Partida Rol por web

 Le miré con una mirada que no tenía nada que envidiar a la suya:

 - ¿Importa realmente?. ¿Puedo preguntar la razón por la que un sensei tan respetado por los suyos mató a traición a un miembro de su clan?.

 Necesitaba ganar tiempo, mientras rezaba por que la ayuda llegase pronto, por si la cosa se complicaba y hubiese duelo...

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

El amor de la más bella de las muchachas. Dice mientras mira a Hanako. Pero sus ojos parecían más deseosos de los de ese León. Los Kamis son realmente caprichosos, ya que nuestros nombres son tan similares... Sin embargo, pese a que se que su admiración es grande por mi, jamás se convirtió en amor como yo lo tengo por ella.

La mirada de Hainchi parece volverse melancólica. Sus ojos se oscurecen cuando baja la mirada. La falta de luz, pese a la luna, hace el resto.

Sin embargo, por tu respuesta, deduzco que sólo vosotros conocéis que yo maté a ese estúpido. Era de mi clan, sí, pero era un traidor de todos modos. Matándole, no sólo hacía un servicio a mi clan, si no que podía incriminar a ese León. Parecía una jugada redonda... pero apareciste tú. Su tono sosegado y casi imperceptible se carga de veneno con esas últimas palabras.

Como con todo despreocupado dice: Supongo que ahora os tendré que matar. No puedo permitir que se sepa que fui yo... prepárate para morir.

Hanako, ante las palabras, se queda de piedra y es incapaz de reaccionar durante unos segundos.

 - No empeoréis la situación, rendíos, en nombre del emperador, y os prometo un juicio justo... - Respondí, mientras me ponía en guardia, recordando mis lecciones de esgrima y esperando no repetir lo que pasó con aquel monje oscuro. La buena noticia era que había descubierto la inocencia de mi amigo León... La mala era que si no tenía cuidado, podría no vivir para rebelar mi descubrimiento.

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

Con la velocidad del rayo, Hainchi lanza un cuchillo que se clava en tu hombro que, pronto, comienza a manar sangre. Antes de que te des cuenta, comienza a recitar un conjuro que empieza a agitar el aire de alrededor.

 Tratando de contener el dolor, me apresuré a tratar de herir a mi adversario antes de que realizase su conjuro, ¿es que todos mis adversarios sabían magia?.

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

El impacto del Kakita es tan brutal que tumba al shugenja de un sólo tajo. Un gran chorro de sangre ha salido del pecho del hombre, salpicando a Ashitaka y manchándole todo el kimono de rojo.

El hombre, caído en el suelo y sabedor de que la muerte le está llamando dice, entre estertores: Hanako... amada mía, ven aquí... por favor...

Hanako, aún en shock por lo que ha ocurrido se acerca de forma mecánica. Como si su cuerpo no estuviese del todo controlado por ella misma.

Hanako... perdóname... te he amado desde el primer día... no podía soportar que tu amor estuviese dirigido a ese León y no a mi... te hubiese hecho una esposa muy feliz... Hanako...

 Mientras los dos hablan, yo les doy cierto espacio, para que puedan hablar, mientras limpio mi arma. No digo nada, mientras les miro de reojo, dándoles algo de intimidad, hasta que digo:

 - De verdad siento que esto haya tenido que terminar así, pero no me habéis dado elección, señor Hainchi...

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

Con la muerte de Hainchi, las lágrimas afloran de los ojos de la Escorpión que te mira algo incrédula. ¿Sabes que acabas de matar a un miembro de otro clan que tiene una mayor posición que la tuya?

 La verdad era cierta, aunque hubiese sido en defensa propia, pero no me quedaba alternativa, debía de afrontar las consecuencias, fueran las que fueran, por el honor de mi clan:

 - Haré frente a las consecuencias. Lo importante es que ahora, con nuestro testimonio, podremos exculpar a tu amado... De hecho, podías sacar provecho de la situación, si lograrais que vuestros clanes consintieran vuestro matrimonio, como una manera de terminar con las hostilidades, maquillándolo todo como una solución política y tapando el hecho de que estéis enamorados.

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

Hanako asiente. Tu solución, pese a todo, podría dar sus frutos. No obstante, sientes una gran preocupación en tu interior. Una Escorpión sabía un secreto oscuro tuyo que podría utilizar en el futuro como chantaje. Sólo de pensar en eso, temblabas en las posibles consecuencias. Habías hecho lo que debías, pero no por ello te sentías limpio.

Volvéis al castillo con la suerte de que nadie parece veros. La oscuridad de la noche, pese a la luna, hace que las manchas de sangre de tu kimono no sean claramente visibles. Consigues llegar a tu habitación sin que nadie te vea, tras despedirte de Hanako.

Tu ropa es quemada inmediatamente y te pones otro kimono nuevo. Ya sólo Hanako y tú sabéis qué ha ocurrido.

Te metes en tu futón y estás dormido cuando tu padre llega.

En los días siguientes, no sabes bien cómo, Hanako ha conseguido incriminar a su sensei como autor de la muerte del Escorpión y se pone precio a su cabeza. Nadie sabe que está muerto. Akodo Jaintsi queda libre que no tarda en hacerte llegar sus agradecimientos.

Tras contarle a tu padre tu plan de casar a Hanako con Jaintsi, la maquinaria cortesana de la Grulla se pone a trabajar y tras días de arduas negociaciones se llega a un acuerdo.

La paz parece haberse logrado, pese a las demandas de sangre por parte del sector más radical de las Matsus, apoyadas por algunos Akodo.

Un año después, Jaintsi y Hanako se casan y eres invitado a la ceremonia por petición expresa de los novios. Tu papel en la conferencia, pese a los errores cometidos (y que nadie descubrió), te hace ascender en el escalafón social. Tu padre, orgulloso de ti, te cede algunas tierras para que erijas tu casa.

 Decidí, a raíz de todo lo que había pasado, que empezaría a entrenar más duro en mi esgrima y mi forma física. Si en el futuro debía volver a luchar, me aseguraría estar mejor preparado...