Partida Rol por web

 Por lo visto, él la adora, nadie sabe de dónde vino, el heladero se fue de viaje y volvió con ella hace unos cinco años, se casaron sin mucha pompa y desde entonces él ha dejado de relacionarse con el resto de los italianos. A ella la odian todas las mujeres, y la aman todos los hombres, suele pasearse por las calles del barrio contoneando las caderas y tonteando con cada hombre que ve.

 A pesar de todo, nunca le ha sido infiel, al menos no que se sepa, y tampoco se los oye discutir. Tienen, tenían un matrimonio bastante sano para las circunstancias.

-Si ya nos e relaciona con lso Italianos... ¿Con quien lo hace?

 Te lo he dicho, estaba obsesionado con su mujer, pasaba cada segundo que tenía libre con ella. De todas formas nunca llegó a ser una persona excesivamente amigable, o algo, nunca tuvo grandes amigos que temieran temerlo por su esposa, pero desde que ella llego abandonó el poco trato que pudiera tener con otros. 

Viendo entonces que de la gente no voy a obtener nada...

Me dirijo a la heladería, que estará cerrada. No importa, entraré a la fuerza, a ver que puedo encontrar allí. 

 La heladería está cerrada, pero introduciendo una lámina de plástico no tardas en abrirla con un suave empujón. Dentro todo está normal, el sonido de los refrigeradores, una pequeña luz parpadea haciendo un desagradable ruido. Entras en un pequeño despacho que hay atrás, está oscuro pq las cortinas, gruesas están corridas, pero se ve lo suficiente como para rebuscar por allí. Uno de los cajones está cerrado bajo llave, un abrecartas en la cerradura y golpe seco y otra puerta que se te abre. Dentro hay un puñado de cartas de amor, de su mujer para él, y el libro de cuentas. Lo examinas un poco por encima y lo único que te sorprende es una gran suma de dinero a deber a un hombre, Guy Van Steen. 

Hago un par de llamadas sin salir del despacho para ver si averiguo quien es ese tal Guy Van Steen.

 Te diriges a un locutorio, los teléfonos todavía no son muy comunes y el heladero no tiene uno desgraciadamente. Una vez allí preguntas por Guy Van Steen, hay una linea a su nombre, una joyería, en uno de los barrios bien de la ciudad. Te dan una dirección. 

Creyendo que por fin he encontrado un cabo fiablo por donde tirar me aferro a él. Me dirijo  a la dirección de la joyería sin saber muy bien que decir o como actuar.

Bah no importa, ya se me ocurrirá algo...

Dado el calor que hace no se me ocurre ir andando, cogeré una línea de autobus hasta el barrio bien donde está la joyería.

 Después de hacer un par de trasbordos llegas a un barrio residencial al norte, casitas blancas con jardines llenos de rosas, y un pequeño centro comercial salpicado de tiendas de lujo. Una de ellas, la que señala la dirección es una humilde joyería, todo lo humilde que puede ser una joyería claro. A través del cristal un hombre mayor con una lupa de ojo examina algo.

Entro dentro y saludo al dependiente. Despues empiezo a hacerme el casual, examinando los escaparates como buscando algo para comprar. Mientras aprovecho para fijarme bien en el dependiente y en la tienda.

 El hombre te mira extrañado, no eres el tipo de cliente que sule tener, quizá demasiado joven, quizá demasiado arapiento, no sabes. De todas formas se dirige a tí

 ¿Qué desea? ¿Puedo ayudarle en algo?

 Te fijas en los precios de las joyas, son cifras que nunca te habías planteado que existieran, al menos no seguidas de libras.

Viendo los tremendos precios me doy cuenta que seguir haciendome el comprador no es creible, es más, si sigo así el vendedor podria acabar desconfiando. Decido abordar el tema de frente.

-Si, caballero, espero que pueda ayudarme.

Me acerco al mostrador con la mejor de mis sonrisas.

-Vengo por... el señor Tony de Vito.

Observo atentamente su reacción

A ver que dice.

 Ves que se comienza a poner nervioso, el Señor de Vito, ..., no lo conozco, bueno, vino por aquí una vez, pero no es cliente, no tenía dinero, bueno, ¿y quién es usted?

-Que no tenía dinero es algo que ya me supongo... sabiendo como se lo que les debía. No es poco... ¿Sabe?

Viendo que el tipo se pone nervioso voy a seguir atacando mientras esta con las defensas bajas, a bocajarro, sin descanso... Lo preionare más, a ver como reaaciona.

MIentras digo esto último me apoyo en el mostrador con ambas manos, y clavo mi mirada en él.

-Voy a hacer como que no he escuchado esa mentira de que no conoce a Vito... jefe.

Quizás me este pasando... esto no son lo muelles.

Me separo del mostrador, carraspero y hago como si quisiera volver a empezar... me tranquilizo.

-Soy detective, detective privado. Y estoy aquí para ayudarele y por su bien... si la uma que les debe Vito es cierta...

Y si vosotros no fuisteis quienes lo despacharon...claro.