Ka salió de buena mañana en los alrededores de la cueva. Siempre al alcance de la vista de Uba, no pensaba alejarse demasiado puesto que un golpe de viento o un traspiés podía resultar en un fatal accidente que, de no haber nadie mirando podría convertirse en funesto. Estuvo rebuscando un buen rato entre las piedras y plantas del acantilado.
De vez en cuando miraba hacia los riscos con deseos de intentar de nuevo escalar para alcanzar los sabrosos huevos de gaviota y alca, o los ricos moluscos que en la región más baja se encontraban, pero incluso un experto escalador desestimaría aquel día de violenta marea el bajar allí abajo. Por lo que se quedó en las cotas más altas alrededor de la entrada rocosa que se había convertido en el hogar de ambas.
Al cabo de tres horas Ka regresó con lo que parecía el desayuno. En su mano con diminutos arañazos llevaba dos hámsters y un pequeño manojo de espárragos, puso uno en manos de Uba al roedor muerto, cogiendo el otro y abriéndolo con los dedos pulgares para sacar las tripillas del pequeño y llevárselas a la boca junto a los pequeños huesos que masticó. Después empezó a dar cuenta de los espárragos. Cuando Ka acabó, solo quedó una bola de pelo que había escupido y unos pocos huesos que ya de nada valían.
Motivo: Recolección
Tirada: 1d6
Resultado: 5 [5]
Ka ha encontrado un par de hámsters y le da uno a Uba, que puede consumir de él y los espárragos hasta tres raciones
Uba se queda mirando el ratoncillo y los espárragos. El estómago le ruge, pero nunca le ha gustado demasiado la carne cruda, y duda en hincarle el diente al roedor hasta que recuerda algo.
Bajo la mirada de curiosidad de Ka, alcanza su bolsa y extrae el estómago de vaca que su madre le legó, enseñándole a utilizarlo a modo de olla. Pasea los ojos por alrededor, preguntándose si podrá cocinar en las penosas condiciones que le ofrece el acantilado. El continuo viento proveniente del mar le hace pensar que será imposible, pero la expresión de excitación que ha adoptado Ka al ver la olla le anima a, por lo menos, intentarlo.
Unos minutos de infructuoso intento por hacer fuego después, Uba se rinde, guardando de nuevo la olla y resignándose a comerse el hámster crudo. Con un suspiro de resignación, Ka le da una palmada en la espalda para infundirle ánimos.
La comida, no obstante, y la sensación de tener el estómago lleno, hace que la frustración se olvide pronto. Con renovadas fuerzas, sintiendo que su pierna está mucho mejor que ayer, Uba se pone en pie y mira hacia el otro lado del acantilado, donde el camino discurre, sinuoso, entre las montañas.
Lanza una mirada curiosa hacia Ka, que también se pone en pie. Ambas saben que no pueden sobrevivir en ese lugar para siempre, pero también que todo viaje será peligroso. Uba quiere saber la opinión de su nueva amiga: ¿quedarse allí un tiempo o arriesgarse a buscar un lugar mejor para aposentarse? Señala hacia lo lejos, haciendo un gesto que espera que Ka interprete como de interrogación, antes de girarse hacia ella mientras espera su respuesta.
Motivo: Cocinar
Tirada: 1d6
Resultado: 1 [1]
Ka se pone los dedos de ambas manos bajo sus ojos - Gruul - y después se lleva los tres primeros dedos de la mano derecha al labio inferior y se dedica a andar en los alrededores.
Al decidir que tal vez deberíais marcharos, emprendeis una pequeña caminata hacia las lindes de la región. Siendo un suicidio lanzarse al mar o intentar escalar la abrupta cordillera. Habiendo explorado el este, deciden ambas caminar hacia el sur donde se alejan del mar para bajar por las montañas a cotas mucho más bajas. Ka cojeaba visiblemente pero mantenía su atención metiendo las manos bajo cada roca y olisqueando y probando cada raíz que encontraba, persiguiendo lagartijas y pequeños roedores con su violácea articulación inferior a la que no prestó gran atención y que no parecía imposibilitarla.
En el cielo azul cubierto de nubes las gaviotas alzaron el vuelo y su silueta se veía mejor que nunca por la falta de luz directa, volaban sobre las costas jugando en los vientos invisibles que allí arriba parecían soplar con menos fuerza. La temperatura, que normalmente ascendía a mediodía se mantuvo bastante fresca, ahora sí que no cabía duda que iba a llover. No hacía un día propicio para andar viajando de un lado a otro sin un refugio en el que detenerse pero Uba debía pensar en qué podía ser mejor para ambas, ahora Ka, menor que ella, estaba bajo su estrecha responsabilidad.
UUUUUUH UUUUUUH
Uba se había adelantado cuando escuchó los gritos, y desde un peñasco oteaba el abrupto sendero que les llevaría lejos de las cuevas de los acantilados, lejos de la seguridad de aquella holladura en la roca y lejos del mar violento y del viento al rebramar donde ambas se dormían arrulladas por el mar.
Se giró alarmada y Ka estaba arrodillada en una hendidura entre las rocas y con cierto cuidado sostuvo algo entre las manos mientras gritaba - UUUUUU-BÁ UUUUUUUHBÁ
Había encontrado varios nidos, en un pequeño recodo de rocas había encontrado al menos una docena de nidos repletos de huevos grandes y lustrosos. Aquello sin duda les llenaría el estómago a ambas. ¿Era alguna clase de señal? ¿Qué decidiría Uba? ¿Lanzarían su travesía al sur? ¿O se quedarían en aquella tierra tan rica en alimento donde no parecía que Ka tuviera grandes problemas para encontrar comida
Motivo: Recolección
Tirada: 1d6
Resultado: 6 [6]
Mediodía
8º, Cielo nuboso, Vientos fuertes
-2 de Alimento a Mediodía
Ka ha encontrado seis raciones de Alimento, sin pensarlo devora varios huevos pequeños que corresponden a tres raciones y tiende a Uba otras tres.
Ka te seguirá, si decides caminar, el miedo a estar solo es demasiado fuerte y no tiene la imaginación necesaria para ser capaz de decidir qué puede ser mejor, en este caso su opinión no contará demasiado.
Con la tirada de cocinar, la mañana inviertes en cocinar dejando el mediodía con la opción de viajar o desempeñar otra función, por favor, te dejaré un pequeño escrito en offtopic como funciona la cocina a nivel1
Uba devora los huevos con ansiedad. Está tan hambrienta que ni siquiera se molesta en cascarlos y verter su contenido en la olla para comerlos. Directamente se los mete en la boca, y el desagradable rechinar de la cáscara bajo sus poderosos molares se ve compensado por el sabor que desborda sus papilas gustativas, tan intenso que casi se le humedecen los ojos.
Pensativa, se sienta, observando el cielo grisáceo donde las nubes, repletas de agua, parecen a punto de romperse y descargar su torrente sobre la superficie. Agradece la compañía de Ka, que no solo resulta reconfortante sino también tremendamente útil -es una recolectora nata-, pero por encima de todo sigue anhelando encontrar a su tribu, o al menos otro grupo de homínidos al que poder llamar como tal. Su ser le impulsa a seguir avanzando. Pero...
Un goterón frío le cae en plena frente, anunciando la llegada de la lluvia. Ka emite un pequeño grito de sorpresa; Uba se levanta con menos agilidad de la que le gustaría -la pierna aún le duele- y agarrando a la otra neanderthal del hombro, se la lleva a un parapeto bajo una cornisa rocosa. Allí, las dos mujeres se acurrucan la una junto a la otra, esperando pacientemente mientras observan cómo el aguacero cae con fuerza sobre la tierra.
Uba mira a Ka. Y se da cuenta de que probablemente no sea el mejor momento para viajar, no al menos hasta que termine de curarse. Eso le recuerda que hace varias horas que no revisa su herida. Con un gesto le pide que descubra su pierna, apartando la cataplasma. Con un gruñido de satisfacción descubre que tiene mucho mejor aspecto, y aprovecha para cambiarle la cataplasma y el vendaje, aplicándole el remedio y cubriéndolo con una tela limpia que desgarra de su ropa con los dientes. Cuando termina, le parece que ha hecho un buen trabajo y pronto Ka podrá andar con normalidad de nuevo.
Decide, definitivamente, esperar unos días hasta que la otra neanderthal se haya recuperado. Y entonces, piensa Uba mientras contempla de nuevo la lluvia, emprenderá de nuevo el camino en busca de la tribu.
Motivo: Cataplasmas
Tirada: 1d6
Resultado: 6 [6]
Ok, te agradezco la aclaración porque es una acción que me genera algunas dudas :)
Tal como era de preveer, de regreso a la cueva empieza a llover. Suben por las montañas en busca del sendero a los acantilados, pensando en regresar a la seguridad de su cueva cuando la capa cenicienta de aquellas nubes grises que a media tarde empezó a descargar la lluvia en forma de incesante riego. Además el viento era tan fuerte que ambas debían inclinarse.
Ka no obstante no parecía dispuesta a desperdiciar ninguna ocasión y aprovechando el ascenso recogió varias piedras que, igual que con la comida, puso sobre las manos de Uba - U-ba - Decía cada vez que colocaba un grueso, enorme y feo pedrusco en manos de Uba. Parece que el cataplasma había hecho un efecto rápido sobre Ka, quien ahora caminaba con paso más atlético y sin gestos de dolor, aunque en ocasiones seguía frotándose el tobillo hinchado y malherido.
Cuando por fin llegaron a la seguridad de la cueva del acantilado el viento era ensordecedor, y golpeaba la cueva sin dejar ni un solo rincón de polvo y arenisca por levantar.
Ka colocó todas las piedras en el suelo y sobre el fondo de la cueva se encogió buscando el rincón donde guarecerse del viento y el frío sin ningún éxito, llevándose los tres primeros dedos de la mano sobre la barbilla - Gruul U-ba - Encogida parecía meditar, la comunicación no era nada fácil y un trueno ensordecedor apuñaló el cielo en lo que anunciaba ser una noche tortuosa y mortal si es que algún homínido seguía ahí fuera.
Motivo: rectL
Tirada: 1d6
Resultado: 5 [5]
Atardecer
5º, Lluvia ligera, Viento Fuerte
-2 de Alimento al Atardecer
+1 de estrés por Vientos fuertes y frío
Uba contempla a Ka, observando después las piedras que la neanderthal ha dejado en una zona de la cueva. Puede que más adelante sean útiles, aunque ahora mismo no se le ocurre muy bien qué hacer con ellas. Suspira, cansada, dirigiendo una mirada de desánimo más allá, hacia el exterior. La lluvia arrecia con fuerza y no parece que vaya a parar en un rato.
En silencio se tiende junto a Ka, acurrucándose junto a ella. Ahora que empieza a conocerla se da cuenta de que es menor, bastante menor que ella. Exhausta pero extrañamente despejada, escucha la lluvia y el viento mientras se pregunta por su nueva amiga. ¿De dónde vendrá? ¿Cuál sería si tribu? Y, lo más importante: ¿por qué está aquí con ella, tan lejos de los suyos?
Uba no es consciente del momento en el que se queda dormida. Pero, de repente, despierta con un sobresalto; junto a ella, Ka se estremece, pero un tenue ronquido le anuncia que el respingo no ha sido suficiente para sacarla de su profundo sueño. Uba se incorpora, notando el aguijón del frío. No sabe qué hora es ni cuánto tiempo ha pasado, pero su oído sí le indica algo: ya ha dejado de llover.
Motivo: Talla lítica
Tirada: 1d6
Resultado: 1 [1]
Motivo: Talla lítica
Tirada: 1d6
Resultado: 1 [1]
Cuando Uba abre los ojos el hambre es tanta que ni siquiera le duele, una pequeña niebla se esparce frente a ella, como una nube que debería llevarse el viento antinatural que ahora golpea tratando de oradar sobre el fondo de la cueva donde se encuentra Ka murmurando unas palabras que no llegan a oídos de Uba, no es solo la potencia del viento golpeando la roca no, hay algo en su lenguaje, en los sonidos que articula y los gestos que se hace frente a la boca mientras observa el suelo que no llegan a hacerse comprensibles para Uba, es como si Ka estuviera hablando con ancestros muy antiguos.
Al semi incorporarse observa que sus uñas son más quebradizas y se encuentran rasgadas y astilladas, las paredes de la cueva se han hecho mucho más altas y la cavidad parece poder alojar a muchísima más gente. Un trueno desmiente sus creencias, ahí fuera el agua cae, mucho más fuerte, cascadas caen a ambos lados de vuestra cueva, sin impediros salir pero convirtiendo la gruta en un lugar inexpugnable para quien desee entrar sin conocer el sendero del risco, y las piedras que deben pisarse. El agua cae con una violencia inusitada y una ola se eleva hasta que la espuma se desparrama en la entrada de la cueva, el mar, por suerte sigue en su lugar sin crecidas misteriosas pues la cueva se encuentra a altitud suficiente para estar segura de los cambios de las mareas.
De nuevo sonidos, Ka está ahora echada, dispuesta a dormir, hace unos gestos con la mano. Unos gestos que Uba jamás ha visto pero Ka tampoco dirige la mirada a Uba por lo que no está hablando con ella. Uba mira por el acantilado, quizá debería bajar a buscar comida, es un suicidio sin ninguna duda, esta tormenta le mataría, el oleaje tiene las rocas cubiertas completamente. A Ka no parece costarle encontrar comida, Uba le estaba dificultando la vida a Ka, no se merecía estar allí..... no, ¡en absoluto! Uba estaba muy bien viajando sola por el valle, ha sido por Ka que se había detenido en aquel lugar...
Uba se pasa las manos por la cabeza, un mechón de pelo se encuentra revuelto entre la uñas astilladas de su mano derecha. Ka duerme plácidamente y la noche se presenta larga para la ya descansada, insomne y hambrienta Uba
Tirada oculta
Motivo: uba primeros auxilios
Tirada: 1d6
Resultado: 3 [3]
Tirada oculta
Motivo: Curación natural de uba
Tirada: 1d6
Resultado: 6 [6]
Tirada oculta
Motivo: Curación natural de Ka
Tirada: 1d6
Resultado: 4 [4]
Noche
2º, Lluvia Torrencial, Viento Fuerte
Al caer a 0 de Alimento, recibes +2 de estrés y -1 pv
Recuperas el punto de vida que tenías perdido anteriormente+1pv
-1 de Alimento durante la noche
-1 de Estrés por descansar
-1 de estrés por Terreno Conocido
+1 de estrés por Cueva incómoda
+1 de estrés por Soledad
+2 por frío
+1 por hambre
Vuelves a 11/10 de Estrés, por lo que obtienes tu 2o punto de Locura y el contador de Estrés vuelve a 1/10
El efecto de Locura durará desde esta noche en la que no necesitas descansar porque ya has descansado hasta la noche siguiente
Episodio de Locura: Debes comer, lo que sea, o luchar para controlar esa locura. Durante las próximas franjas y hasta la próxima noche, por cada escena en la que no comas algo ganarás +2 de Estrés, te dejo en offtopic algunas alternativas.
Cegada por el hambre, sale de la cueva.
El aguacero la empapa inmediatamente, pero a Uba no le importa. Comer, solamente quiere comer. Bajo la lluvia busca infructuosamente algo que echarse a la boca, pero en la zona los frutos no es que escaseen, es que son inexistentes -al menos, cuando uno se halla cegado por una cortina constante de agua-. Abajo, el acantilado con sus buenas cantidades de moluscos parece llamarle, pero las violentas olas que se estrellan con fuerza contra la pared de roca la disuaden de intentarlo. Al menos, de momento.
De repente, el fino oído de Uba capta algo. Por encima de la caída de lluvia, unas pequeñas patas se han movido, justo a su izquierda. Desesperada, la neanderthal gira cuidadosamente el cuello. Dos ojillos brillantes la miran en la oscuridad.
El corazón le da un vuelco en el pecho; por un instante cree que un depredador acaba de encontrarla, y ya se prepara para su final. Tarda unos instantes en darse cuenta de que esos ojos son demasiado pequeños, y la observan al abrigo de un pequeño recoveco formado de forma natural en la misma pared en la que, unos metros más allá, está la entrada de su cueva. Es un pequeño animal, probablemente un roedor de mediano tamaño, que, como ella, ha decidido esconderse al amparo de la lluvia.
Uba no lo piensa. Todo su ser ya es puro instinto, dominado por la acuciante necesidad de comer. Afortunadamente, ha traído el hueso astillado que utiliza como primitiva arma. De un solo movimiento lo blande, acercándose de una zancada para dejarlo caer contra el animalejo que la mira, expectante.
El animal escapa de un salto; el hueso astillado se estrella contra el lugar que ocupaba una décima de segundo antes, partiéndose. Uba está tan débil que el golpe fallido la desequilibra. Cae sobre el barro y bajo el aguacero mientras escucha a la marmota huir por la hojarasca.
Tras un rato en el que la posibilidad de tenderse y dejarse morir empieza a resultarle apetecible, se pone en pie pesadamente. Sujetando lo que queda de hueso entre las manos, vuelve a arrastrarse hacia el interior de la cueva.
Motivo: Combate contra marmota
Tirada: 2d6
Resultado: 8 [2, 6]
Parece que los dados se empeñan en que esta pobre no coma xD
En cuanto a los puntos de experiencia, si es posible me gustaría dar uno a Recolección, y otro a Combate, que estoy viendo que me va a hacer falta (imagino que ahora esas habilidades suben 1 punto cada una). ¡Gracias!
Uba Persigue roedores y pequeños mamíferos por las montañas cercanas a los acantilados, pero son escurridizas y bajo la gran tormenta están dentro de sus madrigueras. La noche avanza mientras Uba da tumbos en la oscuridad. Varias veces se resbala entre las rocas bajo la lluvia y cae por las pendientes de las montañas, se lanza contra una roca que cree ver es una tormenta en la penumbra y clava sus uñas en ella astillándolas, el pelo mojado se encuentra completamente adherido a su cara y casi a cuatro patas es capaz de regresar a la cueva cuando el cielo empieza a clarear.
Con movimientos lentos Ka se mueve al fondo de la cueva, se sujeta el cuerpo mirando a su alrededor y observa a Uba, la lluvia ha aflojado un poco, los truenos y los relámpagos se alejan y las gotas de agua caen ahora como un chubasco ligero como pequeñas agujas que se clavan en la piel.
Uba aparece magullada, herida, tambaleante y mareada con la vista perdida y las rodillas peladas. Las uñas le sangran y el pelo es una maraña de barro y espinos adheridos tras los muchos arañazos que ya lleva en el rostro.
Motivo: Enfermedad
Tirada: 1d6
Resultado: 2 [2]
Mañana
7º, Lluvia Ligera, Viento Fuerte
+2 de Estrés por no comer
Recuerda actualizar tus puntos de estrés y de locura
Echa un vistazo a la nota en el offtopic acerca de los puntos de experiencia
Ka se levanta y avanza con ese caminar patizambo que las articulaciones de las homínidas les permiten hacer, se sujeta a un lado de la pared y observa a Uba de arriba a abajo. Pasa un dedo apartándole el pelo para ver los arañazos que se ha hecho en la noche, se coloca un dedo de cada mano bajo cada ojo - Kagruul U-bá -
Uba Am - Vuelve a colocar la mano sobre Uba y repite - Uba Am
Tras esto se acerca hasta el borde de la caverna, hace un frío inusual en las mañanas de verano que han estado teniendo y se frota ambos brazos, dando un par de saltos de estiramiento antes de salir de la cueva.
Uba se deja caer en el suelo de la cueva, exhausta y magullada por todos lados. Por un momento atisba a ver a Ka en la entrada, joven y ágil. Después desaparece, pero la imagen de su cuerpo recortado contra la luz se queda un tiempo impresa tras sus retinas.
Sus pensamientos vagan sin demasiado orden ni concierto. Solo puede pensar en Ka, el cuerpo de Ka, menos esbelto y más relleno que el suyo, aún con las formas redondeadas de la niñez. Imagina qué pasaría si un depredador atacara a Ka y la dejara sin vida frente a la cueva... Imagina su carne joven y apetitosa... Imagina...
Se incorpora de un respingo al darse cuenta de que lo que estaba pensando. Un escalofrío le recorre cuando es consciente de que, al borde de desfallecer de puro agotamiento y hambre, empieza a valorar la idea de atacar y comerse a su amiga.
Uba se da cuenta de que, o abandona esos acantilados pronto, o se volverá loca.
Sin perder un segundo se pone en pie. Ha pasado toda la noche sin dormir, pero el hambre es mucho más fuerte. Se carga la bolsa a la espalda antes de salir de la cueva.
Fuera, Ka merodea cerca de los acantilados, sin duda buscando algo que comer. Uba evita mirarla. Con paso vivo, se aleja de la cueva, sin atreverse a comprobar si Ka la sigue.
Sobre los puntos, me parece bien subir Recolección. Me hará falta xD
Sube pues Recolección a nivel 2, lanzarás 2 dados en adelante.
He entendido que abandonas los acantilados y sigues tu viaje al Sur, lanza Recolección durante tu viaje
Huye
Algo ruge, no su su estómago, es Uba, necesita comer, va a morir. ¡Corre!
Huye y corre precipitadamente de Ka, ningún humano debería matar a otro. Demasiado pocos hay ya sobre la tierra como para propiciar la desaparición. Por no pensar en el terrible odio que causaría al mundo espiritual*. Sus pies golpean una roca en aquella escarpada montaña de piedra gris y agrietada, la uña del pie queda desprendida en un punzante y agudo dolor. El agua discurre junto a Uba cuando ya la lluvia se ha detenido, pero ella va más deprisa.
El cielo se agita y se mueve, parece que el tiempo mejora pero aún así el suelo está húmedo y propicia los resbalones. Un pequeño saliente se derrumba bajo los pies de Uba y cae entre el barro un par de metros. Mira hacia atrás, parece que Ka no le sigue. Camina durante horas, sola, deambulando de un lado a otro mientras su cabeza da vueltas.
Se sienta en la montaña a tomar un respiro y sus manos se aferran a un pequeño saliente arcilloso. Se lleva un puñado a la boca, intenta tragar y es imposible, lo escupe. Tiene mucha hambre. Al final y tras un par de horas el bosque empieza a ganar terreno a la montaña, un suelo más terroso por el que atraviesas un pinar. Ahí arriba las ardillas provocan que pequeños chubascos caigan de las afiladas agujas pináceas, pero por lo general son arboledas aisladas y tranquilas.
Por fin y tras una colina de pinos bajos, Uba llega a un lugar excepcional. No esperaba que los prados verdes que había visto al sur, desde los salientes de la montaña fueran tan exuberantes de cerca. La hierba era verde y estaba húmeda. Un olor muy agradable para las narices de Uba. Seguro que aquí podían estar todas las hierbas que pudiera buscar en un pantano.
Empezó a caminar por aquel campo en el que la hierba le llegaba hasta la cintura cuando tropezó con un perro. Estaba muerto, debía llevar varios días. Tenía todos los huesos machacados y la piel destrozada. Al tocarlo estaba hinchado de estar en medio del barro y la piel tenía algunos gusanos. No obstante y con cuidado, podía sacar algunos trozos comestibles de él.
Tirada oculta
Motivo: Recolect
Tirada: 2d6
Resultado: 5, 5 (Suma: 10)
Tirada oculta
Motivo: Percepción de Ka
Tirada: 2d6
Resultado: 3, 3 (Suma: 6)
Mediodía
6º, Cielo Nuboso, Viento ligero
+2 de Estrés por no comer
-2 de Alimento a Mediodía
¿*Como afectaría a Uba matar a otro ser humano?
Encuentras el cadáver de un perro, aprovechándolo son 5 raciones de comida.
Uba empezó a escarbar en los huesos del perro; cegada por el hambre, no prestó atención a los gusanos, consiguiendo extraer unas buenas raciones de carne que engulló de forma automática, incapaz de hacer nada más que devorar el inesperado -aunque poco apetitoso- alimento.
Fue como si las energías volvieran a ella de repente. Levantó la cabeza, siendo repentinamente consciente del entorno donde estaba. Con su estómago momentáneamente calmado, pudo detenerse a examinar el entorno. Enseñando los dientes en un amago de sonrisa cuando descubrió un árbol del que colgaban unos frutos que solía tomar en el pantano.
A pesar de la comida, seguía demasiado débil. Consiguió trepar a una rama baja para coger dos de las frutas, pero el resto permanecieron tercamente aferradas a las ramas más altas del árbol, y ni la neanderthal pudo subir más ni consiguió agitar loas ramas con la suficiente fuerza.
Suspirando, esta vez sí tuvo la precaución de guardar los frutos en su bolsa. Justo entonces el cansancio la venció, acurrucándose al pie del árbol, rodeada de la suave, mullida y fresca hierba.
De repente, el rostro de Ka apareció en su mente.
Y Uba, ya recobrada la racionalidad, dio un pequeño grito al recordar lo que había pasado el día anterior, y cómo la idea de matar a la otra homínida para alimentarse había cruzado por su mente. Se tapó la boca con las manos, y solo la extrema necesidad de comida impidió que vomitara todo lo que había comido.
El canibalismo no era algo desconocido -algunas tribus muy desesperadas devoraban a los enfermos o los débiles- pero desde luego tampoco estaba aceptado. Y al padre y la madre de Uba, concretamente, siempre les había horrorizado. La neanderthal se sintió desfallecer al pensar en qué habrían dicho sus padres si hubieran podido asomarse a sus pensamientos; con ese horror aún fresco, la agradable sensación del estómago lleno y el cansancio se unieron para provocarle un sopor que la dejó inmediatamente dormida.
Motivo: Recolección
Tirada: 2d6
Resultado: 5 [4, 1]
Uba encuentra en aquella pradera un rincón cómodo bajo el árbol. Hace frío, pero aún se soporta con los pocos rayos de sol. El viento ligero le ayuda a cerrar los ojos y dormir, y son las primeras gotas de un tiempo inclemente quienes le despiertan de nuevo cuando ya el cielo solo clarea. Parpadea un momento, llevándose las manos por su cuerpo, no tiene tanta hambre, pero necesita comer, quiere llevarse cualquier cosa a los dientes gastados. Se cerciora que no ha dormido tanto, lo suficiente, ahora está atardeciendo y quedan aún varias horas hasta que caiga la noche.
Al incorporarse para mirar a su alrededor, dos caballos se dan cuenta de su presencia y colocan las orejas en alerta. Ninguno parece especialmente agresivo y al ver que Uba no hace señales de agresividad deciden no atacarla y apartarse paciendo, con paso calmado y sus sentidos alerta.
No tienen la misma condescendencia unos monos curiosos que desde un árbol cercano y alto han descendido para recoger la última comida antes del anochecer y ahora se acercan enseñando los largos dientes a Uba, con agresiva curiosidad pero sin intenciones de hacerle daño. Debe haber al menos unos doce
Uba toma su momento de lucidez tras comerse las entrañas del perro para intentar orientarse, siente algo de náuseas, pero de momento está bien. Atrás han quedado las montañas, el acantilado donde Ka no se percató que Uba se marchaba. No ha pasado tiempo, quizá ni se haya dado cuenta de que se ha ido. Es el norte.
Hasta aquí ha sido fácil. Reconoce el olor que proviene desde el oeste, el mar, el viento ligero trae el olor a sal incluso bajo aquella lluvia que ahora hace que la hierba sea verde y fresca. Observa hacia el este, no es capaz de ver muy lejos, las llanuras deben extenderse durante varias leguas, pero por el tipo de árboles de pino blanco, debe ser el mismo o un bosque muy similar al que caminara hace ya varias semanas. Por lo que, el lejano sur se le antoja del todo desconocido.
Atardecer
5º, Lluvia ligera, Viento ligero
-2 de Alimento al Atardecer
Puntos de vida 1/4
Estrés 5/10
Locura 2/3
Alimento 8/10 -2 del Atardecer 6/10
1 ración de alimento (muchas peras)
Necesitas volver a comer para calmar tu locura, tienes peras así que
Ahora que tiene el estómago más asentado, no puede dejar de pensar en Ka. La otra neanderthal ha demostrado ser de lo más resolutiva, pero Uba, que es mayor que ella y ya ha tenido tiempo de conocer bien los peligros que aguardan en este mundo, tiene serias dudas de que pueda sobrevivir sola.
Hace tiempo que, reducida a su instinto más animal, no piensa en su tribu ni en su familia. Pero la melancolía de volver a sentirse sola hace que vuelva a recordarles, y de repente imagina el rostro severo de su padre, o la arruga en la frente de su madre, si supieran lo que ha hecho. La tribu nunca dejaba a nadie atrás; sin duda su familia se sentiría terriblemente decepcionada si se enteraran de que Uba ha dado la espalda a otro de su especie.
Presa de un impulso tan incontenible como el que la llevó a huir, da media vuelta y empieza a desandar sus pasos. De su garganta brota un instintivo grito:
- ¡Ka!
Ka no la escucha, por supuesto; está a leguas de allí. Pero Uba empieza a caminar, casi correr, en esa dirección, presa de una inexplicable desesperación que se va acrecentando a cada paso que da. Tan grande es su pánico que en algún momento se da cuenta de que ya no nota en la espalda el peso de su mochila; se le debe de haber caído, pero no le importa. Camina ciegamente hacia adelante, esperando encontrar con vida a la otra neanderthal.
De repente, escucha un gruñido.
Puede que los perros hayan olido los restos de la sangre de uno de los suyos en sus manos, o que simplemente hayan escuchado su desmañado trotar de vuelta a los acantilados. Pero en un momento aparecen allí, toda una jauría de ellos -¿cinco, siete, diez?- enseñándole los dientes y rodeándola.
Uba se detiene en seco. En su desesperación, ha olvidado todo tipo de precaución. Ni siquiera tiene un arma con la que defenderse, pero aunque la tuviera, sabe que no lo conseguiría. Está rodeada.
Los perros se acercan lentamente, lanzando dentelladas al aire pero sin querer ser el primero en atacarla; el ser humano, aunque joven e indefenso, aún les provoca un respeto reverencial. Respeto que Uba sabe que no durará mucho, pero que le permite tener unos últimos segundos consigo misma, poner orden en sus pensamientos y marcharse en paz.
No tiene miedo cuando el primer perro se abalanza sobre ella. Solo ve a su padre, a su madre. A Ka. Sabe que ha hecho todo lo posible por sobrevivir, y que en la lucha entre la vida y la muerte, la derrota siempre fue una posibilidad. Entonces nota unos dientes cerrándose sobre su cuello y sobreviene la oscuridad.