Partida Rol por web

Los restos de los tres bandidos quedaron tirados allí donde habían perecido. No hubo tumba cristiana para aquellos malechores aunque el propio Godesteo se lamentó de ello. Maria agarró la carreta  con ambas manos y empezó a tirar de ella, por suerte el camino era corto y la carreta iba casi vacía. Fronilda andaba a su lado hablando con los guerreros, preguntándoles sobre sus hazañas y riendo, como si hubiera olvidado ya lo que había podido ocurrir hacía unos momentos. Así es la juventud, que nada parece que los pueda dañar. A lo lejos se divisaba ya las montañas de la sierra de Aralar y el viento corría aun mas frío que antes. 

Artal observó la pequeña carreta medio vacía y sin mediar palabra, depositó sus cosas en ella, quedándose tan solo el escudo colgado del hombro y el hacha al cinto. Luego tomó sin mucho protocolo la carreta de las manos de María con un

- Permítame, señora...

Hizo un gesto con la cabeza a sus compañeros para que también echaran sus cosas al carro:

- Nos iremos relevando para tirar del carrito entre dos, y así iremos todos más descansados y más prestos para cualquier percance. Que el camino es largo y no quiero pasar otro día clavándome los correajes del equipo en los hombros.

Alvar, no muy convencido con todo aquello, tiró a su vez el saco dentro del carro y, situándose al lado del aragonés, se puso a tirar junto a su compañero mientras observaba a la joven que tan prontamente había olvidado su desventura anterior.

- Esto sólo nos traerá complicaciones... –farfulló por lo bajo

Godesteo mantenía una ámena conversación con sus amigos y compañeros de viaje junto con las mujeres que rescataron.El optó por seguir llevando sus cosas, no quería hacer cargar con su equipo a sus amigos que ya se esforzaban por arrastrar la carreta para llegar lo antes posible a San Miguel.Así pues, no dudó en ningún momento en aconsejar el apretar la marcha para llegar cuanto antes.No quería volver a retar al maligno a pasar otra noche al raso.