- MUERTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS TODOS MUERTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS - gritó con una voz irritante el perturbado cazador abriendose paso de entre la muchedumbre con el rostro desencajado y temblando aún de miedo. Estaba claro que el pobre Roldare había sufrido secuelas psicológicas importantes a causa de los horrores vividos y la voz atormentada de ultratumba perteneciente a Asar que durante más de un día le había asediado.
Dimira trataba de tranquilizarlo sin éxito aferrandole del brazo pero el cazador parecía completamente fuera de sí. - ¡¡¡¡ASAR EL TERRIBLE HA VUELTO!!!!!! ¡¡¡¡¡ SU VOZ..... SU VOZ..... ME DIJO QUE TODOS MORIIIIREMOS.... VENDRA A POR NOSOTROS.......!!!!! HUIRRR HUIIR SI QUERÉIS VIVIR!!!!!!! - continuó gritando completamente fuera de sí.
Instantes después la muchedumbre congregada que hacía unos momentos celebraba el regreso de sus jóvenes estalló en un ordalía de gritos ahogados de sorpresa, comentarios de desesperación y fuertes llanos, probablemente de los familiares de los asesinados.
El pálido alcalde, aún desconcertado, miró a los héroes de la Llama Eterna con una mirada de súplica con la que no hacían falta palabras para entender que les pedía que acallaran de alguna forma al enloquecido Roldare en medio de los sollozos y tumulto generado que había resquebrajado por completo la celebración.
Maldita sea...si ya le quedo claro que...
La hechicera errante había conseguido esconderse entre la multitud cuando Roldare apareció para echar a perder el día. El cazador corría entre la gente gritando incoherencias y arrastrando a su hermana, que trataba de calmarlo. Si alguien no hacía algo pronto, la aldea entera entraría en pánico. Pero no sería ella la que movería un dedo para...
Un golpe resonó contra el suelo. Instintivamente, la varisia había puesto la zancadilla al cazador haciéndolo caer contra el suelo. Al momento se agachó junto a él fingiendo ir a ayudar a levántalo aprovechando para murmurar unas palabras al oído de los dos hermanos..
–Cazador, tranquilo... Ese de quien hablas ya no se levantará más...Esa voz la... soñaste. Nada más...Dilmira. ¿Tenéis un templo donde puedan tratarlo?
he entendido que está entre la multitud corriendo. Si no es así y está donde el resto borra el mensaje que Zha'kya pasa de meterse. Si hace falta tiro engañar o algo.
Roldare cayó de bruces al suelo con el rostro desencajado, aquel cazador perturbado se había convertido en aquellos momentos en un alborotador y fue la varisia quien tomó rápida cuenta del asunto. Magullado, el miedoso cazador se apoyó en su hermana Dimira quien lo condujo fuera del gentío, presumiblemente a su casa o al Templo de Erastil donde el Padre Rantal Prasst podría hacer algo para calmar su agitada mente.
El alcalde Jonark Uptal suspiró de alivio y urgió al resto del grupo a entrar en el Ayuntamiento para que le contaran toda la historia. El oriundo alcalde se sentó sobre un sillón tras una amplia mesa de escritorio del salón principal bastante desordenada llena de documentos y mapas diversos. Todos explicaron al alcalde cual habían sido los terribles sucesos y las consecuentes perdidas....
NOTA DM: Zha'kya, ¿entiendo que entras con el resto?
El alcalde juntó ambas manos sobre su barbilla pensativo y serio después de que finalizaran con la historia, luego miró al grupo. - Me apena.... - realizó una pequeña pausa para aclararse la garganta, al parecer le faltaban las palabras - me apena que vuestro peregrinaje haya tenido tan funesto final y que la cripta de nuestro amado fundador haya sido profanada de este modo. Asar forma parte de un pasado que creímos ya superado con su muerte, y parece que aún muerto ha seguido siendo una amenaza. - explicó compungido. - Enviaremos de inmediato un mensajero a Tamran, la capital de Nirmathas, para informar de los hechos y que las brigadas de exploradores peinen los bosques en busca de esos bandidos.... -
El alcalde se levantó y con las manos en la espalda se paseó hasta un lienzo con el paisaje de Kassen retratado en él y que presidía el muro oriental del gran salón del ayuntamiento. - En cuanto a vosotros.... habéis cumplido con creces con nuestra comunidad.... Bronco, Jalles, Boris, Paul.... y tu extraña varisia, de ahora en adelante se os conocerá como los Héroes de la LLama Eterna, pues habéis vencido a un enemigo ancestral de nuestro pueblo y evitado un desastre aún mayor. Os habéis ganado con creces vuestros honores. - explicó el alcalde.
Las nieves de invierno empezaron a acumularse en los tejados de madera de Kassen los días posteriores al funesto regreso de los ahora llamados Héroes de la Llama Eterna. Los familiares que hubieran perdido a sus seres queridos en la comitiva de la cripta celebraron un oficio religioso en el interior de la Floresta Colmillo a cargo de los clérigos de Erastil de la capilla local, entre los difuntos el padre de Boris Todhoff, quién sobre la tumba de su padre adoptivo depositó una de sus flechas en señal de estima y recuerdo.
Todo parecía haber vuelto a la normalidad en el pueblo excepto para los héroes, una sensación de que ya nada era igual inundaba cada día sus corazones. Y es que no en vano aquella experiencia les había enseñado crudas realidades aunque también les había endurecido le mente. Habían conocido tantas cosas durante el peregrinaje.... el riesgo, el compañerismo, el peligro, la valentía, la prudencia.... pero también el odio y el terror.
La llama eterna ardía enérgica como siempre en el candil que Paul había depositado en el pedestal central de la plaza de Kassen, aquel ya no era únicamente el recuerdo del pasado, ahora había cobrado nuevo sentido para los aldeanos del idílico pueblo, les recordaba que nunca debían bajar la guardia y que además de conmemorar el pasado debían estar en guardia ante los peligros que pudieran amenazar al pueblo en el futuro....
FIN
NOTA DM: Escena final del modulo. Podéis postear vuestos post finales de personaje con lo que hacen en los días posteriores al regreso, reflexiones del personaje o lo que os venga en gusto.
Bronco estuvo a punto de partirle la cara al orate de Roldare. Aquel insignificante hombrecillo, era la mueca del miedo, del abatimiento, de la resignación... ¡¡Nada de eso congeniaba con el tremendo semiorco!! Estaba a punto de golpearle con la hoja plana de su pesado hacha, cuando fue la varisia la que se adelantó. La muchacha había reaccionado bien y rápido.
El semiorco se relajó mientras sus ojos amarillentos contemplaban a sus vecinos de Kessen. Se sintió tentado de hablar, de alzar su portentosa voz grave para que todos los allí reunidos fueran capaces de ver, que ante ellos se encontraba Jalles, el héroe que había vencido a Asar el regresado, pero prefirió permanecer en silencio. Poco le importaba los sentimientos que pudieran gestarse en las almas de aquellos pueblerinos. Cuando Dilmira se llevó a su hermano, y los ánimos parecieron calmarse, pensó en marchar, pues ya había cumplido su encargo y objetivo, pero algo le impulsaba a acompañar al resto de peregrinos al interior de ayuntamiento.
Allí recibieron los honores de Uptal y el agradecimiento de haber hecho frente a poderosos no-muertos. El chamán casi no prestó atención. Su mente se evadía pensando en el claro donde yacía el cuerpo de su madre. Debía ir a contarle todo lo que había sucedido. Necesitaba ir hasta el lugar que el consideraba su único hogar...
.............
Un día de frío y nieve se celebraron las exequias del padre de Boris. Habían ya algunas jornadas desde su regreso de la Cripta de la Llama Eterna, pero parecían meses. El tiempo no parecía pasar cuando el semiorco pensaba en lo allí acontecido, pero la realidad era que todo había acabado. La mayor parte de la aldea se había reunido para darle el último adiós a su vecino, mientras los clérigos de Erastil realizaban sus habituales ceremonias y actos rituales.
El chamán observaba desde lo alto de una colina. Había decidido no unirse a los suyos. Él era así, demasiado tosco para relacionarse con aquellos que vivían en la aldea. A su lado aguardaba el siempre divertido y fiel Haggar. El osezno había crecido en los últimos días y Bronco creía que no tardaría en dar el cambio que lo convertiría en adulto. Ese día, el mundo conocería el esplendor de un Oso Garra de runas, pues eran demasiado escasos por no decir, casi extintos.
Cuando Boris clavó la punta de su flecha, el semiorco sonrió. El arquero debía dejar a un lado el pasado y caminar hacia el frente. Eso era la ley de la vida. La única cosa que era incuestionable.
Haggar rugió y salió corriendo en dirección al claro. El animal sabía que allí estaría Olmira y sus deliciosos pastelillos de miel. A pesar de ser muy pesado, el osezno era mucho más rápido que Bronco que corría a todo lo que daban sus dos piernas. El chamán deseó poder disponer de cuatro robustas y vigorosas patas para poder rivalizar con amigo plantígrado y en ese momento sucedió...
Cuando Bronco quiso darse cuenta, corría junto a Haggar. Ya no era un humanoide bípedo. Ahora era un enorme oso de pelaje negro como el azabache.
Gran partida. Felicidades a todo el mundo.
Sin saber como ni por qué, Zha'kya de pronto se vio en el ayuntamiento de aquel pequeño pueblo escuchando cosas que no entendía demasiado, cómo que era una heroína local pese a que había sido ella la rescatada. La joven intentó explicarlo, pero el alcalde no pareció hacer mucho caso. Moviendo la cabeza ante aquella loca idea, escuchó hasta el final del pequeño discurso del hombre. Pese a todo su mente volaba muy lejos de allí, pensando en donde podía ir, que sitios podría visitar y sobre todo, que cosas debía comparar para aguantar un duro invierno. En aquel momento sus ojos se iluminaron. Había una forma de pagar los favores, ayudar a esa gente y tener algo que hacer.
–Yo iré a Tamran. Si no os importa, claro– dijo de pronto con tono ligeramente despreocupado–. Me imagino que a nadie le haga gracia alejarse de los suyos en este momento. Necesitáis estar unidos... y a mí no me gusta quedarme demasiado tiempo en un lugar. La hechicera arrugó la nariz y Yar'kitch aprovechó para picarsela. Además, pasaré más desapercibida por los caminos que uno de vuestros mensajeros, y también iré más rápido y atenta.
Zha'kya sonrió. Se quedaría al sepelio del padre de Boris y partiría.
Tras separarse del grupo para dejar a los "héroes" con su familia y amigos, Zha'kya se dirigió en primer lugar a la Taberna de las Siete Platas para así cumplir su ansiado deseo de baño, descanso y cena caliente. No tardó en arreglar el precio con el posadero, y tras dejar pagado por adelantado la habitación, salió a aprovisionarse para el viaje. La nieve y el frío comenzaban a hacerse notar cada vez más rápido, como una representación de los sentimientos de aquella gente.
No le costó mucho hacerse con una gruesa manta, regalando la más fina a un muchachillo con aspecto de ser de familia pobre, y que corría descalzo por la calle. Tampoco fue ningún problema encontrar unos ropajes que sustituyesen a las ajadas ropas que llevaba. Uno de las mangas colgaba tanto que dejaba a la vista parte de un tatuaje que la joven llevaba: una bandada de cuervos volando. Lo que más le costó a la joven encontrar, fue un par de aros metálicos, que se colgó a la cintura. Para una trotamundos como ella, era natural ganarse la vida con espectáculos de magia o música, y había tenido una idea de como entretener a la gente para ganarse unas monedas, cuando fuese necesario.
Al día siguiente, durante el funeral por los caídos, la hechicera permaneció en silencio, luchando contra el impulso de tocar o cantar algo, como habían hecho en la caravana cuando falleció Klemet por culpa de aquellas terribles fiebres. Zha'kya era consciente de que aquellas costumbres eran diferentes, y que lo que para ella era un símbolo de respeto, para otros podía ser una deshonra. Aquel día estaba muy diferente al momento en que la encontraron en la encontraron en la cueva. Seguía llevando el morral, ahora cargado, pero no había cansancio en sus ojos y su pelo ya no se parecía al de un perro lanudo y mojado sino que caía sedoso, adornado con una Kapenia de color rojo. Esa Kapenia, sus ropas, de colores vivos y su actitud seguían marcando fuertemente los rasgos de la gente con la que había crecido, pero había algo que no era del todo varisio en ella. Desde luego, no tenía la piel y el pelo tan oscuros como solía ser típico en aquella raza. Pero tampoco era nada demasiado raro. Al fin y al cabo... El mundo era un lugar lleno de matices. Cuando terminó el funeral, la chica se despidió del grupo dando un abrazo a cada uno de los presentes, sin importarle que quisieran o no. A pesar de lo que algunas personas pensaran, ninguno de los muchachos echó de menos algún objeto o moneda ni el bolsillo de la hechicera se volvió mas pesado después del gesto. Simplemente les manifestaba su aprecio. Incluso sonrió al ceñudo Jalles, quien, a juzgar por las palabras que había dicho al alcalde no parecía tan predispuesto a desconfiar.
–Los cuervos tienen buena memoria.–explicó acariciando el pico de Yar'kitch– Y, si el destino os acerca, siempre tendréis un hueco en el nido de los cuervos errantes. Simplemente decid que compartisteis camino conmigo. Cuidaos...Y Boris, las cosas mejorarán. Lo he soñado.
Con un gesto, la hechicera se despidió y comenzó a caminar con paso rápido hacia Tamran. El camino era largo, pero ella incansable, al menos psicologicamente. Mientras se alejaba, vio (o más bien fue Yar'kitch quien con un graznido le hizo fijarse en él) al enorme semiorco intentar alcanzar a su osezno. Para su sorpresa, justo cuando hacía un gesto para despedirse, Bronco mutó, convirtiendose en una bola de pelo enorme. El mundo era extraño, extraño y maravilloso. Zha'kya se puso en marcha con una sonrisa en los labios, sin mirar atrás. Sabía que era probable que los volviese a ver, con un mensaje de vuelta, pero aún así prefería no alargar la despedida. Eso las hacía más difíciles. Mientras tanto, como última broma, o quizás como un último regalo el enorme y negro Yar'kitch robó a su ama un bizcocho de miel y sobrevoló lo más rápido que pudo la distancia que le separaba con el druida y su compañero, para poder dejarlo caer sobre su cabeza. Sin pararse a mirar el resultado de su acción, voló de vuelta con la hechicera. Por nada del mundo se alejaría de ella.
Lo mismo digo.
Jefe, si eso te hago inventario (y gasto) de lo que compro, para la siguiente aventura
El idiota de Roldare fue finalmente neutralizado y todo el gentío enmudeció como aguardando una respuesta por parte de los compañeros. Por suerte, Uptal mostró unos reflejos rápidos y les hizo entrar en el ayuntamiento, lejos de la muchedumbre.
Allí se habló de lo agradecido que estaba el pueblo, de los próximos pasos a dar, de lo heroico de su gesta... Boris ni siquiera estaba escuchando. Sólo deseaba volver a su casa y estar a solas con su madre, tenía mucho que hablar con ella.
Cuando por fin el alcalde terminó su discurso, Boris echó a correr calle abajo en dirección a su casa. Al llegar no había visto a la buena de Rosie en la plaza y supuso que no había estado presente. Por el camino, no obstante, se cruzó con ella ¡no se había enterado de que habían vuelto!
El reencuentro estuvo colmado de sentimientos encontrados. Juntos, madre e hijo se dirigieron al hogar, ahora más frío que de costumbre, para llorar su pérdida en soledad.
Los días pasaron, y una comitiva trajo los cuerpos de los caídos y se celebró el funeral.
Allí estaba Boris vestido con las ropas de mayor calidad que poseía y portaba algo envuelto en un trapo.
El sacerdote dio por terminada la ceremonia y el muchacho se arrodilló ante la tumba del viejo Helmut; extendió el paño y extrajo una flecha con el astil finamente decorado: él mismo lo había adornado los días previos, mientras se reponía en el anhelado hogar.
Allí la dejó como dádiva mientras se despedía definitivamente: - Descansa en paz, y perdona a este estúpido que nunca te dijo lo mucho que te quería. Poco me importa la sangre: tú eras mi verdadero padre. Una solitaria lágrima dejó cerco en la tierra, junto a la saeta, completando la ofrenda.
Minutos después bajaba de nuevo la calle en silencio. Sin embargo, cualquiera que hubiese prestado la suficiente atención se habría percatado de que sus pasos eran ahora más ligeros. Por fin se había quitado un enorme peso de encima; la sonrisa que adornaba su boca, esta vez no era fingida.
Varios días más tarde, Zha'kya anunció que había llegado el momento para ella de partir. Fueron varios -entre ellos Boris- los que le pidieron que se quedase con ellos, pero la joven rehusó la oferta con alegría. Hay personas que necesitan vivir libres de ataduras, y la hechicera era una de esas personas.
Con un abrazo se despidieron, deseándose mutuamente la mejor de las suertes. Ojalá el Cielo quisiera que volviesen a encontrase.
Cuando la figura de la muchacha se perdió en el horizonte, los compañeros volvieron a su rutina diaria. Mientras volvía a casa, vio sentado en la plaza a Roldare acompañado de su hermana. Parecía encontrarse un poco mejor, pero aún mantenía esa cara de ido que comenzaba a hacerse habitual en él.
Boris se puso a unos metros de la pareja y alzó el hombro derecho para levantar un poco lo que llevaba colgado a la espalda, mostrando la parte superior de la ballesta que el muchacho se agenciara en la cripta. Le dedicó una pícara mueca y echó a correr mientras reía a carcajadas.
Atrás quedaban ya los días de tristeza. En ese momento, todo estaba bien.
Gracias a todos. Una partida magnífica.
Después de desahogarse sobre la tarima el joven Jalles fue consciente de lo que sus palabras habían provocado y aún se avergonzó más... Había actuado de manera impulsiva y los habitantes de Kassen sufrían ante el conocimiento de la verdad. Entró en un estado de mutismo del que no fue capaz de salir en varios días. Ni siquiera las palabras del alcalde Uptal lograron darle el consuelo que necesitaba. Aún no había visto a su padre entre la multitud que los había recibido. Un poco de trabajo duro le vendría bien.
Los fuegos de la forja se convirtieron en su refugio. Mientras golpeaba inmisericorde los pedazos de metal que se convertirían en útiles, armas o armaduras, Jalles se centraba en su trabajo. No pensaba en nada más. Empuñaba el martillo con firmeza. Le daba seguridad. El clonk clonk continuo le ayudaba a olvidar los sombríos hechos de la Cripta de la Llama Eterna. Pronto serían un recuerdo lejano que le asaltaría de vez en cuando. Pero saldría adelante.
Poco tiempo le dejaba la forja para otros menesteres, pero siempre que podía buscaba la compañía de los "Héroes de la Llama Eterna", aún no se había acostumbrado al apelativo. Las desgracias solían unir bastante. Y sabía que habían lazos estrechamente trenzados entre aquellos jóvenes, incluso con Zha'kya, que habían sufrido los horrores que ellos habían vivido. La aridez de Bronco, el pragmatismo de Boris, el compañerismo de Paul y el desparpajo de Zha'kya fueron, junto al trabajo en la herrería, el bálsamo que alivió las penas del alma de Jalles.
Cuando volvió del multitudinario funeral que se celebró en honor de los caidos en la Cripta de la Llama Eterna, su padre le esperaba. El herrero le mostró su último trabajo. Era una petición de Jalles. Había creado un adorno para la cadena del joven. Un abalorio que le recordaría los peligros que habían en esta.... y en la otra vida. De su cadena colgaría el cráneo de Asar, el enemigo de Kassen, y le acompañaría para siempre.
Un placer
Espero veros pronto en alguna otra partida, aunque va a estar díficil por lo que se me viene encima...
Los acontecimientos volvieron a suceder más rápido que lo que el joven e inexperto clérigo quiso, ..., otra vez. Otra vez había estado fuera de lugar. Otra vez no había sabido reaccionar a tiempo lo que su comunidad esperaba de él. Otra vez había sido un mero objeto más del mobiliario. A pesar de que el bueno de Paul se exigía, quizá más de la cuenta, ser más resolutivo en todas las circunstancias, hacía lo que podía, ...., que a su juicio siempre era poco.
El invierno hizo acto de presencia, y como de una triste balada al son de los copos al caer, acompañó las exequias de los Caídos de Kassen. Aquellas personas de su humilde pueblo que sólo querían honrar la memoria de tiempos pasados, y que el pasado había reclamado para él como si un pago pendiente se tratara.
La tristeza era palpable en el ambiente, sobre todo del joven compañero Boris. Había perdido a su padre adoptivo, ..., pero padre al fin y al cabo. Un dolor que tardaría en curar, pero que no dudaba que superaría. Lo había visto en acción, había sido su compañero en aquella aventura, y conocía de que pasta estaba hecho. Al igual que el resto del grupo; hijos de hombres y mujeres valerosos de Nirmathas, una tierra destinada a reclamar su libertad y luchar cada centímetro de ella.
En aquella fría mañana, Paul por fin comprendió que tras el dolor de cada rostro se escondía un fuego que nadie podría apagar nunca. Era el fuego de la determinación, de saber lo que se quiere, de querer lo que se sabe, y de no rendirse hasta conseguir la meta. Y todos ellos eran hijos de aquellos que conocían el valor y el compañerismo; eran hijos de los buscadores de la libertad.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Paul a medida que repasaba los rostros de su comunidad en aquella gélida mañana de invierno. Sí! Aquella era su tierra. La tierra que nunca se rendiría ante las adversidades, ..., años de pruebas avalaban lo que pensaba, ..., y en el fondo estaba orgulloso de que así fuera.
Un placer jugar con tod@s vosotr@s muchach@s.
Y gracias por tener la paciencia de un santo conmigo, ...., que mi ritmo ha dejado bastante que desear.