Partida Rol por web

Terminada la conversación con su sire, Yago regresó con rostro severo a la sala donde estaban Jervais y los demás, caminando tras su esquelética Creadora.

Sigo a mi sire

"Que soso es el jodido... al final me voy a alegrar de haberme emancipado"

Os reuníis en la sala donde Jervais os estaba esperando. Sois seis aparte del anfitrión.

A los pocos segundos veis como el Sire de Markus llega a la sala, os fijais que parece bastante enfadado, cuando empieza a hablar.

Klaus: ¿Nos marchamos ya? Yo no tengo aquí ningún chiquillo...

Tras la salida airada de mi Sire salgo con la cabeza bien alta y permanezco en silencio.

Levanto una ceja sorprendido ante el escape del sire de Markus, su falta de serenidad solo representa un gesto de vulnerabilidad y debilidad ante mis ojos.

Cuando el propio Markus Lenz entra en la sala le dedico una sonrisa maliciosa.

"Te podría ayudar a hacer desaparecer a tu sire llegado el momento"

Pienso para mis adentros.

"Al fin y al cabo, todos debemos deshacernos de las correas que nos atan si realmente queremos ir lejos."

Tras este segundo pensamiento, echo un vistazo a mi propio sire, tan atractivo y seguro de si mismo como siempre. Una fruta madura que todavía podía dar algo de jugo, sin duda, pero a la que tarde o temprano también habría que desechar.

Miro contento al resto del grupo, aunque no hay rastro de Zahara ni de Ramirez, pero en ese momento me daba bastante igual ya que lo que quería ya estaba conseguido.

Bien, entonces sin ningún problema. Sigo observando como ha quedado el piso principal, y se me nota la cara de complacido.

Por lo que tengo entendido, vuestros sires os han entregado un buen trozo de tierra para gobernar, eso sumado a que la deuda está pagada, ya nada os retiene aquí.

Aun que... si alguno de vosotros quiere quedarse en la torre, acabar de construirla y ser su guardián, no tnego ningún problema, he visto que sois buenos en esto.

Espero hasta que declinen o acepten la proposición.

Entre una ciudad y una torre mugrienta en medio de la nada, entre el cargo de príncipe y el de guardián...

"me temo que no hay color, gordito"

Sonrío agradecido.

- Incluso el artista más virtuoso debe aprender a desprenderse de sus obras maestras y por mucho que me duela, así debo proceder con éste fastuoso castillo.

bajo la cabeza en una reverencia.

"lo único que me duele son los pies, que quieren salir de aquí corriendo. Tengo una ciudad que gobernar"

Guardo silencio. Tan sólo deseo salir de allí lo antes posible para cumplir con mi deber y si hablo probablemente lo único que consiga sea causarme más problemas de los que ya tengo.

Guardo silencio y observo por el momento.

El caballero se esforzó por mantenerse impasible ante lo que sucedía a su alrededor, pero estaba innegablemente desconcertado; tanto por la aparente desaparición de Ramírez y su sire, como por el cambio de actitud del sire de Markus hacia su Chiquillo. ¿En qué había fracasado el Tremere (si es que aún podía llamarle así tras el repudio de su sire) para ser blanco de tal furia? ¿Qué objetivo ulterior tenía su Sire que no compartiera con Jervais, el patrón común entre ellos, dado que éste seguía ampliamente satisfecho consigo mismo por el éxito que había obtenido con sus Prestaciones?

Hablaría con el señor Lenz después, se dijo, y tal vez supiera mejor a qué atenerse. Por el momento, sólo podía responder al ofrecimiento de Jervais.

- Me temo que coincido con el señor Damjanich. - Dijo, realmente sorprendido de decir aquellas palabras. - Se requiere que esté presente en otro lugar, maese Jervais.

Miro con gesto interrogante a Giancomo, la pregunta de Jervais me extraña, por un lado es raro que nos ofrezca esta torre a cambio de un principado y por otro podria ser una simple prueba.

-¿Servir a nuestro superior o aceptar el regalo?

Te devuelvo la mirada, te dejo claro con ella que la decisión es tuya.

Asiento ante los chiquillos, ya que era lo que esperaba.

Bien, comprendo que vuestras recompensas han sido superiores a esta torre. No hay problema, el clan Tremere se hará cargo de ella.

Gracias por vuestros servicios, espero que más adelante podamos volver a trabajar juntos.

Tras eso hago un gesto para que los Sires me sigan y marcharnos.