Partida Rol por web

Te abalanzas sobre el jefe de corchetes ante la mirada atonita del Padre Angel e intentas deslizarte por debajo suyo lo mas rapidamente. Con un fugaz movimiento logras apoyarte en el suelo y que tus piernas pasen por debajo de este mientras el, sorprendido, se aparta instintivamente, pero los dos corchetes de detras son otra cosa.

Te incorporas desde el suelo de un salto y la velocidad y tu cuerpo hacen el resto impactando contra uno de ellos antes de que pueda desenfundar y derribandolo contra los bancos de madera de la gran sala de oraciones.

Ruedas otra vez por el suelo debido la inercia y vuelves a incorporarte cuando el otro corchete que queda, ya ropera en mano, te grita el alto y sale corriendo detras de ti. Alrededor los parroquianos, monjes y fieles se apartan asustados mientras te diriges a los portones entreabiertos con todas tus fuerzas.
De repente otra dos siluetas aparecen en bajo el marco de las mismas y, al ver tan desesperada persecucion, apartan su herreruelo y te dan el alto nuevamente mientras sus manos desenfundan sendas pistolas de chispas bien cebadas... La verdad es que no tienes muchas posibilidades pero dudas que se atrevan a disparar en la casa del Señor, y mas aun con tantos fieles alli como espectadores.

La cosa se había ido mucho de las manos, pensó Gabrielle. Y supo que si los hombres de la guardia estaban dispuestos a disparar alli era porque realmente era importante... o tal vez lo importante era el anillo.

Gabrielle dedicó unos segundos a pedir perdón al señor por la aberración que estaba a punto de cometer.

Tras ello se lanzó en plancha entre los bancos de la catedral y cogió a la primera parroquiana que se le cruzó por delante como escudo viviente. Amenazandola de muerte con su cuchillo.

- No os acerqueis! Si vais a jugar sucio yo tambien puedo hacerlo...

La estrategia del rehen era solo una farsa. Con la mujer se acerco poco a poco al lateral de la catedral mientras los corchetes decidían que hacer.Cogió el anillo y lo dejó con cuidado en una de las bandejitas que contenían los libros con los cánticos.Gabrielle intentó memorizar el lugar. Alguien tendría que venir a buscar el anillo más tarde. A poder ser antes de la próxima misa...

Mientras la mujer forcejeaba Gabrielle se fue acercando a la puerta.

- Bien señores, van ustedes a dejarme salir de aqui o cogerán un billete directo al infierno disparando a una mujer indefensa dentro de un templo del señor... no creo que ni el sumo pontifice absuelva un acto tan vil...

La mujer se asusta en exceso. Ya el panico habia cundido en el interior de la catedral debido los ultimos acontecimientos pero aun mas cuando te lanzas sobre ella y la amenazas con tu cuchillo.

- Socorro, por Dios!!!

Avanzas con ella mientras ves por el rabillo del ojo como los tres corchetes comandados por Andres te cercan la retaguardia y el Padre se mantiene bien cubierto sacudiendo la cabeza en señal de desaprobacion.

Los dos corchetes de delante dan dos pasos atras mientras se mantienen apuntandote con sus pistolas y en el exterior el revuelo parece ser aun mucho mayor...

... Gracias al cielo parece que nadie se ha percatado de que dejaste el anillo en la bandeja...

De repente escuchas una voz calida y firme que te habla desde detras tuyo.

- Hija mia. Ceja en tu empeño pues solo conseguiras condenarte aun mas - mientras tanto te fijas como el resto de gente de la catedral la ha abandonado y los corchetes que avanzan detras tuyo se mantienen a no mas de tres metros de ti - No cometas la estupidez de matar a una pobre feligresa pues ya son bastantes tus pecados como para añadir uno mas a ellos...

Pese a no hacerle mucho caso debido que debes mantener la presa sobre la anciana y no quieres distraerte de los corchetes que te rodean, parece ser que se trata de algo importante, quiza demasiado, y los sacrificios parecen estar mas que permitidos por la Santa Iglesia en estos menesteres. Piensas esto cuando escuchas el ruido ensordecedor de las pistolas al disparar y sientes un fuerte impacto en tu pecho.

Gracias al Todopoderoso el disparo impacta de lleno en la pobre e inocente mujer que cae al suelo por tu perplejidad inicial, muerta. Antes de que su cuerpo marchito alcance el suelo notas como otro impacto te sacude y tu mirada se enturbia; la sangre brota de tu abdomen y retrocedes, cayendo sobre los bancos cercanos mientras los corchetes se abalanzan sobre ti velozmente.

Tu cabeza queda fija en el techo de piedra de magnificas pinturas y no puedes moverte; el dolor casi ha desaparecido... entonces, entre los ruidos de los corchetes cogiendote y registrandote, escuchas nuevamente la voz del Padre.

- Hija mia, has sellado tu propio destino...

Notas como su ironia y su sonrisa se mezclan con el sabor metalico de tu sangre en la boca y, finalmente, cierras los ojos.