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Crónicas Giovanni: LA ULTIMA CENA

Escena1: En Compañia de Extraños

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11/03/2010, 23:00
Director

Tras tres largas semanas de angostos caminos el paraje empieza a cambiar y una ligera neblina que parece querer abastar todo a su alrededor es rota por las ruedas del carruaje negro que atraviesa silencioso los densos bosques de pino de los Cárpatos.

Han pasado dos días des de que avistaste los últimos indicios de civilización o eso calculas ya que te es difícil distinguir días de noches en la oscuridad de este turbio lugar donde el cielo gris a penas deja traspasar unos pocos rayos de sol por entre las altas copas de los arboles.

El cochero de guantes negros de cuero no ha sido una gran compañía ya que solo habla lo que con esfuerzo has identificado como algún dialecto rumano y en general por su reticencia a la comunicación contigo.

Al fin, la luz de un fanal al final del camino indica el destino último del viaje. Iluminado sobre la pared de piedra, pasas por debajo de un cartel de madera en el que se lee en letras rubí “Posada del Cordero Rojo” El carruaje se detiene frente a la puerta.

El cochero abre la puerta y anuncia tu nombre con su particular acento. Dentro, las rugientes llamas del hogar mantienen alejado al frío de la noche y resplandecen en la espaciosa sala común.

Escuchas el ruido de los caballos alejarse y comprendes que ya no volverás a ver a tu acompañante de guantes negros .

La sala está prácticamente desierta, sus únicos ocupantes son el posadero y sus empleados, un joven soldado, un monje y una vieja mendiga.

Antes de que puedas hacer ningún movimiento pero, logras escuchar el ruido de otro carruaje acercarse en el silencio de la noche.

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16/03/2010, 02:24
Director

Tras tres largas semanas de angostos caminos el paraje empieza a cambiar y una ligera neblina que parece querer abastar todo a su alrededor es rota por las ruedas del carruaje negro que atraviesa silencioso los densos bosques de pino de los Cárpatos.

Han pasado dos días des de que avistaste los últimos indicios de civilización o eso calculas ya que te es difícil distinguir días de noches en la oscuridad de este turbio lugar donde el cielo gris a penas deja traspasar unos pocos rayos de sol por entre las altas copas de los arboles.

El cochero de guantes negros de cuero no ha sido una gran compañía ya que solo habla lo que con esfuerzo has identificado como algún dialecto rumano y en general por su reticencia a la comunicación contigo.

Al fin, la luz de un fanal al final del camino indica el destino último del viaje. Iluminado sobre la pared de piedra, pasas por debajo de un cartel de madera en el que se lee en letras rubí “Posada del Cordero Rojo” El carruaje se detiene frente a la puerta.

El cochero abre la puerta y anuncia tu nombre con su particular acento. Dentro, las rugientes llamas del hogar mantienen alejado al frío de la noche y resplandecen en la espaciosa sala común.

Escuchas el ruido de los caballos alejarse y comprendes que ya no volverás a ver a tu acompañante de guantes negros

La sala está prácticamente desierta, sus únicos ocupantes son el posadero y sus empleados, un joven soldado, un monje, una vieja mendiga y un hombre de cabello largo, hasta los hombros, y de un tono anaranjado y los ojos de color azules, casi grises que observa con detenimiento y gran agudeza cuanto le rodea de pie frente a la puerta, parece que también acaba de llegar.

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16/03/2010, 02:42
Fernando Vilarte

Aterido aún por el frio que tengo calado hasta la médula de los huesos, me dirijo hacia el posadero fijandome en los detalles tanto de la posada como de los ocupantes de esta. Disculpe - digo en italiano esperando que me entienda - me gustaría beber una jarra de vino, con especias si es posible. Esperando la reacción del posadero me coloco en una posición adecuada para ver quien será el próximo en entrar por la puerta, quizá este sea el lugar donde nos reuniremos antes de ver al tal Claudius Giovanni, no obstante, mi mano se desliza casi por inercia hacia la espada, sintiendo su contacto me tranquilizo un poco más.

Toda precaución es poca y más en un lugar donde el Sol no toca la tierra

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16/03/2010, 11:08
Diego

.-¡Abajo con todo lo que no deba estar vivo!¡Hoy tengo ganas de reventar craneos de desalmados!-. Se rie con gran impetu.-¿Que pasa con esta posada? ¿Es que aqui el alcohol no caldea los animos?-. Camina hacia al posadero .-Dame del mejor trago que jamas hayas servido y tendras un parroquiano satisfecho. ¡Oh! ¡si!-.

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16/03/2010, 12:59
Segismundo

- Oh! Sed bienvenidos a mi humilde posada!

Os saluda el corpulento hombre saliendo de detrás de la barra para acompañaros con un gesto hasta las mesas del comedor.

- Vosotros debéis ser los invitados del señor Giovanni. Sois los primeros en llegar! Por favor, tomad asiento, debéis estar hambrientos.

El hombre se mueve con esmero y rápidamente os prepara los brebajes en un par de jarras

- Vino caliente con especias a petición del señor Vilarte

Dice mientras os acerca la bebida

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16/03/2010, 13:13
Director

Tras tres largas semanas de angostos caminos el paraje empieza a cambiar y una ligera neblina que parece querer abastar todo a su alrededor es rota por las ruedas del carruaje negro que atraviesa silencioso los densos bosques de pino de los Cárpatos.

Han pasado dos días des de que avistaste los últimos indicios de civilización o eso calculas ya que te es difícil distinguir días de noches en la oscuridad de este turbio lugar donde el cielo gris a penas deja traspasar unos pocos rayos de sol por entre las altas copas de los arboles.

El cochero de guantes negros de cuero no ha sido una gran compañía ya que solo habla lo que con esfuerzo has identificado como algún dialecto rumano y en general por su reticencia a la comunicación contigo.

Al fin, la luz de un fanal al final del camino indica el destino último del viaje. Iluminado sobre la pared de piedra, pasas por debajo de un cartel de madera en el que se lee en letras rubí “Posada del Cordero Rojo” El carruaje se detiene frente a la puerta.

El cochero abre la puerta y anuncia tu nombre con su particular acento. Dentro, las rugientes llamas del hogar mantienen alejado al frío de la noche y resplandecen en la espaciosa sala común.

Escuchas el ruido de los caballos alejarse y comprendes que ya no volverás a ver a tu acompañante de guantes negros .

La sala está prácticamente desierta, sus únicos ocupantes son el posadero y sus empleados, un monje, una vieja mendiga y lo que parecen tres jóvenes soldados o guerreros, uno de ellos castaño, con barba y de mirada tormentada, otro de pelo largo rojizo hasta los hombros y el último con la cara llena de marcas y cicatrices.

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16/03/2010, 13:29
Diego

.-¡Ja! Bien me sentara en día como el que tenemos-. Lo coge con toda la delicadeza que puede con las manos metalicas de la armadura, y lo levanta hacia la boca. Lo deja caer sobre la mesa suavemente mientras muestra un gesto de satisfacción .-Asi... Que sois invitado del señor Giovanni-. Dice con tono ya más calmado a Fernando aunque deja fluir el tono de voz epico: Jocoso, energico, y amable.

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16/03/2010, 20:37
Aricia Mytros

Tras el duro viaje, en un principio Aricia siente el agrado de llegar a un lugar donde poder descansar sin el traqueteo del carro, pero este sentimiento se ve rapidamente engullido por el paisaje que tiene ante sus ojos: una posada, y una de lo mas comun y pordiosera.

Su figura, de voluptuosas y femeninas curvas, camina a traves del marco de la puerta, oculta bajo su vestido. Se trata de un traje encorsetado, de falda y mangas largas. La tela de la que esta hecho es fina, de colores blancos y granates, adornados con bordados dorados para realzar su feminidad. Mira alrededor, procurando mostrando una sonrisa a los presentes, ocultando su sentimiento de disgusto al verse rodeada de mendigos y soldados...

Busca un sitio, libre de compañia, en el que sentarse y esperar, mientras intenta llamar la atencion del camarero y con una sonrisa picara le pide de beber:

¿Podria traerme algo de agua, por favor? - las palabras salen de su boca dejando la misma sensacion en el oido que el acariciar del terciopelo deja al tacto - El viaje ha sido largo y me encuentro cansada, muy cansada...

Notas de juego

Te he mandado el mensaje solo al director pq realmente no se quien esta presente en la sala y he visto que el mensaje de inicio me lo has mandado personalmente...

Disculpa las tildes... estoy teniendo problemas con el teclado que no me deja escribirlas :(

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17/03/2010, 01:25
Fernando Vilarte

Una mujer de noble cuna, o al menos es lo que trata de aparentar, y un vulgar guerrero busca-peleas, bravucón y bocazas, dudo mucho que sea uno de los invitados de Claudius Giovanni, a menos que el que no debiera estar en esa reunión fuera yo - pienso mientras me retiro con la jarra hacia la chimenea, buscando un buen lugar cerca de esta que me permita seguir viendo a los que presuntamente serán mis compañeros en la reunión

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17/03/2010, 11:18
Diego

.-Bebere más que nadie pero luego saldre al exterior discretamente a vomitar el contenido de mi estomago. Puedo permitirme parecer borracho, pero no estarlo de verdad-.

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17/03/2010, 11:26
Diego

.-¡Ja! ¡No era mi intención ofenderos! Os lo aseguro...-. Dice mientras ve marcharse al noble. Echa un trago largo y pide otro vaso. Centra su atención en la hermosa visitante y se pregunta si esta es tambien una "visitante de Giovanni". Le muestra una sonrisa complice a Aricia mientras se mantiene sentado en su sitio para ver como reacciona esta.

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17/03/2010, 16:16
Fernando Vilarte

Os garantizo que no me habeis ofendido, buen caballero, pero mi fortaleza física es muy inferior a la vuestra, y el viaje y el frio han hecho mella en mí, ahora lo que precisaba es un lugar donde reposar y donde buscar tibieza para mis huesos doloridos

Notas de juego

Lo que dije antes era un pensamiento, eh....

Supongo que se sigue como en el resto de las partidas:

Normal: Descripciones

Negrita : lo que se dice

Cursiva: Pensamientos

Negrita + cursiva : Susurros

¿No?

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17/03/2010, 17:45
Segismundo

El posadero que se encontraba atareado entrando y saliendo de la cocina, sale al escuchar las pisadas de caballo alejarse y se sorprende al ver una mujer tan guapa, sin duda otra invitada del señor Giovanni.

- Señorita tome asiento por favor, los mejores sitios son los de allí cerca del fuego.

Te señala algunas mesas y todos os percatais de un agradable olor provinente de la cocina que inunda el salon principal.

- Enseguida os seviré la cena, aún le quedan unos minutos

El hombe se acerca con un vaso y una jarra y te la deja sobre la mesa, de camino a la barra de nuevo retira la jarra vacía de Diego y se aprisa a prepararle otra.

- ¿Habéis venido de muy lejos, pues?

Pregunta en general sin mirar a ninguno de los presentes concentrado en preparar otro vino.

 

Notas de juego

Cada uno puede utiliza el método de dialogo/pensamiento que le guste más, creo que el que dice Fernando es el más común; solo hacedlo comprensible.

Mandad siempre el mensaje a los jugadores que haya marcados po defecto, a no ser que actueis de forma que los demás no se percaten.

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17/03/2010, 17:50
Diego

.-Le comprendo. Llevo viajando tanto tiempo que ya no me agota el viaje sino la quietud y vos sinembargo pareceis ser si cabe de mejor cuna-. Alza el segundo vaso de vino especiado por delante de el en señal de respeto y responde al posadero con un impetuoso tono de voz .-¡De Aragon!¡Gloriosa tierra de nuestro amado rey Juan II!-. Echa otro trago largo

Notas de juego

Pero si hablas a alguien y se marcha pasando de ti lo logico es pensar que no le hacen mucha gracia tus palabras:

Cita1:

 .-Asi... Que sois invitado del señor Giovanni-.

Cita2:

pienso mientras me retiro con la jarra hacia la chimenea

Nota: La lengua materna en Aragon por aquellos tiempos ya seria el castellano

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17/03/2010, 18:09
Marianna

La chica entró tapada con una capa cogiendose de los bazos por el frío. Al ver el panorama de allí adentro no supo si sería mejo quedarse afuera a dormir con los lobos o en aquel antro lleno de extraños que parecían de lo más peligrosos. Su mirada pero se poso en otra chica muy guapa de la sala y esta no parecía una mendiga como la señora del fondo de la sala, más bien lo contrario. Eso la tranquilizó asi que se fué a sentar en una de las mesas cercanas a ella y espero timidamente y sin ni si quiera quitarse la capa a que se acercara el posadero a atenderla, o aún mejor que no se percatara de su presencia, que nadie lo hiciera y pasara desapercibida allí sentada sin decir nada.

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19/03/2010, 22:40
Director

Tras tres largas semanas de angostos caminos el paraje empieza a cambiar y una ligera neblina que parece querer abastar todo a su alrededor es rota por las ruedas del carruaje negro que atraviesa silencioso los densos bosques de pino de los Cárpatos.

Han pasado dos días des de que avistaste los últimos indicios de civilización o eso calculas ya que te es difícil distinguir días de noches en la oscuridad de este turbio lugar donde el cielo gris a penas deja traspasar unos pocos rayos de sol por entre las altas copas de los arboles.

El cochero de guantes negros de cuero no ha sido una gran compañía ya que solo habla lo que con esfuerzo has identificado como algún dialecto rumano y en general por su reticencia a la comunicación contigo.

Al fin, la luz de un fanal al final del camino indica el destino último del viaje. Iluminado sobre la pared de piedra, pasas por debajo de un cartel de madera en el que se lee en letras rubí “Posada del Cordero Rojo” El carruaje se detiene frente a la puerta.

El cochero abre la puerta y anuncia tu nombre con su particular acento. Dentro, las rugientes llamas del hogar mantienen alejado al frío de la noche y resplandecen en la espaciosa sala común.

Escuchas el ruido de los caballos alejarse y comprendes que ya no volverás a ver a tu acompañante de guantes negros .

En el interior parece que varios de los invitados ya llegaron y estan tomando unas copas. Concretamente veis a un par de soldados o guerreros, uno de pelo castaño y mirada atormentada y el otro con la cara llena de marcas y cicatrices, un hombre y dos mujeres jovenes reposan en las mesas más cercanas al fuego, mientras que en una de las mesas más alejada se halla una mujer de avanzada edad vestida con ropas viejas y al otro lado un monje al que distingues por el habito y el rosario colgando de su cuello.

Mientras tanto el posadero corre de un lado a otro atareado disponiendo todo para la cena y hablando animadamente con los extranjeros.

Enseguida escuchas el ruido de otro carruaje llegar al cordero rojo.

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19/03/2010, 22:48
Director

Tras tres largas semanas de angostos caminos el paraje empieza a cambiar y una ligera neblina que parece querer abastar todo a su alrededor es rota por las ruedas del carruaje negro que atraviesa silencioso los densos bosques de pino de los Cárpatos.

Han pasado dos días des de que avistaste los últimos indicios de civilización o eso calculas ya que te es difícil distinguir días de noches en la oscuridad de este turbio lugar donde el cielo gris a penas deja traspasar unos pocos rayos de sol por entre las altas copas de los arboles.

El cochero de guantes negros de cuero no ha sido una gran compañía ya que solo habla lo que con esfuerzo has identificado como algún dialecto rumano y en general por su reticencia a la comunicación contigo.

Al fin, la luz de un fanal al final del camino indica el destino último del viaje. Iluminado sobre la pared de piedra, pasas por debajo de un cartel de madera en el que se lee en letras rubí “Posada del Cordero Rojo” El carruaje se detiene frente a la puerta.

El cochero abre la puerta y anuncia tu nombre con su particular acento. Dentro, las rugientes llamas del hogar mantienen alejado al frío de la noche y resplandecen en la espaciosa sala común.

Escuchas el ruido de los caballos alejarse y comprendes que ya no volverás a ver a tu acompañante de guantes negros .

En el interior parece que varios de los invitados ya llegaron y estan tomando unas copas. Concretamente ves a un par de soldados o guerreros, uno de pelo castaño y mirada atormentada y el otro con la cara llena de marcas y cicatrices, un hombre y dos mujeres jovenes reposan en las mesas más cercanas al fuego, mientras que en una de las mesas más alejada se halla una mujer de avanzada edad vestida con ropas viejas y al otro lado un monje al que distingues por el habito y el rosario colgando de su cuello. De pie frente a la puerta hay otro de los forasteros que deduces acaba de llegar no hace mucho.

Mientras tanto el posadero corre de un lado a otro atareado disponiendo todo para la cena y hablando animadamente con los extranjeros.

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20/03/2010, 04:23
Giani Vitello

entro en la habitacion, apartandome de aquel lugubre escenario, mientras ajusto una de las vendas de mi mano. las heridas duelen mas que de costumbre y por momentos se hacen insoportables.

mi mirada se posa sobre el monje, casi por instinto, deseando el refugio de la celda. pero contengo mis deseos. muchos de ellos me quemarian aun con la bendicion que el santo padre me dio.

miradas lugubres, rostros taimados, una consecucion de pecados con la forma de hombres y mujeres, todos ellos blasfemias vivientes...como yo.

busco un lugar vacio, no deseo hablar hasta saber que ninguno de ellos pueden ser blanco de la justicia del señor.

-justicia de dios, jus...-escucho las palabras antes de darme cuenta que soy yo mismo quien las pronuncia. solo con un esfuerzo atroz logro parar ese torrente de palabras que me atormentan.

-buenas noches a todos-logro balbucear mientras me quedo alli de pie, temeroso de dar un paso...

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21/03/2010, 11:12
Director

Tras tres largas semanas de angostos caminos el paraje empieza a cambiar y una ligera neblina que parece querer abastar todo a su alrededor es rota por las ruedas del carruaje negro que atraviesa silencioso los densos bosques de pino de los Cárpatos.

Han pasado dos días des de que avistaste los últimos indicios de civilización o eso calculas ya que te es difícil distinguir días de noches en la oscuridad de este turbio lugar donde el cielo gris a penas deja traspasar unos pocos rayos de sol por entre las altas copas de los arboles.

El cochero de guantes negros de cuero no ha sido una gran compañía ya que solo habla lo que con esfuerzo has identificado como algún dialecto rumano y en general por su reticencia a la comunicación contigo.

Al fin, la luz de un fanal al final del camino indica el destino último del viaje. Iluminado sobre la pared de piedra, pasas por debajo de un cartel de madera en el que se lee en letras rubí “Posada del Cordero Rojo” El carruaje se detiene frente a la puerta.

El cochero abre la puerta y anuncia tu nombre con su particular acento. Dentro, las rugientes llamas del hogar mantienen alejado al frío de la noche y resplandecen en la espaciosa sala común.

Escuchas el ruido de los caballos alejarse y comprendes que ya no volverás a ver a tu acompañante de guantes negros .

En el interior parece que varios de los invitados ya llegaron y estan tomando unas copas. Concretamente ves a un par de soldados o guerreros, uno de pelo castaño y mirada atormentada y el otro con la cara llena de marcas y cicatrices, un hombre y dos mujeres jovenes reposan en las mesas más cercanas al fuego, mientras que en una de las mesas más alejada se halla una mujer de avanzada edad vestida con ropas viejas y al otro lado un monje al que distingues por el habito y el rosario colgando de su cuello. De pie frente a la puerta hay otro par de forasteros que deduces acaban de llegar no hace mucho.

Mientras tanto el posadero corre de un lado a otro atareado disponiendo todo para la cena y hablando animadamente con los extranjeros.

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22/03/2010, 00:18
User Kuk

Miro alrededor, al paisaje sobrecojedor y tan distinto a mi tierra natal. Despues de un rato , sacudo mis vestimentas y cruzo la entrada de la posada. Miro a todos los congregados y avanzo hacia la mesa junto al fuego, no estoy acostumbra al frio y la humedad. Buenas noches!! Les importaria que este viajero cansado repose junto a vuestras mercedes y entre un poco en calor? Digo esperando la respuesta de las personas ahi reunidas