Partida Rol por web

La alarma sonaba un día más, con la pequeña diferencia de que hoy David se despertaría sabiendo que en unas horas tendría su entrevista de trabajo... Aunque quitando eso, aquello era un día como otro cualquiera. Fuera como fuera aquella entrevista, no cambiaría demasiado su vida, pues aún teniendo un salario suculento, tenía mucho apego a aquella casa tan grande que recibió como herencia, además de ser la casa en la que se crió.

Era una casa bastante grande, con dos pisos y sótano. En el piso superior se encontraba la habitación en la que ahora dormía David, un baño y una habitación de invitados. En la planta baja se encontraban la cocina, dos baños, un comedor, una sala de estar y un recibidor. Por último el sótano lo usaba de trastero... Aunque aún habían algunos trastos que había dejado su padre.

El día empezaba y era el momento de decidir que hacer a continuación.

David remoloneó ligeramente, bien era sabido que levantarse y hacer algo productivo con su vida era algo que todo adulto responsable tendría que hacer, pero por otro lado quedarse en la cama, bien arropado y calentino, en un entorno confortable, seguro y apacible... eso ya era algo de otro nivel, como si estuviera en los cielos.

-Puta vida -gruñó mientras se levantaba.

A fin de cuentas, David aún no estaba muerto, descansar no era una opción válida, se sentó con cuidado en la cama y miró los alrededores por si hubiera algo de interés, al menos, algo que pudiera tener adelantado de la noche anterior, quizás la ropa de vestir en una silla, o quizás una botella de Whiskey con una nota que dijera:

Suerte, Campeón

-David del pasado.

 

PD: Los trozos de Pizza de ayer están el microondas.

David no acostumbraba a beber, sobretodo si al día siguiente tenía una importante nota de trabajo, aún así recordó que en el desván su padre solía guardar bastantes botellas de alcohol, por lo que si eso es lo que buscaba, ya sabía donde ir. Por otra parte tenía una gran variedad de cereales bien ricos en la cocina.

La única nota que encontró David, no era una nota como tal, si no un mensaje de su amigo Malcom, quien también trabajaba en la empresa.

No llegues tarde caraculo, al jefe le gusta la gente puntual.

David suspiró tras leer esto. ¿De verdad hacía falta salir de la cama? Con lo bien que se estaba allí, pasando los días y viviendo de la herencia que le dejaron sus padres cual parásito. 

En efecto, su pasado-yo era igual que su presente-yo, le odiaba, por lo que sin mucho más que hacer, el joven David se levantó y se vistió, pues todo lo demás era superfluo, en cambio tener una buena presentación era la óptimo, a fin de cuentas, tan solo se puede dar una vez una buena primera impresión... o una terrible primera impresión.

-¡Tu puedes hacerlo! -Se dijo mirándose al espejo.

Pero al mirarse en el espejo fijamente, algo extraño pasó. Aquél David que había allí, delante de él, más que su reflejo, parecía una copia exacta. De hecho comenzó a hablarle.

Sin lugar a dudas, eso asustó por un instante a David hasta que, de forma completamente racional trató de buscarle sentido, desde padecer algún tipo leve de demencia, hasta haber comido para cenar la comida demasiado pasada de su fecha de caducidad... o quizás se tomó algún tipo de seta alucinógena en vez de champiñones en lata.

-¡Me cagoendios! -Grito dando un salto hacia atrás... al parecer no lo razonó suficiente- ¿Pero cómo?.

David respiró hondo antes de continuar, se aclaró la garganta, y habló al espejo.

-Apuesto hombre, -comenzó bien- ¿Estoy despeinado?.

Sin lugar a dudas David era una persona centrada en su objetivo, y ese era verse fa-bu-lo-so para la entrevista con aquel hombre, lo cual quizás fuera importante si incluso su amigo Malcom le había advertido acerca de la puntualidad, y por tanto de la buena presencia.

David sigue mirando el espejo. Se pone todo lo guapo que puede dada la cara que tiene.

David finalmente estaba listo, o al menos lo más listo que un jóven adulto pudiera estar, por lo que recogiendo los enseres personales que pudiera necesitar, bajó a la calle en dirección hacia el puesto del trabajo usando el método más conveniente para ello, véase... andando si no llueve ni tiene pinta de que lo hará, conduciendo si pudiera y debiera hacerlo o en su defecto pidiendo un taxi.

David llegó a la empresa en su propio coche. Aparcó en el parking que había destinado para los empleados de la misma, después de todo hoy empezaba a trabajar allí.

Una vez aparcó, salió del coche y entró en el gran edificio de doce plantas, pudo observas lo aseada y elegante que era la recepción, sin duda alguna se notaba que aquél era un lugar con dinero. Había tiempo aún antes de la entrevista, aunque Malcom había dicho que al jefe le gustaba la gente puntual.

¡David no iba a llegar tarde a su encuentro!. Por lo que asumiendo los riesgos que tendría que asumir, se acercó a la recepción y con la más amplia sonrisa que este pudo abarcar, habló con ella de forma cordial y educada, a fin de cuentas, tenía que caer bien a todos, sean peces gordos o pececillos en prácticas no remuneradas que probablemente se estén alimentando de anchoas en lata desde hacía 4 meses.

-¡Buenos días! -Dijo con una sonrisa- ¿Podría indicarme dónde se encuentra el despacho de Eric McWagon?. Tengo una cita de trabajo con él y no deseo llegar tarde.

La chica que había en recepción te miró con cierta indignación, como si le molestase que le preguntaras aquello ya que la estabas sacando de su ajetreada agenda de no hacer nada. - Planta doce. - contestó de forma muy seca. David decidió coger el ascensor para subir hasta allí, pero alguien le llamó la atención, pues una persona muy importante salió del ascensor al que estaba a punto de entrar el joven.

Vincent Banes, el famosisimo traductor el cual David admiraba y había seguido su trabajo de cerca, salió del ascensor y miró al chico con una sonrisa. - Hola David. Al piso número doce ¿verdad? Te está esperando el jefazo, acabo de hablar con él. - miró con cierto recelo a David. - ¿Te has mirado bien bien al espejo? Si no, deberías hacerlo... Bueno, si no me quieres preguntar, sube para arriba, ya te contará el jefe todo sobre el trabajo.

Por su parte el bueno de David, el cual no había perdido aún su buen humor, o al menos el aparente buen humor que deseaba demostrar en este primer día de trabajo, o quizás posible trabajo, decidió responder con una sonrisa y quizás con una respuesta no demasiado inteligente, pero sí con cierto peso.

-En el espejo yo no me vi -comenzó- pero la persona del otro lado sí lo hizo.

No deseaba perder el tiempo en charlas triviales y banales, por lo que se adecentó lo más que pudo mientras el ascensor continuaba subiendo y una vez en el piso, con una buena respiración, continuaría su marcha hacia el despacho del jefe. A fin de cuentas, el tiempo era un tema serio a tener en cuenta.

David, tras ver la cara de estupefacción de Banes, subió en el ascensor hasta la planta número doce. Allí habían varios despachos pero sin duda alguna el más grande debía ser el del jefe del lugar, lo cual confirmó tras leer una placa al lado de la puerta con el nombre de "Eric McWagon"

Pero antes de entrar por la puerta, el móvil de David empezó a vibrar. Al mirarlo, en la pantalla pudo ver el nombre de Sally, su ex-pareja. "¿Qué demonios querría ahora?" se preguntó.

El tiempo pasaba y pasaba, aunque para David solo habían pasado unos pocos segundos, por dentro se sentía como si hubieran pasado años y años. Su corazón cada vez iba más lento, cada vez le costaba más andar, hasta que finalmente justo antes de entrar por la puerta del despacho, su corazón dejó de latir, cayendo su cuerpo inerte dentro del despacho.

Cuando los médicos realizaron la autopsia a David, no lograron entender que demonios había pasado, pero su corazón era el mismo que el de alguien de cien años...