Partida Rol por web

Isaac observó detenidamente la escena. Un instante, pero fue capaz de percibir mucho más de lo que seguramente los cainitas esperaban que consiguiera.

- No se dónde está, de hecho lo estamos buscando. - En vez de mirar al que tenía por el cuello a Lucy, miró hacia la oscuridad de la esquina - Puedes comprobar que es cierto lo que he dicho.

Inspiró, puso su mirada en el nesferatu que la sujetaba a Lucy y la señaló.

- Liberadla, ya os he dicho que no se dónde puede estar. - Abrió sus manos en son de paz. - No se vuestras intenciones, pero si no queréis hacer mal a Alex, puedo intentar ayudaros.

El cainita sonrió ante la palabras de Isaac. Fue una sonrisa que le puso los pelos de punta. 

-¿Mal? -repitió, jocoso; luego dijo, sin ningún tipo de remilgo-: Queremos matarlo. Pero si vosotros no sabéis dónde está... seguramente se haya escapado, se habrá escondido. Y si lo estáis buscando... Entonces el Elíseo está desprotegido...

Se mantuvo un segundo en silencio, sopesando las opciones. 

-Bueno, en ese caso ella ya no nos es útil -terminó decidiendo-. Puedes quedártela... después de que la pruebe... -terminó, sin variar un ápice la sonrisa. 

En ese instante, el que jugueteaba con una sombra en su mano, la levantó y entonces todo sucedió muy deprisa. 

El Nosferatu se acercó al cuello de Lucy y ella se revolvió, sin lograr soltarse. Alguien gritó y, entonces, de la sombra que había en una esquina, salió rápidamente la persona que Isaac menos habría esperado en aquella situación: no era ni más ni menos que Francisco López, con su tono autoritario y su aire de superioridad. 

-¡Ese no era el trato! -le gritó al Nosferatu, apuntándole con un dedo acusador- Me prometiste...

-¿Que te haría uno de los nuestros y ella sería tuya? -terminó el cainita, aún doblando la cabeza de Lucy, tirándola del pelo, para que su cuello quedara al descubierto-. Mentí -dijo simplemente.

Entonces el de las ropas extravagantes saltó sobre Francisco, pero éste reaccionó rápido y le asestó un puñetazo que, aunque fuerte, no pareció afectar lo más mínimo al cainita, salvo porque lo enfureció ligeramente; al mismo tiempo unos jirones de sombra se acercaron velozmente a los pies de Isaac y los envolvieron, haciendo que el empresario descubriese que no era capaz de mover las piernas y, por tanto, de moverse del sitio y, en ese momento, el Nosferatu hincó los dientes en el cuello de Lucy que, de pronto, cerró los ojos y se dejó caer en los brazos de aquel inmundo vampiro. 

Tuvo que sobreponerse al ver salir de las sombras a la persona que más odiaba en este mundo. Francisco le había arrebatado todo, su empresa, su vida... y ahora había puesto en peligro a Lucy.

¿O había sido él? Le pidió que espiase a Francisco... posiblemente éste la había descubierto pero ¿pactar para convertirse en uno de ellos? Por un instante sintió pena por el empresario, pero la rabia que le comía por dentro en ese instante cegaba cualquier otro sentimiento.

Ver como el nesferatu hincaba sus colmillos en el cuello de Lucy hizo que Isaac, por primera vez, quisiera matar de verdad. Estaba ciego de ira, más aún cuando no podía moverse.

Todo su odio se concentró en una única palabra, en la que irradió todo el poder del que era capaz y que centró en el ser que sujetaba a su amada.

- ¡SUELTALA! - La orden partió como un mazazo contra el maligno ser.

Tony había seguido en silencio y un poco magullado al joven vampiro hasta la guarida de un Nosferatu. Se quedó en silencio, observando la conversación, mientras se fijaba en posibles puntos flacos de los tres vampiros que tenían delante. Hasta que, de repente, todo se precipito con la salida de un humano que parecía conocer al neonato. A Tony le daba bastante igual el Senescal, pero Azara se enfadaría si dejaba que estos llegasen hasta él.

-¡Por fin dejamos esta plasta de cháchara de una vez! Joder, ¿os habéis puesto de moda los Nosfes en el futuro? Me da igual lo que digan, los Nosfes de los años veinte eran infinitamente más guapos que vosotros.

Entonces el Lasombra lanzó un ataque contra Isaac, dejando su guardia desprotegida que era lo que Tony buscaba, darle la revancha por su golpe.

De repente la lengua del Setita se alargó grotescamente, atravesando el pecho del Lasombra y haciéndolo caer al suelo, desvaneciéndose las sombras que agarraban las piernas de Isaac. Mientras que con la lengua arrastraba al Lasombra hacía él, intentó hablar como pudo.

-¡Dápido Shico!... ¡Ve a po el cabón eze que tiée a tu mujé! Zuete shavá...

Dijo guiñándole un ojo mientras alargaba sus manos hacía el Lasombra.

Isaac dio una orden al Nosferatu. Una orden que llevaba consigo su no-vida, su deseo más profundo y toda su pasión y su determinación. Para aquel cainita, el empresario no era más que una pulga, una ínfima parte de un neonato, apenas recién reconocido, que no tenía ni una semana de edad y, sin embargo, fue tan imperante la orden, que sus músculos actuaron solos, justo antes de que pudiera siquiera percatarse de lo que estaba haciendo. 

Soltó a Lucy de golpe y sus colmillos salieron de su cuello. La joven secretaria cayó al suelo, casi desmayada, abotargada aún, retorciéndose en una especie de sueño semi-consciente, pero estaba viva... aún.

En ese momento, Tony también reaccionó y al final resultó que el Setita (porque ahora estaba claro que lo era, si aún le quedaba alguna duda) sí iba a ser de utilidad finalmente; alargó su lengua y, antes de que nadie pudiese reaccionar, estacó -literalmente- al vástago que controlaba las sombras, atravesándole justo el corazón y gritando algo hacia Isaac que sonaba algo así como un "ahora o nunca".

En ese mismo instante, el neonato pudo sentir cómo las presas de sus piernas se soltaban y vio cómo el Lasombra se quedaba completamente quieto, inmóvil, sin un ápice de energía. Estaba libre de nuevo. Al mismo tiempo, el Nosferatu, cabreado por lo que le acababa de obligar a hacer, se preparó para saltarle encima mientras le enseñaba los colmillos en una mueca salvaje, afeada más todavía por su rostro deformado. También en el mismo instante, Francisco se acuclilló en el suelo y comenzó a retorcerse, profiriendo sobrecogedores alaridos mientras se abrazaba la cabeza con ambas manos, tratando de protegerse en vano de unas visiones que no era capaz de alejar, al mismo tiempo que el Malkavian que estaba en ese momento a su lado reía desquiciado. 

En medio de aquel caos, Isaac percibió que tenía una oportunidad de hacer algún movimiento. Sólo uno. Y los segundos pasaban. Sólo uno, como había insinuado el señor Soprano, ahora o nunca. 

Isaac no se lo pensó y disparó a la cabeza del nesferatu dos disparos rápidamente.

Tony empezó a tirar de la lengua, arrastrando hacia si mismo al Lasombra empalado.

-Ve agqui, bodido...

Cuando lo tuvo a su altura, agarro con las dos manos la cabeza de este y con un sonoro crujido, se la partió. Mientras el vampiro se deshacía en polvo, el Setita vio como dos disparos impactaban en el Nosferatu. Tony se giró hacia el Malkavian mientras escupía el polvo que se le había enganchado en la lengua.

-Puaj! Puf! Bien, ¿quién es el siguiente?

Isaac se desenvolvió en aquella situación como un auténtico tirador, casi parecía que no había sido abrazado anteayer. Sin pensarlo dos veces y antes de que el Nosferatu pudiese reaccionar, el joven empresario descerrajó dos tiros en su frente con tal precisión que el cainita cayó al suelo en el acto, su cuerpo muerto, definitivamente ya sin vida.

Los segundos pasaron con lentitud en ese momento, una eternidad… El vástago que quedaba había salido corriendo, percatándose de que en aquella situación ya no tenía nada que hacer. Tony había arrancado la cabeza del otro Sabbat, el que estaba empalado por su lengua viperina, literalmente.

En la estancia sólo quedaban ellos, Lucy y…

Tony corrió a ver si la joven estaba bien. Se agachó a su lado y comprobó sus constantes vitales.

-Sobrevivirá. Hay que llevarla a un hospital, pero está fuera de peligro –le dijo a Isaac, al mismo tiempo que señalaba hacia una esquina del habitáculo.

Al girar la cabeza, allí, el empresario descubrió una sombra agazapada en un rincón, una sombra de la que casi se había olvidado por completo durante unos minutos; se trataba ni más ni menos que de Francisco, reducido a un guiñapo asustado y encogido al ver la brutalidad con la que actuaban aquellos seres de ultratumba.

El hombre había hecho lo posible por conseguir también arrebatarle a Isaac a su secretaria, Lucy, y finalmente había hecho tratos con la gente equivocada. Alzó la cabeza, temblando, mirando fijamente a Isaac mientras éste se acercaba a él. No dijo nada, sólo lo observo, entre sorprendido y aterrorizado, sabiendo que, muy probablemente, sus actos tendrían consecuencias…

…sabiendo que era muy posible que su vida llegase a su fin. 

****

En el Elíseo, las cosas continuaron su curso, como siempre había sido, como debía ser.

Por supuesto, estaban lejos de llegar al final. Nadie sabía nada del Senescal, pero habían averiguado que, al menos una parte del Sabbat, tampoco lo sabía. No habían destejido tampoco toda la trama acerca de lo que estaba sucediendo; de hecho, Rafael pensaba que no habían desenredado ni la mitad de lo que deberían descubrir, sin embargo, los resultados no habían sido del todo malos.

Ahora quedaba mucho trabajo por delante. Debían encontrar al Senescal.

Y en cuanto a Isaac… Aquel día, Isaac aprendió muchas cosas. Aprendió lo que era realmente importante y lo que no. Volvió al Elíseo, habló con Helena y la Príncipe lo aceptó como un miembro de la Estirpe, gracias a la ayuda que había prestado en batalla y en la búsqueda de sus objetivos en aquellos días aciagos. Cuando Lucy salió del hospital, se acordaba de todo, así que el joven empresario se vio en la necesidad de tener una conversación con ella, largo y tendido. Además, la mujer se había encariñado con Victoria, la pequeña –ahora huérfana- con la que había pasado un tiempo en el Elíseo mientras ambas estaban allí.

Isaac se había quedado prácticamente solo. De los compañeros neonatos con los que había compartido sus primeras noches tras el abrazo, algunos habían muerto, otros, simplemente no habían vuelto a aparecer… uno continuaba estacado en el centro del Elíseo, como muestra de castigo apropiado para quien se salta las Tradiciones… Y él, en su soledad, había logrado resistir hasta entonces. Sólo él, Isaac Sánchez, había sobrevivido.

Y ahora todo un mundo se abría frente a él. Un mundo que podría explorar, que podía investigar y en el que se tendría que internar y mimetizar con el entorno si no quería acabar como algunos de sus compañeros, convertido en un montón de polvo y ceniza.

****

Esta noche, como cada noche desde que aquello sucedió, Isaac se ha levantado de su cama en su refugio nada más ponerse el sol. Se ha levantado, ha destintado los cristales y ha observado la noche en la ciudad de Madrid; las luces, los humanos, ajenos a todo cuanto les rodea… Ha sonreído, se ha dado la vuelta y se ha dirigido a la puerta para salir esta noche, una noche más en su vida.

Una noche más en la eternidad.

Francisco no era más que un recuerdo. Por un instante Isaac estuvo a punto de romperle el cuello. Un solo movimiento de su poderosa mano hubiera bastado para quebrar ese pequeño trozo de carne.

Pero se abstuvo de hacerlo. Simplemente se acercó al oído del que hasta no hace mucho había sido su competidor, pero no su enemigo. La cosa había cambiado mucho.

Se separó después de él, dándole ostensiblemente la espalda, ignorando la mueca de terror en lo que hasta ahora había sido su enemigo. Habían cosas mucho peores que la muerte, y ahora Francisco lo sabía. Nada podía hacerles ya e ignorarlo era lo mejor que podía hacer, lo mejor para proteger su propia alma.

Ya no podía hacerle más daño a Lucy.

EL sol ya se había puesto cuando dejo que la última claridad del día se filtrara a través de los cristales. La noche sería cerrada en unos instantes y ese pequeño brillo en el cielo era toda la luz que vería en el resto de su larga no-vida.

No podía quitarse de la cabeza a Lucy. La veía sometida por el cruel abrazo del vampiro que le había desafiado.

"No te mereces esto, Lucy"

Ahora además había "adoptado" a Victoria. El futuro le sonreía, e Isaac se aseguraría de que eso continuara así, pero comprendía que no podría compartir ese futuro. Lucy tenía que vivir su vida y disfrutar. Para bien o para mal Isaac había vivido, muerto y resucitado como vampiro, pero no era un vida a la que podría arrastrarla.

"No existe amor más grande que aquel que otrgra la libertad"

Cuidaría de Lucy y Victoria, siempre.