Partida Rol por web

Yami rió ante el comentario que hiciste - Nunca fui de los buenos para empezar - rió y se dispuso a cargar contra ti, pero tus fuertes puños lo detuvieron. Yami se vio en la obligación de evitar un golpe con sus alas, luego el otro con sus antebrazos. Una vez más, no se habían dañado el uno al otro, pero solo mostraba la destreza que ambos tenían para luchar.

Yami gruñó enojado y extendió sus alas para elevarse en el cielo.

- ¡Esto lo terminaré ahora! No puedo seguir perdiendo el tiempo con alguien como tú - y mientras tanto, una gran cantidad de energía se concentraba en su puño. No podías verlo, pero podías sentirlo. Se preparaba para un ataque bastante fuerte.

-¿Y nunca te has planteado cambiarte de bando? Después de todo, ¿de qué otra forma terminarías con quienes pretenden arrebatarte el triunfo de ser tú quien destruya todo? Piénsalo. Ahora no serás más que un peón. Ni siquiera un segundón- lo miró con cierta lástima.

Trató de invocar un pilar de tierra, pero no fue tan bien como le habría gustado. Se desmoronó antes de que pudiese darlo por finalizado. Heracles chasqueó la lengua con disgusto.

Pudiste escuchar la risa de Yami. Era casi como si todo lo que estuvieras diciendo fuera un juego para él.

- ¿En serio crees que tienes derecho a criticarme? Si tú mismo eres un peón - y fue entonces que lo sentiste acercarse a toda velocidad. Antes de que pudieras siquiera reaccionar, sentiste una fuerte embestida de su parte, haciendo que volaras lejos. Sentiste tu espalda golpearse contra algo bastante rígido y aunque trataste de responderle con un pilar de tierra, este no apareció. Tal vez sería un reto el manejar tu poder de manera adecuada en un planeta como este.

- ¿Ese es todo el poder del supuesto coloso Heracles? ¿Dónde quedó esa fama que decías tener? - y fue entonces que le sentiste acercarte una vez más, pero esta vez lograste rodar hacia un lado para evitar su golpe. Solo escuchaste la piedra crujir junto a ti al ser aplastada por sus manos. Se alejó nuevamente para no quedar como presa fácil.

- Muéstrame el poder que dices tener, ¿o prefieres morir? - y empezó a reír, alistando lo que parecía un ataque mágico. Podías sentir la energía oscura aglomerarse en su mano.

Heracles volvió a concentrar su energía, otra vez en balde.

No sabía si era a causa del demonio o de su propio poder, pero se sentía frustrado y enfadado. Antes había llegado a ser uno de los mejores guardias del rey, ¿qué le estaba pasando? ¿Era acaso ese mundo, la Tierra, que le estaba haciendo perder su fuerza?

-Mátame si quieres- dijo con tono rasgado. -No obtendrás gloria alguna por ello.

Yami rió al escucharte decir aquello - ¿Y es que ya te estás dando por vencido? - rió.

Se impulsó con sus alas mientras la energía de su mano parecía reunirse y lanzó un rayo de energía oscura hacia ti, pero afortunadamente pudiste evitarlo a tiempo. A pesar de eso, y aunque intentaste atacarle, la tierra parecía no querer seguir tus indicaciones. ¿Qué estaba pasando exactamente?

Sin embargo, las cosas no parecían mejorar para Yami tampoco, ya que lograste desviar su puño y lanzarlo más lejos de ti. Sea lo que fuere, ninguno de los dos parecía estar teniendo tan buena suerte.

La oscuridad empezó a despejarse y así, podías ver la claridad de la luna, lo cual le restaba cierta dificultad al combate. Tal vez de esa manera podrías luchar mejor.

- Vamos, einar. Te lo he hecho más fácil. Mátame si es que puedes -.

Tanto Yami como Heracles no parecían estar en su mejor día. Ninguno acertaba a atacar al otro. Al menos conseguía estar ágil en lo que respectaba a esquivar sus ataques.

-¿Acaso debemos matarnos porque así lo dicte...? ¿Quién, exactamente?- lo miró con dureza, como si evaluase sus acciones. Todo control elemental que trataba de llevar a cabo terminaba por no funcionar.

Ambos seguían y seguían fallando golpes. ¿Qué estaba pasando? Yami se abalanzó otra vez hacia ti, pero leíste sus movimientos con facilidad. Tal vez esa oscuridad fortalecía su poder y lo hacía más efectivo, pero ahora se convertía en tarea fácil leer sus movimientos.

Sea cual fuera el motivo, seguían sin golpear uno al otro y la tierra seguía sin obedecerte. Cuando le preguntaste sobre quién le ordenaba, se rió.

- ¿No lo sabes? Heleth-sama. Ella me dio una segunda oportunidad y voy a retribuirle. Ella es mi nueva reina - mientras sus manos se llenaban de energía oscura una vez más.

Heleth. Suponía que había sido alguno de los gemelos, pero esa mujer manipuladora siempre le había dado más mala espina.

-¿Estás dispuesto a siempre servir a alguien? ¿A no ser más que un peón?- le preguntó con su potente voz mientras volvía a intentar domar la tierra con su control elemental para aprisionar a su enemigo. No le dejaría acumular de nuevo energía.

Yami seguía concentrando la energía en su mano dispuesto a dispararla, pero justo cuando creíste que podría lograrlo y que el estallido saldría hacia ti, afirmaste tus guanteletes y con un golpe que hizo retumbar la tierra, esta se agitó desestabilizándolo y haciendo que perdiera aquel ataque que iba a realizar mientras cuatro bloques firmes de tierra hacían una prisión rectangular para el ser alado. Las ondas que salían de tus guanteletes lograron dañarlo, derivando en un grito de dolor.

A pesar de esto, el sujeto alado no se quedó tranquilo y cuando estuviste en rango, te golpeó con la cabeza para permanecer atrapado en la prisión que habías preparado para él.

- ¡Maldito einar! - decía enojado el ahora atrapado ser oscuro -. ¡No me importa servir a Heleth-sama porque puedo destripar a insectos como tú! Apenas salga de aquí, ¡juro que lo pagarás! - decía enojado, pero sin lograr liberarse.

-No eres más que un insensato manipulable- decía, mientras se ajustaba los guanteletes con aire orgulloso. Al fin había conseguido doblegar la tierra después de una mala racha. Fue avanzando paso a paso hasta posicionarse lo suficientemente cerca de su objetivo.

Se quedó mirando durante dos segundos los ojos de ese ser oscuro para después propinarle un fortísimo puñetazo en la cara.

El ser oscuro rió y dijo - ¿Y ahora dirás que eres diferente a mí? Dime cómo somos diferentes. Tú solo sigues órdenes - y comenzó a reír de manera desenfrenada.

Te ajustaste los guantes y te acercaste con despacio al hombre, quien no dejaba de forcejear con la tierra que habías logrado moldear para aprisionarle. Por un momento creíste que no podría salir de allí y tal vez él también, pero al ver que le atacarías, ese titán alado gruñó con fuerza. Pudiste ver cómo los muros de tierra se rompían mientras este extendía sus alas y sus brazos, pero a pesar de eso, no pudo evitar el fuerte puñetazo que le lanzarías. A pesar de recibir todo el impacto, este te tomó del brazo, haciéndote volar junto a él y reía mientras te daba una fuerte patada para que salieras volando en otra dirección mientras él hacía lo mismo.

Chocaste contra una columna y él se golpeo con varios cúmulos de escombros. Tenía un hilito de sangre saliendo de su frente mientras se ponía de pie con algo de dificultad. Sin duda, aquel golpe había sido un fuerte impacto para él. Por tu parte, también habías sentido el golpe y al inicio fue difícil enfocar tu vista, pero te recuperaste con rapidez. No por nada eras uno de los soldados élite en Sonoe.

-Soy diferente a ti- confirmó con calma. -Yo no sigo a nadie ciegamente por compartir sus mismos intereses. No me dejo manipular. No toman las decisiones por mí-. Su rey era una persona justa y bondadosa, con mano dura cuando hacía falta, velando por el bienestar común.

Heracles no pudo continuar con la charla, pues Yami se liberó de su prisión temporal, lanzando a cada uno a una punta del campo de batalla. El golpe había sido contundente, lo suficiente como para que todo dentro de su cabeza rebotase y su vista se nublase por un instante. Pero no tardó en volver a centrarse, escupiendo sangre hacia un lado después de haber aterrizado.

Se lanzó de nuevo al ataque tras ajustar sus guanteletes. Avanzó con velocidad, dispuesto a embestir a su contrincante.

El golpe había sido fuerte para ambos, y es que después de estar sin lograr golpearse por un buen rato, ahora ninguno de los dos parecía dispuesto a darle cuartel al otro. Con esto presente, te pusiste de pie, listo para luchar por lo que creías, y dispuesto a demostrar que podías vencerle.

Al igual que tú, parece que Yami tenía la misma idea en la cabeza y tampoco se veía dispuesto a darse por vencido. Ambos se levantaron aún recuperándose de ese último golpe, mientras Yami volvía a reír - Claro, eso dicen todos los sirvientes. Pues entonces muere creyendo una mentira - y se abalanzó sobre ti una vez más a toda velocidad, con la intención de golpearte, pero no sería el único, ya que tú mismo estabas listo para levantarte y seguir luchando. Ambos colisionaron en la mitad del camino de ambos y se agarraron las manos, dispuestos a derribar a aquel que flaqueara, llevando a que ambos forcejearan. Al separarse, Yami pudo asestar un puñetazo, pero esto no sería en vano, ya que el mismo Heracles impactó con su mano libre en la barbilla del titán. Este intentó golpearte con su cola, pero  lograste apartarte lo suficiente para esquivar ese ataque.

El sujeto alado escupió sangre a un lado al igual que tú y sonrió con un gesto un tanto escalofriante - Nada mal, aunque no durará tu dicha - y este parecía dispuesto a seguir esa lucha.

Por más que el buen Heracles trató de persuadir a aquel titán, Yami ni siquiera dudó un segundo de sus convicciones. De hecho, se le podía ver más firme que nunca en aquello que creía. ¿Eso era bueno? Tal vez lo era, tal vez no. Sin importar aquello, era lo que era.

Ambos rivales parecían estar en un nivel muy similar de poder, lo que llevaba a que la batalla se tornara eterna, pero a la final, la voluntad de Heracles por servir a su rey se impuso y superó a su rival. Aquel símbolo de su mano se desvaneció y este se empezó a desvanecer en el aire mientras pequeños orbes de luz volaban hacia el cielo. Solo las últimas palabras del rival quedaron en tu memoria.

- No podrás ganar. Ella ya los conoce. Y ya encontró lo que buscaba - rió mientras se desvanecía por completo. Estabas seguro de haber ganado, pero no por eso no estabas cansado. Aquel paisaje oscuro se desvaneció y te encontraste a ti mismo en un callejón cerrado. De seguro todo aquello había sido una jugarreta de aquel ente, aunque ya no parecía estar cerca, se había ido. Aquella sensación de percibir a Umhti se desvaneció igualmente y lo siguiente era reportárselo al rey.

Apenas unos minutos después de que le enviaras el mensaje, el rey te llamó, diciendo que era importante que lo discutieran de vuelta en casa. Afuera no era seguro. No tardaste mucho en regresar, pero el agotamiento hizo mella en tus pasos, haciendo que aquello se tornara en toda una hazaña.

Al llegar, notaste que Alioth te estaba esperando y se acercó presuroso a ver cómo te encontrabas - ¿Te sientes bien? Debes descansar. Cuéntame lo sucedido, por favor. Estaba por ir a buscarte - el rey siempre se había caracterizado por lo mucho que se preocupaba por su gente, y esa amabilidad la veías de primera mano todo el tiempo. Él se había ganado el respeto de su gente no solo con su poder.

Apretó los dientes y lanzó un último puñetazo a una de las paredes. En sus mejores momentos, la habría hecho añicos. En ese momento solamente consiguió hacerle un boquete.

Volvía a estar en la calle, en la Tierra. Sus fuerzas le fallaron, haciendo que se obligase a tomar la forma terrícola. Era más débil, pero también le resultaría más fácil moverse.

Caminó como buenamente pudo hasta la puerta del apartamento. Cuando vio al rey allí, sus fuerzas se desvanecieron otro tanto, obligándose a usar a Alioth como punto de apoyo cuando se acercó a él.

-Vayamos arriba- pidió. Si le tocaba narrar todo lo sucedido, prefería que no fuese en mitad de la calle, sino en su "guarida".

Una vez tomó asiento y recuperó el aliento, Mike comenzó su relato. Habló acerca de lo que vio en la tienda de discos, de sus sospechas acerca de la apariencia terrícola que también podrían haber utilizado los gemelos. Después del tipo que vio con el tatuaje, al que siguió hasta lo que parecía una trampa. No se entretuvo en contarle la interminable batalla, pero sí le contó que servía a Heleth. Que ella parecía conocer sus identidades humanas.

-Luego se fue- bajó la vista, alicaído. -Siento no haber podido capturarle, mi rey. He fracasado.

El rey en su traje humano se acercó para ayudarte y te ayudó a ingresar. En apariencia humana era mucho más alto que tú, así que no resultaba mayor dificultad ayudarte. Una vez en el departamento, te hizo sentarte en el sofá y colocó sobre ti la palma derecha, en la cual podías contemplar el Anillo esmeralda, funda de la Espada esmeralda, mientras una cálida luz esmeralda salía despedida de este, llenando tu cuerpo y curando las heridas que tenías.

Aquella luz era reconfortante y te devolvía cierto descanso mientras sentías que tus fuerzas regresaban. No en su totalidad, pero al menos podrías moverte en libertad. El resto era descanso.

- No debes disculparte. Has hecho lo posible por cumplir con tu deber. Por ahora me alegra saber que estás bien - sonrió gentilmente mientras se giraba hacia ti. Él realmente se preocupaba por todos los suyos.

Entonces, se sentó y te miró - Tengo mucho que hablar contigo y parte de eso es confirmar tus sospechas. Hay algo importante sobre ese concierto y me alegra que hayas llegado allí - se veía complacido.

Asegurándose que te acomodaras, empezó a explicar - Por ahora debes descansar. Te necesito en plena forma para el concierto, ya que tenemos la certeza de que Heleth atacará allí. Hemos unido fuerzas con los ejércitos de Andelivian y Hardak y estaremos asistiendo el evento. Yo me encargaré de la ciudad completa y Onírica estará allí también. Quiero que vayas encubierto al concierto - y sacó algo de su bolsillo. Al entregártelo, viste que se trataba de un sobre. 

Recordabas bien los nombres de esos planetas. Andelivian, Hardak y Kal'Ahd eran tres planetas hermanos: Andelivian era el planeta de la luz y su regente era la Reina de cristal, portadora del Cristal sagrado. Kal'Ahd era el planeta oscuro y su regente era la Reina oscura, conocida en la antigüedad como Reina ónix; pero esta fusionó su planeta con el cristal ónix, volviéndolo un cristal oscuro y causó desastres. Hardak era el planeta del equilibrio entre ambos. Las guerreras mágicas de Andelivian aniquilaron a los dragones de Hardak para robarles el Orbe del dragón y luchar contra Kal'Ahd, pero la Reina de cristal no pudo controlar el orbe y eso llevó a los tres planetas a la extinción. El paso por Sonoe de ese planeta oscuro es el que había llevado a que Umhti se desequilibrara lo suficiente para 

- En ese sobre hay una entrada para el concierto. Quiero que les ayudes en mantener la seguridad. Esa mujer aprovechará ese evento para encontrar a Kyloh, pero no solo a él, sino al ser supremo de este planeta - no dijo más, esperando que pudieras digerir primero la información que te estaba entregando.

-¿Están de acuerdo en unir fuerzas?- preguntó, tratando de no mostrar lo abrumado que se sentía después de la lluvia de información. El hecho de saber que las "tribus" de tres planetas diferentes parecían estar de acuerdo en dejar sus diferencias a un lado parecía del todo sorprendente.

-Iré al concierto, pues- asintió con convicción -, y haré lo que me pide, mi rey-. Pero había un pequeño detalle que igual se le había pasado por alto mencionar. -Yami, el ser contra el que luché, conoce mi forma humana, espero que eso no suponga un inconveniente en el plan.

Sobre ese Ser Supremo que parecía vivir en la Tierra, Heracles abrió mucho los ojos. No sabía que existía algo así en un planeta como aquel. -Conseguiremos detener a Heleth y Kyloh.

Asintió - Así es. Heleth parece haber dominado parte de la magia de Umhti y está trayendo a sus antiguos aliados a la vida por medio de este. Es un pacto que se hace temporalmente y solo en tiempos de necesidad. Una vez cumplido el objetivo, los guerreros vuelven a su descanso. Sin embargo, ella ha hecho que esto sea permanente, y no solo eso. Ya ha logrado que trascienda a los vivos. Por eso nos hemos unido. Debemos detenerla o consumirá este mundo - suspiró profundamente.

- Eso que tienes en el sobre es una entrada para el concierto, pero como es un concierto donde debes disfrazarte, escogí algunos disfraces para ti. Solo debes elegir el que más te guste y será el que llevarás. Claro, en tu forma humana. Y no pasa nada con que Yami conozca tu forma humana. Después de todo, lo venciste - sonreía de manera tranquilizadora el rey mientras iba por una bolsa con varios trajes. Extendió los trajes frente a ti y te dijo - El día del concierto nos reuniremos con Onírica y una nueva incorporación. Solo debes escoger uno de ellos y eso será todo - sonrió esperanzado mientras te mostraba los trajes.

Este parecía emocionado por todo el asunto, así que tras escoger tu disfraz, te dio indicaciones claras de lo que debían hacer al día siguiente.