Ya eran las dos de la madrugada, es decir, mucho tiempo después del fin de la jornada laboral normal para cuando Mamoru Ai Yastis se adentró a La Estación de Policía de Sakurami City, el último bastión de la Ley y el Orden que había en aquella ciudad. Y a su manera, este se encontraba podrido como una lechuga podrida... probablemente por haber estado trabajando hasta ahora... y por todos los golpes que fue recibiendo, en especia el último.
*Me había pasado el día rodeado de pacientes aferrándose a la vida y me he dado cuenta que yo también me aferro, pero me aferro a la muerte...*
El hombre miraba una mesa cubierta de polvo, un telefono de cable, un burrito a medio comer, un loro disecado en su jaula y un panel lleno de pistas, pruebas, fotografias y cordeles que iban y venían. Así como la placa de una mujer colgada en la pared.
-He intentado honrar tu legado encontrando a tu asesino durante tanto tiempo... pero ahora sé que la mejor manera de hacerlo... es pasar página por fin... Adios Natsumi...
Justo cuando Mamoru Ai Yastis estaba dispuesto a pasar página de su compañera muerta, Natsumi Nerv, el telefono del escrito de aquella mujer empezó a sonar con fuerza, tanta fuerza que el polvo que lo cubría lentamente se fue levantando con cada vibración.
Mamoru Ai Yastis, con sorpresa y temor descolgaría el telefono, se pondría el auricular en la oreja y...
-¿Diga?.
-Tengo que decirte algo muy importante. Es sobre Natsumi...