A ojos del viejo comandante, que cuya toda lucha era seguir respirando a pesar del horrible dolor en el pecho, todo iba muy rápido, con pequeños intervalos de calma donde podía ver a su fallecida esposa allí, en el CIC, mirandolo. Hablandole. Y lo que era peor, pues a pesar del ruido, la gente, los nervios, todo, podía escuchar la voz de la mujer por encima de cualquier otra, como si estuviera a su lado, como si estuviera en su cabeza.
- J-j-j-j-j-j-j-ju...li....a... - No era capaz de articular palabra, a causa de la falta de aire. Era evidente que quería hablar, y no podía. - ....la recuerdo... - acabó por decir, como si fueran sus ultimas palabras, antes de dejarse caer en la camilla, sin ser plenamente consciente de que pasaba a su alrededor.
Todo se convirtió en un lugar etereo, extraño, lejano. Las voces a su lado eran ecos que retumbaban desde el otro lado del a nave, los pasos eran suaves traqueteos, la gente, tan gris y distante mientras todo pasaba tan rápido. Y él seguía sin poder moverse, luchando por respirar, sintiendo un hormigueo por todo su cuerpo que lo estaba consumiendo.
Robert. No. ¡NO!
X_X
Scrubber ha seguido a la comitiva hasta la enfermeria donde esta sentado en una esquina mirando a Sonnenzorn con cara rara. No sabe que le ha pasado al otro viejo y eso le pone nervioso. Jugetea con su destornillador mientras murmura unas palabras a su propia barba
Durante varios minutos, Sonnenzorn pareció estar dormido, desmayado o inconsciente. Fuera como fuera, el anciano parecía rumiar entre sueños, repitiendo las mismas frases una y otra vez. - Recuerdo a Dorothy. La recuerdo. - Aunque el nombre de Dorothy solo lo dijo una vez, parecía que el recordarla era importante. - Yo no tengo la culpa de sus muertes. Yo no tengo la culpa de sus muertes. - Aquellas frases eran pronunciadas con una inconsciente amargura y dolor. - Robert... Robert... No... Debía escoger entre mi hijo y miles de personas... Lo... siento... - A cada segundo que pasaba, parecía más acongojado, más apenado y dolorido. - Julia.... perdóname... - Por suerte, en aquel momento Riviera clavó una nueva aguja sobre el corazón de Acturus, con aquella química que parecía necesitar más que su propia vida.
Era posible que a esas alturas, debiera escoger entre retirase, operarse para ponerse un marcapasos y retirarse, o seguir luchando hasta un inevitable e inexorable final. Pero para Sonnenzorn, no había planteamiento siquiera. Lucharía hasta el final, hasta su propia muerte. Lo daría todo, y moriría en paz pasara lo que pasara.
Abrió los ojos, sintiendo el dolor en su pecho, en su brazo. Sintiendo el mareo, un escalofrío recorrer su espalda. La ciencia hacía milagros, no había duda. Pero él no era un hombre religioso. - Prepárenme para viajar. - Ordenó con determinación, a pesar de todo. Jamás se daría por vencido. Jamás se rendiría.
Necesitó de ayuda para incorporarse. Demasiado débil para valerse por sí mismo, fue necesaria una silla de ruedas que le trajeron de inmediato, y que ocupó como si de su nuevo trono rodante se tratara. - Manténgame con vida hasta que la tormenta pase, Doctor. Después, déjeme marchar con mi mujer y mi hijo. - Aquello fue más una petición personal que una orden. Un favor.
- Aeon. Usted me acompañara a la Orión. Ahora es necesario que usted, como superviviente de la Andrómeda, sea el rostro de la ceremonia. Pero hágale un favor a la flota, y no abra la boca. Después lo quiero en la reunión táctica, donde ofrecerá sus conocimientos sobre viper y raptor para establecer una mejor estrategia. Y llevará mi silla de ruedas. - Acabó por decirle, esperando a que sea él quien empuje la silla de ruedas.
Recuento de armas.
La Nazara llevaba 36 armas nucleares, de las cuales han sido usadas si no calculo mal, diez. Uno se usó en la sonda trampa, tres para derribar una de las basestar de aquella misma batalla y en esta batalla que hemos disparado seis más.Así que esta en 26/36.
22/36
(Me lo apunto por aquí que luego se me olvida)