Tierras Sombrías. Hora de Shiba.
Tu primera búsqueda no da frutos, pero crees haberte pasado algo por alto. Quizás con una investigación más en profundidad puedas encontrar algún resquicio o algo que te haga enocntrar lo que buscas.
Tenía que existir algún camino, sentía que debía estar por allí. Mi hermano así lo había indicado, y no mentiría en una situación así, en la que su alma estuviese en juego, no el hermano que yo había querido y amado. Debía haber algo allí, y no me rendiría, así que comencé a mover y empujar, levantar las más pequeñas rocas del lugar en busca de un indicio cualquiera de un camino que seguir.
Motivo: Investigar
Dificultad: 15
Tirada (3): 4, 3, 17 (10, 7)
Guardados (2): 17, 4
Total: 21, Éxito
Tierras Sombrías. Hora de Shiba.
Por fin, entre las rendijas de un azulejo, puedes ver un resquicio que te hace pensar en la existencia de un hueco o lugar detrás del mismo. Con cuidado, intentas desplazarlo y ves que tu instinto no fallaba. Un hueco de apenas un pie de ancho, y no más de la mitad de un pie de alto y profundo se abre ante ti. En el mismo, una caja de hueso con figuras grotescas talladas en el mismo. Miras a Daichi con curiosidad en los ojos. El Hida tan sólo se encoje de hombros. Toda la responsabilidad queda en tus manos.
Nuestras miradas se cruzaron. Había algo extraño en todo aquello y debíamos ser precavidos. Rebusqué en mi maleta y saqué la caña de pescar que llevaba conmigo, por lo menos tendríamos formas de salvaguardarnos. Até la parte del anzuelo a la puerta de la caja y fue soltando hilo hasta estar a una distancia prudencial, indicando a Daichi a que me siguiese. Luego con la mirada le indiqué que sería oportuno que tuviese su arma entre las manos y preparada.
Respiré profundamente y elevé una plegaria silenciosa a los dioses de la fortuna para que no hubiese ningún peligro allí y que estuviese la lágrima. Luego abrí los ojos y tiré con fuerza de la caña esperando que se abriese la caja, o que saltase la trampa del lugar o al menos ver que sucedía.
Tierras Sombrías. Hora de Shiba.
Tiraste mientras aguantabas la respiración. Durante el tiempo que dura un parpadeo rápido, pudiste ver que Daichi también se mantenía tenso, esperando ver qué contenía la caja. Vuestros músculos estaban tirantes, listos para lo que pudiese ocurrir... pero no pasó nada. Tiraste del hilo con fuerza y la caja, aunque terca al principio, se abrió, cayendo al suelo y dejando caer su contenido.
Una piedra trasparente, con forma de lágrima, cayó sobre el sucio suelo de la capilla. Por la descripción de tu hermano, no podía ser otra cosa que lo que estabais buscando. Por fin parecía que podríais volver a casa.
Usando el largo pañuelo que caía por mis hombres, cogí la piedra sin tocarla, para luego llevarla hasta mi hermano. Aun dudaba de su fuerza y poder, todo había sido demasiado fácil, pero tenía que llevársela cuanto antes.
Tierras Sombrías. Hora de Shiba.
Cuando os acercáis hasta donde estaban Shukei y Kigaru, os fijáis en que las lágrimas corren por la cara del gigante. No habías visto a Kigaru jamás tan emocionado, tan sensible, tan indefenso. Su mirada se perdía en el horizonte, parecía perdido en sus pensamientos. Detrás de él, a apenas un par de pasos, Shukei estaba tendido en el suelo.
Temes lo peor, y comienzas a correr hacia tu hermano. Te detienes delante de Kigaru unos segundos, lo suficiente para que sus palabras te lleguen: No le queda mucho, espero que hayas conseguido lo que estabas buscando. Su voz es de piedra. Ni siquiera te mira mientras habla, comn su mirada aún clabada en el infinito. Pones tu mano en su hombro durante unos segundos, pero no parece inmutarse. Decides dejarle en su dolor y te acercas a tu hermano.
Daichi te sigue, pero se mantiene a cierta distancia, montando guardia. La tensión del momento es palpable y se siente incómodo, por lo que adopta una pose más profesional, con la esperanza de que todo pase.
Mi mano se desliza por la mejilla de Kigaru, sintiendo su pesar y dolor, tratando de hacerlo mio, aunque ya cargaba con el propio. Sabía que lo perdería tarde o temprano, pero esperaba llegar a tiempo mientras luchaba contra la mancha que aun había en él. Mi mano apretaba la lágrima con fuerza mientras corría hacia él. Cuando apenas quedaba un paso, me paré y abrí la mano y observé la lágrima con atención, esperando que el poder de la pureza de la kami realmente estuviese ahí, esperando que su poder aun fuese suficiente para salvar el alma de mi hermano.
Dí el último paso y me incliné sobre mi hermano. Escuchando, o tratando de escuchar, sus funciones vitales, posando la piedra sobre su frente sudorosa.
Tierras Sombrías. Hora de Shiba.
Depositas con cuidado la lágrima sobre la frente de tu hermano y su efecto comienza a hacer efecto de inmediato. La coloración de su piel se vuelve más natural, abandonando el tono grisáceo que había adquirido por la mancha. Su cuerpo y alma estaban purificándose mientras el artefacto se iba deshaciendo.
Cuando la lágrima por fin ha cumplido su tarea, tu hermano se despide de ti para siempre: Gracias hermana por lo que has hecho, ya puedo volver con los nuestros... Y con su despedida y una sonrisa en su cara, tu hermano abandona el mundo de los vivos para siempre, purificado y con las puertas del cielo abiertas para él.
Los últimos fragmentos de la lágrima se deshizo convirtiéndose en polvo que flotó en el aire. Ha quedado purificado. Su alma ha quedado limpia y su cuerpo esta preparado para la rueda kharmica, preparado para volver cuando estuviese listo para Ningen-Do. Aun así su cuerpo no podría permanecer allí, corría el riesgo de volver a contaminarse, de que su cuerpo fuese contaminado, y tenía que volver a llevarlo de nuevo al Imperio. Los sacerdotes allí podrían darle su debido entierro.
Volvamos a casa. Comencé con la lágrima ya saliendo de mis ojos ante la pérdida de mi hermano. Nos reuniremos más adelante hermano. Ahora tu alma descansa y llevaremos tu cuerpo a casa.