Partida Rol por web

Blancanieves y sus pupilos

Preludio: El Niño Perdido

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22/01/2018, 16:28
Narración

Todo sucedió vertiginosamente. La policía hizo primero su aparición, luego las personas que decían que venían en nombre de la ciudad o algo así, y tu casa jamás estuvo tan llena de gente, y todos parecían estar muy ocupados. Nadie veía las mariposas blanco y negros que revoloteaban por toda la casa, y que tenían ese rostro serio en sus alas que habías visto en algún libro de dinosaurios alguna vez. Llevaban días apareciendo, al principio sólo algunas y sólo las veías por el rabillo del ojo, pero luego, por montones. Incluso te parecía que afuera no era el mismo afuera de siempre, sino que el paisaje parecía distorsionado por instantes, palpitando durante unos breves momentos antes de volver a la normalidad.

Y mientras los oficiales se movían por todas partes, solamente un par de personas te dedicaron su completa atención: un hombre regordete de pantalones amplios que se cubría la nariz con un pañuelo al entrar a tu apartamento y repetía constantemente "qué horror, qué horror", y una mujer joven de lentes, tan bella, que te daba la impresión de que su piel brillaban en la oscuridad de la casa. El hombre se presentó como Mr. Dresden, la mujer como Mrs. White. La voz de la mujer era melodiosa y tan dulce como una tarta de las que vendían en la panadería de la esquina. Venían del departamento de algo, que no entendiste bien, pero querían que fueses con ellos. Y a pesar de tu reluctancia original, la mujer, amable, cálida, y hermosa, te convenció finalmente, a cambio de un helado y la promesa de que todo iba a estar bien.

Así era como habías terminado en aquella oficina espaciosa e iluminada, pero fría. La gente allí afuera, en el pasillo (En el Ayuntamiento, según te habías enterado) parecía moverse también siempre con prisa, con afán, con deseo de llegar alguna parte. Los teléfonos repicaban en alguna parte, y había un olor omnipresente a café y a madera. Mr. Dresden os había acompañado hasta allí, siguiendo por la puerta que decía "Mrs. White" y se había ido despidiéndose con un montón de excusas técnicas y hablando algo respecto al papeleo. Allá afuera no habías visto nada raro, pero esta oficina, esta oficina parecía palpitar por instantes y se sentía diferente, levemente  más agradable.

Mrs. White te había dejado sentar en una de las grandes sillas frente a su escritorio, en donde había un ordenador, y varias pequeñas figuritas con animales silvestres que podías jurar se movían cuando no las estabas observando. De hecho, toda la oficina tenía pinturas de entornos silvestres en donde al menos podías detectar a algún animal. Aves coloridas, cervatillo, jabalíes y hasta lobos, todos estaban presentes en diferentes lugares de los retratos, y cuyos sonidos podías escuchar cuando guardabas silencio. La única ventana emanaba una luz tenue pero cálida, mientras que la mujer se sentaba y suspiraba algo agobiada.

-Muy bien, pequeño. ¿Quieres jugar con algo? tengo algunos juguetes que seguro te agradarán. Pero a cambio, tengo que hacerte algunas preguntas. ¿Estás de acuerdo?- dice mientras se reincorpora esbozando una sonrisa. Su rostro es atractivo y majestuoso, como una fotografía de revista, aunque sus palabras suenen algo frías. Sus ojos son penetrantes y brillantes, y por momentos se tornan de un color imposible. Sus labios son rojos y el tono de su voz, a pesar de cierta dureza inherente, mantiene esas armonías musicales que no se te escapan. Incluso, por un momento te parece que en lugar del traje azul oscuro y la falda hasta las rodillas que lleva, luce una túnica de seda azulada y una capa blanca con las que cubre sus hombros. Pero no podía ser, seguramente estabas viendo cosas debido al cansancio y la luz, y aquellas extrañas imágenes se van tan rápido como aparecen.

Sin embargo, tu gesto no pasa desapercibido para ella. -¿Está todo bien Neakail?- pronuncia, y su voz toma un aspecto más cálido, más amistoso, como un chocolate humeante y espumoso con un enorme malvavisco derritiéndose en medio. El sonido estridente del teléfono blanco de aquella oficina interrumpe la charla. -Vaya, dame un momento- dice la mujer mientras contesta en altavoz.

-Lady Ban- dice una voz seria e imponente, irrumpiendo desde el otro lado del teléfono. La mujer arruga en el entrecejo y hace que su mirada oscile entre ti y el teléfono. Toma el auricular y tapa la bocina para dirigirte a ti primero.

-Neakail, escoge un juguete, tengo que tomar esta llamada. No debería tardar demasiado- sugiere amablemente, señalando el baúl en una de las esquinas, una caja de madera grande que más se te antoja como el lugar en donde se guardaría un tesoro, y no algo que una mujer como ella tendría en una oficina. Mrs. White toma lleva el auricular a su oído y comienza a hablar.

-Espero que sea importante para llamarme al trabajo.- dice y lo dice con un tono frío y distante, como no habías oído de ella; luego hace una pausa, escuchando y responde. -Muy bien, habla pronto. Estoy bastante ocupada ahora mismo- ordena a su interlocutor. 

Notas de juego

Si vas al baúl, tienes total libertad de narrar el juguete que quieras.

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26/01/2018, 19:08
Neakail McDoughall (joven)

No estaba muy seguro de que a papá le hiciera gracia ver tanta gente en casa. Porque a papá no le gustaba la gente, para nada. Por eso, no había podido llevar amiguitos a jugar con sus juguetes hasta que mamá quedó sola… Que entonces ya todo pareció darle igual.  

Tampoco esperaba que la vecina fuera a llamar a tanta gente. Quizá a la ambulancia, para que llevaran a mamá a ponerse buena. Pero no entendía porque había venido también la policia y esos señores de la ciudad... Tocaban todo y miraban todo. No, no le gustaría a papá. 

Permaneció sentado en el portal de casa. A veces echaba una ojeada al interior de la casa y no podía ver más que caos... y aquellas mariposas. Se había acostumbrado a ellas. Igual que se había acostumbrado a las moscas y al moho verde del pan de molde. Otras tantas miraba al frente, a la calle. Contemplando aquel paiseje que, por segundos, se transfiguraba y se convertía en otra cosa. Se vio obligado más de una vez a frotarse los ojos o pellizcarse. Porque quizá todo aquello era un sueño.  

Mr. Dresden y Mrs White le sacaron del hilo de pensamientos. Aunque realmente el niño casi sólo se fijó en ella. Era casi hipnótica, haciéndole olvidar por un instante que mamá estaba enferma. Querría poder entrar y abrazarla, pero eso no le era posible. Llegado un punto la idea de un helado con la Mrs White no parecía tan malo. Le parecía una atracctiva aventura, que luego contar a mamá. Seguro que sonreiría y se alegraría por él. 

- Bueno... pero después tengo que llamar a mamá. O se va a preocupar... - accedió finalmente con voz timida, echando una última mirada al interior del apartamiento y apretando un poco los labios con preocupación. 

El lugar de destino no era el que esperaba. Había imaginado alguna heladería bonita, de ambiente cálido y ricos helados expuestos mostradores. El ayuntamiento era feo y ruidoso, o al menos a eso le pareció. Sintió miedo por un momento. Estuvo a punto de decir a aquella gente que quería volver a casa con mamá, pero el impulso se retuvo al llegar al despacho de Mrs White. 

La decoración silvestre gobernada la oficina, en la que algo pasaba. El pequeño se sentó, y captó por el rabillo del ojo el ténue movimiento de las figuritas de animales... Y alguna vez cerró los ojos, concentrado, para captar mejor el sonido que emanaba de las pinturas. Casi lo tenía, casi... 

- ¿Y el helado? - replica, cuando Mrs White lo ofrece juegos, preguntas... pero no helado.  

Aunque no pudo replicar más. De pronto extras imágenes invadieron sus ojos y solo pudo centrarse en ella. En aquella mujer tan bonita que de pronto parecía vestir de túnica. Se descubre sonriendo, pero cuando se percata de la extrañeza de todo, arruga el entrecejo y se vuelve a frotar los ojos. Como tantas veces en los últimos días. Solo puede asentir a la pregunta de si está bien.  

Lady Ban ¿qué nombre era ese? Parecía sacado de alguno de los cuentos que mamá le relataba antes de dormir. De los que decía había aprendido de su abuela, y su abuela, de su abuela... tantos años atrás. Era nombre como de doncella. Pero no pensaba que Mrs White estuviera hablando con ninguna doncella.  

Apartó la atención de la llamada y encaminó sus pasos al baúl de juguetes. Primero palpó la madera con las manos, sintiendo el tacto cálido y poroso. Inhalo un momento poder respirar el olor que emanaba. Luego lo abrió con cuidado y contemplo con curiosidad su contenido. Neakail nunca había tenido demasiados juguetes en su corta vida. Así pues, todo lo que vio se le antojó como el paraiso de los juguetes. Muñecas, juegos de bloques, coches... Tras un instante de duda (instante que pareció un siglo entero), optó por coger entre sus manos un puzzle que llamó su atención.  

El puzle permaneció en una caja de cartón. Las esquinas parecían un poco desgastadas, del cierto uso, pero las piezas del interior estaban como nuevas. Según la foto de la tapa, al unir todas ellas acabaría apareciendo una imagen de princesas. Princesas como mamá. Se sentó con él en el suelo. 

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27/01/2018, 04:28
Mrs. White

Mrs. White conversaba por teléfono. Su tono era gélido y seco, parecía estar molesta pero la razón no quedaba clara. Los apartes de la conversación tampoco te dejaban entender demasiado.

-No podría importarme menos lo que piense, no quiero su nariz inmiscuyéndose en...- luego hace una pausa, unos instantes. -Francamente mi paciencia se agota. No pienso seguir arrodillándome sólo para obtener su favor. Dejaré de lado el intermediario.- Pausa de nuevo y te observa rápidamente.

-Sí. Quiero una audiencia con el Duque. Sí, ha llegado el momento de saldar un par de viejos favores. Quiero que se haga pronto, ya está todo listo, no quiero sorpresas...- continúa hablando durante un momento, escucha, intercambia algunos detalles técnicos confusos que no entiendes mientras juegas. 

-Está decidido entonces. Avísame de la audiencia. mar sin leat- dice y sus últimas palabras son confusas pero lejanamente familiares. No recuerdas haberlas escuchado antes, y sin embargo, se te antojan conocidas, su sonido no te es  del todo ajeno y su existencia parece casi natural, armónica, como si estuviesen allí esperando a ser recogidas por tus oídos: Se trataba de una fórmula de despedida, lo comprendías en algún nivel que no eras capaz de racionalizar aún. Y en ese momento, de nuevo estaba ella, no Mrs. White, sino esa contraparte más fascinante, más delicada y más esplendorosa, más similar a una princesa, cuya nobleza se sentía en el tono de su voz, en la gracia de sus movimientos, en la exquisitez de su mirada. Mrs. White volvió a marcar un número en el teléfono rápidamente.

-Lucy, ¿tienes un momento?-  su voz volvía a retomar ese cariz cariñoso, dulce y suave que se extendía como un delicioso aroma por todo el lugar. -Quiero que vayas a la heladería del frente por un helado para mi pequeño invitado. ¿Sabor?- dice y tapa el auricular para mirarte. Sonríe lentamente, con suavidad, con familiaridad. -¿Qué sabor quieres Neakail?- te pregunta, espera tu respuesta y luego la transmite a través del teléfono. -Gracias Lucy, eres un encanto- dice colgando.

Mrs. White se levanta. Es difícil percibir quién es ahora, pues toda ella parece una mezcla de ambas visiones, de ambas mujeres. Tiene en sus manos un fajo de papeles, y camina hacia donde estás, para sentarse en el suelo.

-¿Te molesta si te acompaño? Mientras armas tu rompecabezas, quiero hacerte unas preguntas cielo. Es importante que me respondas lo mejor que puedas, ¿está bien? y en un rato, Lucy te traerá tu helado- dice ella, y acaricia un mechón de cabello. Sus dedos son cálidos y dedicados, su roce es como el de la almohada de tu cama, y su fragancia es al de las flores que recuerdas en algún jardín lejano que habías pasado alguna vez. Notas que tiene un anillo que no está allí, un anillo que no pertenece a su primer aspecto, sino al más noble, un anillo dorado y frío que ostenta un sello que contiene un árbol sin hojas y que también, al igual que sus palabras, se te hace familiar, sin que llegues a reconocerlo.

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30/01/2018, 14:56
Neakail McDoughall (joven)

Ante la naturaleza cambiante de los cuadros, figurillas y de la propia Mrs. White, la conversación que mantenía con su interlocutor se desdibujada, a oídos de Neakaill, camuflándose con el resto de sonidos del entorno. Un teléfono que vuelve a replicar quizá en un despacho anexo, pasos presurosos en el pasillo, el tráfico de la calle, su propia respiración… Sin embargo, dentro de ese estado de alienación, esas palabras tan familiarmente desconocidas le hicieron traer de nuevo su atención. Mar sin leat. Para entonces Mrs. White ya había colgado y ahora contactaba con una tal Lucy. Se percató del cambio drástico de tono. Volvía a sonar melódico y dulce.  

- Vainilla... – le contesta a la pregunta, sin duda. La vainilla traía a su memoria dulces recuerdos de mamá. Del olor de su pelo recién lavado.  

Asintió a la promesa de que tendría un helado en breve y contempló como Mrs. White se aproximaba, cambiante en su apariencia. A ojos del niño, no había forma de separar ahora las imágenes dispares y solapadas que se percibían de aquella chica dual. Se sienta con él en el suelo y acaricia un mechón de su cabello. Sin embargo, él ya se ha fijado en aquel anillo.  

¿Que significa...? - señala con cierta timidez el la sortija. - Es muy bonito... - sus peticiones de responder preguntas pasan a un segundo plano. No entendía a qué quería que contestara. 

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30/01/2018, 23:36
Mrs. White

La mujer abre sus ojos sorprendida y te observa fijamente, esos ojos hermosos y brillantes que oscilan entre un dorado cálido como el sol vespertino calentando la tierra durante el día, y un plateado más templado, más profundo y misterioso, como un libro lleno de largas y complicadas frases que no tienen sentido aún, pero que están hechas en un idioma que te es familiar. Ella huele a hierba fresca y a aire puro, un aroma que no crees posible exista en aquella oficina, o en el ayuntamiento. Estar junto a ella es como estar un poco en casa, con las ventanas abiertas, mientras la brisa sopla y deja entrar los aromas de las hojas de los árboles, meciéndose al ritmo de las desconocidas y misteriosas caricias del viento.

-¿Puedes verlo?- pregunta ella en voz baja y levanta un poco la mano, haciendo que se note el anillo en el fondo dorado, y los pequeños trazos verdes que delinean su silueta sobre el metal. Casi podrías decir que las ramas de aquel grabado se mueven al ritmo del viento imaginario que hace parte del aroma de Mrs. White. Luego aclara su garganta, mientras su firme agarre pierde fuerza hasta que quedan en el suelo. Ella toma el anillo con sus manos y lo gira un poco, entre nerviosa y pensativa.

-Es el símbolo de mi familia. Pertenezco a la casa Daireann- dice orgullosa y aunque era la primera vez que escuchabas aquel nombre, de nuevo sientes que la familiaridad del término brotar de tu pecho lentamente. -Nuestra historia se remonta a mucho antes de la Ruptura. La nuestra, es una historia de valor y traición cómo sólo puedes encontrar en poemas tristes y canciones nostálgicas.- y Mrs. White suspira mientras deja de girar su anillo y vuelve a acariciar tu cabello. Parece dubitativa, y notas que, a diferencia de un rato, cuando parecía tan segura y decidida, prefiere guardar silencio unos instantes.

-Te diré qué. Te contaré la historia de los Daireann si a cambio respondes mis preguntas. ¿Te parece?- dice sonriendo y no espera demasiado a tu respuesta. -Empecemos con la primera pregunta. ¿Dónde está tu papá?- dice mientras vuelve a poner los papeles en su regazo y saca un lapiz que estaba detrás de su oreja, cubierta por el cabello. Sonríe de nuevo, con gracia, con amabilidad, con ternura.

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02/02/2018, 22:32
Neakail McDoughall (joven)

La chica parece sorprenderse de que el niño sea capaz de ver el anillo. Eso le sorprende a él, valga la redundancia. Porque, por momentos, estuvo casi convencido de que era fruto de su imaginación. Aquello suponía la innegable veracidad de sus visiones... Y eso le abrumaba e intrigaba a un tiempo.  

Siguió con la mirada el anillo, que ella hacía girar y permitía así percatarse de algunos detalles adicionales. Mientras, inconscientemente, la presencia y compañía de Mrs White se le comenzaba a antojar agradable y familiar. Como si de alguna forma la conociera de antes. O algo por el estilo. 

- Claro, está ahí... - lo señala, asintiendo un par de veces. Le diría que en realidad puede ver muchas más cosas que el mero anillo... Pero su reacción de sorpresa le hace pensar que quizá no es lo que ella esperaba y no le agradara demasiado saberse tan expuesta.  

¿Pero es que acaso no se ve con claridad la dualidad de Mrs. White? ¿Es un secreto que el resto no puede ver? De pronto, la figura de aquella chica se le antoja enigmática y atrayente. Sumándole, además, el aroma a antiguos recuerdos que sus palabras y propia persona le inspiraba.  

Claro que, en este caso, Neakail sigue siendo un niño y no se plantea ciertas cosas. Solo se deja abrazar por la presencia embriagadora y familiar de aquella chica que le acaricia el pelo y le ofrece un trueque. Así que el niño asiente de nuevo y responde su primera pregunta. 

- Se fue por tabaco... - se encoge de hombros. - ¿Qué es la Ruptura? ¿Se ha roto algo? - la mira, entrecerrando los ojos con interés.

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03/02/2018, 17:32
Mrs. White

Mrs. White te mira un momento, hace un gesto triste, asiente y anota algo en sus papeles con su bolígrafo. Los movimientos de su mano son gráciles, ágiles, rápidos y precisos. Ni por un momento duda o tiene problemas para escribir, y tras unos breves instantes vuelve a ponerte atención. 

-Sí, hace muchos años- comienza a decir ella en respuesta a tu pregunta. -¿Te han leído las historias de antaño? ¿Con dragones, y hadas y brujas y encantamientos?, pues bien, todo eso era verdad en el pasado, mucho mucho tiempo atrás. Pero el hombre dejó de creer en todas y cada una de esas cosas. Las criaturas fantásticas de esa época rondaban por allí, y hablaban con las personas y vivían entre ellos. Y nosotros estábamos entre los mortales, compartíamos juntos las maravillas del mundo, íbamos en grandes aventuras y descansábamos en palacios de increíble belleza. Pero los hombres decidieron dejar de creer y darle la espalda a nuestra historia juntos. Las criaturas fantásticas se escondieron, los dragones se refugiaron en cavernas e historias, y muchas de las hadas... escaparon a su hogar, más allá de la tierra, hacia su hogar natal. Arcadia.- y la mención de Arcadia desencadena de nuevo algo en ti. Un sentimiento cálido, de congoja, de nostalgia, de añoranza, como si un extraño fuego ardiese en tu corazón y tratase de explicarte en un lenguaje que todavía no entendías, el significado de aquel nombre, de aquel sentimiento, de aquel recuerdo que existía nebuloso en tu cabeza.

La mujer sonrío, con su belleza sobrehumana, y acaricia tu mejilla suavemente. El sedoso tacto de su mano parece ahora el murmullo de un arroyo de agua tibia. -¿Aún no lo recuerdas, verdad?- pregunta ella, y su voz es hermosa, delicada, floral. Pero no parecía esperar que fueses capaz de responder. Su cercanía parece traer a tu cabeza imágenes difusas, pero aquellos destellos borrosos e incompletos no llegan a salir a la luz, no son más que manchas que aún no tienen forma o razón.

-Neakail. ¿Dónde están tus abuelos? ¿Tus tíos? ¿Tus primos?- dice ahora interrumpiendo aquel instante. Es de nuevo ella, Mrs. White, sonríe aún mirándote, desde ambos semblantes, esperando esta vez sí, tu respuesta.

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06/02/2018, 15:14
Neakail McDoughall (joven)

El niño asiente un par de veces cuando le preguntan si le han contado historias de antaño. Mamá le había contado muchas, cada noche, antes de dormir. Deseaba que se pusiera pronto buena para que le relatara muchas más. Ella era muy sabia. 

Acaba olvidando el puzzle y se central finalmente en la fascinante Mrs. White. En todo lo que le cuenta. Pronto, el protagonismo lo toman sus palabras, no su persona en si... Arcadia. Algo se le remueve por dentro con la fuerza de un terremoto de alta intensidad. Dejando desolación y turbación a su paso. Todo pastas arriba. El almizcle compuesto por nostalgia y congoja, se condena hasta hacerse tangible en forma de pelota oprimiendo su garganta. De pronto, se siente perdido en un mar de recuerdos ocultos por una densa niebla que le aleja de ellos y le impide visualizarlos. Sin saber porqué. 

"¿Aún no lo recuerdas, verdad?" Es incapaz de mirarla para contestar a eso. Simplemente niega, cabizbajo. Sintiéndose muy raro por el mar turbulento en que se habían convertido sus adentros, sin que pudiera asociarlo a ningún recuerdo vivido. Sintió ganas de volver con mamá, mientras clavaba su mirada en las piezas olvidadas del puzzle. 

No se....- responde ante lo de tíos, abuelos o primos, con un hilo de voz - ¿cuando voy a volver con mi mamá? - cuando estaba triste le gustaba que mamá el abrazara. 

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06/02/2018, 22:28
Mrs. White

La temperatura del cuarto bajó un poco y los sonidos quedaron atenuados a medida que la tristeza iba aumentando en ti. Las sombras parecieron crecer y aunque lo único que se mantenía constante era la mirada y la majestuosidad de Mrs. White, quien parecía brillar con luz propia, sentías como el desconsuelo engendraba lentamente un aire frío y denso, que se acumulaba a tu alrededor, a medida que los brillos perdían su intensidad e incluso los murmullos de los animales se transformaba en un desconcertante silencio.

-Neakail...- su voz se superponía en ambos niveles. Era una nota nostálgica cargada de dulzura, así como su mirada ahora se tornaba triste. Ella se sentía algo menos tibia, pero no lejana. No sonreía. De repente, no eras un pequeño sentado en el suelo junto a una funcionaria del ayuntamiento, te sentías algo más, algo difícil de describir, sentado junto a la noble e ilustre presencia de aquella dama, tan fantasía como realidad. Dejó lentamente a su lado las hojas que tenía y su bolígrafo. Te dio la impresión de que por un instante flotaban hasta tocar el suelo, como si no se tratasen más que de plumas con otro aspecto.

-... Me temo que no podrás volver con tu madre...- y hace una pausa. Sus palabras son como espinas, que comienzan lentamente a abrumarte, sientes que lo que sigue no será agradable. Ella toma aire, sus ojos brillan con la intensidad que sólo las lágrimas reprimidas pueden lograr. Ella, tan perfecta como una escultura de mármol blanco, está también a punto de llorar. -Tu madre ha muerto. Ya no podrá acompañarte más- dice finalmente. Su voz es delgada, su entonación es una suave y apenas audible nota de congoja que se desliza como vaho de su boca. Te observa, te mira, te encara. -Lo siento mucho- dice finalmente esperando tu reacción inmóvil.

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09/02/2018, 23:32
Neakail McDoughall (joven)

Es consciente de la burbuja de aire denso y gélido que comienza a rodearle, casi como si quisiera aislarle. Amortiguando cada sonido a su alrededor. Sentía el frío, pero más sentía la pena inexplicable y la congoja. Sabía que aquél fenómeno era raro, pero no dejaba de ser un niño. Así pues, da prioridad a lo que le hace daño. A las espinas afiladas que siente crecer en su interior y rasgarle por dentro. Sin buscar explicación a nada mas. 

"... Me temo que no podrás volver con tu madre..." En ese momento mira a Mrs. White, como si le acabara de decir una osadía. Ahora son varias emociones las que se mezclan en el torbellino de su alma: tristeza y rabia. 

¿Por qué? - pregunta hasta casi ofendido. ¿Quien era aquella mujer para decir eso? ¿Que no podía volver? Lo que dice después le suena igual de ofensivo. Algo en su mente le impide asimilar algo así. Así que tiene que ser Mrs. White, que no tiene ni idea. Quizá no es tan buena como aparenta. Así que se tapa los oídos con ambas manos - Quiero hablar con mi mamá, quiero hablar con mi mamá - dice con furia, negando. 

Esa mujer no sabía lo que decía. ¿Muerta? No, no, eso quedaba descartado. Mamá solo dormía la siesta. Muy guapa. 

 

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11/02/2018, 01:09
Mrs. White

-Ya te lo dije, es... es imposible, Neakail- su voz se rompe. Su melodiosa voz se rompe y cada ruptura, en lugar de ser desagradable o patética, más parece el tañido de una campana de cristal, una triste vibración que parece entonar la melodía más nostálgica posible usando tan sólo las palabras que pronuncia. Una cristalina lágrima, tan brillante como un diamante aparece finalmente en sus ojos y se desliza lentamente por su piel, dejando un camino de pequeñas estrellas en su piel blanca. Toda la oficina parece ahora más helada, más fría, la ventana se empaña, como un día de invierno, y los sonidos cesan para dejar en su lugar un triste y hueco silencio.

-Lo siento, lo siento tanto- dice ella y antes de que puedas decir algo, te abraza. Al principio parece incómodo y algo frío, pero hay una calidez sincera en su seno, los latidos de su corazón parecen arrullarte si escuchas con cuidado y lejos de ser bruscos o incómodos, sus brazos se aferran a ti con increíble delicadeza y suavidad. Sientes un par de pequeñas gotas caer en tu cabello, y su respiración agitada. Llora en silencio, como imaginas que lo hacen los ángeles cuando están tristes, como seguramente lo haga tu mamá al no poder estar contigo.

Ella está en silencio, se queda quieta un rato y luego toma aire. Se separa lentamente de ti. Sus ojos brillan también, brillan con tristeza, brillan con tu reflejo. -Tienes que ser fuerte y valiente. Por ella.- pide ella con su voz hermosa, resonando en la quietud, y en el propio sendero de lágrimas que hay en su rostro perfecto.

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13/02/2018, 15:18
Neakail McDoughall (joven)

El niño no espera un abrazo. Envuelto y aislado por su furia, se insensibiliza a la voz quebrada de Mrs. White, y no es consciente de la pena de aquella mujer a priori. Pero solo a priori. Sus brazos le envuelven y entonces se percata de su pena real. Se siente envuelto en mil y una sensaciones. Su inconsciente, aun de niño, le dice que algo con mamá iba mal. Que ella nunca dormía tanto. Al igual que le dice que la pena de aquella mujer tan bonita era real. Y si estaba así era por algo. 

Retira progresivamente las manos de sus oídos, rindiéndose al abrazo. Algo iba mal. Un adulto quizá hubiera caído en que aquella chica parecía demasiado implicada personalmente en la pérdida. Parecía rota por ello. Sin embargo, el niño tenía suficiente con su propio dolor. Es por eso que encuentra comprensión en la reacción de Mrs. White. ¿Pero porqué?

La acaba rodeando con los brazos, apretándo los puños  y en silencio. Hasta que ella decide apartarse. El niño permanece serio, enjuto. Por dentro experimentaba una sensación cercana al vértigo. Como cuando siempre has tenido un suelo firme en el que pisar, y de pronto lo retiran, y acabas cayendo al vacío. El suelo ya no está, pero casi que lo sientes bajo tus pies. En una especie de cruel inercia, que te recuerda dañinamente que has perdido algo importante. 

Simplemente no sabe que decir. Shock.

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14/02/2018, 03:31
Narración

Con tu estado de shock, la habitación comenzó a vibrar de forma más violenta. Hay un aroma salado en el aire, un olor a lágrimas que parece venir de todas direcciones. En un instante ya no estás allí, estás en un amplio salón acogedor sentado frente a un espejo. Y de pie, sobre un banquillo hay una mujer, tan hermosa como Mrs. White, aunque su cabello es dorado y brillante como la mañana, y sus ojos verdes como el césped en primavera. Lleva un hermoso y largo vestido verde, que parece ondear y cambiar de color, con encajes florales discretos y sutiles que ondean sobre la tela al ritmo de un viento imaginario. Tu boca se siente fría en algunas porciones y entiendes que estás sosteniendo alfileres con la porción izquierda de tu labios.


-¿Estás seguro que le gustará?- dice la mujer, y al hablar, es como escuchar a un canario entonar una perfecta melodía. Puedes ver tu rostro en el espejo, blanco, como tu cabello, con varias espirales sobre tu piel. Puedes ver su mirada, dedicada a ti a través del espejo.

-No podrá resistirse a ti. Serás la envidia de toda la corte- respondes moviendo sólo la mitad derecha de tus labios y esbozas una sonrisa a media. La mujer se sonroja y parece hacerse tan hermosa como un atardecer. -Pero tienes que dejarme terminar- le dices mientras tomas un nuevo alfiler para continuar en tu labor. Una brisa entra por la ventana y el sonido de una melodía cercana parece indicarte que debes darte algo de prisa.


Cuando la escena se esfuma, estás de nuevo allí en la oficina de Mrs. White, quien está en su escritorio, escribiendo en el ordenador algunas cosas apresuradamente. Se limpia una lágrima de su rostro mientras te lanza una mirada. -Neakail, lo mejor es que esta noche te quedes conmigo. Está sucediendo todo más rápido de lo que imaginaba. ¿Me escuchas? Dame un momento para arreglar todo y nos iremos. Estarás más seguro en mi hogar.- dice y sus palabras transmiten cierta urgencia. 

En la puerta se oyen dos golpes y cuando Mrs. White enuncia un apresurado "siga", una mujer de cabello castaño corto y un vestido y un vestido azul entra. Trae un helado en su mano y parece algo sorprendida al ver la escena. "¿Está todo bien?" pregunta, y Mrs. White asiente mientras continúa tecleando a gran velocidad. "Lucy, ha surgido algo y debo irme. Dejaré al pequeño de camino, pero necesito que reorganices mi agenda del resto de la tarde". La mujer asiente algo curiosa, pero no protesta, sino que se queda parada allí esperando más instrucciones.

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17/02/2018, 14:19
Neakail McDoughall (joven)

La escena se esfuma, pero él aun puede sentir el tacto metálico y frío de los alfileres entre sus labios. Así como la brisa que acaricia su cara y la melodía que susurra en sus oídos. La presencia fantasmal de aquella mujer, que ahora está ausente, se le hace casi tangible... Sin embargo, vuelve a estar en el despacho de Mrs. White. Un despacho que ahora se le antoja anodino, pese a la presencia de la propia Mrs White.

¿Donde ha ido...? La mujer... ¿donde ha ido? - acierta a decir, casi solapando sus palabras con las de aquella mujer cambiante. 

No obstante, la interrupción de la chica llamada Lucy, echa al traste toda respuesta inminente. Había olvidado el helado, hasta lo que le había pasado a mamá se había metido en un recoveco de su memoria... al menos por unos instantes. Pero la realidad vuelve en forma de maza contundente y la tristeza vuelve a hacerse con cada pliegue de su rostro. La visión, o lo que fuera, es entonces para el niño un pequeño oasis entre el cáos. 

Se encontra completamente aturdido.

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17/02/2018, 22:20
Mrs. White

Mrs. White caminó con rapidez hacia Lucy sin responder a tu pregunta y recibió el helado con rapidez. Una pequeña gota de vainilla se resbaló a través de la galleta y cayó en el suelo. -Pasaré a dejar a Neakail en el orfelinato por esta noche. Al menos mientras aparece alguno de sus familiares.- el sonido de una impresora llena los silencios de fondo, mientras Lucy tan sólo asiente mirando únicamente a Mrs. White. -Si nos enteramos, puedes llamarme al móvil. Y sólo si eso sucede. Para cualquier otra cosa, no estaré disponible- añade seria.

Luego, la mujer dio dos pasos hacia la impresora, mientras Lucy le seguía de cerca, tomó las hojas que acababa de salir y tomando un sello de la mesa, mientras su asistente volvía a recibirle el helado, dejó caer su mano repetidamente y con fuerza sobre varias hojas -Este es todo el papeleo, el plazo es temporal, al menos hasta que sepamos algo más. Ya sabes como va el resto- dice mientras Lucy se limitaba a asentir y cambiar de manos por tercera vez el dichoso helado.

Finalmente Mrs. White se acerca hacia ti y te pone en pie. -Neakail- dice flexionando sus rodillas. Sus ojos llamativos se fijan en ti con completa atención. -Neakail, tenemos que irnos. Ven conmigo, todo estará bien- su voz resuena como un eco lejano a través de un grueso cristal. 

Te ves caminando mecánicamente a través de los pasillos del ayuntamiento hasta el parking exterior, en donde finalmente Mrs. White parece oscilar de nuevo hacia su otro aspecto, más brillante, más prístino. -No temas. Lo que estás sintiendo... lo que estás viendo, son recuerdos de tus otras vidas. Tu verdadera naturaleza está saliendo a flote, y es necesario que estés en un lugar seguro y tranquilo. Iremos a mi casa.- dice ella mientras camina y saca las llaves, presionando un pequeño control para hacer que las luces de un Fiat naranja respondan con el sonido de la bocina. -Luego podré responder todas tus preguntas- su mano te lleva con suavidad, pero con firmeza, y te transmite una seguridad que recuerdas había hecho parte de tu cotidianidad. Frente al coche, la mujer parece darse cuenta de que llevaba consigo el helado todo el rato, lo mira algo confundida unos instantes y tras recordar la razón de ser del mismo, se acerca a ti y con amabilidad te lo ofrece. -¿Creo que esto es tuyo, no?- pregunta, intentando obtener una respuesta de tu parte.

Notas de juego

Te he movido un poco, si no te molesta, para avanzar la escena :). Como estás entrando en la Crisálida, y esta es la Danza de los Sueños, tienes libertad de crear quimeras a tu alrededor: criaturas o animales que surgen de la imaginación del mismo Neakail y que tienen "sustancia" en la realidad feérica que ahora está siendo visible para él.

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20/02/2018, 22:00
Neakail McDoughall (joven)

La madeja de personajes y recuerdos comenzaba a apelmazarse en su mente. Dejaba de poder diferenciar entre realidad o visiones. ¿Qué era qué? Se estaba saturando. Se encontraba tan aturdido, que la conversación entre Mrs. White y la tal Lucy se le antoja lejana y banal.  

Vuelve a la realidad cuando Mrs White le coge y le alza. Sus pies tocan el frío suelo, aunque lo siente inestable. Fruto de la turbación. Apenas acierta a asentir y luego se deja llevar por aquellos anodinos pasillos.  

La voz de Mrs suena ahora amortiguada. Como muy lejana. ¿Otras vidas?  Materializa su confusión frunciendo el ceño. Mamá siempre le había advertido de los extraños. Debería sentir desconfianza hacía aquella mujer que sólo había visto una vez en la vida. Pero no podía. Algo dentro de sí le negaba a su mente racional que fuera una desconocida. Se lo decía también el tacto de su mano con la suya.  

De pronto, ambos recuerdan la presencia del helado. El niño lo mira, sintiendo que lo pidió hace años. Eónes.  Lo coge por pura inercia, pero tiene el estómago hecho un puño cerrado.  

- ¿De qué te conozco? - le acaba preguntando, satisfaciendo asi una necesidad creciente en su interior. 

Notas de juego

Post en curso... Acabo de llegar a casa tras todo el dia de curro y no pude hacer el post... Asi que me pongo ahora. Por si vas a responder y ves que no hay nada. Mil perdones.

Edit: son las 23.15 de la noche y mi mente no da para mas después de todo el día. No me da tiempo a hacer un post más elaborado como para ponerte quimera alguna. Así que, si no te importa, lo dejo para el post del sábado.

 

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21/02/2018, 03:11
Narración

Mrs. White te ayuda a acomodarte en los asientos traseros del coche, te pone el cinturón y se asegura que todo esté en orden. El vehículo en su interior es limpio, y su olor es suave, como una mezcla de brisa fría junto con el aroma del material de los asientos, y a lo que recuerdas huele el aire de diciembre cuando hace frío. La temperatura no es particularmente baja en el interior, pero ciertamente da la impresión de serlo por momentos. La cercanía de Mrs White te llena los sentidos de esa esencia tranquila que parece evocar un paseo por el exterior.

Sus ojos se encuentran con los tuyos. -Lo siento, yo tampoco lo sé, Neakail- dijo mientras te acariciaba el cabello y cerraba la puerta, y abría ahora la del conductor. La preparación fue rápida y casi sin quererlo, el coche ya estaba en movimiento a través de las calles de la ciudad. El cielo está gris y un enjambre de gotas comienzan a estrellarse contra las ventanas, dejando huellas distantes y aisladas, que con cada instante comienzan a crecer en número y volumen. El repiqueteo de la lluvia sobre el exterior aumenta en volumen, llenando el silencio de una melodía rítmica y rápida mientras sentías como el interior del coche se iba llenando de sensaciones y emociones.

 


El aire olía a sal y a miedo. El sonido del mar habría sido arrullador, de no sentirte preocupado. El enorme navío estaba anclado en el puerto, imponente, con sus velas color esmeralda y su tripulación moviéndose con frenesí disponiéndose a partir. Aquel grupo de variopintos pasajeros era el último. Habías contado tres veces y tampoco había tiempo para más. El cielo tenía un color naranja espeso y opresivo. Aquello era una mala señal, no necesitabas saber mucho del Dán para interpretarlo.

Un humanoide de mediana estatura se acercó hacia ti. Sus piernas son peludas y terminan en pezuñas, su rostro es peludo, su barba desarreglada y un par de cuernos coronan su frente. Sus ojos azules expresaban tristeza y miedo. Le conoces de antes, pero su nombre no llega a tu lengua. -¿Són los últimos?- pregunta con voz raposa y suave. Asientes. Una brisa helada te rodeó, el mundo parecía más hostil. Tenían que darse prisa. Un par de marinos recogían la plataforma que conectaba al barco con el muelle. Observabas desde la cubierta, acompañado por el Sátiro.

-Somos los últimos en partir a Arcadia. Estos Kithain no saben la suerte que tienen- añadió el Sátiro mirando hacia el puerto.

-Quizás sí lo saben- replicaste pensativo.

-Hay algo más. Algo importante- respondió tu compañero. Te giraste curioso y te recibió un dolor punzante en el abdomen, justo entre las costillas. Un frío recorrió tus músculos. Él te tenía del hombro, su mano derecha está extendida hacia ti, hasta hundirse en un destello plateado en el vientre. Sus ojos azules se encontraron con los tuyos. Hay tristeza en sus pupilas, hay tristeza en tu cabeza.

-Lo siento... órdenes de la duquesa. No quiere ver que pises Arcadia, so pena de llevarte a juicio...- una lágrima aparece en sus ojos. Su puñal se entierra más, mientras intentas resistirte. -Es preferible esto a... lo que te esperaría allá. Es la única forma- su voz se quiebra. Es tu amigo. Es tu verdugo.

Las fuerzas te abandonan, y te acerca hacia el borde. Dice algo, tu nombre quizás, se despide. No lo escuchaste. Lo último que pasa por tu cabeza es el sabor salado del agua, el viento y las velas esmeralda del último navío camino a Arcadia.


 

La luz del semáforo está en rojo. Los limpiaparabrisas se mueven de lado a lado, y el sonido que hacen al recorrer el vidrio húmedo de lado a lado es hipnotizante. Los ojos de Mrs. White están en ti a través del espejo retrovisor. Puedes ver sólo su otra esencia, blanca, hermosa, delicada.

-¿Cómo estás?- pregunta ella con suavidad.

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24/02/2018, 12:23
Neakail McDoughall (joven)

Arruga el entrecejo ante la contestación de aquella mujer. ¿Cómo que no lo sabe? ¿No se acuerda? ¿Estaba siendo todo fruto de su cabeza? Tales cuestiones surcan el pozo negro en que se había convertido su mente, mientras el coche arranca de forma ronroneante y se alejan de allí.  

No sabría establecer el punto de inflexión entre aquello y la posterior alienación. Pero algo ve y siente... tan vivido y real como el delicioso aroma del pelo de mamá recién lavada. Como su mano cálida guiandole en los paseos por el campo. 

El helado, intacto, yace ahora en el tapizado del asiento del vehículo de Mrs. White. Se derrite, volviendo líquido, dejando un surco que languidece chorreando hasta la alfombrilla de los asientos traseros.  

El niño no recuerda cuando ha caído de sus manos, no. Lo que tortura ahora su mente infantil es otra cosa. Algo más oscuro y mezquino. Su mano, que ahora aprieta su abdomen, está temblando. Tan vibrante como las lágrimas que comienza a descender por las pálidas mejillas. Y tan nerviosa como sus labios, que boquean en espasmos cual pez fuera del agua, en inercia a una búsqueda de oxígeno mientras se sumerge en agua salada.  

Se encuentra con la mirada de Mrs. White en el espejo retrovisor, y se hace un ovillo en el asiento, abrazando sus propias rodillas, mientras solloza una angustia que su mente no es capaz de comprender del todo. De pronto, necesite a mamá más que nunca. Para contarle todas esas cosas que le estaban pasando.  

- El sátiro.... el sátiro... - articula hecho un mojo de nervios, con voz entrecortada. Hipando rabia y amarga pena. - La... la... la...duquesa no... no... no me quiere... 

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25/02/2018, 00:01
Mrs. White

Mrs. White orilla el coche de inmediato. La lluvia se confunde con el tintineo rítmico mecánico y las luces verdes que activa sobre su tablero, mientras se desabrocha el cinturón para poder alcanzarte en tu actual posición. El aire se carga de electricidad y a medida que las ganas de llorar en tu interior aumentan, puedes notar como gruesas nubes de tormenta se acumulan a tu alrededor... ¡dentro del interior del vehículo!. Mrs White también lo nota, porque mira hacia arriba, mientras vuelve a mirarte. Su mano se extiende y toca tu mejilla con cariño, aquello se siente bien, aunque sólo es un oasis en medio de la congoja y la opresión general que te rodean.

Repentinamente, comienza a llover dentro del interior del coche también. Una tempestad enorme de gotas saldas, como lágrimas, caen sobre ti, y sobre los asientos, sobre el piso, salpicando y desapareciendo sin acumularse en agua. Pero al caer sobre ti, te tocan, y se deslizan por tu cuerpo, por tu rostro, por tus manos, por las de ella. Saben a lágrimas amargas. El aire ahora se llena de humedad, mientras puedes ver como peces aparecen y desaparecen a su alrededor. Aquellos animales tienen un color plateado opaco, y sus ojos son oscuros, parecen juzgar, parecen observar y desaprobar. Aparecen durante unos momentos, para sumergirse de nuevo en el aire y desaparecer sin dejar rastro, y reaparecer tras unos instantes. Tomas unos instantes en darte cuenta de que forman un círculo a tu alrededor.

-Shhh, shh... Neakail, cariño, tranquilízate- su voz llega a través del agua, del aire, de las lágrimas. -Lo que estás viendo son fragmentos de vidas pasadas. Cosas que sucedieron hace mucho tiempo, antes de que nacieras esta vez y probablemente muchas. Sea lo que sea que estás viendo, ya pasó y no puedes cambiarlo. Ahora estás aquí, conmigo, y vamos a un lugar seguro, donde no te pasará nada.- y luego se acomoda. No está mirando, y sientes como la lluvia aumenta su intensidad.

Entonces... empieza a cantar. Su voz es hermosa, aguda, su voz es una caricia a tus oídos, triste y a la vez llena de luz.

Hó-bhan, hó-bhan, Goiridh òg O,
Goiridh òg O, Goiridh òg O;
Hó-bhan, hó-bhan, Goiridh òg O,
Gu'n dh'fhalbh mo ghaoil 's gu'n dh'fhàg e mi. 

Dh'fhàg mi 'n so 'na shìneadh e, 
'Na shìneadh e, 'na shìneadh e; 
Gu'n d'fhàg mi 'n so 'na shìneadh e 
'Nuair dh'fhalbh mi 'bhuain nam braoilegan. 

El lenguaje era simplemente extraño, aunque su pronunciación era armoniosa. Y aunque no entendías aquel idioma, o al menos no creías entenderlo, sí que comprendías la triste historia que contaba. Y mientras Lady Bán cantaba, las gotas se detuvieron en el aire, flotando a tu alrededor como detenidas por la ausencia de gravedad. Los peces quedaron petrificados en el aire, sin avanzar más, y sólo afuera sonaba la lluvia todavía. Ella te miraba de nuevo, y cantaba sin sonreír, llenando de luz en lugar de lágrimas, el interior del coche.

Notas de juego

La traducción aproximada de esa canción (que es una canción escocesa en gaélico antigua) es más o menos así:

Oh querida dama, querida dama, el joven Godofredo
El joven Godofredo, el joven Godofredo
Oh querida dama, querida dama, el joven Godofredo
He perdido mi amado bebe

Dejé a mi amado bebé aquí acostado
Aquí acostado, aquí acostado
Dejé a mi bebé aquí acostado
Por ir a recoger arándanos

 

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27/02/2018, 20:23
Neakail McDoughall (joven)

Es consciente vagamente de que Mrs. White detiene el vehículo. Como un banal eco de fondo, el sonido de los intermitentes penetra en sus oídos y siente el leve tirón de la inercia sobre un cuerpo que estaba en movimiento, pero se detiene de súbito.  No obstante, no es suficiente para que el niño alce el rostro y mire a la mujer que, con tanta dedicación, intenta consolar su dolor. Ni siquiera su tacto dulce sobre su mejilla. Cualquier adulto diría que las viejas y dolorosas heridas, nunca llegan a cicatrizar del todo... Pero tales conceptos quedan lejos de la mente infantil de un niño de escasa edad. Los niños no razonan, solo sienten y se dejan llevar. Sin prejuicios.  

El contacto de la primera gota fría y salada que impacta contra su rostro, cambia un poco el panorama. Ante eso Neakail se sobresalta y levanta la cabeza. La segunda gota se desliza entre sus labios y sus papilas gustativas detectar lo salino de su sabor. A la tercera ya no está atento a las gotas, sino a los peces. Extiende los brazos para tocar algunas de aquellas criaturas, anonadado. Lleno de sentimientos encontrados.  

¿Por... por qué llueve y salen pececitos...? - pregunta con un hilo de voz. - ¿Es por mí...? ¿Por qué...? - insiste, con curiosidad infantil.  

La voz de Mrs White vuelve a llamar su atención. Vuelve a hablarle de vidas pasadas, pero su mente comprende sin comprender. Esboza un puchero con los labios, perdido, acabando por asentir a la mujer que le promete que le llevara a un lugar seguro.  

- ¿Qué es vida pasada? No me gusta... Me duele aquí... - señala su costado. - Echo de menos a mamá... ¿por qué se ha ido?  

No sabe por qué, quizá debería estar intranquilo por mamá, pero le tranquiliza y hace sentir bien de alguna forma. Como si ella fuera mágica... Como aquella lluvia en interior del coche y los peces... Y aquel canto... 

Era como si apaciguara a la bestia indómita y negra en que se habían convertido sus recuerdos. Esos que ahora se retorcían en su interior levantando tormentas, literalmente. Todo se paraliza entonces. Tal que si se materializara la paz que le transmitía el cántico. Mamá también le cantaba canciones, muy bonitas como esa. Quizá fuera el compendio de muchas cosas. 

- Esa canción es muy bonita.... Cantas muy bien.... - dice, con timidez e hipando. A modo de huella remanente e inercial de la rabieta de hace unos minutos.  -  No quiero pensar esas cosas tan feas... quiero que se vayan... - suplica, refiriéndose a los flashes del pasado. - Diles que se vayan...