La noche anterior un trueno rasgó el cielo partiéndolo en mil pedazos, la tierra se sacudió ligeramente y un montón de cuerdas brillantes ataron a las estrellas. Viajabas con tu tribu en busca de un lugar mejor cuando el estrépito provocó el pánico. Thal huyó en la peor de las direcciones resbalando por un barranco de guijarros y precipitándose al vacío en medio de la oscuridad de la noche, la caída fue dolorosa pero no mortal
Al despertar desconocía el tiempo que había ocurrido. Sus labios estaban secos y llenos de polvo, con dificultad y dolor pudo sacar toda la gravilla y tierra de sus orificios hasta dejar de sentir el entumecimiento de su zona occipital. ¿Donde estaban todos? ¿Qué había ocurrido?
El sol estaba saliendo. Afinó el oído para oír el trino de un zorzal al levantar el vuelo desde una roca cercana, apenas había nada que le indicara qué había a su alrededor. Olisqueó la tierra seca, se encontraba en una ladera de cornisas y aristas escarpadas que caía en pendiente hacia el valle, verde y exuberante tal y como la mitad de la primavera solía prometer. A sus espaldas estaba la escarpada pared por la que debía haber caído, infranqueable para alguien tan poco atlético como Thal.
El sol brillaba en un cielo azul y apenas hacía viento. No había lugar a dudas que su tribu ya no estaba allí, y que debía encontrarles si deseaba sobrevivir. Y debía sobrevivir si quería tener alguna oportunidad de encontrarles.
Aquel lugar le era extraño y desconocido, pero no había otra que superar los miedos que la seguridad de una tribu era capaz de paliar: el miedo a la muerte. Hambre, frío, sueño, enfermedad y depredadores estarían esperando a que el homínido de cabeza llana, sobresalientes arcos ciliares, mandíbula pronunciada y extremidades gruesas bajara la guardia
14º, Soleado
En Notas tienes el vocabulario que conoces, lo ampliaré esta semana que te falta
Inicias con hambre 8/10 y Estrés 4/10
Thal despierta inquieto porque ha tenido un sueño de los malos. En el sueño, el cielo se vuelve negro y no queda más que la luz de las tormentas que cae desgarradoramente sobre su tribu. Le gusta intentar acordarse de sus sueños, de los buenos y loa malos. Pretendiendo recordar más de su sueño malo, hace un vago intento entre rascarse y golpearse la cabeza, pero sólo recuerda eso y un manto de oscuridad. El simple movimiento de su brazo le causa dolor, el dolor envuelve todo su cuerpo, pero el entumecimento es soportable. Se ha visto en peores condiciones. Abre sus ojos a la realidad dándose cuenta de que no está soñando. Ha pasado algo malo, algo malo de verdad, no era ningún sueño.
La sequedad y el polvo recorren su boca igual que un río sin cauce en época de aridez. Escupe la tierra como puede y tose sientiendo que su garganta se rasga. Necesita agua. Se gira a su alrededor y no ve nada ni nadie. Su tribu no está. Se ha ido sin él o han acabado peor que él. Los quiere encontrar y saber qué ha pasado. La luz de la tormenta cayendo sobre el suelo y moviéndolo y destrozándolo todo no era bueno.
El estómago de Thal ruge. No sabe cuantos soles han pasado desde que se separó de su tribu ante el caos. Necesita comer algo, tiene que cazar. Busca su lanza o algo con lo que poder fabricar una. Hay vegetación entre piedras por lo que puede rastrear el olor de algún animal comestible o si alguien de su tribu ha pasado por ahí. Quizás por su orín.
Empieza el rastreo por olor, pero sin dejar a parte sus otros sentidos, abre bien los ojos, ahora con menos restos de tierra que antes. Thal también agudiza sus oídos en busca de algún ruido o voz. Quiere escuchar la voz de alguien de su tribu, la voz de algún pequeño animal o la voz de un río llamándole.