Hace un día que volviste de tu última misión y estás aprovechando para descansar antes de tu próxima salida. Estás tumbada en tu camastro, en la litera que te corresponde, en el habitáculo que te asignaron, cuando irrumpe sin previo aviso uno de los veteranos que te adiestró al ser reclutada en esta estación a la que desde entonces llamas “hogar”. -Levanta. –dice rudamente hacia ti, habiéndose acercado a tu cama con notable agitación. -Nos has puesto en peligro a todos nosotros, que te lo dimos todo cuando aún no eras nadie…Por suerte para nosotros aún hay una opción. Hoy tu vida va a cambiar… –sus palabras te alteran sobremanera, no entiendes qué está diciendo ni porqué.
Estaba descansando, no durmiendo, en la litera que tenía asignada cuando escuche unos pasos que venían hacia donde estaba pero no me moví ni abrí los ojos en ningún momento para seguir descansando. Ese descanso lo interrumpió una voz que me hizo abrir levemente un ojo y después el otro. Le mire con una ceja alzada cuando me ordeno que me levantara pero aun así lo hice, después alce levemente una de mis cejas cuando empezó a decir que les había puesto en peligro, cosa que dudaba ya que mis trabajos eran siempre impecables pero la duda estaba ahí.-Esta bien… dígame que tengo que hacer.-Dije mirándole e incorporándome del todo para postrarme firme frente a él.
El hombre que te habla con dura voz es un hombre de mediana edad, bien conservado y con los rasgos faciales marcados, de rostro duro y ahora, para ti, algo amenazante aunque no demasiado. Porta un uniforme de combate negro mate que no refleja en absoluto la luz, y de cuello para arriba destapado con confianza y por comodidad, con la negra melena corta sudada y brillante. En los momentos en que le miras a los ojos distingues sus negros orbes artificiales examinándote, jurarías que es capaz de ver tu alma.
-De no haber recibido ese mensaje tan...especial, estarías muerta en cuestión de horas; ya conoces el castigo por tal fracaso. Sin embargo debes recoger tus cosas ahora mismo y buscarme en el hangar 6. Por tu bien...no tardes. -su voz es fría, pero no como la de una máquina sino como la de un hombre al que pocas cosas le asustan, al que pocas cosas le importan...para el cual el asesinato es la única forma de vida. Tras hablar se detiene un instante en el que te dedica una profunda mirada que te incomoda sobremanera, pero de intentarlo no podrías soltar palabra sin hablar a su espalda pues rápido se da media vuelta y se va como vino, con decisión y sin hacer casi nada de ruido.
Tras aquellas palabras se gira silenciosamente y se marcha. Me quedo mirando por unos segundos su espalda pero me giro rápidamente para hacer lo que me habían ordenado, a veces soy algo cabezota y testaruda pero cuando se trata de cumplir una orden soy bastante leal a mis superiores a no ser que estos quieran asesinarme. Cojo todas mis cosas en una mochila que pude llevar en mi hombro derecho y puse rumbo donde el me indico. No tarde demasiado en ir allí pues pese a ver gente tampoco me detenía para hablar con ellos pues tenía una misión y eso iba primero.
Con obediencia alcanzas el hangar 6 sin mayor problema. Conoces la estación como la palma de tu mano, y no estabas lejos de los hangares; unos cuantos pasillos, un piso abajo y poco más. Al llegar a la gran sala ves a unos 20 metros al maestro que te espera en el centro de la sala, al lado de la cabina de una rápida nave monoplaza de casco con cobertura de cristal pulido que refleja la luz; estas naves son valiosas para vosotros, las usáis en misiones espaciales. Al acercarte dice como con prisa: -Adentro. -mientras te mira de esa forma que te incomoda, todavía más fríamente de lo normal. -Tu dirección está grabada en la memoria de corto plazo de la nave, y el sistema automático activado. Obedece y desaparece de mi vista. Y no vuelvas. -añade con dureza.
Al parecer lo tenía todo planeado desde antes de que llegara aquí y la dirección estaba grabada en la memoria de la nave. Haciéndole caso a lo que me dijo inmediatamente me metí en la nave acomodándome en el poco espacio que había, en realidad no me gustaban nada estas naves tan pequeñas pues no tenías movilidad y pese a que los viajes eran relativamente cortos me agobiaban un poco. –Supongo que en mi destino me darán a conocer mi misión…¿Estoy en lo cierto?.-Pregunte antes de desaparecer de la vista de aquel hombre que incomodaba con la mirada hasta una pared.
-Por mí como si te pierdes en la disformidad. -responde con rudeza. La compuerta se cierra lentamente, las pantallas y las luces se encienden y tú no entiendes nada. Lo bueno es que estás acostumbrada a pulsar los botones adecuados para que los sistemas automatizados hagan su trabajo; lo haces y todo da comienzo una vez más...aunque por las palabras de ese tipo podría ser la última. Él sale del hangar, el cual se despresuriza y luego la escotilla que da al espacio exterior se abre. La nave empieza a temblar ligeramente como siempre y rápidamente alza su vuelo por la inmensidad espacial. Te preparas para pasar el tiempo necesario aquí dentro...unas cuantas horas como mínimo, algunos días en el peor de los casos.
Todavía resonaba en mi cabeza las últimas palabras de mi superior ‘’Por mí como si te pierdes en la disconformidad’’, aquello me dio ganas de lanzarle uno de mis cuchillos arrojadizos y que este le diera entre ceja y ceja. Tuvo suerte de que me esperaba otra misión que recibía más atención por mi parte. No sé el tiempo que voy a estar en esta nave pero empiezo a agobiarme por el poco espacio que hay, no me gustan demasiado los sitios cerrados como aquellos en los que ahora mismo no sé cuánto tiempo voy a pasar. Intento relajarme cerrando los ojos para dormir un poco ya que de esa forma lo que pasara es que no me voy a enterar mucho del viaje y será mucho mejor a la hora de salir de aquí. Ya me había pasado alguna vez de estar aquí dos días y al salir era como un animal enfurecido. Me desperté con algunos ruidos que parecían que anunciaban la hora de llegada, un pequeño pitido en la nave, un pitido insoportable que anunciaba la llegada.
Cuando miras a través del cristal blindado no ves nada en un principio, pero miras alrededor y a tu zurda ves un trozo de lo que tiene que ser un bonito planeta abitado. Saltan datos en las pantallas que tienes frente a ti pero no sabes interpretarlos. Al poco recibes un mensaje que se recibe inmediatamente, solo de audio: -Soy el inquisidor Marcus Toth, estoy orbitando el planeta que tendrás delante. No te alarmes, tus superiores te han enviado a mí, Itzia. A sabiendas de tus pocas habilidades vamos a mover la nave para que puedas atracar sin problemas. Te espero en el hangar. -la voz es recia pero no autoritaria, decidida, como con las ideas claras. Es lo único que captas de él por ahora.
Esperas un rato y entonces ves, surgiendo de la vera del azulado globo planetario, una nave de tipo imperial mucho más grande que tu nave mono-plaza, con el claro símbolo inquisitorial en su lomo. Su tamaño no debe ser notable frente a grandes navíos, pero es lo suficientemente grande como para albergar toda una tripulación y bastantes naves como la tuya. Lleva otro rato alinear las naves pero entonces la tuya se introduce en el hangar que se te ha puesto delante sin dificultad, presupones que gracias a unas energías que solo puedes imaginar. Atracas sin problema y, mientras imágenes y lucecitas aparecen y desaparecen en tus cogitadores*, como de costumbre esperas a que la compuerta de tu nave se abra por sí sola cuando sea adecuado. Cuando se abre ves a un hombre frente a tu nave, esperándote. Éste porta una túnica abierta verde muy oscuro, dejando ver su pistola bolter y su espada en su cinto. Lleva el pelo a capa color negro azabache y lo único artificial que ves en él es su ojo derecho, el cual emite una intensa luz roja, pero de disimulado diseño sobretodo comparándolo con otros que has podido ver por ahí.
*Un cogitador es cualquier ordenador digital de w40k, denominados así en el Gótico vulgar. Recuerda que el Gótico es el lenguaje común del Imperio del Hombre.
-Bienvenida. -te dice con una extraña aunque afable sonrisa, con los brazos a sus costados, relajados.
Ya xD
Escuche en la nave una voz que no me gusto demasiado ya que dijo ‘’ a sabiendas de tus pocas habilidades’’, tuvo suerte de no habérmelo dicho en tierra y también de que esto fuera una misión y me hubieran mandado a él, pues de lo contrario probaría otras de mis habilidades en las que era bastante buena. Deje que la nave aterrizara y espere mirando por el cristal mientras tanto. Estaba deseando salir de aquella nave minúscula y de poder estirar mis brazos y piernas a mi gusto. Se abrió la puerta y vi allí plantado a un hombre que me da la bienvenida. Alzo una ceja y salgo de la nave poniendo mi mochila a uno de mis hombros.-Gracias.-Digo mientras giro mi cuello hacia un lado y después hacia otro haciendo crujir mis huesos, estaba bastante tensa.-¿Cuál es mi misión?.-Pregunté ya que me habían mandado aquí sin más instrucciones y estaba algo perdida.
Te fijas en que lleva un amuleto dorado inquisitorial colgando del cuello. -¿Tu misión? -dice con ironía antes de soltar una leve carcajada. -Querida, creo que no te advirtieron bien de la situación. Por ahora tu misión es venir por aquí. -dice con sarna mientras te indica la dirección hacia el interior de la nave, y mientras camináis uno al lado del otro habla. Primero os dirigís hacia el elevador del hangar. -Verás Itzia...Tu vida acaba de cambiar drásticamente. Siento decir que tengo gran parte de culpa, aunque de no haber sido por tu última actuación no habría dado contigo. -dice sonriendo mientras os internáis en la caja metálica que os lleva a otra sección de la nave. Tú ya estás acostumbrada a la vida dentro de un armazón metálico gigante, por lo que la claustrofobia no te es problema. -Me explico. Yo me hallaba en la zona en la que realizaste tu penúltimo "trabajo", investigué un poco y conseguí seguirte la pista. Sin embargo fue por tu último trabajo por el que di contigo y te seguí, te puse un localizador en tu nave...el cual me llevó a tus superiores. A partir de ahí todo fue sencillo. Ocultar tus huellas no es tu punto fuerte, por suerte no te hará falta en el futuro. -dice sonriendo. Habéis subido algunos cuantos pisos, al salir del elevador ves pasillos y puertas, hay salas a izquierda y derecha, igualmente hacia el frente donde os dirigís, pasando por delante de más y más puertas, de madera concretamente. Hay códigos en las puertas, muchas de ellas tienen nombres y apellidos con un pequeño número debajo. Os dirigís al final del pasillo.
No puedo evitar alzar una ceja cuando escucho su carcajada pero le sigo donde va. Escucho todas sus palabras con atención y con algunas cosas que dice me surgen dudas pero espero que el termine de hablar para preguntarle. Cuando termina de hablar salimos del elevador y me fijo en el pasillo, mirando todo detenidamente… no era nuevo para mí todo esto pero en realidad no sabía que hacia aunque lo intuía.-¿Quién borrara mis huellas en el futuro?-.Pregunté con la intención de que me contara que pasaba pero sin dejar de mirar aquellas puertas por las que pasábamos. Muchas con nombres al parecer de otros que estaban allí.
Sonríe ampliamente ante tus palabras. -A partir de ahora formarás parte de la Inquisición, ya no hará falta que nadie borre tus huellas pues estarás bajo el amparo del mismísimo Ministorum. -alcanzáis la puerta del fondo, una habitación sin nombre y con el símbolo "nº14". Marcus abre la puerta y te invita a entrar con un gesto y la sonrisa en la cara. Es un habitáculo, una cama mejor que aquella en la que has descansado los últimos años, un escritorio, una mesita de noche...para ti esto es todo un lujo. -Ésta será a partir de ahora tu habitación. -de la parte interna de la cerradura de la puerta coge una llave con un llavero que es una placa metálica con el mismo símbolo que hay en la parte externa de la puerta, y te la da sin perder la sonrisa. Deja tus pertenencias y acompáñame, más tarde te acomodarás.
Me sorprende al decirme que estaré bajo al amparo del Ministorum. Me quedo mirando la estancia que abre y era algo más grande que la anterior donde dormía, algo más cómoda así que no pude evitar que una pequeña sonrisa saliera por la comisura de mis labios. Agarro la llave y entro dejando ahí todo lo que llevaba, mire de nuevo a la estancia para poder ver mejor desde dentro como era todo y me gustaba. -Es mucho mejor que la anterior… sin duda-.Como me dijo deje las pertenencias y salí de mi habitación cerrando la puerta con la llave para luego guardarla en mi bolsillo y seguirle.
A partir de aquí el inquisidor te muestra los lugares más importantes de la nave para ti: el comedor, las salas de entrenamiento y la capilla más cercana a tu zona de habitáculos. -En poco tiempo os reuniré a todos los que conformaréis un prometedor grupo de acólitos, compartiremos mesa y os conoceréis entre vosotros. Espera con paciencia hasta entonces, mantén al día tus oraciones y habilidades y pronto estarás de nuevo en acción. -te dice.
FIN DEL PRÓLOGO