Partida Rol por web

Al principio ni siquiera me di cuenta, concentrada como estaba en no perder el espejo de vista, pensé que el dolor en la pierna sería cualquier otra cosa... excepto un agujero de bala, a pesar de escuchar el disparo. No fue si no cuando vi salir la sangre a borbotones que proferí un grito al mismo tiempo que intentaba taponar la herida, pero sin soltar el espejo.

Ver a Ezequiel matar al japonés no fue del todo procesado por mi mente. Era como asumir que estaba jugando con un muñeco para no tener que rendir cuentas con ese trauma más tarde. Sólo sentía dolor y veía el color rojo, difuminando el resto de la realidad, al menos hasta el momento en el que Leroy habló de la forma de destruir el espejo.

¿Destruirlo? ¡No! ¡No se puede destruir y... además es muy útil!

Me veía a mí misma como una bruja consumada, manejando a aquella criatura al antojo. ¡Jamás volverían a llamarme charlatana! ¡Nadie dudaría nunca más de mi poder!

La sangre ya empapaba el espejo, y entonces volví a la cordura. Demasiado peligroso, demasiado dolor. Si caía de nuevo en malas manos... Había que destruirlo, aunque el método que Leroy proponía no me terminaba de convencer del todo. Pero entonces, ¿qué hacer?

Flora habla deslizando sus palabras despacio y con preocupación.

- La humanidad no está preparada para un objeto así, Irina. Sólo ha servido para causar muerte, incluso en manos de alguien con un alma tan pura como el Padre deBriac. Quizá... el fondo del mar, bajo tierra o devolverlo allí donde se encontró.

-En el fondo del mar....-intervine-... No hace mucho Leroy, Irina y yo mismo sobrevivimos a una isla donde naufragó nuestro anterior barco. En esa isla todo estaba controlado por un objeto como este espejo. El mar es caprichoso, Flora. Quizás algún día saliese a flote y algún inocente lo recogería sin saber qué desgracias van con él. Me parece que su sitio es allí donde fue encontrado, y asegurarnos de que en esa cueva no entrará nadie por mucho tiempo. Quizás con cargas explosivas... Lo que sea, ¡pero desagámonos de él ya!

El Espejo Estelar quemaba en las manos del grupo de investigadores. Era una ventana a un mundo de horror desde la que una criatura asesina observaba, esperando ansiosamente una nueva víctima a la que drenar de todo su fluido vital, un objeto incontrolable, deseado por las más oscuras motivaciones del mundo para llevar a cabo sus malvados designios. Era el momento de devolverlo a su lugar, y así lo acordaron los cuatro compañeros.

El cuerpo del japonés fue identificado como Yusuke Ashida por el Inspector Delmont y sus hombres cuando acudieron al callejón, alertados por transeuntes que escucharon disparos de bala. Ashida era un oficial de Inteligencia que trabajaba para sabotear el imperio criminal de Orejas Grandes Tu. Se codeaba con los nacionalistas, por lo que era objetivo para los japoneses, que lo querían neutralizar para culminar su inevitable toma de la ciudad.

Delmont consiguió mover los hilos y haceros disponer de transporte hasta las Montañas Amarillas, allí donde el Padre deBriac encontró en su día el Espejo Estelar. El inspector no preguntó mucho más y accedió como un favor hacia vosotros. Todo lo referente a espejos malditos, seres sobrenaturales y poderes oscuros le hacía añorar con más intensidad su adorada France.

Durante varias horas, un oficial de la policía de la Concesión Francesa condujo a través de un camino lleno de baches y una atmósfera de privación y amenaza. Por el camino, diversos aviones militares cruzaron el cielo haciendo más palpable que Shangháis era un polvorín a punto de estallar en cualquier momento. Finalmente, tras una aldea llamada Yushing, donde niños desnutridos os observaban con miradas vacías y llenas de temor ocultodesde el borde del camino, había una cascada y una puerta de piedra bajo un arco en ruinas. Los cascotes taponaban el acceso a la cueva que había detrás. Aquel era sin lugar a dudas, el lugar donde deBriac había encontrado el espejo. Un yacimiento arquelógico maldito al que nunca debería haber venido nadie, y que ya nadie recuerda quienes moraron en el lugar. Un lugar olvidado, y temido por los lugareños. Allí es donde debían devolver el Espejo Estelar, y esperar con esperanza que jamás vuelva nadie allí.

Es hora, por fin, de volver a casa.

EPÍLOGO

El aire de Nueva York respira familiaridad. De los negocios de la calle llegan aromas deliciosos y diversos, los músicos callejeros espolvorean con sus melodías el bullicioso ambiente de la ciudad, y algún periodista, sin saber cómo ha conseguido el chivatazo, ha sido alertado de vuestra llegada y os hace algunas fotografías para adornar el The New York Times con un titular tan pretenciosos como "Los milagrosos náufragos de "El Emperatriz de Caledonia" regresan a casa". Aquel jolgorio os daba mucha pereza, así que eludís de la mejor manera las preguntas con infames excusas y corréis, por fin, a descansar a casa.

Cuando cada uno de vosotros abre la puerta de su casa, un sobre con el sello de "Urgente" en rojo yace sobre el suelo. El remite es de la familia Bright, una familia de dinero de la ciudad conocida por vosotros. Parece que el contenido del sobre es importante. Veamos qué dice...