Lady Elia se detuvo y escuchó la noticia. Su rostro palideció y sus ojos azules se abrieron considerablemente. No conocía en persona a la Mano, pero había oído hablar de que era quien hacía que todo en el gobierno funcionara. Las malas lenguas decían que mientras el Rey se dedicaba a emborracharse e irse de putas, Jonh Arryn era el que se ocupaba de todo.
Por un momento se olvidó de lo que había presenciado desde la ventana de su dormitorio. - Pero... ¿Qué ha ocurrido? - La pregunta quedó en el aire, ya que la criada que le acababa de dar la información ya se alejaba corriendo.
Un suspiro salió de su pecho y la joven nuevamente volvió a encaminarse hacia el patio... Quizás aquello retrasaría el viaje al Norte y los planes de Lord Lannister... No, no quería pensar en aquello...
La criada te mira y niega...
Perdida en sus pensamientos y sin darse cuenta, la joven Elia se encontró cerca de las mazmorras donde se encontraban los huesos de los dragones que antaño tuvieron los Targaryen. Al percatarse se detuvo sintiendo un escalofrío en la espalda. ¿Qué hago aquí? Se preguntó extrañada. Su intención había sido dirigirse al patio para comprobar qué había hecho Joffrey. Pero ahora que se paraba empezó a pensar con más frialdad. Y cuando lo descubra, ¿qué? ¿qué hago? No puedo denunciarlo a nadie. Él es el príncipe y la reina lo tiene sobreprotegido. Eso me causaría demasiados problemas. Estaba tan perdida... En pocos días le habían pasado cosas muy extrañas y estaba completamente sola, no tenía a nadie con quien poder hablar y explicarle sus temores.
Un extraño frío se alojó en su alma. La joven se abrazó intentando controlar los temblores que sacudían su cuerpo. Durante un rato estuvo quieta, apoyada en la pared y con los ojos cerrados. Finalmente los abrió y se incorporó. Tengo que ser fuerte... Se dijo como tantas veces lo hacía. Miró en dirección a donde se encontraban las mazmorras. Hacía muchísimo que no bajaba allí y le gustaría volver a ver aquellas impresionantes criaturas. Lo de Joffrey podía esperar, total, nadie la creería...
Mirando que no apareciese nadie, volvió a encaminarse hacia las mazmorras.
Los pasos suaves te llevan a la sala donde estan los huesos, tan extraños y misteriosos. No comprendes exactamente como pudieron ser en vida, pero monstruos, por eso estan muertos, mas alla de toda duda.