Partida Rol por web

Aunque en el fondo del discurso de Sir Walter de Lickey Hill, habia verdad, no acertó para nada.

Se enredó y lío, contando sus mediocres hazañas a una audiencia experimentada en la batalla y en el rigor del combate.

No hubiesen sido malas palabras para engatusar a una tabernera con intenciones carnales, y facil de obnuvilar con el brillo de la nobleza. Pero allí habia otra cosa.

Sus palabras nublaron la brillantez de su argumento.

De vuelta en el castillo de Hertford tras un viaje cómodo en el que nuestros protagonistas se dieron el lujo de intercambiar rumores con el resto de caballeros. En uno de esos momentos, Walter le comunicó lo que había escuchado, a lo que su primo sólo pudo responder:

_ Quizás sea eso mismo, primo. Quizás el Rey sólo quiere brindarle la oportunidad de ganar experiencia en el campo de batalla. Así que, somos afortunados de contar con un general con tales cualidades._ Sir Gwilherm no se fiaba de qué oídos pudieran estar escuchando, así que fue precavido y esperaría a estar en privado antes de contarle lo que él había obtenido. _ En verdad, me gustaría tener la oportunidad de platicar con su Alteza y aprender estrategias bélicas, cuando lleguemos Hertford... Y contigo, también me gustaría discutir ciertos términos._ Su semblante cambio por un instante en el que su rostro, mostró seriedad. Para regresar a una sonrisa desenfada. _ Aaaaah Hace un día espléndido, disfrutemos del camino. Si Dios quiere._

Una vez en la sala del Conde, llegó la hora de dar su opnión. Se había mantenido callado y observando, pero ahora tenía que mostrar quien era. Y su primo, con su natural ímpetu se dejó llevar. Pero esta vez, no su improvisación cayó en saco roto.

_ En primer lugar, querría pedir disculpas por la exposición de Sir Walter. Es la primera vez que estamos en la mesa grande y por ello, os doy las gracias. Pero que también permitáis daros nuestra opinión, es un honor tan grande que inflama mi espíritu._ Hizo una pausa en la que se reclinó a modo de reverencia en señal de gratitud sincera.

_ Durante el viaje he podido reflexionar sobretodo esto..._ Se rascó la barbilla con la mano y prosiguió.

_...Si el mayor potencial del ejército de su Magestad es la caballería pesada, desmontarla para perseguirles entre la maleza y acabar con todos los invasores. Sería largo en el tiempo, y por tanto costoso para las arcas reales... y con demasiadas bajas, ya que en el bosque y a píe vuestros hombres caerían en fáciles emboscadas._ Tomó un ligero sorbo de vino, para aclarar la garganta y continuó. _ Yo mostraría la fuerza de los britanos, como ha dicho Sir Walter, si golpeamos con todo a su grueso, no sólo los diezmaremos. Si no que les mandaremos un mensaje, para que no vuelvan a intentarlo. Cierto es, que no acabaremos con todos. Pero las pocas patrullas que sobrevivan podrán ocuparse de ellos, el respectivo condado. Y así, ahorraremos a la corona gastos que puedan emplear en otros menesteres... Mas, es tan sólo la opinión de unos caballeros con poca experiencia en estas empresas._ 

Gwilherm sabía que poca importancia tenía lo que dijera, seguramente ya tendrían una idea clara de qué hacer. Pero no desaprovechó la ocasión. 

Estaban los escuchantes, con gran interes por oir las palabras de sir Gwilherm, más aun tras la más que mejorable comuncación de Sir Walter.

No defraudaron las expectativas, pues sus consideraciones estratégicas sobre batallas, pendencias y superioridades tacticas, fue muy bien recibida por ser del gusto del propio principe Madoc.En efecto,  era ese un punto en el que el principe siempre habia mostrado un especial interes.

Sus exposiciones oratorias, fueron dignas y correctas, y del gusto de los escuchantes. Bien.

Tras llegar a un consenso, más bien a una imposición del príncipe Madoc, se opta por desandar hacia Londres. No convence al futuro monarca, ni a su núcleo militar,  trocear el ejército y exponerlo por los bosques.

Se da un plazo de tres días para que los caballeros de Hertford aporten su presencia y la de la mayor parte de sus soldados al ejército de Madoc. Como el propio conde dice, “…no es momento de andar guardándose tropas, cuando el mismísimo heredero Pendragón ha viajado hasta acá por ayudar al condado”

Así que se mandan heraldos a reclutar a caballeros y soldadesca del condado.

La decisión era difícil de tomar, pero estaba cristalina como el agua. Debía enviar un heraldo para que sus soldados se reunieran en Hertford. 

Quería ir él mismo y abrazar una vez mas a su pequeño, pero estaba compartiendo mesa con la realeza y grandes lores. Debía comportarse recio y decidido, y su sitio estaba allí.

Tras descansar, a la mañana siguiente invitó a su primo a cabalgar por las tierras y así recordar porqué luchaban.

Durante el paseo entre los pastos Sir Gwilherm le explicó lo que había escuchado. 

_ Vienen tiempo difíciles y nos ha tocado vivirlos, así que quiero tu postura sincera en este asunto._ Dijo con un semblante serio, al tiempo que tiraba de las riendas.

Las bestias se detuvieron y los hombres quedaron a la par. El recelo de Gwilherm era extremo, mejor exceder en prudencia.

_ Este ejército no ha sido convocado únicamente para atajar la invasión sajona. He descubierto la ambición que tiene Uther por conquistar el titulo de Pendragon, osea alto Rey de Britania. Si tienen que invadir condados, o declarar la guerra a otros reyes britanos lo hará. No obstante es prudente, y sabe que es mejor traérselos a su causa ofreciendo terrenos y riquezas. No descarta la guerra, pero de momento prefiere la diplomacia y el parlamento.

Eso si, no con todos se puede llegar a acuerdos pacíficos, y los caballeros  temen un enfrentamiento bélico contra el rey Idres de Cornualles, a medio plazo. _ Hizo una pausa, en la que aprovechó para tomar un trago de su pellejo y a la vez, darle tiempo para que digiriera la situación.

_ No me agrada la idea de la guerra, y cuantos menos conflictos haya entre los condes mejor. Porque yo soy un fiel súbdito de Uther y la idea de una Britania unida me gusta, pero temo lo que tengamos que perder para lograrlo._ Gwilherm bajo la mirada un instante y mirando fijamente a Walter le dijo. 

_ Si llegado el caso, Uther se llegara a proclamar Rey de toda Britania, ¿en qué lado estaríais vos? _

Había estado escuchando a mi primo en silencio y con la mirada grave. Podía imaginarme que algo pensaba revelar Gwilherm en nuestro paseo, así que su confidencia no me pilló totalmente por sorpresa. Sin embargo, la confirmación de que en efecto hay un plan encubierto me abruma un poco. Tengo una imagen un tanto idealizada de Uther, pensar que se vale de cospiraciones como ésta para trazar su estrategia para su consolidación en el trono me descorazona un poco. Por eso tardo unos instantes en responder a mi primo, no porque dude de mi respuesta, sino porque ordeno mis sentimientos y me autoimpongo ser realista ante mi natural propensión hacia el idealismo. Uther es un gran rey, pero no deja de ser un hombre que reina sobre otros hombres, y por tanto debe actuar en consecuencia... o dejará de ser rey. Cuando asumo la revelación inspiro profundamente y asiento desde mi montura:

- Mi buen primo, hace tiempo que mi bando es el tuyo. Me gusta Uther y confío en sus posibilidades de unificar Britania. Pero como te estimo y confío en ti debo advertirte que mi lealtad no es eterna. Mientras el gran Uther actúe con rectitud y por el bien de sus súbditos mi espada y mi mano estarán de su lado. Ya sé que puede resultar cómico en mis labios, pero me esfuerzo en abrazar mis votos de caballería. Y tanto es así que si ellos me obligasen volvería la espalda a mis propios hermanos. Espero que nuestro rey no me ponga en situación de arrepentirme de mis palabras. Por ahora, si puedo ayudar a poner en el trono de una Britania unida a Uther no dudaré en hacerlo. Tenéis mi palabra.

Tratado el tema recupero mi sonrisa habitual y comento con ligereza.

Va a ser cierto que los temas de corte resecan la garganta. Porque tengo unas ganas atroces de refrescar el gaznate con una buena jarra de vino. No me extraña que nos topemos con tanto noble ebrio, válgame el cielo la sed que producen estos asuntos. Volvamos al castillo a calmar mi sed, algo me dice que se acercan días de abstinencia obligada...

_ Entiendo tu postura primo, y estoy de acuerdo que la intimidación se aleja del código. Pero a la larga, evita muertes innecesarias._ Continuó con un tono más relajado, para proseguir con el mismo.

_ Hacer frente a un ejército semejante, requeriría de toda la diplomacia del mundo para reunir suficientes condes y sus hombres. Y aún con esas, sería una campaña larga en la que la hambruna y las enfermedades asolarán los campos y sus gentes. Se que peco de demagogia, pero ahora mismo sólo puedo pensar en mi pequeño y su seguridad. Y estar del lado ganador, será un punto determinante en nuestras vidas._

_ Así pues, aprecio tus palabras y tu lealtad. Que Dios bendiga nuestras decisiones..._

_ Regresemos, pues. Yo invito._ Dijo a la vez que clavaba espuelas, para salir en polvorosa.

ok, esperaremos a que pasen esos 3 dias que dio Madoc para reunir fuerzas, o ¿quereis hacer algo mientras?