Adasdair llevaba varios dias observando las zonas costeras de la isla. Era un lugar esplendido, aunque domeñado por la fuerza y la bravura de los hombres del norte. Guerreros valientes y sanguinarios, que buena parte de su vida se habían dedicado al pillaje y el robo a sus primos mas "civilizados" de las islas del sur. Ahora, tras el tratado de paz, buena parte de esa violencia se había vuelto en su contra, creando altercados y conflictos entre los norteños de sangre caliente.
Pero en esta isla, se respiraba un aire tenso. Los norteños estaban mas taciturnos que de costumbre. Las granjas mas alejadas en la costa, parecían a punto de ser avandonadas. Se hablaba de un gran mal, un gran mal que había vencido las poderosas fuerzas de su rey norteño. Un mal que no se podía vencer solo con el acero.
Adasdair dejó la costa para adentrarse en el territorio mas cetral, y visitar la capital de la isla. Llegada la noche, en la que él se movia con suma facilidad, una sombra tapó la luz de las estrellas. Las bestias y las criaturas del bosque, enmudecieron, y un alito frio, inmortal, le recorrió la espina dorsal. Continuó caminando, pues no era la primera vez que se había enfrentado a la oscuridad, pero se movio en silencio, con su arco en la mano.
Al llegar a un pequeño claro, detecto el olor antes de ver cualquier cosa. El olor a muerte, a carne abierta y podrida. El ruido de los lobos, al masticar carne. Tironeando de huesos y costillas, cumpliendo con el ciclo de la vida y la muerte. Cuando la sombra que tapaba la luna se movia un poco, para él. Pudo ver las relucientes armaduras y las armas en el suelo. Parecía un grupo de unos seis hombres armados...
Sus sentidos se pusieron alerta. ¿Seis hombres bien armados derrotados por lobos...? ¡imposible!
Adasdair se acerco a un árbol y trepo a una rama para ver mejor la situación, encajo una flecha en su arco atento a cualquier movimiento. Listo para disparar.
Los lobos no estarían aqui si hubiese un grupo numerosos en la zona asi que los asaltantes han debido de huir hace tiempo.
La lógica refutaba lo que su olfato le había dicho anteriormente... ya llevaban tiempo muertos y sin embargo... la curiosidad se hizo más fuerte mientras tensaba la cuerda del arco para disparar.
Si no ocurre nada extraño dipararía a uno de los lobos, buscando herirle para forzarle a huir. En caso contrario espero atento a lo que ocurre.
Adasdair observó mas de cerca a los hombres. La posición desde el arbol le daba cierta ventaja. Ademas, parecía que la luna había ganado la batalla a las nubes por el momento. Y una palida luz nocturna bañaba el claro como una mortaja.
El grupo no parecía la tipica partida de norteños. Uno de ellos era claramente sureño. Ademas de que había dos elfos y un mediano. Facilmente, Adasdair, pudo deducir que se trataba de un grupo de aventureros, algunos muy probablemente, del continente. Habían muerto por cortes y contusiones, probablemente fruto de un encuentro con otro grupo armado. Muchas de sus armas habían desaparecido, saqueados por los ganadores de la contienda, al igual que ciertas armaduras. (Probablemente las mas caras).
Desde su posición en el arbol, pudo distinguir una luz a unos dos kilometros, cerca de la costa. Debía ser algun tipo de fogata o campamento.
Con la delicadeza propia de su experiencia Adasdair se deslizo tronco abajo.
Nada que hacer aqui, dejemos que al menos los lobos tengan una noche tranquila.
Guardo su arco y se dirigió sigilosamente hacia la costa. Aquella hoguera le preocupaba y hacía activarse sus sentidos. ¿Serían los asaltantes repartiéndose el botín? o ¿serían supervivientes? o ¿ninguna de las dos cosas?... sus pasos se amortiguaban por sus botas y sus habiles movimientos, el sigilo no le iba a faltar al acercarse a la hoguera...
El explorador se acercó con sigilo hasta los limites del bosque. Pudo ver figuras cercanas al fuego, llevaban armaduras y habían acampado junto a un Drakkar. Un tipico barco norteño que estaba en perfecto estado. Para acercarse a ellos, Adardair tendría que usar su mejor sigilo.
Es el momento de efectuar una tirada de sigilo... ;)
La noche es mi mejor arma... amparándose en el silencio y la oscuridad Adasdair cruzo la poca distancia en completo silencio. La luz de la hoguera además entorpecía a los guerreros que ni sospechaban que alguien les observaba.
Tirada: 1d20(+18)
Motivo: Sigilo
Resultado: 2(+18)=20
La tirada no es muy alla. Me temo que me ven. (ten un +18 para esto...)
Adasdair se acercó silenciosamente y pudo observar al grupo mas de cerca. Claramente eran un grupo de norteños. Pero entre sus filas aparecia un caballero de armadura completa, que iradiaba un alma pura, tanto como su bruñida armadura. Aunque ahora estuviera sucia por el barro. Tambien habia un enano, y un druida sureño.
Una peliroja que estaba subida en la quilla del barco bajo al suelo, y se acerco al hombre de la armadura completa.
Uno de los barbaros parecia herido. Tenia un gran bendaje sobre el brazo derecho. Probablemente estaba amputado. El druida estaba a su lado, aunque parecía haber terminado de extender sus curas.
El resto parecían cansados, y parecían haber combatido recientemente.
Con curiosidad Adasdair intento acercarse más, aquellos aventureros no parecían peligrosos pero sus anteriores experiecias le aconsejaban investigar antes de presentarse a alguien y quien sabe... igual las apariencias engañan... aún podrían ser ellos los asaltantes del anterior combate... si tan solo pudiese escuchar lo que hablan...
Tiro algo?
Adasdais ya estaba lo suficientemente cerca como para escuchar sus conversaciones, pero en ese momento, el ambiente del campamento era taciturno. Y los norteños parecian magullados, y descansaban de sus heridas en silencio.
Mas de cerca, Adasdair pudo ver que eran, tres norteños, con una mujer de esta raza, de cabello rojo. Un druida norteño, algo extraño ya que estos no creian en la religion druidica, si no en su dios de la guerra y sus ancestros. Un norteño de gran corpulencia que estaba apartado, junto a un caballero de armadura completa oriundo del continente, con el simbolo de Bahamut en su armadura. Y por último, un enano.
Adasdair estaba pensativo... que grupo tan diverso... ¿por qué se toleraran unos a otros. que objetivo comun tendrán? Decidió quedarse a esperar que alguna conversación le aclarase las dudas
Sigo oculto y esperando.
El guerrero de armadura completa asiente ante la mujer, y espadón en mano se levanta del suelo y otea el horizonte. Entonces murmura algo...
Y el hombre que descansaba solo en la fogata se levantó y gritó.
-Viejo cuervo, mete a Helfdanne dentro del barco, ahi se va a morir de frio.- Con un paso un poco tambaleante se acercó al hombre y la mujer.
Escondido tras el follaje, Adasdair observó a los norteños. Cuando de pronto, el hombre de armadura completa se giró a la fronda y grito.
-¡¿Quien vive?!-
Todos los norteños sacaron sus armas, y la peliroja desenfundó una cimitarra. Un par de los norteños cogieron sus arcos y encajaron una flecha en sus cuerdas.
Maldición...
¿Qué hago?... los pensamientos del explorador pasaban a toda velocidad mientras agotaba los escasos segundos que tenía para responder.
Suspirando de frustración, el joven semielfo salió de su escondrijo con las armas envainadas. Solo un viajero. la figura de Adasdair se adentra en el claro... no os deseo ningún mal, solo os he estado observando pues los lances del destino ultimamente parecen haber creado peligros en estos lugares. Si me permitis acercarme al fuego os mostrare que no busco dañaros.
Aunque usando el comun Adasdair utiliza alguna de las formas del Alto Elfo, es posible que no desconfien tanto de alguien que habla el idioma de la antigua raza.
El viejo druida observó al recien llegado con ojos inquisidores.
-¡Tu no eres un Lewyrr!. Un elfo de las islas moonshaes. Tu acento del común es sin duda del continente...-
El guerrero que había estado sentado en la fogata manejaba una poderosa espada bastarda. Pero parecía algo desequilibrado. Apoyando la punta de su mandoble en la tierra, dijo, con voz algo ahogada.
-Que se acerque...-
El norteño estaba empapado en sudor, y el anciano druida se le acercó con premura. Susurrandole algo al oido.
La peliroja, de modales rudos dió un paso hacia el semielfo.
-¡Acercate!- dijo con voz autoritaria.
Adasdais se acercó a la fogata, las luces y sombras proyectadas por las llamas destacaban sus ropajes de camuflaje y la oscuridad de su capa.
Me sorprende que me hayais visto, aunque es cierto, estoy lejos de casa. Vine al norte en busca de aventuras y riquezas y puedo decir que solo he conseguido lo primero. sus modales de ciudad le traicionan y ya no utiliza las palabras de los elfos, sino un acento muchos más urbanita.
He visto rastros de pelea cerca de aqui, supongo que os asaltaron, estaba preocupado por si erais vosotros los asaltantes.
Adasdair mira a su entorno, a pesar de su posición esta preparado para sair corriendo si las hostilidades comienzan.