Partida Rol por web

Creación, Olvido.

Ruth-Adum: la casa del cosmos

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10/05/2016, 15:19
Dakha

El ser que no debía existir se deslizó de nuevo por la sala, desintegrando parte de ella a su paso, movió su mano derecha a un lado y aparto los zarcillos de Sargolax, desintegrando estos a los pocos segundos de su tacto. Las defensas que tejía Zavara estallaron al paso de "el vacio"

Dakha se situó frente al dios del fuego y su oscuridad engulló la luz que este desprendía, como cuando consumía una estrella- ja...- fue el único sonido que articulo y acto seguido su mano agarró a Urdamesh del cuello, el fuego que desprendía se apagó poco a poco, y el dios del valor sintió miedo por primera vez. todo se volvió oscuridad para el, su armadura perdió el brillo y el su fuerza, a los pocos segundos nada quedo más que una armadura vacia que se desplomó sobre el suelo de la morada de los dioses.

El intruso se encogió como si una espada lo hubiese atravesado tras hacer este movimiento, pero se incorporó rápidamente- Zavara, Sargolax, engendrad tropas para mi, marchad contra vuestros otros dos hermanos- su voz sonó mas débil, pero en las mentes de los dos dioses nombrados un impulso de obediencia se encendió, no era un control mental, tan solo al escuchar aquello sintieron ganas de hacerlo.

La morada de los dioses se fracturó en dos, como si garganta estuviese tragandose una de las partes de la morada, Meseth y Gargoltar quedaron en el lado mas estable, mientras que en el otro los tronos de Zavara y Sargolax quedaron flotando entre los restos de la morada, donde Dakha pasaba su mano sobre ellos.

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10/05/2016, 19:43
Meseth

Y por fin había llegado el temido momento que todos habían esperado, el día en el que el Pergamino del Fin que el Devorador había dispuesto tras su trono escribiría los nombres de los Hermanos que desaparecieran en aquel enfrentamiento. Sangre contra Sangre. Poder contra Poder. Pero lo que Meseth no había podido preveer es que sería un poder externo el que se alzaría para volver a los unos contra los otros, obligando a derramar su sangre inmortal.

- Sea pues - bramó el señor de los Grigori, el Padre de los Muertos. De pie en los restos de la Morada desvió su atención hacia Gargoltar - Hermano, el Frío y los Secretos se alzan contra nosotros. ¿Qué respondemos?

Una guadaña de acero negro como la Noche se materializó en el puño derecho de Meseth, sonando como un millar de huesos pisoteados y fragmentados.

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11/05/2016, 13:13
Gargoltar el Forjador

La sombra seguía revelando su poder, destruyendo a Urdamesh, y extendiendo su influencia sobre los dos dioses restantes cuyas razas habían tomado aquellos regalos envenenados. Incluso la propia Ruth-Adum reaccionó a aquella división, con una fisura que separó a ambos bandos. Y al dios del metal no se le escapó que estaba en el lado más estable. Si había algún futuro, era en aquel lado, no en el otro. La sombra era muy poderosa, pero aunque no tenía el valor de su fallecido hermano, sí tenía la fría lógica de su lado, y también ira incandescente en su interior, por todo lo ocurrido.

-Respondemos que su destino será sellado por la fuerza del acero-dijo Gargoltar, aunque no parecía complacido por aquel giro de los acontecimientos, si no lo contrario-Dakha, eres anatema-añadió, con una voz tronante como un gigantesco martillo golpeando un yunque de proporciones colosales-no hay futuro contigo en juego. Por eso, debo destruirte. 

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11/05/2016, 16:28
Zavara

Urdamesh se consumió ante los ojos de la afligida e impotente Zavara, cuyo intento de detener a la abominable criatura había sido en vano, demostrando que su poder no era nada comparado con la fuerza del Mal que traía consigo el ser llamado Dakha. Contempló la fría armadura de su hermano y las lágrimas cayeron sin cesar por sus pálidas mejillas. Su expresión se rompió y cualquier rastro de imperturbabilidad quedó atrás para dejar ver a una débil diosa que había perdido esperanza y determinación. Justo cuando iba a correr hacia los restos de Urdamesh, las palabras de Dakha resonaron en su cabeza como si fueran las órdenes del mismísimo Padre.

La Dama de la Escarcha se alisó el agitado vestido y se irguió de nuevo. A medida que la estructura de Ruth-Adum se resquebrajaba, también lo hacía su voluntad. Se giró lentamente y miró a Meseth y Gargoltar con unos ojos vacíos de la compasión que siempre habían caracterizado su expresión. Su tez blanca volvió a ser gélida y privada de toda piedad. Alzó ambos brazos como si se dispusiera a bailar, pero en vez de eso creó un arco de hielo entre sus manos y lo agarró con fuerza. Permaneció de pie ante su trono, mostrándose como una imponente reina fría.

No lo entendéis. Así es como debe ser.- dijo con su dulce voz, aunque ahora no expresaba ningún sentimiento de fraternidad al dirigirse a los dos dioses.- Deberíais aceptar el Destino que se ha escrito, Meseth. Os oponéis a un final que ya conocéis.- preparó una flecha helada y la apoyó en el arco.- Queridos hermanos... Os protegeré de vuestra propia necedad.

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11/05/2016, 17:35
Sargolax

La oscuridad de Sargolax se deshizo ante el roce de Dakha, y nuevos zarcillos lo reemplazaron, ahora moviéndose mas cuidadosamente, pero sin disminuir su deseo de consumir el conocimiento de aquel poderoso ser, como una polilla atrapada por el brillo de una llama en noche cerrada.
Al ver caer al resplandeciente Urdamesh algunos de los zarcillos se volvieron como aves carroñeras a sus restos deseando devorar lo poca esencia divina del dios del valor. Cuando la deidad lo nombro dándole ordenes y la morada se fracturo, el dios de los Secretos no pudo hacer más que soltar una larga y seca carcajada.

-Tanto poder, tanto conocimiento, todo será mío... incluido tú. Todos serán parte de mí y yo me volveré parte de todo -La deidad enloquecida extiende su oscuridad en todas direcciones como si quisiese devorar todo Ruth-Adum o más bien los restos flotantes en los que ahora se encontraba, su máscara se volvió de la oscura deidad a sus hermanos. -Empezare con vosotros, mis amados hermanos. Luego, todo lo demás.

A diferencia de sus hermanos, Sargolax no desplegó ningún arma, sencillamente se expandió en su oscuridad, como una infección alzando sus zarcillos con deseo y amenazando con devorar todo a su paso.