Partida Rol por web

BUSCANDO JUSTICIA

1 de Noviembre: Domingo

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16/04/2016, 10:55
Melissa Whedon

De forma distendida, casi a modo de broma, afirmé la posibilidad de estar quedando como una idiota; y la rotunda respuesta de Allan ante ello me sorprendió. De ese modo le miré, mirando su masculino rostro de perfil, mientras añadía que sabía que era todo lo contrario a eso.

No tardó en dibujarse en mi rostro una sonrisa, que se fue apagando poco a poco al escuchar cómo él se sentía de la misma forma. Continuando mirando al frente, me dijo que podía sentirme libre para ser yo misma con él, afirmando con gran convicción que me creía una buena policía, ya que la importancia de un agente radicaba en cosas bien distintas, y él me consideraba una buena persona. Mis labios volvieron a sonreír, ligeramente avergonzada por sus palabras, pero por suerte no me miraba.

- Gracias, Allan… - dije con voz suave, algo conmovida. – Me encantará poder ser yo mismo. – acepté contenta, intentando dejar a un lado esa formalidad autoimpuesta en el trabajo durante años. – Pero sólo cuanto estemos solos, mira que como Patton me vea desmelenándome le da un síncope… - bromeé, riendo con alegría.

Al sacar el tema de la fiesta y mi familia, Allan se mostró bromista, haciendo una mueca de seriedad exagerada que hizo que me echara a reír.

- Me alegra que no sea un problema. – le sonreí. – Igual parece una tontería, pero… Me hace ilusión que mi hija me pueda ver trabajando. Nunca ha estado en la comisaría, lo último que me falta es comentarios también respecto a eso. – confesé – Espero que le caigas tan bien como a mí. – dije a modo de broma, riendo ligeramente, aunque realmente lo pensaba. – Y mi hermano, claro. Hoy me ha sorprendido estando al día del mundo político, que no te extrañe si te pregunta alguna cosa. – volví a reír.

Escuché con suma atención lo referido a Rick. La verdad es que no había pensado en nada parecido, suerte que Allan había podido hablar con ese compañero que ahora trabaja en Inteligencia Naval. Una tarjeta clonada… ¿Aquello era todo? Sí, claro que podía intentar averiguar algo al respecto.

Ante la mirada cómplice de Allan tras dejar caer aquella opción de acudir al departamente, le miré con serias dudas.

- Sí, podría ser una opción, pero… - dije pensativa. – No quiero llamar la atención. Ya no se cuán seguro es comprobar algo así desde allí… - añadí mostrando mi preocupación.

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18/04/2016, 13:32
Allan Jefferson

Sonrío al ver que Melissa acepta mi ofrecimiento, llegando incluso a decir que le encantará poder hacerlo. Aunque sus siguientes palabras me arrancan una divertida risa que compartir con ella.

Uuuuuuh... Desmelenándose... Melissa Whedon fuera de control y Patton tirado en el suelo entre espasmos y echando espuma por la boca... ¡Eso no me lo puedo perder! -Bromeo- Sobre todo lo primero. -Añado con picardía, adelantando con precaución a un grupo de ciclistas.

Al sacar a colación el tema de la fiesta, puedo notar la gran ternura que se adueña de Melissa al hablar de su pequeña. Es un aspecto de ella que me enternece, que hace que al mirarla vea multitud de cosas a la vez, todas de gran belleza.

Una pena que no vaya a verte de uniforme, seguro que le gustaría. -Apunto con una tierna sonrisa- Pero vas a estar fabulosa, le vas a encantar. -Añado con convicción. Ese sastre es realmente bueno, y a pesar de la falta de tiempo y de que está más especializado en moda masculina, se que hará un gran trabajo. Al menos, a la altura de la modelo- Aunque no vengan ellos, podemos ir a verles, a comprobar qué tal es esa zona infantil, si les dan bien de comer y esas cosas... -Propongo, lanzándole una mirada de soslayo- No voy a sacarme "la foto" con los críos, pero puedo salirme del programa unos minutos...

Me sorprende, y así lo refleja mi rostro, su deseo de que pueda caerle bien a la pequeña Liss. Una sorpresa placentera, tanto como que deje caer que a ella misma le caigo así. Todo a modo de broma, riendo, pero convirtiendo con ello su compañía en una experiencia aún más agradable.

Bueno, mala campaña haría si no estuviera dispuesto a tratar de convencer a los votantes, ¿no es así? -Bromeo acerca de las posibles preguntas de Gary- Me encantará conocerle. Y a Liss. También quisiera caerles bien. -Expongo finalmente, sin pensarlo, sin saber muy bien el motivo. Pero con sinceridad, pues es un deseo totalmente sincero.

Al entrar en faena con el asunto de Rick, tomo una desviación a los barrios periféricos de Metro City, evitando el centro y la zona alta, y dirigiéndonos a un conglomerado de barrios de clase obrera. Quizás a Melissa le llame la atención, pero estoy dispuesto a esperar a que sea ella quien se interese por ese asunto. Me centro en el plan para exonerar a ese chico, en el hecho de que a ella no le parezca seguro acudir a comisaría. Miro al frente, aminorando la velocidad debido al tráfico, entrecerrando los ojos, pensativo.

¿Es posible analizar el código del sistema de la comisaría de forma remota? Se dice así, ¿no? -Pregunto, inseguro. No entiendo mucho de esas cosas- ¿Lo puedes hacer desde casa, o... algún otro sitio?

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18/04/2016, 20:39
Melissa Whedon

Al hablar sobre mi “liberación” y la posible reacción de Patton, Allan se unió a la broma, aunque añadiendo una coletilla que provocó que me sonrojara ligeramente; desviando mi mirada hacia la ventanilla, fingiendo mirar al exterior para que no viera mi rostro.

Sé que solo es una broma, pero aun así…

Cuando salió el tema de la fiesta, sus palabras acerca de cómo me encontraría mi hija también me inquietaron un poco, aunque no tardé en pesar que seguramente se refiriera a la buena mano del sastre.

- En realidad no suelo ir de uniforme. En mi departamento nos permiten ir sin él, salvo para actos oficiales, claro. – maticé, antes de que mi cara se iluminara al escucharle decir que podíamos acercarnos a Gary y Liss si ellos no venían a nuestro encuentro - ¿¿De verdad?? – dije entusiasmada. – Eso sería genial, gracias, Allan. – le dije con una gran sonrisa, aunque intuía que no podría verla al estar pendiente de la carretera.

Continuamos hablando del tema de la fiesta, y al comentarle que esperaba que le cayera bien a mi niña y mi hermano, me respondió haciéndome saber que también deseaba que fuera al contrario. En un primer momento me sorprendieron sus palabras, pero en seguida le sonreí, enternecida por lo que había dicho.

- Recuerda que Liss aún no puede votar, ¿Eh? – bromeé, insinuando que su interés se debiera a intereses políticos, esos que para nada parecían ir con él; por mucho que fuera un político.

Todo sería muy diferente con gente como él tratando de hacer resurgir a esta ciudad.

Al mostrar mi preocupación en lo referido al asunto de Rick, Allan me preguntó si no sería posible hacer aquello de forma remota. Posible era, pero…

- Sí, se dice así. Es posible, y en casa cuento con el equipo necesario, pero… No es tan fácil. – me quedé callada unos segundos, pensando en lo que estaba haciendo, en lo que estábamos haciendo. El que esperaba fuera el futuro responsable de Seguridad Ciudadana y una agente de policía de Metro City, hablaban sobre cómo invadir el sistema informático de la comisaría. – Sabes que lo que pretendemos hacer es moralmente reprobable, ¿No? – dije mirándole, siendo demasiado suave, pues lo que nos proponíamos era un claro delito. – Obtener la clave del administrador del sistema podría llevarme varias horas, con lo que no veo viable hacerlo desde la comisaría, ya que “casualmente” – dijo con cierto retintín, cayendo en aquello en ese mismo momento. – me han retirado de mi puesto allí. ¿Realmente podría ser por eso? Mierda, ¿Estoy acusando a Johnson delante de su candidato? P-para hacerlo de forma remota tendría que crear una conexión de la intranet al exterior para poder entrar. P-pero eso supone algún cable extra o dispositivo en alguno de los ordenadores, no se si sería d-demasiado arriesgado… - comenté, nerviosa, teniendo aún en mente la metedura de pata anterior.

Me quedé pensativa, tratando de contemplar otras opciones con las que poder hacernos con la información. Por un momento me distraje, viendo que el lugar en el que nos encontrábamos parecía ser un barrio de la periferia, donde raro sería encontrar un sastre que se dedicara a hacer trajes.

- ¿Qué hacemos aquí? – pregunté confusa, pero antes de recibir respuesta tuve una idea que no me pude callar. – Hay otra opción. – dije repentinamente. – Un keylogger podría darnos la clave. – vi como Allan se mostraba confuso, y en seguida me dispuse a aclararlo. – Los hay de más tipos, pero me refiero a un programa informático que monitorice las pulsaciones del teclado del ordenador. De ese modo podríamos obtener la clave… Sigue estando el asunto de tener que ir a la comisaría, pero no tardaría nada en meterlo en el ordenador del administrador.Un gusano en el equipo y listo… - Luego sólo tendríamos que volver a recoger la información… Llevaría algo de tiempo, pero no dejaría rastro alguno. – terminé de exponer, esperando ver qué le parecían a Allan las distintas opciones.

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19/04/2016, 10:17
Allan Jefferson

Melissa se muestra entusiasmada con la idea de que podamos acercarnos a ver a su hija. Me da las gracias por ello, aunque no es para nada necesario. La sonrisa que muestra es más que suficiente. Aunque no tarda en lanzarme una de sus divertidas apreciaciones.

Votará algún día... -Bromeo, echándome a reír- Aunque no a mí, espero. No es mi intención permanecer demasiado tiempo en la política. -Explico a Melissa, aunque lo cierto es que desconozco el tiempo que me van a llevar mis planes- En cualquier caso, "Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro". Lo dijo alguien mucho mejor y más preparado que yo, John Fitzgerald Kennedy. -Aunque quizás estaría de más decirlo, siendo una de sus muchas citas famosas- Además, los cambios que me gustaría que sufriera esta ciudad no son para ti ni para mí, son para ellos. Una sociedad no cambia de la noche a la mañana. -Le lanzo una mirada de reojo- Pero espero que Liss llegue a verlo, que conozca una ciudad mucho mejor que la que habitamos ahora. -Declaro con convicción, aunque no crea en que eso pueda llegar de la mano de la lucha política- Y qué narices, me gustan los niños... -Reconozco con una sonrisa, rememorando los ratos que pasábamos en Afganistan jugando con los críos afganos que se congregaban junto a la base- Creo que tengo... -Mi sonrisa se desvanece. He hablado sin pensar- ...un sobrino, por ahí. No lo conozco.

Permanezco pensativo mientras Melissa me habla de las posibilidades de acceder al sistema, terminando por establecer un dilema moral.

No estoy de acuerdo. -Sentencio- En todo caso, podría tratarse de un ilícito legal. -Añado encogiéndome de hombros- Lo moralmente reprobable, en mi opinión, es permitir que un inocente pague por los crímenes de otros, si se puede evitar. Y pillar a los otros puede ser más complicado... -Al menos, ponerlos en manos de la Justicia- ...pero si con sólo demostrar que no fue la tarjeta de Rick la que abrió el acceso para esa sustracción podemos librarle, en mi opinión debemos hacerlo. -Declaro decidido, tomando una curva a una calle mal iluminada de edificios antiguos- ¿Un dispositivo pequeño como un pendrive conectado al servidor podría valer? Es factible... -Medito en voz alta, analizando distintas maneras de hacerlo, mientras me echo a un lado, aparcando junto a la acera lentamente- Vamos al sastre, por supuesto, ¿o te habías olvidado? -Bromeo, antes de que exponga más posibilidades informáticas que no comprendo.

En la acera de en frente, tras una valla metálica que protege los bajos del edificio, se encuentra una antigua sastrería con varios maniquíes en su escaparate, mostrando trajes de hombre de corte exquisito ante una sencilla cortina de cuadros. La puerta, que se encuentra en lo alto de una corta escalinata, casi parece la de un simple portal de la zona, y se encuentra cerrada.

La sastrería Kingsman siempre ha estado en este barrio, y siempre lo estará. Su propietario se niega a abandonar el barrio en que ha vivido toda su vida. -Explico a Melissa, apagando el motor- Pero es uno de los mejores de la ciudad, y sus clientes no tienen problemas en venir hasta aquí. El alcalde tiene muchos defectos, pero el mal gusto no está entre ellos. ¿Vamos?

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21/04/2016, 20:12
Melissa Whedon

Allan continuó mi broma sobre el derecho al voto de Liss, riendo son aquella perfecta dentadura que le hacía tan cautivador al sonreír.

Melissa, estás trabajando…

Me llamó la atención el hecho de que no quisiera permanecer demasiado en la política, preguntándome cuales serían sus planes entonces. Continuó hablando, sobre la importancia de los niños, ayudándose de una cita de Kennedy que ya conocía, para después enunciar una gran verdad; la de que los cambios que ojalá sucedieran en la ciudad, serían realmente para ellos. Me gustó la mirada de soslayo que me dedicó al decir que esperaba que Liss pudiera vivir esas mejoras, así como el entusiasmo con el que dijo que le gustaban los niños.

No puedes ser tan perfecto.

Me sonrojé ante mi propio pensamiento, sonriendo con su confesión, hasta que otra nueva hizo que mi rostro se llenara de seriedad y preocupación. Allan parecía tener un sobrino al que no conocía, supuse que hijo de Austin, pues no me había dicho nada sobre otro hermano. Dada su historia, y la forma en que algunos de los de su alrededor habían reaccionado, no me extrañaba aquel hecho; pero me parecía algo muy triste.

Ante mi comentario sobre la moralidad, mi protegido se puso mucho más serio de lo que esperaba, dándome la impresión de que había entendido que a mí no me parecía correcto hacer aquello.

Moralmente reprobable, por los demás…

Me puse tensa, escuchando sus palabras estando completamente de acuerdo con él, pero sin tan siquiera ser capaz de manifestarlo. Posé las manos sobre mis rodillas, apretándolas ligeramente mientras continuaba hablando.

- Sí, podría ser. - respondí lacónica a su pregunta sobre el dispositivo, sintiéndome algo incómoda.

Me quedé un rato pensativa, exponiéndole algunas ideas después de que me dijera que por supuesto nos dirigíamos al sastre. Al llegar a nuestro destino y aparcar Allan, vi como en la otra acera había una vieja sastrería, un pedacito de historia que parecía resistirse al paso del tiempo, cosa que mi protegido no tardó en corroborar con su explicación sobre el lugar.

- Claro, vamos… - dije aún algo seria, quitándome el cinturón y abriendo la puerta del coche para salir.

Al hacerlo me quedé mirando hacia el escaparate, con las manos reposando en mis caderas.

¿Y aquí van a tener algo para mí?

Me pregunté incrédula, esperando a que Allan se uniera a mí para dirigirnos a aquella puerta que parecía más la de una vivienda.

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02/05/2016, 14:07
Douglas Kingsman

El interior de la sastrería os recibe tras tocar el timbre, momento en que la puerta se abre accionada por un mecanismo similar a un portero automático antiguo. El lugar está en semi penumbra, con una iluminación tenue y una decoración antigua pero nada rancia, sino acogedora. En el lugar hay diversos expositores con diferentes trajes sobre maniquíes de busto, todos ellos de gran elegancia y sofisticación. También hay vitrinas con muestras de tejidos, corbatas y pajaritas, botones y gemelos, y demás parafernalia de la vestimenta masculina más elegante, todo colocado milimétricamente de forma exquisita. Unas escaleras invitan a ascender a una planta superior, y varias puertas dan acceso a probadores completamente forrados de espejos.

Oh, al fin han llegado. -Sale a recibiros un hombre mayor, de rostro alargado y piel picada a buen seguro por haber padecido la viruela años atrás. Viste ropa formal, aunque sin americana, y en los bolsillos de su chaleco asoman diversos útiles de sastrería, además del metro flexible que cuelga a su cuello. Os observa tras los cristales de sus gafas, acercándose con una amplia sonrisa, muy poco agraciada por desgracia- Buenas tardes señor... -El gesto de Allan, torciendo su sonriente mirada a un lado mientras le señala con el dedo, le lleva a corregirse- Allan, cierto, buenas tardes Allan. -Ambos hombres estrechan sus manos, Allan uniendo ambas en torno a la del sastre- Y aquí tenemos a la hermosa agente a la que tenemos que "uniformar", ¿no es así? -Añade, ofreciendo su mano a Melissa, sin disimular el modo en que observa detenidamente su cuerpo de arriba a abajo. Sin embargo, no hay coquetería ni lascivia alguna en su gesto, sino evidente profesionalidad por encima de vergüenza o convenciones sociales, la mirada de un artista ante un lienzo, y no la de un hombre ante una mujer- Bien, bien, bien... Algo podremos hacer, a pesar de la escasez de tiempo. ¿Tiene usted alguna idea de lo que desea llevar para tan importante ocasión, querida? -Pregunta tras soltar la mano de Melissa, caminando en torno a la mujer mientras observa su cintura desde diversos ángulos. Mientras lo hace, Allan se echa a un lado, sonriendo divertido con las manos en los bolsillos.

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11/05/2016, 01:35
Melissa Whedon

Accedimos al interior después de que la puerta se abriera, apreciando la tenue iluminación y la antigua decoración del lugar. No se me antojaba un sitio rancio, sino lleno de elegancia y sofisticación, pero que al mismo tiempo resultaba acogedor. Mientras nos adentrábamos observé con atención cada detalle, fijando especial atención en la cuidadosa colocación de cada elemento expuesto.

Un hombre no tardó en recibirnos, el sastre a juzgar por los utensilios que asomaban de los bolsillos de su chaleco y la cinta métrica que colgaba de su cuello. No pude evitar una sonrisa cuando este saludó a Allan, teniendo que rectificar ante el gesto de este, habiéndole ya advertido que le tuteara seguramente. Ambos estrecharon sus manos, tras lo que el sastre me ofreció la suya junto a un educado piropo.

- Gracias… - dije ligeramente ruborizada, estrechando su mano. – Agente Whedon. Melissa Whedon, es un placer, Señor… ¿Kingsman? – pregunté, al no haberse presentado el hombre, pero presuponiéndolo por el nombre de la sastrería.

Me fijé en como me miraba, no perdiendo detalle de cada una de mis formas, a lo mejor pensando en qué podría ofrecerme. Tras unos segundos volvió a hablar, dejando claro que había estado contemplando opciones, y que veía posible hacer algo a pesar del poco tiempo con el que contaba.

- No estoy muy segura… - comencé a responder a su pregunta, mirando a Allan un instante, para volver nuevamente al hombre casi de inmediato. – No acudo a demasiadas fiestas de este tipo, y estando en acto de servicio es la primera vez. No sé si un traje de pantalón y chaqueta sería demasiado poco elegante para una mujer. Sino, a lo mejor algún vestido de un tono sobrio… - le expliqué, meditabunda. – Me dejo aconsejar encantada, usted es el profesional. – le dije con una sonrisa. – Aunque todo lo que veo por aquí es muy masculino. – apunté con una pequeña risa.

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20/05/2016, 11:41
Douglas Kingsman

El sastre te estrecha la mano, ampliando una poco agraciada sonrisa que, sin embargo, muestra una mirada franca. Su mano es, para tu sorpresa, tremendamente suave y delicada, a pesar de su aspecto tosco. La mano de un artista, piensas, a pesar de los años y las arrugas.

Kingsman, sí. -Sonríe afable- Un apellido poco común, pero realmente elegante, ¿no cree? Siempre he pensado que me hacía un gran favor en este negocio. Sin embargo, usted puede llamarme Douglas, si así lo desea. Allan lo hace, aunque el señor Jefferson es un "rara avis" de la política de esta ciudad, ¿no le parece? -Pregunta con complicidad, mientras te fijas en que la reacción de Allan es cerrar los ojos y agachar el rostro con una amplia sonrisa, claramente avergonzado- Bueno, yo tampoco acostumbro a acudir a las celebraciones de alto copete, sinceramente prefiero pasar las veladas en casa, ante una buena taza de chocolate caliente en mi butacón favorito, oyendo música clásica en mi reproductor de vinilo. Además... -Se acerca más a ti, hablándote de lado con socarronería- ...tampoco suelen invitarme.

Allan, mientras conversáis, camina ausente por el taller de confección, observando curioso los diferentes tejidos y recortes. Sin embargo, eres consciente de que no se mantiene abstraído de vuestra conversación.

Bien, veamos, un vestido largo de gala no estaría muy bien visto por los jefes, supongo... -Medita en voz alta, volviendo a mirarte de arriba a abajo con profesionalidad- Pero un sobrio y aburrido traje no es digno de esta belleza pelirroja, ¿no es así, Allan?

Allan, que se encuentra sosteniendo un trozo de tela blanca estampada, propia de camisas, se gira sobresaltado al verse interpelado. Su mirada se cruza con la tuya, mostrando nuevamente su atractiva sonrisa brillante.

No, lo sobrio no pega nada... -Responde con picardía, apartando acto seguido su mirada y volviendo a daros la espalda.

Querida, no se deje llevar por la primera impresión. -Te dice en referencia a lo poco femenino del lugar- Efectivamente, entre el ochenta y el noventa por ciento de mis encargos corresponden a la moda masculina. Sin embargo, también han pasado por estas manos algunas de las damas más poderosas e influyentes de esta ciudad. -Te dice mirándote a la cara, con orgullo, antes de volver a contemplar las formas de tu cuerpo frunciendo el ceño. Se quita las gafas y, con ellas en la mano, apoya el puño en su barbilla- Se me ocurren un par de cosas para salirnos de lo formal y aburrido, todo ello en traje. Un vestido se consideraría indecoroso para con sus funciones policiales, al menos para sus jefes. Podemos prescindir de la camisa, y convertir las formas de una americana en una pieza cerrada con escote generoso. Es formal, pero original y el escote le da cierto toque picante. -Hace un gesto raro, moviendo sus labios de un lado a otro, como pensando en algo- Otra opción menos arriesgada sería crear blusa sin mangas, cerrada, con apertura delantera exagerada pero recubierta por transparencias... ¿Hasta aquí que opina, Melissa?

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23/05/2016, 12:56
Melissa Whedon

⁠⁠⁠Estreché la sorprendentemente suave y delicada mano del Señor Kingsman con un sonrisa, del mismo modo que él lo hacía. En seguida me confirmó que aquel era su apellido, pero diciéndome que podía llamarle por su nombre si así lo deseaba, tal y como Allan hacía. Entonces el hombre se dirigió a mi con complicidad, hablándome de lo peculiar que era mi protegido.

Sí, un poco pájaro si que parece...

Pensé divertida para mis adentros, emitiendo una ligera risa por toda respuesta a las palabras del sastre, viendo de reojo como Allan se avergonzaba ligeramente y mostraba aquella encantadora sonrisa suya. Me decidí a hablar cuando Douglas hizo mención a cómo prefería pasar las veladas, añadiendo que tampoco solía ser invitado a eventos de tal postín.

- Yo tampoco, no crea. A veces me ha tocado acudir a galas de la policía, pero no tenía problema con la ropa. - sonreí, estando claro que a ese tipo de celebraciones íbamos uniformados. - Cuando era más joven también fui a alguna acompañando a mi familia. Y la verdad es que estoy de acuerdo con usted, prefiero otro tipo de velada. Eso sí, cambiaría ese chocolate por una copa de vino blanco, y el butacón y la música clásica por un sofá y una manta junto a la chimenea y alguna balada rock de los 60, o quizás los 80... - dije pensativa, antes de volver a sonreír al hombre de forma amistosa.

El sastre volvió a observar mi cuerpo en busca de alternativas, descartando los vestidos dado mi cargo en la gala, pero haciendo lo mismo con los más tradicionales trajes; pidiéndole opinión a Allan en el proceso.

- Pare, va a hacer que me ruborice... - pedí al hombre ante su piropo, aunque ya había comenzado a hacerlo, cruzándose entonces mi mirada con la de Allan y su atractiva sonrisa; para acto seguido escuchar su comentario. - Y tú no le sigas el juego.- le reñí aguantando una risa, aunque aún más ruborizada que antes.

Tras aquello, Douglas me explicó que no debía dejarme engañar por el lugar, pues por sus manos habían pasado algunas de las mujeres más influyentes de la ciudad. Conmigo no tendría que esmerarse tanto, aunque supuse que lo haría bien si había sido capaz de satisfacer a tales señoras. Entonces volvió a observarme, presentándome un par de ideas entre gestos pensativos. Ambas propuestas apostaban por el escote como forma de alejarse de la sobriedad, pero mientras uno sería menos profundo, el otro iría cubierto por una transparencia.

- Mi punto fuerte son las piernas, pero...- bromeé, antes de responder a la cuestión.-Suena bien lo que comenta. Quizás me descantaría por la opción de la blusa, puede que resulte más cómoda. expliqué pensativa, volviéndome a Allan de repente, queriendo ponerle en un aprieto. - ¿Y bien? ¿A ti que te parece que me quedaría mejor? - le dije con una sonrisa burlona.

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25/05/2016, 08:18
Allan Jefferson

Douglas y Melissa charlan en seguida de forma distendida. Douglas tiene esa cualidad, incluso en una situación que para la mayoría sería tensa, como es que alguien te tome medidas y juzgue y valore las formas de tu cuerpo, él sabe hacer que te sientas cómodo igualmente.

Lo cierto es que también Melissa es capaz de hacerlo.

Me entretengo comprobando la calidad de los materiales con que trabaja Douglas, mientras coinciden en no estar habituados a este tipo de eventos. A mí, en cambio, estos eventos me transportan a un tiempo en que estos acontecimientos eran algo habitual en mi vida. Hace mucho tiempo de eso, yo era un crío, y las recepciones de mi familia en casa me resultaban tediosas, aunque ahora las recuerdo con añoranza. No las celebraciones de alto standing, sino la vida que tenía por aquel entonces.

La que tiré por la borda.

Es Douglas quien me saca de mis recuerdos, sobresaltándome al preguntar mi opinión sobre lo que más le pega a Melissa. Mi comentario hace que la chica me riña exigiendo que no le siga el juego al sastre, ante lo que le dedico una sugerente sonrisa antes de hacer con una mano el gesto de cerrar mis labios con llave, volviendo a darles la espalda.

Douglas continúa hablando, explicando su amplio currículum, detalles que ya conozco y que me resultan muy interesantes, aunque por motivos "profesionales". Sin embargo, en seguida vuelven a entrar en materia acerca del modelo a crear para Melissa, quien no duda en consultarme mi opinión al respecto.

Sí, claro, ahora sí...

Divertido, vuelvo a girarme hacia ellos, soltando un trozo de corbata en exquisito tejido azul turquesa, para apoyarme en la mesa con la boca cerrada, alzando las cejas mientras me encojo de hombros y vuelvo a hacer el gesto de la llave.

No puedo hablar, Melissa, me has prohibido seguirle el juego...

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29/05/2016, 18:22
Melissa Whedon

Trataba de normalizar la situación, después de aquel incómodo momento vivido en el coche, aunque parecía haber sido solo incómodo para mí. Me había animado a bromear con Allan, tratar de pincharle, pero lejos de ello supo perfectamente como devolverme la broma.

Apoyado en la mesa, y con la boca cerrada, alzaba sus cejas y encogía sus hombros mientras volvía a repetir aquel gesto de la llave. En principio mostré sorpresa, pero en seguida sonreí, volviendo a mirar al Señor Kingsman.

- Ya ve, Douglas, me ha tocado proteger al único político que hace caso a los ciudadanos… - reí – Supongo que con que me encargue de que las féminas no le acosen demasiado le es suficiente, cumpliré con mi trabajo lleve el atuendo que lleve. – miré a Allan de soslayo, con una pícara sonrisa. – Tiene permiso para hablar, soldado. – añadí ahogando una risa, permitiéndome aquella salida de tono al ver al Señor Kingsman como alguien de confianza.

Saqué entonces mi teléfono, comprobando si había alguna novedad, pero por suerte parecía no ser así. Liss aún seguiría durmiendo, o se encontraría jugando un rato con su tío antes de prepararse para acudir al evento.

- Que ese escote no sea demasiado excesivo. - le pedí al sastre, dibujándose una sonrisa en mi rostro justo después. - Al no ser demasiado voluptuosa no me siento incómoda con ellos, pero a fin de cuentas estaré trabajando, y a parte de la clase política, estará mi hija por allí. - expliqué en tono distendido con una ligera risa.

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30/05/2016, 10:45
Director

Entre bromas, comentarios ocurrentes, y mucha complicidad, el rato va transcurriendo mientras el sastre toma medidas, muestra tejidos y va componiendo el diseño mediante patrones elaborados por él mismo. Finalmente, Allan se suma a la conversación, ofreciendo su opinión cuando así se le reclama. Douglas le informa también de que su "pedido" está listo, aunque no parece prestarle demasiada atención.

Una vez las medidas están aseguradas, el sastre os invita a pasar a la sala de descanso, subiendo las escaleras. Es una coqueta sala, con un estilo sobrio muy similar al resto del establecimiento, sillones de piel clásicos y una pequeña cocina de la que tomar un tentempié mientras esperáis con un agradable hilo musical. La tarde se prolonga con amenas conversaciones sobre diversos temas, nada demasiado personal ni importante, hasta que Douglas os avisa de que ha terminado, pidiendo a Allan que vaya probándose su traje mientras él acompaña a Melissa hasta el probador. Allí deja a la agente con su ropa nueva, ofreciéndole intimidad para cambiarse, y una bolsa para guardar su ropa y enviársela a casa por mensajería. Al salir con el traje, que le queda como un guante, Allan está fuera esperando, con un elegante traje negro con camisa blanca.

De ese modo, ambos, protegido y escolta, abandonáis el taller del sastre, elegantemente vestidos, en dirección al acontecimiento social del año.

Notas de juego

FIN DE LA ESCENA