensaba ojearlo, ver si todas las páginas parecían escritas en la misma lengua, si había ilustraciones o anotaciones en otro idioma que pudieran serle de ayuda, familiarizarse con el tipo de letra...
David empezó a mirar el libro de arriba a abajo. Sin duda alguna todas las páginas tenían la misma tipografía y parecía ser la misma lengua, sin embargo cuando terminó de revisar todas las páginas solo por encima, el móvil empezó a sonar de forma estruendosa.
Se acercó a mirar, era Mal, le estaba llamando. Aunque eso no era lo más curioso, pues David se sintió sorprendido al mirar que el reloj de su móvil marcaban las ocho de la tarde. Aquello no tenía sentido, a penas habían pasado unos pocos minutos desde que se sentó a empezar a revisar el libro. Aún así... Se seguía sintiendo atraído a seguir con aquél libro e intentar descifrar sus secretos, dispuesto a ignorar el hambre que tenía y la llamada que estaba recibiendo...
- Waw... ¡Las 8:00 ya! Ha pasado la tarde volando.
David decidió que sería mejor coger el teléfono. Además, le tenía que dar las gracias a Malcolm.
- ¿Si? Dime.
¿Cómo que "¿Si? Dime"? ¡¿Tú sabes la bronca que me he tenido que comer por parte de Sally?! Pero tranquilo, le he dicho que te encontrabas mal y que te fuiste pronto ¡la pobre solo quería felicitarte por tu nuevo trabajo! Trabajo que *ejem* alguien te ha ayudado a conseguir. ¡Y espero una cena de agradecimiento! - dijo con una risotada. - De paso me podrías contar también que te han encargado ¡tienen a toda la empresa en vilo! Nadie sabe que os traéis entre manos tu y Banes, pero no pasáis desapercibidos. ¡Debe ser algo gordo!
David se rió por lo bajo.
- Ya, tío: lo siento. Pero no tenía ganas de verla. Ya hablaré con ella en otro momento. Oye: muchas gracias. De verdad.
Miró de reojo el libro.
- ¿El curro? Nada, una traducción de un texto azteca - dijo, mientras miraba la portada - Parece muy interesante, pero todavía no tengo nada.
- Bueno, ¿y cuándo quieres que quedemos para esa cena?
¿Un texto azteca eh? A saber que locura habrán escrito ahí. - contestó con una risotada. - ¿Qué te parece esta noche en tu casa?
- ¿Esta noche? Es un poco tarde; preferiría seguir con el libro... desde luego, no quiero tener que ponerme a hacer cena.
- ¿En mi casa? No tengo nada preparado; pero, si quieres, vamos a Tony's. ¿Te parece?
Vale, genial, nos vemos allí en una hora. - contestó, para acto seguido colgar.
- Si le quería echar un ojo al libro por encima, y sin darme cuenta me han dado las ocho, será mejor dejarlo por ahora o no llegaré a la cena - se dijo David - Mañana ya sigo. O quizá luego, cuando vuelva...
Guardó el libro en un cajón, y se dispuso a prepararse para irse a cenar con Malcom.
David llegó al restaurante y allí estaba Malcom ya esperando, que de hecho se había pedido ya algo para ir picoteando. - ¡Daviiiiiid! - gritó desde la mesa sin si quiera levantarse. - Ven aquí anda.
Cuando el joven se sentó en la mesa, enseguida aquél hombrecillo empezó a hablar sin dejarle al pobre pedirle algo de cena. - Bueno y cuéntame ¿cómo es trabajar con Banes? Tienes a toda la empresa muerta de la envidia ¿y el libro? El libro nos trae a todos super curiosos, el jefe no habla con nadie de él, de hecho lo tiene muy bien guardado ¡ojalá tener el original entre las manos para ver a que viene tanto misterio! Pero seguro que a ti se te da bien traducirlo, siempre eras el mejor de la clase, aunque si necesitas ayuda tu viejo amigo Mal te puede recomendar algo ¡pero no ayudarte, que yo también tengo mucho trabajo! - rió de forma sonora. Era un tipo muy hablador, pero eso ya lo sabía David.
David se acercó, cruzando el restaurante entre las mesas.
Se sentó, y abrió la boca un par de veces mientras intentaba tímidamente alzar la mano para pedir algo, pero no lo consiguió: Malcom era como una ametralladora alemana en la playa de Omaha el Día D, y los intentos de David de intervenir caían derribados ante su arrolladora verborrea.
- ¿Banes? Pues... tiene una forma de trabajar curiosa: como un artista - David seguía sorprendido por el tema de los horarios - Estoy seguro de que podré aprender mucho de él; pero de momento no hemos podido hacer nada juntos, acabo de empezar.
Dicho esto, reflexionó acerca de lo que Malcom decía: el señor McWagon tenía el libro a buen recaudo y no hablaba sobre él con nadie.
- ¿El libro? Apenas le he podido echar un vistazo - zanjó para quitarle importancia al asunto antes de cambiar de tema - Oye, ¿Qué tal Sally? ¿Qué te contó? Al final se me ha pasado llamarla.
Espera... ¿Tienes el libro de verdad? ¿El auténtico? - preguntó muy sorprendido Malcom. - Sally, bueno. Como siempre, con sus idas y venidas emocionales. - parecía que ahora su atención había recaído sobre aquello, sobre el hecho de que David tuviera el libro auténtico.
"No dejes que lo vea".
¿Qué era aquello? ¿Una advertencia? ¿Se refería al libro?
¿Su reflejo le había hecho una advertencia? ¿Era eso posible?
- Trabajaremos con el original, sí; a mí también me ha extrañado. Así que tendré que ir a la oficina para poder trabajar.
Había mentido... a medias. Al fin y al cabo, si al día siguiente acudía a la oficina con el libro, y ya lo dejaba allí... sería como si nunca hubiese salido de la oficina.
En lo que no mentía era en lo mucho que le había extrañado que trabajasen sobre el original, en lugar de una copia. Se había planteado preguntarle por el motivo al señor McWagon, pero... estaba demasiado cortado en la entrevista, y demasiado emocionado también por el trabajo.
No quería dar pie a que Malcom le pidiera ver el libro. Le daba mala espina el mensaje que se había dado a sí mismo desde el espejo; era como una señal.
Se frotó los ojos... ¿Aquello había sido una alucinación?
¡Que interesante! Pues espero que me dejes echarle el ojo algún día, compañero. ¡Con hacerme una foto con el libro me vale! Solo quiero vacilar delante del resto de la plantilla... - empezó a reír de forma sonora. La cena siguió entre risotadas por parte de Malcom y David viéndole comer como un cerdo. - Vaya, mira que hora es. Será mejor que vayamos ya cada uno a su casa, ha sido divertido. ¡Nos vemos mañana! - con eso dejo su parte del dinero en la mesa, bastante más que David y se fue.
David llegó a casa directamente, ciertamente se había hecho tarde. Ahora se le planteaba algo ¿dormir o hacer otra cosa?
Se había despedido de Malcom, y había evitado un trance por el que no quería pasar: el de enseñarle el libro.
Ya no sólo era aquel extraño presentimiento: si el señor McWagon estaba siendo tan discreto con el libro, sería por algo.
La verdad era que, aunque estuviera cansado, se moría de ganas por ponerse a leer... Además, había acordado trabajar sin horarios; no necesitaba trabajar al día siguiente.
- Sólo un rato - se dijo David - Estaré pendiente del reloj: no quiero quedarme hasta las tantas.
Preparó el flexo, cogió papel y lápiz, su ordenador portátil, y se sentó dispuesto a destripar el libro.
David se preparó para leer el libro, con reloj en mano para que no se le pasara el tiempo volando. Empezó a ojear el libro, empezó a sentirse ligeramente mal pero no tardó demasiados segundos en por fin entender una palabra de todo ese embrollo que era el libro. La palabra era "Si". David se sorprendió mucho, miró el reloj, según este no habían pasado más que unos segundos.
David siguió queriendo leer más, aunque cada vez se sentía peor y peor, sabía que descifraría lo que ponía en aquella frase. La siguiente palabra que leyó fue "Lees". Volvió a mirar el reloj y solo unos pocos segundos más habían pasado. La cabeza de David empezó a doler mucho, junto con su estómago y su vejiga, pero sobretodo sentía mucha sequedad en la garganta, pero debía acabar de leer aquello.
Repitió el proceso de leer y mirar el reloj varias veces, todo parecía indicar que el tiempo seguía su curso normal, aunque David cada vez se sentía peor y peor. Finalmente terminó de leer aquella oración en la que ponía.
Si lees esto estás muerto.
David lanzó el libro, lejos, le dio algo de miedo aquella frase, cuando miró el reloj seguía siendo la misma hora que cuando empezó a leer, algo no cuadraba. Miró la pantalla de su ordenador con más detenimiento y efectivamente, era la hora a la que había empezado a leer, pero cinco días más tarde. Había tardado cinco días seguidos en leer aquella oración.
El corazón de David se empezó a agitar, nervioso, intentó buscar algo de agua y comida, pero al levantarse de la cama se desmayó.
Las siguientes noticias que hubo de David fueron tras hallar su cadáver en su casa. Había recibido varias llamadas de su amigo Malcom, su ex-novia Sally y de su compañero de trabajo Banes, pero no contestó a ninguna, aunque no le dieron demasiada importancia conocida la dificultad del libro que estaba traduciendo.
Banes salió en las noticias y enunció unas palabras. - Pensé que David sería capaz de entender el libro, de vivirlo, pero veo que esta no ha sido su mejor decisión. Solo espero que en otra ocasión, si es que la tiene, comprenda que este libro es muy... Especial. No es como otro cualquiera, no hay que centrarse en llegar a traducirlo, si no en vivir el viaje de la traducción tan único que este libro presenta. Descansa en paz amigo.
Y con esto llegamos al fin de tu primer viaje, Hugin :)
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