Partida Rol por web

"and I feel fine..."

RANCHO AMES

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19/05/2008, 20:10
Richard Dansky

Richard sintio el cuchillo en la espalda , mientras da un empujon a Timmy corre, no.. creo que me quede mucho... corre mientras pueda mientras sujeta con sus manos al asesino para darle mas tiempo al niño de poder esconderse

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19/05/2008, 20:27
Timothy James Borgstrom

El joven Timmy sabe que su mama no volvera. Su corazon le duele mas que nunca, pero tiene que sobrevivir. Su mama lo querria asi. Tiene que ser fuerte y escapar por ella, por Chispita y por todos a los que el hombre malo ha hecho daño.

Sacando fuerzas de flaqueza Tim sale corriendo escaleras arriba.

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19/05/2008, 23:21
Director

Richard vio cómo Timmy corría escaleras arriba, hasta reunirse con Uli. Eso estaba bien, su viejo amigo protegería al chaval del peligro.
Sonrío a Uli una última vez antes de darse la vuelta. Había comprendido al fin que nunca llegaría a lo alto de esta escalera. Su camino terminaba aquí.
Pero aun podía hacer una última cosa por ellos...

Se volvió hacia el asesino, que ya estaba sobre él, y se lanzó sobre él con las fuerzas que le quedaban, tratando de hacerle caer escaleras abajo.
Por un momento, mientras notaba el frío del cuchillo entrando a través de sus costillas, por un momento, pensó que lo había conseguido.

El asesino lo sostuvo entre sus brazos, con delicadeza, resistiendo su empujón sin dificultad. Lo abrazó con calidez, mientras acuchillaba una y otra vez su cuerpo.
Richard ya no notaba nada, pero entonces sintió algo. Sintió la luz que emanaba de aquel hombre. Era algo increíble, algo mágico, nunca había visto...

Con un suave movimiento, el hombre del cuchillo se desembarazó de Richard, que cayó rodando hasta el final de la escalera.

Notas de juego

Para intentar lanzarse contra el asesino, Richard debe superar una tirada de Cuerpo (60 - 30 por Heridas = 30%) 45 FALLO. Una pena, ni siquiera se le puede dar la vuelta a la tirada para conseguir un exito.
Este es el fin para Richard.

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20/05/2008, 03:11
Richard Dansky

Richard vio correr a la lejania al pequeño timmy, solo era una pequeña luz en el camino corre... corre... salvate..algunos... no... pu.. dijo entrecortadamente Richard mientras sentia como el cuchillo penetraba por su espalda, solo... fue un momento hasta que sus ojos quedaron abiertos mirando el infinito esperando que su accion salvara al pequeño

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20/05/2008, 18:54
Uli von Mensch

Notas de juego

La idea era que Uli estaba en la puerta y cuando entraran Richard y Tim (o Tim, solamente, como se dieron las cosas) cerraría la puerta y la trabaría. Pensé que el asesino estaba cerca de la Camioneta, lo que le daría tiempo a Uli.
¿Dónde está el asesino ahora?

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20/05/2008, 20:21
Director

Notas de juego

Las escaleras de madera conducen del exterior a la puerta de entrada.

Uli está arriba de las escaleras, cerca de la puerta de entrada. Tim y Richard estaban a mitad de las escaleras cuando el asesino ha alcanzado a Richard. Tim ha echado a correr hasta llegar donde está Uli.

Ahora el asesino ha matado a Richard y está en mitad de la escalera.

El problema era que debido a sus heridas, Richard no era capaz de correr, sólo de andar, y el asesino si que podía desplazarse normalmente, por lo que ha alcanzado a Richard sin problemas.

Espero que te haya quedado claro.

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21/05/2008, 19:53
Director

Con la ayuda de Tim, Uli abrió de nuevo la puerta de entrada de la casa y cerró tras de sí, apretando los dientes para soportar el dolor del brazo.
Tenían que trabar la puerta. Impedir que el asesino entrara.
El anciano urgió al chico para que le trajera alguna silla del comedor con la que bloquear la entrada mientras buscaba alguna otra manera de cerrar. Examinó la puerta. Tenía cerradura, pero no se veía la llave por ninguna parte. Lo que sí había era un pasador de cadena.
Como pudo con su brazo sano colocó el pasador, pero le parecía ridículo que una simple cadenita de metal fuera a detener al monstruo que subía las escaleras al otro lado de la puerta.

Tim llegó con la silla y entre ambos la colocaron inclinada apoyada contra el pomo. Después retrocedieron, pasando por encima de los cadáveres de Rebecca, Kevin y Chispita.
Unos pasos más atrás Uli se tuvo que apoyar en el chico para evitar caerse. La hemorragia del brazo continuaba y estaba perdiendo demasiada sangre.
Pero no podían dejar de mirar hacia la puerta.

Fuera de la casa, la tormenta de aire continuaba. Podían sentir su rugido desde dentro, azotando salvajemente las paredes y el techo. Ahora ya no había duda, lo que se oia fuera no era el ruido del viento. Eran gritos. Voces humanas que gritaban. Miles y miles de ellas, aullando de terror.
A través de las ventanas vieron como el día se oscurecía, pero sin embargo se distinguía una luz en el exterior, que se hacía cada vez más luminosa, a medida que se acercaba a la puerta.
La luz sólo podía proceder de él, que ahora se encontraba al otro lado de la puerta, y la luminosidad se colaba por la rendija de debajo de la entrada y también alrededor de su perímetro, dibujando la silueta de la puerta, que temblaba violentamente, tratando de contener una fuerza incontenible.

La manivela empezó a moverse hacia abajo.

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25/05/2008, 09:57
Director

La puerta se abrió...

La puerta se abre. Alguien entra. Viste camisa blanca arremangada, se trata de un hombre de rostro corriente y complexión media, de más de cuarenta años, con el pelo ralo y salpicado de canas peinado hacia un lado, y unas gafas de sol que se quita al pasar al interior de la casa.

El hombre se cuelga las gafas del bolsillo de la camisa y saca de un bolsillo una pequeña pero potente linterna con la que ilumina el polvoriento suelo de madera del interior.
En la otra mano sostiene un diminuto grabador de voz del que pulsa un botón.
Este es el interior de la casa de Mike Ames, una de las víctimas. Varias de las muertes tuvieron lugar aquí.
Pasea un poco por el interior del recibidor, dejando huellas de sus zapatos en el sucio suelo.
Después de la investigación, el lugar quedó abandonado a las inclemencias del tiempo. Aquí ya no queda nada.

El hombre da la vuelta y vuelve a salir por la puerta. Fuera, el sol está casi en el horizonte e ilumina con su rojizo resplandor todo el desolado paisaje. Mientras baja por las escaleras, el hombre mira a un lado, donde se encuentran los restos de un granero quemado.
Fue en el granero donde se encontraron la mayoría de los cadáveres. La investigación no alcanzó a aclarar cómo el asesino fue capaz de transportarlos hasta allí.

El hombre llega hasta el final de las escaleras, donde ha aparcado su todoterreno color oscuro.
De hecho, el caso está rodeado de misterios y falta de explicaciones. Tanto sobre la matanza que sufrieron los pocos habitantes de esta área como el hecho de que nadie descubrió lo que había pasado hasta que fue demasiado tarde.
Es especialmente interesante la declaración de un camionero que jura que el día de los hechos se disponía a parar en Hellmouth y que aseguró que no encontró la ciudad, como si la hubieran borrado del mapa durante el día en el que sucedieron las muertes.

Apoyado contra su automóvil, el hombre vuelve a colocarse las gafas. Otro hecho inexplicable son los destrozos causados por una fuerte tormenta que cayó sobre la zona a pesar de que los centros meteorológicos de la región aseguran que no hubo lluvias ese día.

Un ruido atrae la atención del hombre, que se vuelve para contemplar como una camioneta se aproxima por el camino levantando una polvareda a su paso. El automóvil se detiene frente a la casa, a unas decenas de metros del suyo.
El hombre echa un vistazo a su reloj de pulsera.
Parece que mi misterioso contacto por fin aparece. Esperemos que la información que dice tener sea realmente útil.

De la furgoneta baja alguien. Parece ser un hombre. A la luz de la puesta de sol sólo se puede ver su silueta. Su rostro permanece oculto en sombras...

Agente Weyland. Saluda el hombre de la furgoneta, que resulta ser un joven de veintitantos años de pelo castaño y mirada penetrante. Viste una simple camiseta blanca con vaqueros y botas. Le agradezco que haya accedido a reunirse conmigo.

Ya no formo parte del FBI. Responde Weyland. Estoy retirado.

Lo se. Dice el joven mientras alarga la mano y se la estrecha con firmeza. Llámeme Tim.

El hijo de Rebecca Borgstrom. Murmura Weyland. Una de las víctimas de la matanza de Hellmouth, de la que hace doce años. Hace una leve pausa. Sinceramente, cuando se puso en contacto conmigo pensé que era algún tipo de broma... si no fuera por los detalles que conocía del caso y que no habían sido hechos públicos.
Aunque sabíamos que la señora Borgstrom vivía con su hijo, nunca encontramos al pequeño. Tampoco pudimos sacar nada en claro de los registros del parking de caravanas Rancho Mirago, ya que desaparecieron.
Weyland mira al muchacho de arriba abajo, anteriormente sólo lo había visto en alguna foto de niño.
¿Cuántos sobrevivisteis a lo que ocurrió aquí?

Sólo yo y mi abuelo. Responde Tim.

El exagente se quita las gafas y se las guarda en el bolsillo de la camisa. Tengo miles de preguntas que hacerte, pero sobre todo ¿por qué te has puesto en contacto conmigo ahora, después de tanto tiempo?

Le prometí a mi abuelo que nunca contaría nada a nadie. Sonríe. Él no se fiaba de las “fuerzas del orden”.

¿Y qué te ha hecho cambiar de opinión?

El joven baja la mirada. Él... murió hace un mes.

Lo siento.

No lo sienta. Responde. Tenía setenta y siete años y tuvo una buena y larga vida. Murió en su cama mientras dormía, sin enterarse. Tim hace una pausa. Él fue quien me crió de pequeño, después de lo que pasó aquí. Lo que soy ahora se lo debo a él.
El joven levanta la mirada hacia la abandonada casona de Mike Ames, con la mirada perdida entre tristes recuerdos.
Todavía lo recuerdo perfectamente. Él nos había acorralado a la entrada de la casa. Nosotros nos habíamos refugiado dentro, tratando de trabar la puerta, pero él era imparable. Recuerdo la luz. Recuerdo que cuando entró... él era todo luz...
Tim suspira.
Entonces mi abuelo disparó y le alcanzó en la cabeza. Así terminó todo. Supongo que simplemente tuvimos suerte.

Sí. Dice Weyland. Ese fue el fin para Carlos Williams, el peor asesino en serie de los años noventa en Norteamérica. Yo fui el encargado de perseguirle sin éxito durante cuatro años, hasta que encontramos su cadáver aquí, tras lo que la prensa denominó la “matanza de Hellmouth”. Hicieron hasta una película de terror basada en los hechos.

Lo se. Contesta Tim. Una basura. Se estrelló en la taquilla. Igual que las pelis que se hicieron a partir de entonces de asesinos en serie. Supongo que al final la gente se cansó del tema. Mira a Weyland con fijeza. ¿Cree que se trata de una casualidad?

¿Por qué me preguntas eso? Le inquiere el hombre.

Se lo del libro que está preparando sobre Williams. Sé que se está documentando de nuevo y esa es la razón por la que ha vuelto aquí, a Hellmouth. Esa es otra de las razones por las que quería verle: Contarle lo que sucedió aquí de boca del único superviviente que queda.
El joven abre la palma de su mano. En ella hay un minúsculo dispositivo de plástico. Una memoria portátil. Se la entrega a Weyland.
Aquí está toda la historia. De la manera más detallada que he podido relatar.

Gracias. Dice quedamente el hombre mientras se guarda la memoria en un bolsillo.

Déjeme hacerle sólo una pregunta. Continúa Tim. He investigado sobre su libro. Lo que sostiene en él. La teoría que plantea. ¿Usted se la cree?

Weyland habla muy serio. No es cuestión de si yo me la creo o no. Tampoco trato de convencer a nadie. Yo tan sólo expongo unos hechos.
Y los hechos son innegables: los casos de asesinos en serie en Estados Unidos disminuyeron exponencialmente desde la muerte de Carlos Williams, cuando hasta entonces seguían un ritmo creciente. Es más, los informes policiales de la Interpol también tratan el hecho de que el fenómeno de los “serial killers” ha decrecido en todo el mundo en la última década. Esto queda fuera de toda duda.

Tras una larga pausa, Tim vuelve a hablar. Y usted está convencido de que todo eso está relacionado con Williams y su muerte, aquí en Hellmouth.

Sí. Contesta Weyland. Aunque claro, sólo es una teoría.
El sol se empieza a poner en el horizonte, y el exagente se ajusta la camisa y se coloca la chaqueta.
¿Y tú? ¿Qué opinas de todo esto?

Tim sonríe. Lea mi historia. Le doy permiso para publicarla completa si quiere. Pero le advierto una cosa: no le creerán.
Será mejor que publique su libro como una obra de ficción.
Se da media vuelta y empieza a caminar hacia la furgoneta. Adios.

¡Espera un momento! Grita Weyland cuando Tim llega hasta su automóvil. ¿Por qué haces esto? ¿Por qué me ayudas?

El joven abre la puerta y se mete dentro. Apoya el brazo en la ventanilla y responde al hombre.
Tengo que creer que sirvió para algo. Lo que nos ocurrió. Nos enfrentamos aquí a ese maldito hijo de puta. Mi abuelo, mi madre, los hermanos Kevin y Kenneth Kerr, Richard, y yo mismo.
Al final, ese asesino estaba a punto de “convertirse” en algo más. Lo detuvimos justo antes de que lo lograra. No se que hubiera pasado si lo hubiera conseguido... Quizás hoy el mundo sería diferente.

Tim arranca la furgoneta.
Tengo que creer que sirvió para algo. La matanza que tuvo lugar aquí. Saber que no sucedió por nada.
Publique el libro, quiero que la gente sepa nuestra historia... aunque nadie lo tome en serio.

El hombre ve como la furgoneta se pone en marcha, y oye las últimas palabras de Tim sobre el ruido del motor.
¡Cuente nuestra historia! ¡Se lo debe a todos los que murieron aquí!

Weyland observa como la furgoneta se aleja, desapareciendo en la distancia, mientras los últimos rayos del sol poniente iluminan la reseca tierra de Hellmouth.