Tras ver el desvanecimiento de Kryll, Julian toma una decisión. Tras realizar una serie de saltos y giros se coloca detras de Elvariel, desenvaina su espada y con un gracil movimiento hunde la hoja entre las costillas desprotegidas de la espalda de la mujer. La mirada de sorpresa de la joven antes de caer al suelo lo dice todo.
Sacando su espada y limpiándola con un trozo de tela. Julian se vuelve hacia Kryll y Kukulkan.
Lo habeis hecho bien.
Haciéndose eco por encima de las voces del público el antiguo gladiador aplaude a los vencedores.
Impresionante, hacia tiempo que no veia un combate tan despiadado y sangriento. Médico, venid a tratar a esa joven. El resto que sepais que os habeis ganado la gloria y el reconocimiento del público.
Sentis como la ovación del público os lleva en volandas y os abren las puertas del coliseo. Hoy habeis ganado la gloria.
Victoria.
Preocupado por la salud de Kryll, Kukulkán sólo esboza una ligera sonrisa de asentimiento ante el comentario de Julian. Sin embargo, cuando aparece Magnus y manda que venga un sanador, el guerrero emplumado recobra su porte orgulloso y se yergue sobre la arena. Girando sobre sí mismo para escuchar la ovación del público, el luchador ondea la cadena armada sobre su cabeza a modo de saludo.
-Es el sonido del paraíso.
-¡AHÚ, AHÚ!--exclama finalmente el feroz gladiador al tiempo que cierra los ojos y deja que el momento de gloria se apodere de cada parte de su cuerpo.