Partida Rol por web

Tras el parlamento con la realeza, optais con buen sentido por salir al patio. Un poco de aire para  alivar la tensión previa parece buena cosa. Una vez hecho esto,  echais una ojeada a las caballerizas del castillo, donde reconoceis entre tantos a vuestros caballos. Sin novedad, estan bien atendidos. 

Entre una cosa y otra, tampoco ha pasado mucho rato.

Vuestra tranquilidad es alterada por unos gritos que se dan con vuestros nombres, al parecer os estan buscando.  En efecto, un caballero os está buscando, y os da noticias, de que los Pendragon os reclaman otra vez.

Es bobada pensar si es para algo bueno o malo, lo que toca es encaminarse para alli, y desandar los pasos hasta el salon donde un rato antes, acaso 1 hora o menos, habeis estado con la realeza.

Ya habeis llegado al salon del castillo, y siguen los protagonistas de antes, esta vez acompañados con un monton de heraldos y caballeros.

Tras escucharos a vosotros y a sus consejeros, los Pendragón coinciden en la respuesta bélica y así se hará. Vosotros guiareis la expedición que partirá hacia vuestro hogar en Hertford. La expedición partirá en 7 días.

Desde vuestro sitio sois testigos de los mandatos que tanto el mariscal del condado y del rey, sir Elad , y los Pendragón  dan a sus caballeros y soldadesca, para que se movilicen en fecha, plazo y condición.

Se os despide de manera amable de la estancia. Los alla presentes, os estrechan la mano de manera cordial y sentida, tratándoos como unos respetables caballeros más de Logres.

Disfrutáis de 7 días de hospitalidad en el castillo, mientras contempláis complacidos como se moviliza un verdadero ejército para la batalla.
¿Hacéis algo o decís algo o saltamos hasta el día séptimo?

Los Pendragon van a movilizar a un ejercito, en plan expedicion de castigo. Todos los caballeros de la región y muchos de muchas otras estan llamados a ir. Lo mismo sucederá cuando lleguen a Hertford. Osea que irá todoquisqui.

Quieren dar un golpe de fuerza contra los sajones, y de propagandoa  favor suya, en esos condados atacados.

Dejo transcurrir la semana practicando en el patio de armas con los caballeros que gusten, lo hago más como una forma de confraternizar que realmente para mejorar seriamente mis habilidades. Entre aquellos que mejor me simpatizan propongo salir un día de caza. Por supuesto, mi primo, que es un gran aficionado a la caza, es al primero que invito a participar. Por desgracia mi fortuna en el lance no es mucha y regreso de la cacería sólo con el cansancio y el ejercicio como única recompensa. Espero al menos haber conocido algunos buenos caballeros de los que nos acompañarán en la expedición de castigo a los sajones. Y en la medida de lo posible, me intereso por los rumores acerca del misterioso Merlín. Me gustaría saber por qué el famoso druida y consejero del Rey no permanece junto a él... y quizá en algún momento durante una pausa en la caza para comer o beber sea buen momento para plantear estas cuestiones de manera desenfadada...

La semana pasó sin sobresaltos. Bien es verdad, que no fue algo habitual para nuestros poco experimentados caballeros. El movimiento en el castillo era continuo. Caballos y jinetes se movian constantemente. Unos entrando, otros saliendo. Caballeros con sequitos numerosos entraban a diario para mostrar su respeto a los Pendragón, y de hecho para dejarse ver. No faltaban mulas de carga, y soldados de desigual armadura y colorido, pues auqn de Logres la mayoria, eran de condados y señorios varidos. En definitiva, eran 

La semana trascurre tranquila, deambulando por el castillo, observando sus defensas, charlando con los castellanos y caballeros, hasta que el ímpetu de mi primo me invade y me uno a uno de sus entrenamientos. 

Hacía tiempo que no tomaba una espada y le vino bien recordar lo que se siente. Más de una vez, se reunió con el en el patio de armas. Entonces, es cuando se le ocurrió a Walter ir de caza. La idea le encantaba, relajaría tensiones y nos prepararía para la encomienda recibida.

Esos días fueron como volver al tiempo de escudero, salvo que las luchas que se practicaban pronto serían reales; Y las charlas siempre tenían un fin, obtener información.

Y así, llegó el día de partir.