Partida Rol por web

- Digamos que me las pude apañar bastante bien. Por lo que se mataron a la tropa de Andrés y de Andrés yo misma tuve que dar buena cuenta.  -  Le mostró la espada del Alguacil que llevaba aun envainada en la mano, - Pero algunas cosas que ese perro dijo antes de morir me siguen preocupando. Me dió a entender que ya no éramos perseguidos de la inquisición... - Gabrielle no podía contener el dolor y las lágrimas empezaron a escurrir por sus mejillas. - Y mi ama... mi ama esta muerta. Esos hideputas la ejecutaron en el auto de fe.

- Creo que deberíamos volver por Antonio - Dijo de repente con firmeza. - Vosotros dos sois ya lo único que me queda, no voy a dejaros morir. Donde lo dejasteis? 

Que locura de España es esta... casi en la puerta por la que escapamos... ¡volvamos a por él! Esta vez estaremos preparados... le digo mientras vamos en camino

Las callejuelas de Toledo nunca os parecieron tan angostas, retorcidas, siniestras... finalmente, agotados, llegais a unas callejas cercanas a la mansion de Don Lejaro pero alli no queda nada ni nadie mas que unos corchetes en la puerta y claras marcas de ruedas y caballos... ni rastro de Don Antonio pero sabeis que en caso de que lo tenga la Inquisicion pronto proclamara un Auto de Fe contra el y todos podreis verle arder por sus "pecados". Ademas de que sabeis donde cuidaran de su guarda... en el Castillo...

- Al parecer mi mentor gustaba de jugar al ajedrez, Ilustrísima. Pero por lo visto eso debe saberlo ya, junto con tantas otras cosas..., como para que yo me proclame su peón.- un leve acceso de tos medio contenido me hace manchar el suelo con algo de sangre, por suerte sin salpicar al cardenal- Espero pueda disculparme, pero parece que la jugada era de un peón sacrificable.- digo a modo de excusa por la tos.

Tras haber reconocido el cadáver del alguacil don Andrés, ya poco puede sorprenderme más en esta noche de traiciones:- No alcanzo a comprender este enfrentamiento Ilustrísima. No me juzgo tan importante como para ocasionar semejante riña entre guardia inquisitorial y corchetes.- Me mantendría firme y erguido, pero con el boquete abierto en mis entrañas no puedo aspirar a más que un encorvamiento tembloroso de mi debilitado cuerpo. A pesar de todo, intento mantener la compostura de mi actitud, como si la herida recibida no fuera tal.

Finalmente pareces haber conseguido que el supremo inquisidor esboce algo similar a una sonrisa.

- Subid a la calesa, nos vamos.

Varios hombres os guardan mientras os acercais hasta ella y os abren una de las puertas de la misma para que entreis en su interior. Una vez en ella el conductor comienza el viaje abandonando las sangrientas callejuelas de Toledo una vez mas.

En tu cabeza se amontonan las ideas desde otro Auto de Fe hasta la rareza que representa el hecho de viajar junto a Cisneros sin que si quiera se hayan preocupado de si escondes algun arma.

Renqueando subo tras Su Ilustrísima, no aceptando sin embargo la ayuda que de malos modos intentara emplear la guardia conmigo.

Tomo asiento en el lado que queda frente al cardenal, ya que, a pesar del alivio que supone dar descanso a mis piernas, mi preocupación no disminuye. En efecto algo extraño ha de estar sucediendo cuando no hay grilletes en mis manos, mi ropera continua al cinto y no se ha hablado aún de prisión... ni de hogueras. Pero por hoy no tentaré más mi fortuna, y solo hablaré en respuesta a preguntas. Estoy sencillamente agotado y aún debo mantenerme alerta.

  - Creo que no nos queda otra que esperar. Mejor vayamos a algun lugar tranquilo, donde podamos descansar y sanar las heridas y discutamos que vamos a hacer... - Gabrielle ya no podía con su alma, no se imaginaba otra vez entrando al castillo. Solo quería caer muerta sobre un colchón, ni que fuera de hierba.

Ciertamente,asi no haremos de provecho para él. Pobre Antonio, ¡tenemos que ayudarte! Pero, ¿como?

Desesperados y cansados no podeis mas que marchar a refugiaros y dormir un poco pues tales son vuestras heridas que apenas sois capaces de dar un solo paso mas.

Entre la oscuridad vespertina de la ciudad "encajada" os moveis hasta la taberna del Turco Empalado en la Plaza de las Fuentes donde creeis que podreis descansar en una pequeña habitacion sin que os hagan mas preguntas...

... Cuando la mañana despierta al fin os encontrais en una estancia con un camastro de paja y una pequeña manta en el suelo donde caeis rendidos dispuestos a descansar de sueño y recuperaros de vuestras multiples heridas... un dia mas... un dia menos, quiza, para vuestro amigo Antonio...