Partida Rol por web

Cuando todo parecía indicar que un enfrentamiento era algo inevitable, cuando Finn ya estaba preparando su hechizo, y el resto sus armas. Primero las palabras de Buri, y un poco más tarde las de Alaia, hacen que el grupo de soldados se detenga, todos se vuelven a mirar a su señor. Hasta el comandante del grupo, le mira. 

Las palabras han sido claras, vienen a cumplir órdenes de Ernesto, y no es señor al que se le deba contrariar. Armand, dado su linaje y el tremendo poder de su familia, podría salir vivo de tal desaire. Pero el resto, soldados contratados, serían ejecutados.

Se paran y miran a su comandante y también a Armand, la tensión es casi algo sólido. El comandante pregunta a su señor:

-Armand, si Ernesto quiere que vayas a palacio, tal vez eso sea lo mejor. Conociendo un poco al Señor de Fuenterrubiales, seguro que ya tiene bloqueados los caminos y cualquier ruta de escape. No suele dejar nada al azar.- Y se detiene, le cuesta un gran esfuerzo continuar, pero tras unos instantes y en vista de que el noble no reacciona, añade:

-Señor Armand, oponernos con armas a las órdenes de Ernesto, sería nuestra sentencia de muerte.-

Veis como la cara de Armand, es cada vez más seria, tiene una lucha interna, entre tratar de escapar o atender a razones. Pero esta lucha no se alarga demasiado en el tiempo, es alguien que sabe que ha cometido un grave error, por el que en algún momento tendrá que pagar. Pero también miembro de una de las familias más poderosas, lo que le garantiza un trato mucho mejor al que podría esperar cualquier otro.

Sabe que pedir a esos hombres que luchen para que pueda escapar es condenarles a muerte, y que su padre le protegerá de cualquier cosa, tendrá que pagar por lo que ha hecho, eso también lo sabe, y no quiere empeorar aun más las cosas. Así que tras unos instantes de dudas, os mira y os dice:

-De acuerdo, os acompañaré. Pero primero quiero ver la orden de Ernesto.- Aun nadie le ha presentado la orden de detención que Ernesto os ha dado para la misión.

28 de julio, sobre las dos y once minutos de la tarde de un soleado día de verano.

Vuestro turno.

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El pobre de Finn Lenguadeplata estaba aguantando sus ganas de ir al baño y ahora también estaba aguantando la magia que estaba a punto de salir de su ser para hacer su voluntad; conteniendo ambas cosas, el mediano apenas mantenerse en pie sin soltar ni una sola gota... o magia...

-Agggggg... -Se quejaba...

-Muchas gracias por atender a razones.

Le dijo a los guardias mientras la clérigo rebuscaba un momento entre sus cosas.

_{-Aqui esta...}

Murmuro mas para si misma que para el resto, mientras sacaba un pergamino que desenrollo.

Tras esto se acerco a Armand con la absoluta confianza de que el Lord decidió hacer lo correcto.

-Lord Armand hijo del Barón Leonard, por el presente documento, como miembros de la guardia y bajo las ordenes de Lord Ernesto, procedemos a su escolta al palacio para que tenga una audiencia con el señor de Fuenterubiales, su colaboración se tendrá en cuenta en este proceso, hablaremos bien de ello como representantes.

La clérigo le dio el documento para que lo examinase y viese que no habia trampa ninguna.

Karel suspiró aliviado. Finalmente habían decidido que las armas no eran la solución, una decisión inteligente por parte de Armand.

Relajó el gesto y sacó su pipa, una gran bocanada de humo salió de su boca y se dedicó a esperar mientras los preparativos para el viaje de vuelta terminaban.

Aliviada por la situación, suspiré. Evitar el enfrentamiento era lo que había querido desde el principio y todo indicaba que se había conseguido. Mi estado de nervios y mi frustración tenían que ser liberadas y lo pagué con la persona más próxima mientras regresábamos.
— Muy mal por tu parte Buri, no me lo esperaba de ti ¿Porque no me avisaste? Avanzas como loco y yo, preocupada por ti, te sigo en vez de esconderme ¿Que querías que hiciese antes esos guardias? — Me temblaba ligeramente la voz — Poco podía hacer y si se hubiesen enfrentado ¿Que nos habría sucedido? No puedo protegerte siempre— Poco a poco, conforme me iba desahogando iba perdiendo fuerza y hablando con un tono más bajo. El estrés, la ansiedad de verme cerca de la muerte, todo tenia que sacarlo fuera. Y mi estupidez, había corrido tras Buri como una niña pequeña en lugar de retirarme a un lugar seguro para utilizar mi arco. Esa era la dura verdad que tanto me costaba reconocer

Tras presentarle Alaia la carta al noble, este la lee con cuidado, y la devuelve. No le cabe la menor duda de su originalidad, y por su cara, podéis ver que algo así temía que pasase en cualquier momento.

Acepta ir con vosotros a palacio, pero debido a lo peligroso que le parece que podría ser este corto viaje os indica que estaría mucho más tranquilo si 8 de sus soldados os acompañasen a caballo. Así como la necesidad de llevar un cofre en el que tiene correspondencia delicada, que sería conveniente que pueda tener Ernesto.

No se tarda mucho en hacer los preparativos, tiempo que empleáis para comer algo de embutido, queso, pan y vino que os ofrece Armand. Y pronto estáis todos de vuelta en el camino.

Armand va con vosotros en el interior de la gran carreta, mientras que cuatro de sus soldados abren paso, y otros cuatro van tras la carreta. Armand parece nervioso, y no pensáis que sea solo debido a lo delicado de su situación ante el Señor de la ciudad, hay algo más. De vez en cuando le veis mirando inquieto a los alrededores, para lo que saca la cabeza fuera del toldo que cubre la carreta.

28 de julio sobre las 3 de la tarde, de un soleado día de verano.

Vuestro turno.

El bueno de Finn Lenguadeplata parecía estar tan o incluso más nervioso que aquel noble, a fin de cuentas, este no había podido ir al baño y tampoco había podido lanzar el hechizo de dormir que tenía preparado para aquellos arqueros. Realmente este se encontraba en una gran encrucijada, al igual que sus piernas, aguantando tanto el pis como el maná.

-Si estás buscando un baño, descuida... yo también. -Le dijo al noble al ver que había sacado la cabeza para mirar los alrededores- Pero eso sí, a estas alturas me importa poco que seas hijo de quien seas; el primero en entrar voy a ser yo.

A esas edades aguantarse el pis era malo para la vejiga, por lo que no iba a tener ningún tipo de compasión ni miramiento alguno en las distintas escalas sociales, lo primero era lo primero, y esto era aliviarse.

Buri no podía evitar sonreír ante la bravata de Dalfrid. 

La arquera era divertida, pero, desde luego, no iba a echarle a él toda la culpa. 

- Querida, nadie te pidió que me siguieses. Serías más útil apoyando desde lejos como siempre. ¿Qué mosca te ha picado? - 

La situación se había llevado bien, pero aquella sensación seguía intranquilizandole. 

-¿ Alguien ha visto al resto de hombres de Ernesto? - 

Karel viajaba inquieto, aunque estaba satisfecho por como había tenido lugar la detención, sin usar las armas, el comportamiento del noble le parecía extraño.

Miró a Armand durante unos segundos para finalmente preguntarle -Le veo a usted inquieto, llevamos una buena escolta, tanto por sus hombres como por nosotros mismos, pero le noto intranquilo, ¿hay algo que nos quiera contar? Si podemos esperar problemas estaría bien que nos avisara, por su propia seguridad, claro.

Tras el corto diálogo asomó su cabezota al exterior escudriñando el paisaje, tratando de ver qué es lo que podía tener a Armand tan alterado.

Pero tenías que avisarme… Tú te encargas de esas cosas — Continuaba tratando de traspasar la culpa de su error a Buri con menos fuerza cada vez. Era consciente de que no tenía razón pero le costaba reconocerlo. Con cada paso que daba se sentía más tranquila y relajada. El fin estaba ya muy próximo o eso esperaba y cumpliendo con creces lo que les habían ordenado, sin derramar sangre.
Levante la mirada para ver la silueta de la ciudad, sus cSas, el bullicio que siempre había fuese de día o de noche, era vida pura que no todo el mundo comprendía y sonreí de felicidad, era mi hogar

La Clerigo suspiro aliviada cuando todo se soluciono con palabras, no tenia problema en combatir si era necesario, pero preferia no hacerlo, y menos contra gente que simplemente cumple ordenes.

Decir que acepto los términos seria demasiado, después de todo, ni siquiera era la autoridad, solo una mensajera, pero supuso que si el noble habia decidido entregarse que tuviera una escolta seria mas beneficioso que perjudicial, por las cartas que habian encontrado estaba claro que habria mas gente metida en el ajo, y por la actitud del noble, estaba claro que temia que lo silenciasen, asi que todo era en beneficio mutuo.

Sonrio ante la "díscursion" entre Buri y Dalfrid, era una buena señal, mostraba que estaban mas relajados, y era lo mejor ante un viaje como el que les esperaba, que estuviesen tensos era una fatiga mental para todos.

-Que yo sepa, llevamos cuatro hombres delante y cuatro detras ¿no?

Respondio a su compañero enano, que preguntaba por los hombres.

Alaia había estado atenta a la carretera, después de todo, mas de una vez había sido los ojos del grupo.

No pasa mucho tiempo desde que la carreta se pone en marcha, hasta que Finn esta que no puede aguantarse más y pide que paren.

Cuando este baja para aliviarse junto a unos arbustos cercanos al camino, ve como un grupo de jinetes se dirigen campo a través hacia a villa que acaban de dejar. Cuando vuelve, Alaia que también ha visto al grupo ya esta alertando al resto.

No perdéis el tiempo y reemprendéis el camino de regreso a Fuenterrubiales. Al pasar por el puesto de guardia que controlaba el camino por el que habéis llegado, los seis guardias se unen con sus caballos al grupo. Os dicen que aun no han regresado los dos soldados que fueron tras los jinetes que habían visto. Ahora os queda claro que aquellos jinetes que probablemente querían capturar a Armand, serían los que habéis visto ir hacia la villa.

Con los 8 soldados a caballo de Armand y otros 6 jinetes de la guardia como escolta, no encontráis problemas para llegar hasta la ciudad. Habéis podido ver como desde lejos algún jinete se fijaba en vosotros, pero ahora sois un grupo difícil de atacar.

Una vez en la ciudad tras algo menos de dos horas alcanzáis vuestro destino, seguro que saben que habéis llevado al noble al palacio de Ernesto, pero nadie os ha intentado detener. Una vez en palacio recorréis junto con Armand y dos guardias de Ernesto el camino hacia su despacho. Tras vuestra llegada, y antes de ponerse con Armand, Ernesto os agradece vuestro gran trabajo.

Todos podéis ver una sonrisa en la cara del Señor de Fuenterrubiales, este os mira satisfecho y luego os dice:

-Habéis realizado un buen trabajo, la ciudad y yo estamos en deuda con vosotros. Tomad una pequeña compensación por lo bien que me habéis servido. Me gustaría poder contar con gente tan competente en un futuro, pero ahora disfrutar de unos bien merecidos días de descanso.- Y unos sirvientes reparten una bolsa a cada uno con 40 monedas de oro.

Ernesto vuelve a su despacho donde Armand le espera con cara de circunstancias.

Tras abandonar el palacio, de nuevo en carreta, parece que a Ernesto le interesa que no seáis muy conocidos, os dejan en la sede de la guardia de la ciudad, en los almacenes.

No tardáis en encontrar una buena taberna en la que poder beber y celebrar lo bien que os han ido las cosas. Habéis demostrado vuestra valía ante alguien poderoso, y es seguro que esto os abrirá nuevas oportunidades en el futuro.

28 de julio sobre las 9 de la noche.

Vuestro turno.

En cuanto Finn Lenguadeplata una vez aliviado de su urgencia de vejiga, este se sintió mucho más liberado, tanto que podía decir que estaba en una nube... pero lo que en verdad pasó es que sin querer el hechizo de dormir, o al menos parte de este también se le hubo escapado, eso sí, sobre sí mismo.

-Mmmmm... -Dijo el anciano tambaleante recostándose en la banqueta, apoyándose en Alaia Garagardo- Tienes una magia muy extraña... Señorita Garagardo... pero nada le gana... a una... bola de fuego...

Tras decir aquello, el mediano, simplemente se quedó dormido apoyado en esta. Al parecer todo esto de investigar la situación actual y andar de un lado para otro no era para alguien de su edad, pero estaba satisfecho de hacer un buen trabajo, o al menos, de que el trabajo haya terminado...

-Zzzzz... Bola de fuego... -Murmuró por lo bajo.

Feliz de todo, especialmente que ahora se era cuarenta monedas de oro más rico al militar en retiro se le va haciendo más ilusión su retiro. Bueno, no exactamente un retiro pero si evitaría trabajar como lo había hecho hasta el momento. Aun quedaba también el trabajo que le ofrecieron en una de las empresas de transporte así que tomar uno que otro encargo no estaría mal. Pero de momento había que celebrar los éxitos logrado con el grupo y entonces se dejó llevar del momento, tomando y comiendo y disfrutando de las ocurrencias del variopinto estilo de personajes que tenía de colegas en la actualidad. Otro día pensaría más en su futuro.

Yorha se mantuvo a la expectativa desde que salieran de la villa de Armand. Pero la comitiva era muy importante gracias a los hombres del propio noble como por los guardias que pronto se unieron para escoltarlos. La diplomacia había servido esta vez para que todo se solucionara sin necesidad de hacer uso de la violencia.

- Me gusta ver que la gente todavía es razonable y no expone su integridad de manera innecesaria. - comentó cuando vio que ya llegaban a Fuenterubiales después de dos horas de viaje en tensión.

Tanto los hombres de Armand como los misteriosos jinetes se habían pensado mejor las cosas antes de jugarse el cuello.

Por su parte la entrevista con Ernesto fue rápida y al grano. El enano recibió las felicitaciones junto al resto de sus compañeros al igual que el respeto y una nada desdeñable cantidad de monedas como recompensa.

Con este dinero Yorha ya tendría bastante como para preparar el viaje de retorno a su tierra natal después de haber estudiado los pergaminos demoníacos que necesitaba para hacer frente a las criaturas del averno. Pergaminos a los cuales ahora ya tendría acceso gracias al favor y la recomendación de Ernesto.

Todo había salido a pedir de boca.

- Ha sido un placer compañeros. - dijo en la taberna mientras compartía con ellos una última cena antes de partir a la mañana siguiente hacia la abadía. - Os deseo toda la suerte del mundo y el amparo de los dioses en vuestra búsqueda. Se que en vuestras manos esta ciudad está un poco más lejos de la perdición.

- Solo una última petición os haría mi amiga Dalfrid. ¿Cantarías conmigo está noche una última vez? - y con esa pregunta Yorha terminó aquí su historia.

Alaia sonrio satisfecha al ver que al final, todo habia llegado a buen puerto, habian logrado llevar al noble sin incidentes hasta la ciudad, donde seria juzgado.

La clerigo era plenamente consciente de que, laxo, se quedaba corto a la hora de definir el juicio y posterior castigo que sufriría el Lord por aquel delito, tenia claro de que de no ser asi, no se hubiese entregado con tanta facilidad.

Pero la pena de aquello ya no recaía sobre las manos de ella, ella había hecho todo lo que estaba en su mano por que se impartiese justicia, con lo que podria dormir a pierna suelta libre de toda culpa.

Sabia que las palabras del Lord de la ciudad no caian en saco roto y que mas temprano que tarde les llamarían para otro encargo, aquella era otra recompensa por demostrar que se es de confianza.

-Bueno, pues disfrutemos de los dias libres que tengamos, siento que esta vez hemos podido sortear los peligros con labia e ingenio y me alegro por ello, dañar a goblins es una cosa, pero dañar a humanos, aunque estos sean "malvados" es algo que prefiero evitar de ser necesario.

Comento, claramente alegre por la resolucion de todo aquello.

-Como siempre, ha sido un placer trabajar con vosotros, espero que para la próxima seamos los mismos.

Añadió risueña mirando hacia la "nada", como si no hablase directamente con el resto de compañeros, si no "mas alla".

Karel hizo un gesto para que trajeran otra ronda -a esta invito yo -dijo soltando calderilla sobre la mesa.

-Lo hemos hecho bien, es un gusto compartir misiones con vosotros -Dio una bocanada a su pipa- Aunque hay algo que me reconcome, ¿no pensáis que Arnald era solo un títere más, como Antuan? Esa extraña preocupación que se le notaba, esos jinetes desconocidos...

El enano agarró su jarra y bebió despacio, pensando -Tengo la sensación de que seremos llamados por Ernesto en no demasiado tiempo, deseo de corazón que cuando suceda, porque sucederá, nos volvamos a encontrar todos de nuevo.

Tras estas palabras alzó la jarra y gritó -¡Salud!