Partida Rol por web

Aquello se podía feo, aún mas si cabía. Faltaba la intervención de Deanna, que san solo parecía saber usar la boca bien para una jodida cosa. Y apenas me da tiempo a decir una cosa antes de que con sus bruscos movimientos el basilisco me tumbe de una y y acabe en el suelo de mala manera.

- No le miréis a los ojoo... - digo, justo antes de verme golpeado, sin poder llegar a acabar la frase de advertencia o aclararles lo que mierda era aquella criatura, si es que aún no lo sabían. 

Siento el frío suelo bajo mi cuerpo y cierto aturdimiento. La cabeza me da vueltas y las sienes amenazan con explotarme por la tensión y el pánico que ganaban terreno.

- No es él, no es él... - digo casi sin aliento -  No sabemos quién es tu Madre ni que ha pasado con ese ladrón, hemos entrado aquí siguiendo un fuego fatuo y buscando a alguien. No somos enemigos. - atino a decir, si consigo erguirme de nuevo, reculando para atrás.

- Un basilisco...-musitó, lívida, dando gracias a que Neakail pronunciase aquella advertencia que ella no habría podido expresar quizá con tanta claridad. Vio a la criatura desplazarse, y contuvo la respiración al ver cómo la quimera se acercaba a Kyran y Neakail profería aquellas palabras, tan muerto de miedo como ella y lleno de apuro. 

Realmente no estaba segura de que fuese buena idea acobardarse ante la sierpe, pero ¿funcionaría acaso mostrarse ufanos ante ella? Se preguntó, apretando el mango de su estilete, en la mano, manteniéndolo bajo aún, mientras evitaba mirar aquel bicho a los ojos- Eso. No sé a quién buscas, pero debe haberse ido por otro sitio. Nuestro compañero es un poco libertino pero no es un ladrón. Debe haber alguien que huele... Igual de mal que él.-dijo, titubeante, aún con todo el pelaje erizado, acercándose a Kyran como si quisiese cubrir uno de sus flancos. 

El sátiro asintió con la cabeza al escuchar la recomendación de Neakail a la que Deanna puso nombre. Desde ese momento trató de no mirarlo directamente a los ojos. 

A Kyran le daba la sensación de que más le valía mantener la boca cerrada si no quería que el bicho se terminase de cabrear. Porque si de algo estaba seguro era de que si acababan de cabrearlo no iban a salir ninguno de allí. 

Así que mientras Neakail y Deanna intentaban hacer entrar en razón a la criatura, él siguió retrocediendo de espaldas hacia la salida del túnel, con el arco preparado en las manos. Al mismo tiempo se daba cuenta de que el único que le interesaba era él. Si lograba sacarlo de allí los demás tendrían el camino libre para continuar en la búsqueda de Alice. Kyran no era un héroe ni un mártir, pero, desde luego, tampoco quería ser el responsable de la muerte de ninguno de ellos. Miró hacia atrás, calculando la distancia a la que estaba la salida y cuánto tardaría en llegar a la bifurcación y tomar otro camino.  

Frunzo el ceño levemente cuando dice que no he contestado a sus preguntas, sí lo había hecho, pero él no lo sabía.

_{^{-Claro que le contesté, buscamos a mi fuego fatuo o a Alice. ¿Los ha visto, señor dragón? Usted sí que no ha contestado, ni se ha presentado-}} el dragón no solo no contestaba a mis preguntas, sino que se sentía con la libertad de empujar. Por suerte no caigo al suelo, seguro que me haría algún moratón si caía. -_{^{¡Eh, eh! ¡Sin empujar!}}

Kyran quiere irse, pero si mi fuego fatuo había venido por aquí, estaba segura. Hasta Mest estaba seguro.

^{_{-Pero este es el camino, me habéis dicho que el otro para después. Primero encontramos a Alice y luego exploramos, ¿no?-}} rasco un poco mi cabeza sin entender. ^{_{–Además, no conocemos a su madre, aquí abajo no hemos encontrado a nadie más. ¿Nos oye, señor dragón? ¡No. Hemos. Encontrado. A. nadie. Más! ¡Solo. Queremos. Encontrar. A. Alice!-}} alzo la voz hacia el dragón porque quizás era mayor y duro de oído.

Me jode un poco ver que siendo todos los que somos y siendo el bicho este sólo uno se nos pone así de chulo, como si él dominase la situación. Bueno, puede que sea así, pero al menos podría cortarse un poco. La verdad es que me pienso decirle algo a Mest, pero prefiero no llamar la atención sobre él. Por si acaso.

Ante la advertencia de no mirar a esa cosa a los ojos, el primer impulso es precisamente hacerlo. Puto Neakail. Es como cuando te dicen que no pienses en un consolador rosa. Joder, pasas a verlo hasta al cerrar los ojos. Por suerte mi fuerza de voluntad esta vez fue suficiente para no hacer caso a mi primer instinto y seguir lo que decía el jefe. Claro que entonces no sabía muy bien adónde mirar: ¿a esa enorme bocaza? ¿A las patas? ¿A las tetas de Deanna? Esa última opción no era mala, aunque me iba a costar reaccionar si el bicho hacía algo ra... Algo como lo que precisamente hizo de inmediato, casi tirándome al suelo.

—¡Eh! —protesté, consciente de que yo no tenía nada que ver. Tras lo que había dicho el sátiro, la verdad es que tenía cada vez más claro que hablaba de él. Ya era puta casualidad. De todos los basiliscos que debe haber en el Ensueño, nos teníamos que encontrar con el hijo del que había puteado el puto Kyran. Había que joderse.

No me pasó desapercibido que el bicho pisaba y se recogía cerca de Deanna. Buah, fijo que le intentaba hacer algo. Yo no sentía mucho afán por proteger a esta gente, ni quería hacerme el héroe, pero estaba claro que o empezábamos a hacer algo o pronto íbamos a estar todos jodidos.

—Vocalizas fatal —le dije al bicho directamente, evitando en el último momento mirarle a los ojos—. ¿Has dicho razón o ración? Mira, de verdad, quiero ayudarte y salir de aquí tranquilamente, pero es que así no hay manera.

Mientras tanto mi mano en mi bolsillo seguía en mi arma, pero esta estaba escondida. Pasaba de parecer una amenaza. Aunque, siendo justos, probablemente no lo habría parecido ni con una karasnikoff mágica en las manos. Kalasnifov. Karasnikov. Ni con una metralleta mágica en las manos.

—Vamos a hacer una cosa, señor basilisco —seguí—. Dime qué es lo que le robaron a tu madre, y yo me encargo de recuperarlo. Soy bueno con eso, ¿eh? —dije. Entonces los nervios hablaron por mí, tomando lo que probablemente fuera una decisión estúpida. Pero bueno, no parecía que ellos lo estuvieran haciendo mucho mejor. Más bien parecía que me había unido al equipo de los Power Monguer. Saqué del bolsillo entonces una cartera—. Mira, ¿ves? Es suya —dije, señalando a Neakail—. Se la habían robado, pero la acabo de recuperar. —Entonces miré al mentado y le hice un gesto con la cabeza, sin poder evitar una media sonrisa—. De nada.

-¡SSSSSILENSSSSSIO!- siseó la criatura cuando Deanna, Neakail y Leonore comenzaron a hablar. -Mentirooossossss y ladronessss. Una mentira mássssss y ossssss devoraré- advierte mientras su mirada está fija en algún punto en la oscuridad. Deanna se acerca al sátiro y su figura, antes oculta, se revela de nuevo, mientras la gran serpiente, o lo que fuese comienza a avanzar ondeando lentamente.

Sin embargo, las palabras de Errol logran que se detiene. Sus ojos se desvían hacia el pelirrojo un momento, mientras emite un audible siseo que parece expresar algún estado de ánimo. 

-Aaah, ¿eressss bueno recuperando cossssaas robadassssss?- comenta, mientras su largo cuerpo hace un pliegue rápido y empuja al pelirrojo hasta ponerlo a bajo su enorme pata. La cabeza de la criatura bajó, mientras sus ojos seguían fijos en la posición de Kyran, mientras se movía apenas perceptible.

-Tu amigo esssss un ladrón. Él tiene el tesssssoro de madre. Trae la mano del ladrón y el tesssoro que ha robado y quissssssás te deje vivir a ti, recuperador-de-cosssaas- comenta el basilisco con un tono socarrón. -¿Tenemossssss un trato? ¿O quissssaaaasssss debo comenssssssar devorándote a ti primero en frente de tu amigo?- y la garra de la monstruosa serpiente comienza a tocarte la espalda, mientras sus filosas garras te tocan apenas, como si estuviese jugando un poco y tanteándote.

-¡¿Pero qué haces, grandísimo gilipollas?!- murmura Mest desde su bolsillo, mientras sientes como tiembla. -¡Vas a hacer que nos devore a ambos! Por una vez en tu vida, mantén tu boca cerrada...- dice la criatura, mientras asoma uno de sus azulados ojos observando lo que sucede.

No estás seguro de cuándo o cómo, pero la cartera que muestra Errol y que se acaba de sacar del bolsillo el clurichaun... ¡Es idéntica a la tuya! y cuando revisas tus propios bolsillos notas que justamente, te falta la cartera. No te es muy difícil deducir que casi con total probabilidad lo que sostiene Errol en su mano te pertenece a ti y que se las ha arreglado para sacártela sin que te dieses cuenta en algún momento.

Kyran había oído suficiente. Suficiente para saber que no importaban la explicaciones que pudiera darle a ese ser que le ponía el vello de punta y suficiente para saber que Errol nunca iba a poder recuperar lo que le pedían. Los chiquillos se estaban metiendo en un lío mucho más grande de lo que podían imaginar y apenas él era el único consciente de ello. 

Así que cuando Deanna descubrió el lugar donde intentaba fundirse con las sombras de la gruta, frunció el ceño y no se lo pensó más. Se dio la vuelta y echó a correr, sin fijarse ni dónde pisaba ni por dónde iba, con el único objetivo de llegar a la bifurcación para llevarse al basilisco por otro camino distinto. Ya pensaría después qué hacer, porque enfrentarse directamente a él no estaba en sus planes. Quizás a solas pudiera convencerlo, o quizás lograse esconderse y el bicho pasara de largo. En cualquier caso, ese era un problema para después. Ahora lo que tocaba era correr.

Intentó arreglas las cosas por las buenas, olvidando por momento la posibilidad que sus propios compañeros siguieran pecando de bocazas. Olvidó que no estaba con personajes cualquiera, sino con... con aquellos monguers. Olvidó tantas cosas... entre ella su cartera, que cuando la vio de manos de Errol dudó por un instante de se trataba de la suya de verdad.

Palpó sus bolsillos y al comprobar que no se encontraba en su posesión, tuvo que mirar al pelirrojo con rabia, entrecerrando los ojos. Le hubiera dado una gran colleja, pero ante la situación en la que se encontraban simplemente la recuperó con un gesto rápido con la mano ya que Errol estaba al lado.

Entonces ocurrió algo antes que se le antojaba todo menos la idea más inteligente: Kyran intenta correr correr, sin exito. Y entonces él supo que no saldrían de ahí vivos.

- Podemos sellar el Trato*. ¿Quien es tu madre? ¿que le han robado? La podemos ayudar. Podemos recuperar el tesoro y traerte al ladrón, sea quien sea. Vamos a hablar con él, y si de verdad es el ladrón, te lo entregaremos - indicó a Kyran- No somos enemigos. Estamos buscando a alguien y un fuego fatuo nos guiaba, nada más. Te ayudaremos si nos dejas pasar. 

Podría correr y dejarlos tirados. Podría atacar con un arma echa para repeler ataques... Podría tanta cosas a costa de la integridad de sus compañeros. La mochilita emocional que cargaba en las espaldas se lo impidió de nuevo.

Me estremecí al oír cómo la criatura llamaba mentirosos a todos... O a casi todos. Yo me había librado. Lo cual quizá me metía en un aprieto aún más grande. La parte buena era que sería un aprieto para el Errol del futuro, que sería más sabio aunque no más guapo. Y la parte mala era que ese futuro en que todo esto se convirtiera en un problema seguro que estaba más cerca de lo que me gustaría.

Bajé la mirada cuando noté que el bicho se giraba hacia mí y asentí a su pregunta con la cabeza... Antes de verme empujado y atrapado por la pata de esa cosa. Me costó no mirarle a los ojos en ese momento y me maldije por aquella idea. Tal y como preveía, el futuro no había tardado en llegar. Y estaba claro que no había sido con suficiente tiempo para ser tan sabio como debería. La voz de Mest terminó de hacerme consciente del lío en el que estaba... Pero lo que sugirió no me pareció buena idea.

Iba a contestar cuando escuché a Neakail. El muy bobo se estaba incluyendo en el trato. O era retrasado, o le jodía demasiado no ser el protagonista... O las dos cosas. Pero lo que me acojonó de verdad fue que parecía que hablaba de algo más que de un tú haces esto, yo lo otro, adiós muy buenas. Joder, como fuera igual de rápido subiendo en las apuestas que en la cama seguro que no llegaba nunca ni a quitarse los pantalones.

—No creo que comerme sea buena idea —dije en voz alta, apartando un poco la cara por acto reflejo—. Será más difícil que recupere nada si estoy muerto y en tu estómago, ¿no te parece?

La verdad es que me gustaría haber tenido unos momentos para pensar antes de seguir hablando, pero no daba la impresión de que sobrase el tiempo.

—De todas formas, no somos tan amigos, ¿eh? —comenté entonces—. Nos hemos conocido hoy, ¿sabes? Somos más bien colegas de trabajo. Conocidos, de esos que se saludan de lejos, ¿entiendes? Y si no estuviera de buen humor, ni lo saludaría —Mientras hablaba intenté llevar las manos a la garra del bicho para apartarla poco a poco de mí—. Dime una cosa, ¿tu madre se pondrá contenta cuando tenga el tesoro de vuelta? —pregunté, intentando desviar la conversación de la parte en que se hablaba sólo de a quién comer primero... Especialmente si era a mí. El siguiente paso sería ver cómo escaquearme de esta historia: con que pringase uno bastaba, y Neakail se estaba ofreciendo voluntario.

Deanna se fue quedando progresivamente del color de una blanca pared. Primero al volverse consciente de que quizá había entorpecido lo que fuera que Kyran estuviese a punto de hacer, costándole aquello al Sátiro quizá incluso la vida. Y luego al escuchar a la quimera, bramar y volver de aquella propuesta improvisada del pelirrojo algo taimado y amenazante. Y además estaba Leonore. ¿Hasta qué punto era su compañera consciente de la situación? Comenzaba a pensar que lo que decía Neakail a veces era verdad, y estaba un poco mal de lo suyo, después de todo. 

Miró alrededor, asustada, queriendo no mirar al basilisco a los ojos, y observó cómo Kyran echó a correr precipitadamente, sin que aquello pareciese que fuese a salirle muy bien. Y temió. Temió por él, más de lo que le hubiese gustado admitir. Se envaró, y suspiró.

- Yo sólo puedo decir algo muy sensato. Y es que, me contaron el otro día que tres tristes tigres comían trigo en un trigal. Y que Pablo pablito clavó un clavito, así que me pregunto, ¿qué clavito clavó pablito? La verdad es que tiene miga la cosa, ¿eh? Cualquiera diría que todos los clavos son iguales, pero el de Pablito debía ser especial.-comentó, aparentemente sin venir a cuento, colocándose, poco a poco, frente a Kyran, tapando la visión de su cuerpo- Por otro lado está el asunto del arzobispo de Constantinopla ¿sabíais que se quiere desarzobispoconstantinopolizar? Y buscan a un desarzobispoconstantinopolizador que lo desarzobispoconstantinopolice, y si lo hace, pues oye, buen desarzobispoconstantinopolizador será, ¿no os parece? -preguntó, como si aquello fuera súmamente importante, mirándolos a todos- También me enteré, de que el perro de San Roque no tiene rabo, porque Ramón Ramirez se lo ha cortado. Pero entonces, ¿quién ha robado el rabo del perro de Ramón Ramirez?

El basilisco escucha la oferta del Clurichaun y el Nocker y no dice nada. No responde negativa ni positivamente, parece genuinamente estarlo pensando, y cuando se dispone a decir algo, un golpe seco llama su atención, en la dirección en la que está el sátiro.

Kyran intenta echarse a correr, con tan mala suerte que se tropieza y cae al suelo en una mezcla de torpeza y terror, sin entender qué ha pasado, y tomándose la pata. La criatura bufa irritada, y mientras Deanna recita sus trabalenguas, y podéis ver como el glamour vibra alrededor de ambos, primero lentamente, luego bruscamente, para detenerse. Lo que sea que haya hecho Deanna, sólo logra mosquear a la criatura que emite un chirrido ensordecedor cargado de rabia. Lo que haya intentado hacer la pooka, no funcionó, y en su lugar recibe a toda velocidad un intento de golpe del ala de la criatura. Fuerte y certero, estaba segura que de haber conectado, no sólo habría salido volando, sino que le habría roto varios huesos en el camino.

El monstruo se retuerce, mientras a gran velocidad se mueve de forma amenazadora, como una ola de un mar picado y siniestro, mientras su rostro brilla de forma propia. Un segundo ataque se lanza contra Deanna, que la enorme serpiente no se detiene a ver si conecta, pero que hace que la pooka se mueva hacia un lado. El sátiro ve como una sombra se cierne sobre él, mientras la caricia escamosa del cuerpo alargado del basilisco raspa su espalda, para luego sentir una de sus filosas patas atenazarlo fuertemente contra el suelo, sintiendo todo el peso y la descomunal fuerza de la criatura que acababa de enfurecer.

-Ladronesssss, bandidosssss, vuesssstros trucossss ya no tienen efecto. Voy a arrancarossss la cabessssa, comenssssando por ti ladrona- dice mientras su mirada busca a Deanna. -Y a ti te llevaré a madre, vivo. Madre tiene mucho que hablar contigo, ladrón- sisea furioso, mientras sus alargadas garras se cierran y rasguñan a Kyran en el torso, a medida que la alada serpiente busca a su próxima víctima.

El dragón parece que no le gusta lo que diga, aunque me ofende que me diga que miento cuando solo le dije la verdad. Pero si cada uno le decimos una verdad son muchas verdades para él y quizás no tiene tiempo para escucharlas todas. Además está enfadado con Kyran, el dragón tampoco quería entender.

Miro con interés a Errol, pues no nos había dicho que recuperaba cosas, aunque encajaba con que la baronesa lo hubiera asignado a esta tarea. Ayudaría con Alice si se le daba bien, porque yo no era de encontrar muchas cosas. La verdad es que a veces no era culpa mía, es como si las cosas no quisieran ser encontradas. Quizás Alice no quería ser encontrada, ni lo que la madre había perdido.

_{^{-Pero si él tiene razón no va a encontrar su cosa que ha perdido su mamá, está perdiendo una oportunidad, señor dragón. Nosotros hemos perdido algo y lo va a encontrar él, sí, sí, así va a ser}}- asiento segura de mis palabras. _{^{-Y quizás usted puede ayudarnos si sabe algo, pero el encontrador de cosas es él-}} señalo a Errol tras el descubrimiento.

¿Encontrará el libro que perdí y tuve que comprar de nuevo para la biblioteca si se lo pido?

En cuanto tropezó supo que había perdido su única oportunidad, la de todos, tal vez. Oía a Deanna diciendo cosas raras, pero no le dio tiempo ni de mirarla para ver qué hacía antes de que la enorme zarpa de la criatura se posara sobre su espalda. 

Se estremeció, con una expresión de terror que ninguno de los chavales había visto jamás en su rostro siempre lleno de confianza. Y, sin embargo, aún tuvo más miedo al escuchar lo que el basilisco quería hacer con él. Kyran soltó despacio el arco y abrió los brazos, como queriendo mostrar que no era peligroso. 

—No... Escucha, escucha —dijo, tratando de atraer su atención para que dejase de amenazar a los otros—. Lo de tu madre fue todo un terrible malentendido. A mí me engañaron, como a ella. Tu madre y-y-ya me castigó. —Tuvo que tomar aire en una bocanada para seguir hablando—. Yo no tengo su égida, apenas la vi unos segundos. Pero sé quién la tiene... El mismo que me engañó a mí. 

Deanna gritó, al ver venir el ataque del basilisco, esquivando cada uno de ellos con gracia felina. Daba suerte a tener aquella agilidad innata que le daba su parte gatuna. Sabía que podría no haberlo contado, o al menos quedarse con unas heridas bastante feas. Y era cambio de temporada. Debía hacer videos de outfits. Tenía que subir fotos a instagram. Después de todo, iba a volver a casa, ¿no? O al menos eso quería pensar. 

- Eh, señor basilisco, escuche a mi amigo. Todo ha sido un malentendido. No sirve de nada que me arranque usted la cabeza... ¿No ve que la tengo bonita? No más que sus preciosas escamas. Pero sería un desperdicio. Se pudriría y mis orejas son preciosas.-dijo, temblando, encogida en el sitio. 

Por instantes, el odio hacía sus compañeros alcanzó cotas nunca antes vistas. Deseó, al menos durante un par de segundos, que el basilisco les desgarrara hasta acabar con las entrañas yaciendo en el suelo. Fue un momento fugaz de ira, que se ve rápidamente sofocado por dos terribles realidades. La primera es que él también sufriría la ira de la quiera. La segunda, y no menos importante, que Orsy y la Baronesa se quedarían en la estacada con la negra impresión de que habíamos fracasado.

Por eso casi que aulla, una vez más, palabras desesperadas.

- ¡Santifiquemos el juramento! Puedo santificarlo yo ahora mismo. Podemos encontrar lo que su madre busca y así compensaremos el agravio – y después de eso pasaría lo que tuviera que pasar, pero era esto o morir.  No tenía muchas esperanzas en sus posibilidades en huir a oscuras… visto lo visto con Kyran.

En ese momento, no se paró a pensar en las consecuencias de todo aquello (si es que salían vivos), pero tampoco era momento. No obstante, Kyran tendría que dar sus buenas explicaciones y cada cual apechugar por la parte de culpa que le corresponde. 

En cuanto intervino la pooka diciendo que diría algo sensato mi atención fue a ella... Y la verdad es que no recuerdo un mayor facepalm en toda mi vida que cuando escuché lo que vino a continuación. No dije nada, claro, y de verdad deseé que aquello funcionara... Aunque veía como una resolución más probable que el basilisco la interrumpiera partiéndola por la mitad.

Y no andaba desacertado. Al menos, Deanna había sido lo suficientemente ágil como para apartarse... Lo que era digno de admirar. En cualquier caso, me sorprendió que la criatura pretendiera matarla a ella y llevarse al sátiro. Eso era lo más inteligente que había dicho hasta el momento, dada la situación, y me hizo tener claro que en un embrollo como este lo mejor era ser el ladrón que cualquier otro. Un aprendizaje más para la vida.

En cualquier caso, al oír cómo se desarrollaban las cosas, me alegré de que al menos todos estuviesen yendo a una por una vez. Y la verdad es que recuperar la égida esa iba a ser tirado, sólo teníamos que ir adonde la tuviera el sátiro, porque la excusa que había oído la había escuchado ya tantas veces que sabía de sobra lo que quería decir: la tengo escondida. No, señor agente, la el kilo de marihuana no es mío, y todo eso.

—Eso, eso, santificad el juramento —dije entonces, notando la pulsión en la nuca de cuando sabía que estaba a punto de venirme muy, muy, muy arriba—. Pero entonces hay otra cosa que tratar. Para el sátiro, la recompensa será no matarle. Otra vez. ¿Y para los demás, señor basilisco? Recuperar un tesoro como ese seguro que nos lleva a un montón de peligros, a arriesgar nuestras vidas y enfrentarnos a todo tipo de cosas, poniendo nuestras habilidades al servicio de una empresa como esa. ¿Habrá algún tipo de recompensa al final de ese camino? No es una exigencia ni nada, y podríamos hacerlo sólo por la aventura y por devolver a su madre lo que es suyo... Pero los servicios de un recuperador suelen pagarse bastante bien, y supongo que usted no será el único cliente de la historia que quiera no pagar por ese servicio, ¿no? 

A ver, las cosas claras. No tenía ni putas ganas de buscar nada, ni mucho menos de volver aquí a entregarlo, y no estaba seguro de que lo fuese a hacer. Si podía escaquearme de ese contrato, lo haría. Pero también era cierto que si veía la oportunidad de cumplir con todo eso, esperaba que no fuese a cambio de nada.