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Llegando a Vagon:

Esta vez si   que habéis llegado a vuestro verdadero destino. Apretar a los caballos hizo que aun tarde no llegarais al castillo con  la  noche echada del todo. Tras esperar a que el portero del castillo, os autorice a entrar,   os adentreis en  el castillo. Alli  veis los pendones del conde Roderick de Salisbury, y del mismísimo Uther, señor Pendragon. Por un instante echais  la vista atrás, más bien la mente y recordáis cuando erais simples escuderos, sirvientes y aprendices. Han cambiado mucho las cosas, pues no tardando, todo hace indicar que intercambiareis palabras con el propio rey de Logres.

Estas reflexiones os llevan derechos a la entrada del patio de armas. Tras pasar los controles previos de la soldadesca, se dirige a vosotros uno de los caballeros que por ahí anda. En verdad hay más caballeros , tropas, y ajetreo, que en los castillos previos por os que habéis pernoctado, y dejado la pertinente documentación,  cumpliendo el mandado del conde.

Le explicais al caballero , con el sobre lacrado en la mano, el propósito de vuestra visita, que no es otro que darle al propio Uther el documento del conde, que a grandes rasgos pide ayuda contra los sajones y le informa de los sucedidos en aquellas tierras.

El caballero, experimentado y marcial, os sonríe con camaradería, y os dice que esas tareas deberán tratarse mañana en la mañana, que es cuando el rey departe. Se compromete a dar cumplida llegada a Uther  de vuestra llegada, y os recomienda desmontar y refrescaros. No tardando  Uther cenará con sus caballeros, y no ve éste caballero por qué no podeis asistir al convite “…si os place facer tal  cosa”.

Evidentemente la posibilidad de ver y hasta compartir comida con el mismísimo Uther me llena de emoción. Y además parece que cumplir con nuestra misión no va a ser tan complicado como me había temido. Todo ello eleva mi ánimo y casi me hace olvidar el cansancio de la cabalgada que nos hemos dado desde el castillo anterior. Me ocupo personalmente de acomodar y abastecer a mi montura antes de ir a refrescarme y acicalarme para la cena. Me despido de mi primo para estos menesteres emplazándole a que nos encontremos una vez listos para presentarnos juntos en la cena.

Al fin habían llegado a su destino, y la idea de entregarle en mano a mismísimo Uther los documentos del Conde Setzer, lo ponían tan nervioso como una damisela en su noche de bodas.

Tan acongojado se encontraba que apenas prestó atención a las palabras de su primo, que desapareció en las caballerizas. Sir Gwilherm, entregó su montura a uno de los mozos y se retiró a lavarse y acicalarse. Larga y extenuante había sido la jornada, y debía dar buena impresión. Aquella noche no se esperaba nada de ellos, pero la idea de compartir salón con tan nobles caballeros lo regocijaba en todo su ser.

Así pues, pidió que lo guiaran hasta la capilla y que lo avisaran con tiempo suficiente para estar en el comedor a la hora acordada.

Quería rezar, rezar por su amada esposa, estaría muy orgullosa por ver donde se encontraba. Rezó por el reino y la paz. Pero sobretodo meditó, largo y tendido, sobre las posibles preguntas y las respuestas que debería dar si se diera el caso.

Finalmente, pidió a Dios por sus hombres y sus tierras. Que nada de lo que sucediera en este castillo les desfavoreciera. 

Mientras charláis con él, se presenta como sir Jaradan, escolta. Aun siendo escolta, al parecer también ha sido mandado a hospedaros. Y lo hace en una torre, donde acostumbra a pernoctar la guardia, pero en un piso alto, donde al no subir allá los soldados , dispondréis de toda la planta. Este caballero, os conduce el mismo hasta ese aposento, frio, pero decente.

Os abandona, con la promesa de mandar a alguna moza  por leña, mantas comida y bebida, pero poco de esto último, pues cuenta con ambos para la cena con los Pendragon.

Reposad un rato, descansad, que ya habrá labor en la noche.

Mientras el caballero nos conduce a los aposentos me esfuerzo en recordar de qué me resulta familiar su nombre... ¿quizá alguna hazaña que ha llegado a mis oídos? ¿Quizá un relato escuchado estos días de castillo en castillo? Frunzo el ceño para exprimir mi seso en pos de ese recuerdo...

Sir Walter y sir Gwilherm, van un par de pasos por atras de su anfitrion, en un gesto de humilde y justa hospitalidad hacia el que los hospeda, en este caso sir Jaradam ejerce.

Esta distancia es aprovechada por sir Walter para decirle entre susurros a sir Walter:

- Sir Jaradam es escolta como poco del conde o incluso de los Pendragon. Me suena el su nombre por ser ademas dello, el campeon del condado, esto es el mejor espada del condado de Salisbury.

Tras escuchar las palabras de su primo, la cara de asombro de Sir Gwilherm no cave en si. Asiente en gesto de gratitud y mantiene el silencio hasta llega a las puestas de sus aposentos.

_ Muchas gracias por acompañarnos hasta nuestras alcobas, es un honor para con nosotros ser guiados por el Campeón y espada de Salisbury. Espero que podáis encontrar un hueco en vuestros quehaceres y poder intercambiar algunas palabras con vos, esta noche. Mas, si no es inoportuno... ¿Dónde para la capilla? Me gustaría dar gracias a nuestro señor, por tan grato y apacible trayecto y bienvenida que hemos tenido._ 

Gwilherm era consciente de escaso tiempo que tenían hasta la cena, pero en verdad necesitaba encomendarse a Dios, antes de reunirse con tan importantes personalidades.

Las cenas palaciegas acostumbran a ser aburridas, que los Pendragon me perdonen, si no hay de noticias nuevas , pues aun lejanos et distantes, son gratas de oir et de escuchar. Dad por hecho que aquesta noche fablaremos.

Sir Gwilherm conmueveme vuestro afan por dar con la capilla et orar. Seguidme vos o ambos, et gustoso llevareos.

Confío en que mis pecados no han aumentado desde mi última confesión y oraciones, sir Jaradam. Y traigo tanto polvo del camino en mi ropa que presentarme así ante el crucificado debe ser cuando menos pecado venial. Adecentaré primero mi aspecto, más tarde me ocuparé de los asuntos de mi alma. Muchas gracias por vuestro tiempo, nos hacéis un honor mostrándonos los aposentos personalmente. Os veré en la cena de buen grado.

_ Me aduláis, Sir Jaradam. Mas, ¿no es deber de aquél quién envía a sus hombres a la muerte en nombre de nuestro Señor y de todo lo bueno y honorable, rezar por sus almas y que su pena en el purgatorio sea más corta? Es lo menos que puedo hacer por los que no están y me confiaron sus vidas._ Hizo una pequeña pausa, recordando el nombre y el rostro del soldado secuestrado.

_ Dejad pues, que me sacuda el polvo y gozoso os acompañaré. Si es que no tenéis tareas importantes encomendadas._

Como dijo, en la capilla oró por el alma de su esposa y por los soldados caídos. Dio gracias a Dios por tener a su primo a su lado e imploró que nada le sucediera. Oró por su hijo y su futuro. Al terminar, hizo acto de confesión siendo cuidadoso con lo que allí se sinceraba. Confesó haber matado hombres; pecar de Envidia, al contar con pocos hombres para la inminente guerra; y pecar de Ira, tras la muerte de su esposa.

Sir Gwilherm de Malderoi, opta por separarse de su primo, marchar de su habitación y refugio en el castillo, y encaminarse hacia la capilla del castillo. Sir Jaradam le dirige pero no le acompaña en su visita, pues se escusa argumentando otros quehaceres más urgentes.

Lastima, pero no hay párroco en la capilla, si hay velas, imagenes sagradas y bancos, no muchos pues es lugar pequeño.