Partida Rol por web

Gerlond observó cómo entraba de nuevo el gigante de Dagan. No era un mal cliente, pero siempre temía que algún día su furia fuera canalizada a través de sus mesas, asientos y paredes.

-A su servicio, mi señor- dijo respetuosamente el tabernero, prefería tratarlo como a un verdadero noble y no como a un bastardo, así se ahorraría malos tragos -¿Qué ha sucedido? Porque bandidos hay en todos lados...- preguntó Gerlond acercándose al gigante con complicidad.

Se toma la barba y la acaricia un poco. -Pues, se trata de los que son tan estúpidos como para llamar la atención de Dagan Nieve...- dicho ello sonríe con malicia, da un bufido y bebe más de su cerveza.

Gerlond no pudo más que estremecerse un poco ante las palabras de Dagan, pero sólo por su fama de hombre feroz a la hora de castigar una afrenta. Más allá de eso, el tabernero estaba acostumbrado a lidiar con matones y bravucones.

-Es una descripción muy amplia, mi señor- dijo amablemente y con una leve sonrisa en su boca -No sé a qué bandidos se refiere usted-

Marshall pudo constatar que había sido una emboscada muy bien realizada y dirigida. Habían sabido por dónde pasaría la caravana y seguramente hasta cuántos soldados tenía. Los bandidos habían atacado de todos los ángulos y, por ciertas marcas en los árboles, seguramente desde arriba también.

Mientras el jefe de batidores iba de aquí hacia allá, los acompañantes junto a Ilaster creaban un perímetro de vigilancia. Ellos no serían sorprendidos como aquellos meros guardias de caravana.

Habían sido un poco más de veinte bandidos, muchos para la zona, pocos para enfrentarse a él y sus hombres... aunque si conocían el bosque tanto como él, serían demasiados. Los pasos se desperdigaban hacia los cuatro vientos en grupos de cuatro o cinco. Sería su decisión: dividir a sus tropas y seguir cada rastro, o seguir una sola y esperar a que se junten y que no se pierda el rastro. Ya el sol comenzaba a inclinarse hacia el horizonte... quedaba pocas horas de luz.

Mientras el sol descansaba en el ocaso, los últimos rayos de esperanza permitían ver la nieve como caía de a poco.

Parado en el medio de la escena tenía que llegar a una conclusión.

Con la mirada perdida, decidí…

Si el enemigo se separó en 4 puntos, quiere decir que tarde o temprano irían a la ciudad alguno de sus grupos, eso no me convence…

Ellos deben estar advertidos de que mi presencia seria requerida para esto, querrán despistarme.

-JA!

No se me van a escapar tan fácilmente, seguiremos el grupo que se dirija a la ciudad… ese me llevara a su líder.

-señores, aprovecharemos los últimos rayos de luz para avanzar, en el bosque estaremos en ventaja.

Seguidme todos, y estar bien atentos, el enemigo puede estar observando.

¡En marcha!-

comenzamos la marcha, ilaster va al medio yo al frente.

(tirada de supervivencia para seguir rastros) 

Nos dirigimos hacia el borde del bosque, sus pisadas están clarísimas para mi vista, ellos se van y yo sé a dónde…

Siguiendo las huellas no puedo dejar de preocuparme por los alrededores, están ahí.

(tirada de observación)

-no parece haber nada a los alrededores, avanzaremos unas horas más en la noche y luego descansaremos.-

Habiendo continuado con buena marcha, decidí buscar un refugio para esperar la fría noche.

Por suerte la oscuridad es mi ventaja.

(Tirada de supervivencia refugio)

Parece que encontré un buen lugar para defenderse.

- aquí  aguardaremos -

Comemos unas tiras de carne desabrida, un poco de hogaza y algo de agua. Esta noche será corta, lo intuyo.

Y Marshall tenía razón... iba a ser una corta noche de sueño.

Sus pasos los había llevado en un primer momento hacia el pueblo, pero luego esas pisadas volvían a desviarse, y según por sus apreciaciones, habían acelerado el ritmo de marcha. Los pasos se distanciaban más unos de otros, eran claramente cuatro bandidos con botas gastadas y poco peso. Deberían estar pasando hambre.

Ahora se encontraban en un pequeño claro, apenas mejor que otros que habían pasado por el camino, pero que hubieran significado una pérdida de tiempo y además con la posibilidad de perder el rastro, que parecía más difícil a lo largo del tiempo y el espacio.

Los hombres se habían arrebujado en sus capas de piel, algunos para luego acostarse en sus livianos petates, y otros tomando posiciones para la vigilancia nocturna. Marshall, tomaría la primera guardia, a pesar de ir contra la costumbre. Generalmente prefería descansar y luego relevar a mitad de la noche, cuando los demás tenían dificultades para ver y él podía cazar una liebre en plena carrera. El silencio pronto se apoderó del improvisado campamento de los Forster...

Marshall escuchó movimiento en la maleza. Era lejos, pero lo justo para que su oído entrenado se diera cuenta que no era natural. Casi no había viento, aunque sí se había elevado una ligera niebla a la altura de la rodilla. Ese fenómeno era común en el Bosque de los Mil Rostros, y Marshall lo sabía. También sabía que rápidamente esa niebla se convertía en espesa.

Con su sigilo acostumbrado, el montaraz jefe se acercó hacia el límite del claro para discernir de qué se trataba. De pronto, desde la oscuridad, apareció un hombre, un bandido con arco en la mano. Parecía estar buscando rastros y su rostro mostraba cansancio. Tanto como el que pudiera tener uno de sus batidores luego de una marcha de todo un día.

¿Un hombre solo? Pensó el montaraz ¿Un desertor?

El bandido no parecía haber notado sus huellas, ya que se estaba alejando de su posición...

El tabernero no parecía muy abierto a la conversación, pero tal vez, con suerte y si los Dioses lo acompañaban, Dagan pudiera saber si el viejo le estaba ocultando información o realmente no sabía nada.

La casa Forster estará muy agradecida con cualquier que ayude a encontrar a estos ladrones... que dañan nuestra economía... si tu no sabes, quizás sepas de alguien que sí...- mira fijamente al tabernero, intentando ser razonable; aunque se podía intuir que si el tabernero señalaba a alguien más, probablemente esa persona estaría en riesgo.

Gerlond esbozó una media sonrisa con la actitud de quien habla con un niño que no entiende.

-Me encantaría saber algo para poder ayudar a la casa, ya que sé que recompensan muy bien a los que la ayudan- dijo el tabernero deslizando sutilmente su interés por una recompensa monetaria -Pero no está siendo muy claro sobre qué bandidos son los que busca... ¿ha sucedido algo?-

El tabernero era un comerciante, eso era claro... ¿Dagan también lo sería?