Partida Rol por web

Paul sopesó el tema. No quería que la escena se transformase en un incidente, ..., y parecía que el forastero estaba dispuesto a provocarlo si no se escuchaban sus exigencias. También era consciente de que todo el mundo estaba dormido, ..., pero pensó que la situación requería de la intervención de un superior, con lo que decidió acudir al más cercano, ..., el padre Prasst.
- Haga el favor de esperar aquí, por favor. Voy en busca de una persona de mayor rango y poder de decisión.

Y dicho esto giró sobre sus talones en busca del padre Prasst.

Paul recorrió las calles de Kassen hacía la casa del padre Prasst, ansioso por explicarle lo sucedido en el portón sur del pueblo y que éste, con la autoridad que tenía como clérigo, pudiese evitar que la situación llevará a males mayores. Cuando llegó a la puerta Paul tocó en ella y su superior como clérigo del Viejo Certero abrió vestido con un camisón.

- ¿Paul? ¿Qué ocurre...? Ya está entrada la noche... - dijó con sorpresa. Paul explicó entonces lo ocurrido en la puerta sur y le urgió a que le acompañara, a lo que el padre Prasst se cambió y encendió un candil. Cuando ambos llegaron al lugar la situación sólo había cambiado por el hecho de que ahora eran cuatro los soldados que, alarmados por lo que pudiera suceder con aquel extraño extranjero, acudieron a apoyar al guardia del portón iluminando la zona con antorchas.

El padre Prasst se acercó, dejando el candil en manos de Paul y alzando las manos haciendo una llamada a tranquilidad a todos los presentes.

- ¡Haya paz en esta hora antes que perturbemos el merecido descanso de nuestra comunidad! - dijo acercandose más al extranjero, que parecía tranquilo y sereno a pesar de la intimidatoria presencia de los guardias. - ¿Por qué deseas entrar en nuestro pueblo, forastero, en una hora tan tardía? No deja de ser acertada la prudencia de la guardia de no permitirte entrar, sólo los que traman algo aparecen desde las sombras de la noche... - inquirió infundiendo sus palabras de una oratoria impecable y educada.

El desconocido forastero prestó atención al seguidor del cazador clavando su mirada en él, casi pareciera que quisiera comunicarse con el mismo más a través de la mirada que de las palabras.

- Como ya he dicho unas cuantas veces, sólo busco descanso, no creo que todo el que se mueva por las sombras de la noche como tu dices pueda tramar alguna fechoría, simplemente puede ser un viajero cansado y al que el camino se le ha hecho más largo de lo previsto durante la jornada.... como es mi caso... - dijo con cierto sarcasmo, como si toda aquella escena le pareciera fruto de un exceso de celo por parte de los guardias.

El padre Prasst asintió lentamente sin dejar de mirar al desconocido y luego se retiró hacia donde se encontraba Paul con el candil, acercó su rostro a él y le susurro dando la espalda al desconocido:

- Bueno Paul... esta es una de esas situaciones en la que como defensores de la forma de vida que nos enseña el Viejo Cazador debemos resolver... yo tengo mi idea formada sobre esto, pero quiero que seas tu el que tomes la decisión que te parezca más correcta, aunque no tenemos ninguna autoridad sobre la guardia, estos escucharán nuestro consejo. - le dijo con una sonrisa, dejando el asunto en manos de Paul mientras tomaba de nuevo el candil y se mantenía unos pasos más atrás observando la escena.

Paul se quedó con los ojos como platos, ¿cómo podía dejarle con tal responsabilidad a un novicio?, ..., sin duda el padre Prasst creía que no era un novicio, pero Paul no se sentía preparado para ello, ..., aunque Rantal no le dejaba otra salida.
- Muy bien, padre. Lo dejaré entrar y me encargaré de su vigilancia, ..., ya que tampoco iba a poder dormir. - Le susurró antes de que se apartase de él. Acto seguido se fue a la altura del resto de los guardias y se dirigió al desconocido con aire seguro - Tendrá que venir conmigo. Yo me haré responsable de su estancia, y de responder por sus actos, para que pueda entrar en el pueblo y descansar. ¿Puede indicarme con qué nombre tengo que dirigirme a usted? - Inquirió después de realizar el ofrecimiento para que pudiese entrar el forastero.

El forastero sabía que la solución que le proponía aquel joven era la única opción de pertonctar en Kassen, así que acceptó la hospitalidad de Paul sin rechistar y así mismo, los guardias acceptaron que los Smallholder acogieran a este forastero bajo su propia responsabilidad. Rantal, por su parte, se mantuvo observando con cierto orgullo la resolución del clérigo del Viejo Certero, el novicio ya había dejado de serlo y era capaz de gestionar los conflictos y problemas de la comunidad sin su supervisión.

Paul pidió el nombre del forastero, quien ahora que lo veía de más de cerca se dió cuenta que el hombre debía rondar los 40 años y pudo ver más de cerca que en su rostro tenía una enorme cicatriz a lo largo de la parte izquierda. De sus raídas ropas de viaje sobresalía una empuñadura de espada que parecía ser de una muy buena calidad.

Cuando el clérigo de Erastil preguntó sobre su nombre, este se limitó a responder de forma seca y tajante, no parecía tener muchas ganas de conversacion: - Me llamo Cygar, y no me gustan las preguntas -

Paul condujo al forastero hasta una pequeña alcoba del templo, que se utilizaba para dar cobijo a refugiados y otras personas necesitadas. El clérigo ofreció al forastero dichó rincón y él decidió montar guardia simulando dedicarse a oraciones nocturnas para vigilar bien de cerca a tan extraño invitado.... y las horas fueron pasando hasta que el sol amaneció, dando paso al gran día de la partida en el peregrinaje de la Cripta Eterna.

A primera hora de la mañana el forastero llamado Cygar salió de la pequeña alcoba de emergencia y dirigió unas pocas palabras al clérigo: - Adiós y gracias por la hospitalidad - comentó con su habitual tono desinteresado y frío mientras marchaba del templo.

Aunque el sueño invadía al clérigo de Erastil, los nervios le mantenían bien despierto. Sin duda ese día sería el más largo de su vida hasta ahora...